solo un tema por semana,
y con que le guste al diyei alcanza

lunes, 24 de junio de 2013

[35] Insatisfacción, con “i” de “iá no me aguanto”


“Ya no sé qué hacer conmigo”, por The White Stripes (2003) y por el Cuarteto de Nos (2006)


Aquí termina, por fin, la serie dedicada a los varones conflictuados. Podría haberla continuado un mes más, porque quedaron afuera temazos como “Lo quiero ya” de Sumo, “Loser” de Beck, “19 días y 500 noches” de Sabina o “Y todo lo demás”, de Calamaro, entre tantos otros protagonizados por machos en problemas. Pero ya me cansé, así que esos temas quedarán, quizás, para otra ocasión.

Para concluir a todo trapo, eso sí, seleccioné un tema doble, o mejor dicho, dos temas bien distintos pero que se titulan igual: “Ya no sé qué hacer conmigo”. Puede ser una casualidad, pero lo más probable es que el cronológicamente segundo (el del Cuarteto de Nos, de 2006) haya homenajeado-tomado de referencia al primero (el de Bacharach/David, 1963). Este tema, el de Bacharach-David, se hizo famoso, durante las décadas de 1960 y 1970, por las versiones de dos cantantes mujeres: Dusty Springfield (abajo pongo el link) y Dionne Warwick. Sin embargo, el tema fue compuesto por dos varones, así que creo que cuadra bien para mi serie varonil. Además, seleccioné una muy buena versión (del 2003) en la que canta un varón: Jack White, quien junto con su hermana Meg forma la banda The White Stripes (“las franjas blancas”).



La canción transmite cómo, a partir de una separación, el yo poético, que aparentemente tenía organizada toda su vida en una forma bastante agradable, o al menos en una forma en que todo parecía tener sentido, se ve de pronto solo, vacío e insatisfecho. Y lo expresa con una melodía tranquila, con versos casi juguetones, agudos como de niño, apenas acompañados con unos pocos acordes de guitarra y un acompañamiento de batería tan vago que hasta yo podría ejecutarlo. El yo dice que necesita el amor de ella “como una rosa de verano necesita sol y lluvia”. The White Stripes cambiaron un poco la letra, porque mientras David proponía que necesitaba el amor “para dejar atrás todo el dolor”, en esta versión se necesita el amor para echar al mismo amor, lo cual suena un poco contradictorio, o al menos confuso. Lo que está bastante bien, considerando lo confundido e insatisfecho que está él. Al llegar al estribillo, la melodía se vuelve más fuerte, intensa y disonante, remarcando esa insatisfacción: el “ya no sé qué hacer conmigo”, repetido, se convierte en grito al terminar la canción.

El videoclip, muy sencillo pero bien hecho, fuee dirigido por Sofía Coppola y está protagonizado por la famosísima y flaquísima, pero con onda, supermodelo Kate Moss, que baila con un caño, en blanco y negro, solita y su alma. Creo que es un muy buen videoclip, porque representa, de una forma bastante sutil y artística, deseo, atracción e insatisfacción, que son ideas que rondan a este tema y, en cierta forma, lo fundan y/o lo funden.






Just don't know what to do with myself

I just don't know what to do with myself
I don't know what to do with myself
Planning everything for two
Doing everything with you
And now that we're through
I just don't know what to do

I just don't know what to do with myself
I don't know what to do with myself
Movies only make me sad
Parties make me feel as bad
'Cause I'm not with you
I just don't know what to do

Like a summer rose
Needs the sun and rain
I need your sweet love
To beat love away

Well I don't know what to do with myself
Just don't know what to do with myself
Planning everything for two
Doing everything with you
And now that we're through
I just don't know what to do

Like a summer rose
Needs the sun and rain
I need your sweet love
To beat love away

I just don't know what to do with myself
Just don't know what to do with myself
Just don't know what to do with myself
I don't know what to do with myself
Ya no sé qué hacer conmigo

Ya no sé qué hacer conmigo.
Ya no sé qué hacer conmigo.
Planeando todo para dos,
haciendo todo contigo,
y ahora que ya fuimos,
ya no sé qué hacer conmigo.

Ya no sé qué hacer conmigo.
Ya no sé qué hacer conmigo.
Las películas solo me ponen triste.
Las fiestas también me hacen sentir mal.
Porque no estoy contigo,
ya no sé qué hacer .

Como una rosa de verano
necesita el sol y la lluvia
necesito tu dulce amor
para echar a patadas al amor.

Bueno, ya no sé qué hacer conmigo.
Ya no sé qué hacer conmigo.
Planeando todo para dos,
haciendo todo contigo,
y ahora que ya fuimos,
ya no sé qué hacer conmigo.

Como una rosa de verano
necesita el sol y la lluvia
necesito tu dulce amor
para echar a patadas al amor.

Ya no sé qué hacer conmigo.
Ya no sé qué hacer conmigo.
Ya no sé qué hacer conmigo.
Ya no sé qué hacer conmigo.


El segundo tema es del grupo uruguayo Cuarteto de Nos, y forma parte de su disco más famoso, Raro (2006). El cantante, Roberto Musso, es el compositor de este tema, y de todos los temas icónicos de la banda, caracterizados por el recurso de la rima difícil y por demostrar que son gente leída. Roberto, además, es fácilmente identificable porque (en mi opinión al menos) es muy parecido físicamente a Alberto Olmedo de joven.



El grupo e hizo bastante conocido con el tema “El día que Artigas se emborrachó”, que provocó que el Ministerio de Educación del Uruguay les iniciara un juicio penal por difamación del principal prócer nacional y que los censuraran en diversos medios y horarios, en el primer caso de censura musical desde el retorno de la democracia, en la República Oriental. Pero el despegue de la banda fue con los discos Raro y Bipolar.

En esta canción, el yo poético se presenta como alguien que ya probó de todo (básicamente, el tema entero es una descripción de todo eso que ya hizo) sin conseguir con ello ningún grado de satisfacción. Ese cambiar todo el tiempo se volvió su verdadera naturaleza, y en el estribillo se recalca que él, al no poder quedarse quieto y estar todo el tiempo probando nuevas cosas, se siente “cada vez más igual”, se siente quieto, incapaz de aguantarse a sí mismo. Quisiera poder dejar de cambiar, quisiera una estabilidad, un mínimo grado de satisfacción, pero no lo consigue. Por eso está, o se siente, bastante solo, lo que conecta conceptualmente a los dos temas elegidos, por más que suenen tan distinto y estén tan aparentemente alejados uno del otro.

El videoclip también es una joyita, con un gran trabajo de diseño y de animación: toda la letra del tema se va desplegando por escrito, con infinidad de recursos gráficos, a medida que los versos son cantados.



https://www.youtube.com/watch?v=y9LlnLTH87U




Ya no sé que hacer conmigo

Ya tuve que ir obligado a misa,
ya toqué en el piano "Para Elisa".
Ya aprendí a falsear mi sonrisa,
ya caminé por la cornisa.

Ya cambié de lugar mi cama,
ya hice comedia, ya hice drama,
fui concreto y me fui por las ramas,
ya me hice el bueno y tuve mala fama.

Ya fui ético y fui errático,
ya fui escéptico y fui fanático,
ya fui abúlico y fui metódico,
ya fui púdico y fui caótico.

Ya leí Arthur Conan Doyle,
ya me pasé de nafta a gasoil,
ya leí a Breton y a Molière,
ya dormí en colchón y en sommier.

Ya me cambié el pelo de color,
ya estuve en contra y estuve a favor,
lo que me daba placer ahora me da dolor,
ya estuve al otro lado del mostrador.

Y oigo una voz que dice sin razón,
vos siempre cambiando ya no cambias más
y yo estoy cada vez más igual,
ya no sé que hacer conmigo.

Ya me ahogué en un vaso de agua,
ya planté café en Nicaragua,
ya me fui a probar suerte a USA,
ya jugué a la ruleta rusa.

Ya creí en los marcianos,
ya fui ovo-lacto vegetariano (sano),
fui quieto y fui gitano,
ya estuve tranqui y estuve hasta las manos.

Hice un curso de mitología,
pero de mí los dioses se reían;
orfebrería la salvé raspando
y ritmología aquí la estoy aplicando.

Ya probé, ya fumé, ya tomé, ya dejé,
ya firmé, ya viajé, ya pegué,
ya sufrí, ya eludí, ya huí, ya asumí,
ya me fui, ya volví, ya fingí, ya mentí.

Y entre tantas falsedades,
muchas de mis mentiras ya son verdades;
hice fácil las adversidades
y me compliqué en las nimiedades.

Y oigo una voz que dice sin razón:
“Vos siempre cambiando, ya no cambiás más”.
Y yo estoy cada vez más igual,
ya no sé que hacer conmigo.

Ya me hice un lifting, me puse un piercing,
fui a ver al Dream Team y no hubo feeling,
me tatué al Che en una nalga
arriba de mami, para que no se salga.

Ya me reí y me importó un bledo
de cosas y gente que ahora me dan miedo.
Ya ayuné por causas al pedo,
ya me empaché con pollo al spiedo.

Ya fui al psicólogo, fui al teólogo,
fui al astrólogo, fui al enólogo,
ya fui alcohólico y fui lambeta,
ya fui anónimo y ya hice dieta,

ya lancé piedras y escupitajos
al lugar donde ahora trabajo
y mi legajo cuenta a destajo
que me porté bien y que armé relajo.

Y oigo una voz que dice sin razón:
“Vos siempre cambiando, ya no cambiás más”.
Y yo estoy cada vez más igual,
ya no sé que hacer conmigo.


Creo que el no saber qué hacer con uno mismo es una sensación muy humana. A mí, por ejemplo, me pasa casi todo el tiempo, así que me identifico mucho con estas canciones, que seguirán sonando en mi Winco (uno nuevo que me compré en San Telmo en cuotas) durante toda la semana, hasta que descubra, por fin, qué es eso que quiero y lo quiero ya.


Ya bajando la emoción, aquí va, para los vaguitos comparativos, la versión de Dusty Springfield (ella y su peinado):


Sin otro particular, saluda a ustedes, conflictuado pero sobreviviente,

DJ Vago




martes, 18 de junio de 2013

[34] Sufrimiento, con “s” de “sono il vero pagliaccio trístono”


“Vesti la giubba”, de la ópera Pagliacci, de Ruggero Leoncavallo (1892)



Llegando a la penúltima entrega de la serie dedicada a Varones Conflictuados, aquí va la famosa aria “Ponete el disfraz”, de Leoncavallo, en su ópera Payasos.

Como aclaré alguna vez, no me gusta la ópera. Y menos que menos, la ópera italiana. Pero ayer, después de mirar en la tele un capítulo de “En terapia”, me puse a pensar en por qué me pasa esto, y llegué a la conclusión de que quizás es un rechazo mental hacia mi propia herencia italiana. Porque si bien los Vagot somos de línea catalana, y por parte de mi madre Condescendencia Iturraspe puedo, como cualquier vasco que se precie, machacar clavos con la frente, resulta que tengo una abuela italiana, la madre de mi madre, Annunziata Dalla Lontananza, con quien nunca me llevé muy bien que digamos. Tal vez, por su costumbre de relacionar, desde que yo tenía seis años, cada cosa que yo decía o hacía con dichos y acciones equivalentes de su marido muerto, mi abuelo Etitor Iturraspe, que como pueda descanse.

Cuando nos visitaba la abuela Nunzia (como nos obligaba ella a llamarla) y yo volcaba el agua de mi vaso, durante el almuerzo, ella me miraba con reprobación, y murmuraba fuerte y claro, cual maldición milenaria: “¡Mani di burra, ecuale quil buonpurniente dell mío Etítore!”. Si venía una compañera de la escuela para estudiar o jugar conmigo, ella comentaba: “¡Questo bambino, sempre acherquiato di giovanotte, talmente quil mío Etítore, stronzo!”. Si me ponía a mirar la tele: “¡Giammai un libro, tu, vero nipote dei mío Etítore, minchione stolto!”. Y así. Y para peor, nos obligaba a escuchar a mis hermanas más chicas y a mí, en el tocadiscos que llevaba siempre consigo, larguísimas óperas italianas, que ella cantaba encima, desafinadamente y casi a los gritos, de forma que al terminar uno no sabía, en realidad, cómo es que sonaba en realidad la música.

Salvo esas cositas, la abuela era un sol. Con su hija (es decir, mi madre) no se llevaba muy bien, así que sus visitas no eran muy frecuentes. Pero a mi padre José, en cambio, ella lo adoró siempre, así que, aunque no venía muy seguido, siempre volvía a visitarnos, armada con su temido arsenal de frases extrañas y discos de ópera.

Ahora la sigo viendo, a la abuela, dos o tres veces por año, y sigue siempre con sus frasesitas. Siempre se la agarra conmigo, nunca con mis hermanas. No sé si es que me parezco de verdad al abuelo, o alcanza con que sea varón nomás, para acicatear sus ansias comparativas.

Pero bueno, basta de mí, por ahora: dejo de lado mi resentimiento hacia mi herencia itálica, asumo mi cuarto italiano y presento, casi como propia y dedicada a mi abuelita, esta aria de Leoncavallo, muestra de melodrama, sufrimiento, risas que se vuelven llanto y lágrimas que mutan en una mueca de carcajadas espasmódicas, que más que hacer reír asustan, como los payasos a los niños pequeños.

Al final del primer acto, el payasito Canio, que descubrió que su esposa le puso los cornicellis, se dice a sí mismo “show must go on”, se viste y se prepara para hacer reír a los demás, en una función que será, con toda probabilidad, más deprimente que divertida.


Canio, atormentado, se acusa a sí mismo de no ser un hombre, sino tan solo un payaso. Y que, como tal, debe actuar, debe hacer reír a los demás, a pesar de que él mismo no tenga ningún motivo de risa. “La gente paga”, dice, en una versión más cruda del axioma “el cliente tiene siempre la razón”. Este prostituto de las risas, entonces, se empolva el rostro y se obliga a ir a trabajar, lo que en su caso significa hacer reír y reírse él mismo: “Reíte, payaso”, se dice, “del dolor que te envenena el corazón”, y se agarra la cara con las dos manos, como el personaje de Munch, en un anticipo de un género pictórico que haría furor en todo el siglo posterior: los nefastos cuadros de payasos tristes que adornaban comedores familiares y salas de espera, sembrando el terror y/o la incomodidad en generaciones enteras de seres humanos y, también, de niños.



Tengo una amiga que siempre habla con refranes, pero nunca los termina: “Al que le quepa el sayo…”; “La mona, vestida de seda…”, “El hábito hace…”. Entre todos esos refranes a medio decir sobre las ropas, bien podríamos agregar este “Ponete el disfraz…”, y que cada varón conflictuado completara, para sus adentros:
“… y reíte, payasín”, o
“… y sufrí como un condenado”, o
“… y aguantá hasta donde puedas”, o
“… y tomátelo con soda”,
según la personalidad y las posibilidades de cada uno.

Elegí la versión de Luciano Pavarotti, que fue una gran voz desde antes de pasarse de rosca con la bagna cauda. Y también, para los que comparten con mi abuela las ansias comparativas, agrego un par de versiones más.

Sé que no dije gran cosa de la música en sí, pero es que me cansé. Me canso fácil, no sé si lo habré heredado de mi abuelo materno, eso también.


Vesti la giubba
Ponete el traje
Recitar! Mentre preso dal delirio,
non so più quel che dico,
e quel che faccio!
Eppur è d'uopo, sforzati!
Bah! sei tu forse un uom?
Tu se' Pagliaccio!
Vesti la giubba,
e la faccia infarina.
La gente paga, e rider vuole qua.
E se Arlecchin t'invola Colombina,
ridi, Pagliaccio, e ognun applaudirà!
Tramuta in lazzi lo spasmo ed il pianto
in una smorfia il singhiozzo e 'l dolor, Ah!
Ridi, Pagliaccio,
sul tuo amore infranto!
Ridi del duol, che t'avvelena il cor!
¡Actuar! ¡Mientras preso del delirio,
no sé ya lo que digo
ni lo que hago!
Y sin embargo, es necesario... ¡esfuérzate!
¡Bah! ¿Acaso eres tú un hombre?
¡Eres payaso!
Ponete el traje
y empólvate el rostro.
La gente paga y aquí quiere reír,
y si Arlequín te roba a Colombina,
¡ríe, Payaso, y todos te aplaudirán!
Transforma en bromas la congoja y el llanto;
en una mueca, los sollozos y el dolor. ¡Ah!
¡Ríe, payaso,
sobre tu amor despedazado!
¡Ríe del dolor que te envenena el corazón!

La versión de Plácido Domingo:


Y la de Mario Lanza:



Sin otro particolare, saluta a voi,



DJ Vaguelli

martes, 11 de junio de 2013

[33] Trauma, con “t” de “tembo uma phapha em da bhoka”

“Basket case”, de Green Day, en su álbum Dookie (1994)



Ya a medio camino de la serie dedicada a Varones Conflictuados, aquí va “Basket case”, “Caso perdido” (o, en una traducción más libre y tal vez más rigurosa: “Me chifla el moño”).

Green Day es una banda norteamericana que empezó en el punk, pero se fue abriendo hacia una onda más melódica, aunque mantuvo una onda filo-punk que la hace parecer, en este mundo loco lleno de reggaetón y pop, un grupo heavy, cuando no lo es, o lo es apenitas.


Sus integrantes son, tradicionalmente, tres: Billie Joe Armstrong (el cantante de ojos verdes y mirada de loco, quien es además quien compone la mayoría de los temas), Mike Dirnt en el bajo y en la frenética batería, Tré Cool (imagino que es un seudónimo, o los padres estaban muy drogados cuando lo bautizaron).

Dookie fue un disco muy exitoso, y este tema, “Caso perdido” fue, de ese disco, uno de los más escuchados y pedidos por los fans en los recitales, aún hoy. La canción es, rítmica y armónicamente, un rock más bien tradicional (la secuencia armónica es la misma que la del Canon de Pachelbel), aunque aceleradísimo, y plantea, en primera persona, las dudas sobre la propia salud mental: el yo se declara como un tonto melodramático, paranoico, hipocondríaco, neurótico.



La canción tiene un trasfondo autobiográfico: Billie Joe se sentía exactamente así, a punto de perder la razón, durante toda su adolescencia y poco tiempo después le diagnosticaron que eso que le pasaba eran ataques de pánico.

Pero no es importante que la canción sea autobiográfica: lo interesante es que ese yo, que siente que está a punto de volverse loco y que no puede confiar en su propia mente, al menos busca salir de esa situación, “guardarse” o “ponerse en pausa” por un rato para alcanzar algo de control sobre sí mismo. Y para eso, intenta desesperadamente comunicarse. En primer lugar, con el oyente de la canción, ese “tú” al que le pregunta, así de sopetón y desde el primer verso, si tiene algo de tiempo para escuchar sus quejas, sobre nada en particular pero sobre todo en general.

Y otra cosa importante sobre este tema, y sobre Green Day en particular, es que a ese yo que intenta tan desesperadamente comunicarse no se le entiende un carajo, cuando canta, porque no articula. Como si tuviera una papa en la boca. Sin el librito que viene junto con el disco, o sin guglearlo, casi no hay forma de entender la letra de las canciones, excepto algunas palabras sueltas. Por ejemplo, cuando dice “sometimes”, uno escucha “cho-chai”; o al final del estribillo, donde se pregunta si solo está paranoico o lo que le pasa es efecto de las drogas, uno escucha, en vez de “or am I just stoned”: “oh-gua-cho-es-choun”, lo que podría significar casi cualquier cosa.

Acá tuvimos un caso similar de papismo bucal con Miguel Mateos, a quien el “tirá para arriba” le sonaba como “chirá”. Pero el problema articulatorio de Billie es mucho peor, porque por momentos no se le entiende absolutamente nada (los invito a comprobarlo escuchando en youtube cualquier otro tema de la banda).

Lo cual puede resultar molesto, pero para esta canción es muy coherente, porque esa falta de comprensión por parte del mundo es lo que define a ese pobre pibe, traumado pero al menos con la plata suficiente como para ir a una psicóloga y pagarle para que lo escuche, o llamar a un prostituto y pagarle… para que lo escuche también, porque más allá de que su diagnóstico inicial sea “falta de sexo”, lo que él siente que necesita es que lo escuchen. Al menos, el prostituto tiene la honestidad de decirle que sus problemas no son nada interesantes, sino más bien aburridos y deprimentes.

Esa incomodidad existencial, ese acercamiento involuntario pero aceptado hacia la locura aparece también en el videoclip, que toma como claro intertexto la película “Atrapado sin salida”, con Jack Nicholson (si no la vieron, tienen que verla, es genial). Hacia el final del clip, por ejemplo, Mike rompe la ventana con un lavabo, que es una de las escenas clave de la película; y un poco antes, hacen trampa al tomar la medicación, como Jack, que no se cree loco sino vivo. El video plantea un manicomio, opresivo pero a la vez llamativamente colorinche y alegre, casi sicodélico, donde ellos, los locos, reciben instrumentos musicales y se transforman, sin solución de continuidad, en locos-músicos o viceversa (Billie Joe abre mucho sus ojos color verde marihuana, enfatizando la mirada de locura, lo cual no parece necesario en realidad), que ven pececitos de colores en el aire y a gente con máscaras de chancho alrededor.







Basket case

Do you have the time
to listen to me whine
About nothing and everything all at once?
I am one of those
Melodramatic fools
Neurotic to the bone
No doubt about it.

Sometimes I give myself the creeps
Sometimes my mind plays tricks on me
It all keeps adding up
I think I'm cracking up
Am I just paranoid,
Or am I just stoned?

I went to a shrink
To analyze my dreams
She says it's lack of sex
that's bringing me down
I went to a whore
He said my life's a bore
So quit my whining cause it's bringing her down

Sometimes I give myself the creeps
Sometimes my mind plays tricks on me
It all keeps adding up
I think I'm cracking up
Am I just paranoid?
A ya-ya-ya

Grasping to control
So I better hold on.

Sometimes I give myself the creeps
Sometimes my mind plays tricks on me
It all keeps adding up
I think I'm cracking up
Am I just paranoid?
Or am I just stoned?
Caso perdido

¿Tenés tiempo
para escucharme gimotear
acerca de nada y de todo a la vez?
Soy uno de esos
tontos melodramáticos,
neurótico hasta la médula,
no hay ninguna duda.

A veces me doy escalofríos a mí mismo.
A veces mi propia mente me engaña.
Y todo sigue sumándose,
creo que me estoy quebrando.
¿Solo estoy paranoico,
o es que estoy volado?

Fui a lo de un psiquiatra
para analizar mis sueños,
ella dijo que es la falta de sexo
lo que me bajoneaba.
Fui con un prostituto,
él dijo que mi vida es un embole
así que dejara de lloriquear que la estaba deprimiendo.

A veces me doy escalofríos a mí mismo.
A veces mi propia mente me engaña.
Y todo sigue sumándose,
creo que me estoy quebrando.
¿Solo estoy paranoico?
Ay, ay, ay, ay.

Intentando alcanzar el control,
así que mejor me guardo.

A veces me doy escalofríos a mí mismo.
A veces mi propia mente me engaña.
Y todo sigue sumándose,
creo que me estoy quebrando.
¿Solo estoy paranoico,
o es que estoy volado?



El tema es frecuentemente versionado por adolescentoides rebeldes, o que quieren verse como si fueran rebeldes. Entre las muchas versiones, aquí adjunto (solo para los lectores con espíritu investigativo) dos:

La de la japonesa Nana Kitade, totalmente insufrible: desafío a cualquiera a que pueda escuchar completa esta versión espantosa, yo no pude, estoy tentado a confesar que preferiría escucharme un tema de Arjona.


La de la skater canadiense Avril Lavigne: “Very forgetable”, diría Simon Cowell, porque, más allá de que se hurgue la nariz o abra una birra sin destapador, hace la canción más lenta y menos punzante, con lo que pierde gran parte de su gracia.


Bueno, creo que es todo por ahora. Escribiría más, si alguien me comprendiera. Pero no es el caso.

Chiopro barchipunar, chetespine chastrapralóshima:


ChiChei Vago

martes, 4 de junio de 2013

[32] Amor, con “a” de “arrastrado”


“Ne me quitte pas”, de Jacques Brel (1959)



Aquí va, como segundo episodio de la serie dedicada a los varones conflictuados, “No me dejes”, del cantautor belga Jacques Brel. No digo nada del otro mundo si afirmo (con la misma impunidad con que la universidad de Michigan lanza sus descubrimientos científicos) que “Ne me quitte pas” es una de las cinco canciones más significativas, conocidas y versionadas de toda la historia de la canción universal. Si vos no la conocés, el que está fuera del mundo sos vos, no le eches la culpa a la canción.

Pero lo más probable es que sí, que la conozcas, aunque sea en alguna de sus infinitas versiones (las hay en todos los idiomas y en todos los ritmos, se calcula que hay unas 3.000 versiones, algunas muy respetables, como las de Nina Simone, Ray Charles, Neil Diamond, Edith Piaf…). Pero ninguna versión (no digo que escuché todas, pero sí bastantes) alcanza el mismo impacto que logra la versión de Brel en francés.

Dicen que dicen que Brel (que estaba casado desde hacía años) compuso la canción después de la separación definitiva con su amante, la también cantautora belga Suzanne Gabriello (“Sisú”, le decían, Zizou). 



Pero él no es la víctima en el asunto, porque ella lo dejó, a Jacques, después de muchas idas y vueltas, después de que él se negara a aceptar su paternidad (Zizou estaba embarazada), después de un intento de suicidio de ella y de que descubriera que él tenía otra amante más. Y con esos dientes, eh.



Porque uno lo mira, a Jacques Brel, y es la prueba más rotunda de que no es necesario ni un gramo de belleza física para enamorar a otro ser humano. Y si uno lo ve cantando “No me dejes” (abajo pongo el link) así, transpirado, dientudo, con esos labios gruesos, boca torcida, asimétrico todo él, ojito chico, orejón… uno piensa: claro, cómo no va a estar rogando que no lo dejen (nosotros, que nos creemos lindos porque hace tiempo no nos vemos al espejo).

Pero lo cierto es que la canción se hizo tan famosa, supongo, porque uno puede muy fácilmente sentirse identificado: todos, en algún momento (a veces en muchos momentos, pero al menos en uno) pensamos en alguien y nos dijinos: “que no me deje”. Todos sentimos esa necesidad de continuar juntos o de volver a estar con alguien, sea amante, padre/madre, amigo/a o lo que sea. Y cuando llegó el momento de la separación, todos sentimos, en algún momento, un poquito de esa desesperación que se rebalsa de la canción.



Ahora, existe algo que se llama dignidad, y por eso casi nadie hace lo que Jacques en su canción: arrastrarse hasta lo más profundo del lodo de lo humano para suplicar a su amante que no lo deje. Pienso en Adele, por ejemplo (si recuerdan lo que hablamos sobre “Take it all” el año pasado): ella también estaba desesperada porque no la dejara su novio Resortín Rayodesol, pero cuando vio que ya no había remedio y que él estaba decidido a dejarla, por más que quedó desmoronada, tuvo un mínimo dejo de entereza para decirle “Ma sí, andate entonces y que seas (in)feliz”.

Jacques, en cambio, no tiene ningún respeto hacia sí mismo (ojo, estoy hablando del yo poético que canta esta canción, no del Jacques Brel real) y empieza a suplicarle a ella, así cara a cara (lo que en su caso es tremendo), que no lo deje.

Que todo lo que pasó se puede olvidar (aunque no se sabe cómo sería posible olvidar las horas “que mataban a veces, a golpes de porqué, el corazón de felicidad” [qué lindo esto, ¿no?]).

Que todo lo que parecía muerto y apagado (como el volcán Copahue) puede volver a resplandecer de fuego, que los campos quemados pueden dar más trigo que nunca.

Como los argumentos parece que no la están convenciendo, él comienza a hacer promesas. Promesas ridículas, como que le va a traer perlas de lluvia del país donde no llueve o que morirá y se levantará de la tumba, cual zombi, para taparla de oro y de luz, o armará un país de amor donde ella estará por encima de cualquier constitución republicana… Al que escucha, le resulta evidente que estas promesas no van a dar mucho resultado, porque probablemente lo que ella necesitaba eran cosas más simples, como que bajara la tapa del inodoro, se acordara de su cumpleaños o la invitara al cine algún miércoles…

Pero él está embaladísimo en su arrastramiento, y sigue prometiendo cosas: que va a inventar palabras, que va a contarle historias buenísimas, todas con la misma moraleja: “qué lindo es que la gente se junte” (en su letanía desesperada, romántica siglo XIX, Jacques hasta se da el gusto de citar Rojo y negro [Le rouge et le noire], la famosa novela de Stendhal).

Al ser varón quien canta, todavía suena más desesperado todo esto, porque el abandono a los sentimientos y la debilidad emocional son características que se intentó muy meticulosamente, desde siempre, atribuir a lo femenino.

Nada parece estar resultando, y entonces él, resignando hasta el último átomo de derechos humanos remanentes, promete que si ella no lo deja, él se va a quedar calladito y quieto en un rincón mientras ella la pasa bomba, contento de volverse apenas “la sombra de tu sombra, la sombra de tu perro”. ¿La sombra de tu perro? Uau. No se puede caer más bajo que esto. Y al perro tampoco le causaría mucha gracia, supongo.

Obviamente, nada de esto alcanza, porque en el momento en que tenés que rogarle a alguien que no se vaya es porque esa persona ya decidió irse, y tarde o temprano se va a ir, por más que le repitas, como para hipnotizarla, ochocientas veces “no me dejes”.

A pesar de todo lo dicho (y a causa de todo ello), la canción es genial, y está muy bien que un varón, alguna vez, haya cantado piedra libre para todos los compas y haya aceptado eso que todos sentimos alguna vez, aunque no podemos decirlo porque tenemos una reputación (?) que cuidar, en este mundo.  



  
Ne me quitte pas

Ne me quitte pas,
il faut oublier,
tout peut s'oublier,
qui s'enfuit déjà,
oublier le temps
des malentendus
et le temps perdu,
a savoir comment
oublier ces heures
qui tuaient parfois
a coups de pourquoi
le coeur du bonheur,
ne me quitte pas
ne me quitte pas
ne me quitte pas
ne me quitte pas.

Moi je t'offrirai
des perles de pluie
venues de pays
où il ne pleut pas,
je creuserai la terre
jusqu'après ma mort
pour couvrir ton corps
d'or et de lumière,
je ferai un domaine
où l'amour sera roi,
où l'amour sera loi
où tu seras reine.
Ne me quitte pas
ne me quitte pas
ne me quitte pas
ne me quitte pas.

Ne me quitte pas
je t'inventerai
des mots insensés
que tu comprendras,
je te parlerai
de ces amants-là
qui ont vu deux fois
leurs coeurs s'embraser
je te raconterai
l'histoire de ce roi
mort de n'avoir pas
pu te rencontrer.
Ne me quitte pas,
ne me quitte pas
ne me quitte pas
ne me quitte pas.

On a vu souvent
rejaillir le feu
d'un ancien volcan
qu'on croyait trop vieux;
il est paraît-il
des terres brûlées
donnant plus de blé
qu'un meilleur avril,
et quand vient le soir
pour qu'un ciel flamboie
le rouge et le noir
ne s'épousent-ils pas.
Ne me quitte pas,
ne me quitte pas
ne me quitte pas
ne me quitte pas.

Ne me quitte pas
je ne vais plus pleurer,
je ne vais plus parler,
je me cacherai là
a te regarder
danser et sourire
et à t'écouter
chanter et puis rire,
laisse-moi devenir
l'ombre de ton ombre,
l'ombre de ta main
l'ombre de ton chien.

Ne me quitte pas
ne me quitte pas
ne me quitte pas
ne me quitte pas.
No me dejes

No me dejes,
es necesario olvidar,
todo se puede olvidar,
lo que se escapó,
olvidar el tiempo
de los malentendidos
y el tiempo perdido,
a saber cómo
olvidar esas horas
que mataban a veces
a golpes de porqué
el corazón de felicidad,
no me dejes
no me dejes
no me dejes
no me dejes.

Yo te ofreceré
perlas de lluvia
traídas del país
donde nunca llueve,
yo cruzaré la tierra
hasta después de mi muerte
para cubrir tu cuerpo
de oro y de luz,
haré un dominio
donde el amor será rey,
donde el amor será ley,
donde tú serás reina.
No me dejes,
no me dejes
no me dejes
no me dejes.

No me dejes,
yo te inventaré
palabras absurdas
que comprenderás,
te hablaré
de esos amantes
quie vieron dos veces
abrazarse sus corazones,
te contaré
la historia de aquel rey
muerto por no haber
podido reencontrarte.
No me dejes,
no me dejes
no me dejes
no me dejes

Se ha visto a menudo
salpicar el fuego
de un antiguo volcán
que se creía demasiado viejo;
es, parece,
como las tierras quemadas
que dan más trigo
que en el mejor abril,
y cuando llega la noche,
para que un cielo brille
el rojo y el negro
no se desposan.
No me dejes,
no me dejes
no me dejes
no me dejes.

No me dejes,
no voy a llorar más,
no voy a hablar más,
me esconderé allá
a mirarte
bailar y sonreír
y a escucharte
cantar y después reír,
dejame volverme
la sombra de tu sombra,
la sombra de tu mano,
la sombra de tu perro.

No me dejes,
no me dejes
no me dejes
no me dejes.

Este es el link de Brel cantando en vivo:
http://www.youtube.com/watch?v=Vz6r0TP4FBI


Rogando que porfi porfi porfi porfi vuelvan, se despide (pero solo por un ratito, ¿dale?):


DJ Vago