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lunes, 10 de diciembre de 2012

[7] De toros perdidos


“La del toro”, por la Bersuit, en su álbum Hijos del culo (2000)


 A Florencia Lamas y Diana Casse.


Y sí, a veces las circunstancias nos agobian, y parecemos a punto de naufragar lenta pero inexorablemente en el mar de nuestras líquidas desgracias; pero hay que sobreponerse, como diría mi amigo personal Andrés Calamaro, “con farmacia y con aguante” y darle para adelante (como rimaría, también, mi amigo Andrés), porque somos muchos los que tenemos, como se dice en este tema de la Bersuit, “huevo´e toro y alma de buey”.

Esta canción de Bersuit muestra una especie de rock-fusión-flamenco, pero mientras Los Rodríguez lo hacían en serio (como en “Sin documentos”), la Bersuit evidentemente lo hace con la pura intención de cagarse de la risa. El tema es muy gracioso, y el video es más desopilante todavía; sin embargo, aunque los mismos autores quieran esconderlo, el tema tiene sus profundidades filosóficas y puede darnos mucho pasto para rumiar.

“La del toro” es, obviamente, una referencia guaranga como tantas presentes en los temas de la Bersuit (me remito, sin ir más lejos, al título del álbum). Podría remitir inocentemente a “la canción” del toro, pero no, yo creo que más bien hace referencia a los genitales taurinos: el epítome de la potencia animal, de la vitalidad re-productiva.

Comienza el tema, en tono de lamentación y letanía ibérica, con Gustavo Cordera (dueño de una mirada entrañable y, a la vez, divertida) vestido de traje y corbata, caminando por calles atestadas o viajando en colectivo (el 152), y lamentándose ante una especie de santo con peluca (pero que en realidad es un juez: el peso de la ley, de la norma) de su vida urbana, en la que hasta las acciones más necesarias y básicas (comer y dormir) se sienten como una imposición, como una tarea agobiante, como parte de ese “traballiar” sin sentido que lo hace exclamar: “así no puedo máis”.

Queda planteado el problema y termina la introducción, y empieza el tema, en 4/4 (por última vez te repito que no es “a cuatro colores”, sino “ritmo de cuatro tiempos”), un tema en versos octosílabos que calca la estructura de las tradicionales coplas españolas (“voy a hacer una escalera / para subir hasta el cielo / y quitarle los clavos / a Jesús el Nazareno”); pero la Bersuit propone “fabricar una bandera / pa´ que sepas lo que quiero / sin decirlo nunca más”. El acercamiento al otro, a ese que “se quiere pero se espanta”, podría resolver quizás el alienamiento en que se vive, pero esa mirada del otro solamente sirve para controlar, para cohibir la risa, para impedir la alegría. En última instancia, para que la vida se pase envuelta en rutina y sinsentido, lo que determina el fracaso rotundo de desperdiciar el tiempo que tenemos para vivir: “no hay fracaso más rotundo / que haberse venido al mundo / pa´ morirse [“aburrirse”, dice al repetir el estribillo] y nada más”.

Aparece en el video un mundo paralelo a esa monotonía urbana: un tablado flamenco lleno de bailaores que la pasan bomba, y donde Cordera y los demás músicos ahora están sin corbata, participando de esa fiesta españolísima, que deriva sin escalas (como en los sueños) en una plaza de toros donde un torero muy parecido al limitado actor de “Shakespeare apasionado” (Ralph algo, me da fiaca buscar el nombre, sabrán perdonar) clava, en vez de banderillas, dos enormes jeringas al toro, lo que da pie a una de las mejores (en mi ránking, al menos) frases del rock nacional: “No droguen más al toro: dróguenme a mí”. Frase que es una inspirada propuesta en defensa de los animales, pero comenzando por los humanos. Pues, aunque tenemos atenuantes, somos animales también (“soy un animal también, soy un animal / casi como todos los demás”, como propone “La rumba del perro”: hoy todas las referencias me rumbean hacia Calamaro).

Lo que se pide es un medio de escape a esa realidad agobiante, algo que permita romper los grilletes de la norma, del deber ser cotidiano (que afrontamos con “alma de buey”). La identificación con el toro encerrado se hace (por si era necesario) más explícita aún, y vemos a Cordera girando sobre sí (al mejor estilo Mujer Maravilla) hasta convertirse en un toro que sale, como si nada, del subte (lo que me recuerda esa otra notable escena de alienación urbana: los obreros saliendo de la fábrica en Tiempos modernos, de Chaplin, y cómo se los compara con las ovejas amontonándose a las puertas del corral), y se apresta a enfrentarse con el sistema, encarnado en torero (y azuzado-vitoreado por los figurones del establishment: un obispo, un juez, un político galerudo y dos militares).

La conclusión es otra hermosa frase, que los defensores de los animales (ponele Greenpeace) deberían tomar como consigna de lucha: “Me voy a disfrazar de toro / y a dar por culo al torero”, dicho esto con gran determinación española y remarcando la “c” con enjundia. En el mundo paralelo (viaje onírico o trip farmacéutico), el torero es efectivamente derrotado por “la del toro” (aunque termina gustándole, aparentemente) y la vida se abre paso, como en Jurassic Park, para la libertad del toro y el escandalizado santiguarse del cura.

[Inicio una digresión aquí para expresar mi opinión de que las corridas de toros serían un espectáculo realmente notable, lleno de emoción y arte y morbo y colorido, si no fuera porque invariablemente se termina torturando y matando al toro. ¿Hay necesidad? ¿No sería mucho mejor terminar la corrida sin clavetear repetidamente y en patota, machacar y matar al pobre animal? ¿No permitiría eso que los “mejores” toros (los más bravos, los más amenazadores y rápidos en lanzar sus cornadas) puedan repetir su performance? ¿No tendría más mérito, para un torero, torear a un toro que ya toreó tres o cuatro veces y, por lo tanto, aprendió y adquirió mañas nuevas? ¿No permitiría eso comparar mejor la actuación de un torero con otro, a partir de cómo torean ambos a un mismo animal? ¿No sería una contienda más justa pelear contra un animal sano y entero, en vez de hacerlo con uno lleno de sangre, con diez picas clavadas en el lomo y que apenas se puede sostener en pie? Y no me vengan con el valor de las tradiciones, porque el paso del tiempo no aporta ningún valor en sí: cuando algo es malo, no lo hace menos malo el que venga durando desde hace un montón de años. Los curas pederastas y los milicos torturadores también son una tradición de larga prosapia en occidente, y yo al menos no tengo ningún interés en ensalzarla y protegerla. Defendamos lo bueno. Sí a las corridas, siempre y cuando no me lastimen al toro.]

Sin embargo, no cantemos victoria: la canción no termina bien. El sueño se diluye, el viaje concluye y vuelve la realidad a tomar su posición dominante: otra vez tenemos que trabajar y que comer y que dormir, y nos “quedamos alzados”, sin posibilidad de descargar la potencia vital que venimos acumulando/escondiendo en nuestra rutina. Si la Bersuit fuera García Lorca, hasta acá llegaba todo: solo nos queda cortarnos las venas. Pero no, aquí hay un espacio para la esperanza: el cierre del video muestra que ese tablado flamenco lleno de colores y risas no desapareció, sigue existiendo, y que allí está aún el pelado descamisado y sonriente, rebosante de alegría. ¡Hay esperanza, y olé oléi!

Este es un tema muy alegre, en definitiva, y al escucharlo dan ganas de bailar y saltar.
Pero me aguanto.




La del toro

Que tengo que comer…
Que tengo que dormir…
Que tengo que traballiar…
Y así... no puedo máis.

Voy a fabricar una bandera
pa´ que sepas lo que quiero
sin decirlo nunca más ...
No me encierres la cabeza,
tu mirada es muy espesa
solo está pa´ controlar.

Que si aguanto te odio tanto,
que si te quiero te espanto,
que me río y te hace mal.
No hay fracaso más rotundo
que haberse venido al mundo
pa´ morirse y nada más.

Que tengo huevo ´e toro y alma de buey
Y ando a las cornadas con la ley.
En tu manto de sangre me correréi
Si vienes con la espada, olé y oléi.

Llevo años esperando,
a veces arrodillado,
mendigando algo de amor.
Te doy todo lo que tengo,
lo que no es mío vendo,
pa´ pasarla algo mejor.

Que si aguanto te odio tanto,
que si te quiero te espanto,
que me río y te hace mal.
No hay fracaso más rotundo
que haberse venido al mundo
pa´aburrirse y nada más...

No droguen más al toro, dróguenme a mí,
preciso fantasía pa´ seguir.
Que no droguen más al toro, dróguenme a mí,
hay que darse coraje pa´ vivir.

Me voy a disfrazar de toro
y a dar por culo al torero.
Que me voy a disfrazar de toro
y a dar por culo al torero.
Que me voy a disfrazar de toro
y a dar por culo al torero.

Pero tengo que comer…
Tengo que dormir…
Mañana hay que trabajar...

No quiero más,
no pienso más,
no puedo máis,
¡me quedo alza´o!



Se despide alzando (apenas) los cuernos,
DJ Vago

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