“Zamba de Vargas”, anónimo argentino del siglo XIX, por Los Quilla Huasi (1956) y Los Chalchaleros (1959)
Esta es, todos dicen, la primera zamba que existió. Uno
tiende a creer que todo lo que tiene más de cien años existe desde siempre,
pero sepan que no: hubo una primera empanada, un primer tango, un primer álbum
de figuritas, una primera torta de cumpleaños, un primer posteo en este blog ("Zombie", de los Cranberries) y también una primera zamba, que
es esta, la “Zamba de Vargas”.
Es una pieza musical que tiene, además de dos versiones
completamente distintas de música y de letra, toda una historia, y además de la
historia, una leyenda. Y detrás de la suave y simpática melodía hay una
verdad nada poética, repleta de sangre, traiciones y desgracias.
La historia refiere al episodio que se relata en la letra,
que fue la batalla del Pozo de Vargas el 10 de abril de 1867, una de las
batallas más sangrientas de la historia argentina y último gran alzamiento federal,
liderado por el caudillo riojano-catamarqueño Felipe Varela, contra la
hegemonía unitaria, encarnada en el entonces presidente nacional, Bartolomé
Mitre. Varela vino desde Chile, con tropas formadas por unos pocos chilenos y
miles de riojanos y catamarqueños, para intentar hacer valer la rebelión de
algunas de las provincias norteñas, despedazadas por el gobierno nacional,
entre la asfixia económica, la proscripción del partido federal y las levas
para la guerra (la mayor parte de las tropas enviadas al Paraguay fueron conscriptos
de las provincias del Norte).
[Mini digresión: Varela había sido uno de los muy pocos que protestaron con fervor contra la Guerra del Paraguay (1864-1870), uno de los episodios más vergonzosos y lamentables de la historia argentina y latinoamericana, por la cual Argentina (ya gobernada por Mitre), Brasil y Uruguay se unieron en favor de los intereses británicos para destruir a sangre y fuego al Paraguay y evitar que se consolidara como una potencia industrial y política en la región.]
La leyenda de esta canción sostiene que la zamba fue
creada en el fragor del combate por los músicos que había entre las tropas, y
que los acordes insuflaron valor y entusiasmo a los guerreros, que bailaban
incluso durante la refriega.
La batalla en sí fue una carnicería. Los federales de Felipe
Varela eran más de 4.000, muchos más que los nacionales (unitarios) liderados
por el santiagueño Antonio Taboada (unos 2.100); pero mientras que los federales
estaban armados con lanzas y sables y dos tristes cañoncitos, los nacionales (preponderantemente
santiagueños y tucumanos) tenían 1.600 modernas carabinas Sharps y una
importante artillería. Como se queja con
amargura un verso de una de las versiones “riojanas” de la canción:
¡Lanzas
contra fusiles!
Pobre
Varela,
que
bien pelean sus tropas
en
la humadera:
¡otra
cosa sería
armas
iguales!
Además, un detalle no menor: en una gran sequía, las
tropas federales venían sin agua y sin beber desde hacía varios días, agotadas
y sedientas; todos los pozos de agua de la zona (alrededores de la ciudad de La
Rioja) estaban secos, salvo ese, el Pozo de Vargas. Eso fue aprovechado por las
fuerzas nacionales, que utilizaron como “cebo”el pozo de agua, y organizaron
allí el escenario del combate.
Si bien en un primer momento la carga de la montonera
federal rompió las filas nacionales y la contienda parecía inclinarse hacia los
de Varela, eventualmente la enorme diferencia en armamento y en el estado
general de los soldados fue diezmando a los federales (además, las trincheras y
lo accidentado del terreno conspiraron contra la eficacia de la caballería
federal). Luego de pelear todo el día, cuando al anochecer Varela dio la orden
de retirada, el desastre había sido consumado: le quedaban solamente 180
hombres, de los más de cuatro mil con que había comenzado el día. La victoria
había sido definitiva, total, y de los nacionales.
Pero la leyenda de esta canción también tiene, como la
canción misma, dos versiones. En la “versión santiagueña” de esta canción, la
letra expresamente indica que Taboada (el comandante de las fuerzas nacionales)
fue quien ordenó a sus músicos (ambos bandos tenían banda de música, como parte
de la tropa) que tocaran una melodía, y estos improvisaron esta zamba, y por lo
tanto la zamba es responsable también de la victoria militar. La otra versión
dice que la melodía surgió del otro lado, del federal, como una zama-cueca
chilena, y que los nacionales, luego de la batalla, “se robaron” la canción, como
solían (¿suelen?) hacer los porteños con todo lo que fuera del Norte.
Perdón por toda esta intro histórica, pero se hacía
necesaria, en esta ocasión, para entender un poco más por qué esta zamba, esta
primera zamba, es también uno de los primeros testimonios musicales de la gran Grieta
argentina, que nació antes de 1810 y perdura (con otros nombres, con improvisados
disfraces) hasta nuestros días: la de Unitarios contra Federales. Y si bien la
historia oficial dice que todo eso terminó (y la Casa de Gobierno, por ejemplo,
es Rosada porque aúna el rojo federal con el blanco unitario), lo cierto es que
no terminó nada y que, como en Pozo de Vargas, parece que van a ganar los
federales, pero los que ganan al final (al menos hasta hoy) son siempre los
unitarios.
La “versión santiagueña” de esta versión es la más
popular, y es también un canto victorioso: se cuenta cómo, luego de la valerosa
arremetida de las tropas de Varela (que “toca a degüello”, cruel y sanguinario),
a veces llamados “los chilenos de Varela” (aunque había muy pocos chilenos
entre ellos), fueron finalmente superados por el valor de los “santiagueños” de
Taboada (a veces llamado Manuel, aunque Manuel Taboada estaba al frente de la
artillería, y el comandante era Antonio Taboada, su hermano), entusiasmados por
los acordes de esta misma zamba (cómo una zamba improvisada durante un combate
puede relatar el final de ese mismo combate y logra contar cómo afecta a las tropas eso que
está sonando en ese mismo instante es casi ciencia-ficción, a la explicación
esa te la debo).
La otra, la “versión riojana” de los perdedores, tiene
una letra menos descriptiva, que pone el foco en el comienzo de la lucha, con el
impactante inicio “¡A la carga, a la carga! / dijo Varela”.
Ambas versiones, aunque completamente diferentes, son muy
bellas, en mi opinión. La más conocida, como dije, es la santiagueña,
mientras que la riojana suele oírse mucho menos. Pero no hay que caer en el
engaño de pensar que este relato es sobre una pelea entre provincias y que unos
fueron más valientes que otros, más “machos” que otros: Pozo de Vargas fue una
pelea entre tropas rebeldes (federales) contra el Ejército nacional (unitario),
y como en toda batalla, el resultado nunca es para festejar, por más valerosos
que hayan sido los contendientes. Ese día de 1867 fue una jornada negra para toda la Argentina.
Las dos versiones fueron grabadas por dos de los más
afamados grupos folclóricos argentinos: Los Quilla Huasi grabaron la “versión
riojana” en 1956, y Los Chalchaleros la “versión santiagueña” tres años más
tarde. Y si bien hay decenas de grandes versiones, instrumentales o cantadas
(Roberto Rimoldi Fraga, por ejemplo, grabó en el centenario de la batalla una
versión riojana más rápida, en estilo zamacueca, que le quedó preciosa; Eduardo
Falú grabó uno de las mejores covers instrumentales de la versión santiagueña),
creo que las versiones de Los Quilla Huasi y Los Chalchaleros siguen siendo,
incluso hoy, las principales referentes de esta zamba.
Aquí van. Empiezo por la bella versión de Los Quilla
Huasi, referente de la “versión riojana”, que termina con unos versos
picarescos (“las ganas de quererte / no se me quitan”) que no tienen nada que
ver con el resto de la zamba y reúne las cosas que dijeron, durante el combate,
algunos de los principales líderes de las tropas, además de indicar algunas de
las estrategias militares desarrolladas (“Batallón Laguneros / de dos en fondo”).
Zamba de Vargas
“¡A
la carga, a la carga!”,
dijo
Varela.
“¡A
la carga, artilleros!”
zambita,
“¡rompan trincheras!”
“¡Rompan
trincheras!”, cierto,
dijo
Elizondo.
Batallón
Laguneros,
zambita,
de dos en fondo.
“¡A
la carga, a la carga!”,
dijo
Taboada.
“Si
esta guerra no gano”,
zambita,
“no cargo espada”.
“¡A
la carga , a la carga!”,
dijo
Chumbita.
Las
ansias de quererte,
zambita,
no se me quitan.
Ahora, la de Los Chalchaleros, impecable también,
referente de la “versión santiagueña”, donde se confunde el nombre de pila de
Taboada (es que “Manuel” quedaba mejor con la métrica del veso), se detallan
más los eventos de la batalla y la participación de la música como arma
decisiva (para la victoria de los nacionales, que en esta versión pelean “por
la patria”, como si los riojanos los hubieran invadido a ellos, y son llamados “los
santiagüeños”).
Zamba
de Vargas
Forman
los riojanos
en
Pozo 'e Vargas.
Los
manda Varela,
firme
en batallas.
Contra
los santiagueños
con
gran denuedo, van a pelear.
Ya
Don Manuel Taboada
alza
su espada: se ve brillar.
Atacó
Varela
con
gran pujanza
tocando
a degüello
a
sable y lanza.
Se
oyen los alaridos
en
el estruendo de la carga
y ya
pierden terreno
los
santiagueños de Taboada.
“Bravos
santiagueños”,
dijo
Taboada,
“vencer
o la muerte,
vuelvan
su cara.
Por
la tierra querida
demos
la vida para triunfar”,
Y
ahí nomás a la banda
la
vieja zamba mandó a tocar.
En
el entrevero
se
alzó esta zamba
llevando
en sus notas
bríos
al alba
y el
triunfo consiguieron
los
santiagueños y este cantar
para
eterna memoria
“Zamba
de Vargas” siempre será.
Y como cierre, las otras dos versiones mencionadas:
- Por Rimoldi Fraga, la “versión riojana” con ritmo de
zamacueca y voz memorable.
https://www.youtube.com/watch?v=Xkr8bQ9XTEk
- Por Eduardo Falú, “versión santiagueña” instrumental.
https://www.youtube.com/watch?v=9CR8AxbTHcM
Y eso es todo. Muero de sed y veo un pozo de agua ahí a
lo lejos. Allá voy.
DJ
Vago
Muy bueno el post!
ResponderEliminarMuchas gracias! Saludos.
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