“Don”,
de Miranda! (2004)
Continúa la serie dedicada a coreos de cuarentena, y
vamos con “Don”, la canción más famosa de la banda Miranda!, liderada por Ale
Sergi y Juliana Gattas, parte de su segundo disco, titulado Sin restricciones (2004).
[Digresión: cuando empecé este blog, hace casi nueve
años, nunca pensé que iba a poner un tema de Miranda!; pero lo cierto es que o
yo me estoy poniendo muy senil muy pronto, o Miranda! mejoró notablemente en mi
ránking (inédito) de bandas, en particular desde que aparecieron las bandas que
imitan a Miranda! (hace nueve años había bandas que imitaban a Calamaro o a los
Rolling; ahora, para que se den una idea, hay imitadores no solo de Miranda!,
sino de Coti, de Tan Biónica, hasta, creanmé, imitadores de Chano solista...).
Así que ahora Miranda! pasó del lado de las bandas que, si bien están lejos de
mis favoritas, me banco y aprecio, y escucho con agrado. Arjona aún no, no se
preocupen, no necesito electroshock aún.]
La canción transcurre sobre un incesante y machacón compás en
tresillos, y la letra se encabalga en ese ritmo, con oraciones que avanzan
parte a parte y no terminan nunca (cada estrofa es una sola oración, lo mismo
que el estribillo).
Ese “ida y vuelta” acompasado, ese subir escalón por
escalón, está presente también en la historia que se cuenta. Ale Sergi contó
que el estribillo (cantado en un falsetto bastante inaguantable) es, básicamente, un pedido de casamiento, una declaración
romántica (que, aclaró, nunca llegó a decir a nadie): “Una mañana... te pediré
que me acompañes... dime que sí”. Y el estribillo se cierra con la frase que
explica el título: “yo creo que tienes el don de curar este mal”. El mal al que
se refiere es, imagino, la soledad (me hace acordar este cierre de estribillo a
“I want to know what love is”, de Foreigner (posteo 87, “Levantarse a la Maestra
- nivel 4”, julio de 2014), en el que se proclamaba “quiero saber qué es el
amor, creo que vos podés enseñarme”. Solo que “Don”, en vez de dirigirse a una
maestra, se enfoca en una médica: estoy enfermo de soledad, por favor curame.
Las estrofas son divertidas y dramáticas, como suelen ser
las letras de Miranda!; en esas estrofas se detalla todo el “mal” que sufre el
protagonista, sus dudas, sus idas y vueltas (que de seguro marearon no solo a
ella sino también a él mismo), sus señales malinterpretadas o que nunca
llegaron a destino, su incapacidad de salir del rol que él mismo se armó y
portarse con ella “de un modo decente”, al menos hasta que tome la decisión de
bajar la guardia y aceptarla (a la vez, aceptándose a sí mismo) tal cual es.
El clip transcurre, como el de “Basket case” de Green Day
(posteo 33, “Trauma, con “t” de “tembo uma phapha em da bhoka”, junio 2013) en
una intitución de salud. Pero no un loquero, en este caso, sino un hospital
común y corriente, aunque lleno de enfermeras bailarinas y bien dispuestos a proveer,
en cantidades industriales, pastillas de colores de efectos insospechados. Ale
Sergi es el paciente que busca curarse de un mal invisible (referencia al
covid, obvio) para no estar más solo (cuarentena) y poder salir de su desesperante
situación actual (500 metros, una hora: etapa 3).
Después de la segunda aparición del estribillo, se
anuncia que vendrá un solo (debe ser, supongo, la única canción en el mundo que
anuncia que va a empezar un solo instrumental; pero me da fiaca comprobarlo):
Es
un solo: es la guitarra de Lolo.
Lolo, efectivamente, es el nombre del guitarrista que,
vestido de obispo, empieza a levitar en un ámbito eclesiástico, rodeado de luz,
como en un milagro. Aunque la verdad, el solo es de lo más básico, y no hay
nada milagroso en esas cuatro notas que toca Lolo en su solo: muy poco, loco.
En el clip aparecen los demás integrantes de la banda en
diferentes roles (Juliana como recepcionista malaonda, por ejemplo). Pero lo
más destacado, al menos para mí, es la coreo de las enfermeras, que incluso en
un momento ondean las chatas de loza como si fueran magnolias y no se privan de
hacer el clásico gestito con el dedo sobre la boca: el silencio es salud.
Es una coreo fácil de aprender, y pueden contar sus
prácticas coreográficas como parte de su hora diaria de esparcimiento: ya lo
hablé con las autoridades.
Don
Quiero
saber qué me pasa,
te
pregunto: ¿qué me pasa? No sabés
qué
contestarme, porque claro,
de
seguro te mareé
con
mis idas y vueltas,
te
cansé con mi cámara lenta
y
aunque trato, nunca puedo
apurar
mi decisión.
En
el preciso momento
en
que todo va cambiando para mí,
en
ese instante te aseguro
que
alguna señal te di
pero
no me escuchaste,
tal
vez sin intención de tu parte,
puede
ser un poco débil
el
sonido de mi voz.
Oh,
una mañana te veré llegar
y
descubriré que yo solo ya no estoy mejor
y te
pediré que me acompañes,
adónde
en verdad no sé,
dime
que sí, miénteme;
podría
ser que al final
rompiste
el cristal en mí,
podría
pasar que me hagas hablar,
yo
creo que tienes el don de curar este mal.
Siento
que debo encontrarte
y
sin embargo paso el tiempo yéndome
hacia
mí mismo, a mi centro
que
jamás encontraré,
yo
quisiera tenerte
y
tratarte de un modo decente,
pero
ves que ya no puedo
despegar
de mi papel.
Deberé
de tranquilizarme
y
jugar al juego que me proponés,
bajo
la guardia, te recibo
y me
abrigo de tu piel,
el
destino me ha dado
corazones
desequilibrados:
tu
palabra me nivela
y
detiene mi caer.
Oh,
una mañana te veré llegar
y
descubriré que yo solo ya no estoy mejor
y te
pediré que me acompañes,
adónde
en verdad no sé,
dime
que sí, miénteme;
podría
ser que al final
rompiste
el cristal en mí,
podría
pasar que me hagas hablar,
yo
creo que tienes el don de curar este mal.
Es
un solo:
es
la guitarra de Lolo.
Podría
ser que al final
rompiste
el cristal en mí,
abriste
mi piel que estaba tan mal,
quebraste
el silencio que me hizo alejar,
quizás
seas tú quien me haga regresar,
intuyo
que sabes la forma mejor
y
tienes el don que requiere curar este mal.
Eso es todo por esta semana. Cuídense. Si no se cuidan,
al menos eviten enfermarse. Si se enferman, cúrense sin contagiar a nadie. El
sonido de mi voz quizás sea un poco leve, pero igual deberían escucharlo.
Salud y saludos,
DJ
Vago