“La del toro”, por la Bersuit , en su álbum Hijos del culo (2000)
Y sí, a veces las circunstancias nos agobian, y parecemos a
punto de naufragar lenta pero inexorablemente en el mar de nuestras líquidas
desgracias; pero hay que sobreponerse, como diría mi amigo personal Andrés
Calamaro, “con farmacia y con aguante” y darle para adelante (como rimaría,
también, mi amigo Andrés), porque somos muchos los que tenemos, como se dice en
este tema de la Bersuit ,
“huevo´e toro y alma de buey”.
Esta canción de Bersuit muestra una especie de rock-fusión-flamenco, pero mientras Los Rodríguez lo hacían en serio (como en “Sin
documentos”), la Bersuit
evidentemente lo hace con la pura intención de cagarse de la risa. El tema es
muy gracioso, y el video es más desopilante todavía; sin embargo, aunque los
mismos autores quieran esconderlo, el tema tiene sus profundidades filosóficas
y puede darnos mucho pasto para rumiar.
“La del toro” es, obviamente, una referencia guaranga como
tantas presentes en los temas de la
Bersuit (me remito, sin ir más lejos, al título del álbum).
Podría remitir inocentemente a “la canción” del toro, pero no, yo creo que más
bien hace referencia a los genitales taurinos: el epítome de la potencia
animal, de la vitalidad re-productiva.
Comienza el tema, en tono de lamentación y letanía ibérica,
con Gustavo Cordera (dueño de una mirada entrañable y, a la vez, divertida) vestido
de traje y corbata, caminando por calles atestadas o viajando en colectivo (el
152), y lamentándose ante una especie de santo con peluca (pero que en realidad
es un juez: el peso de la ley, de la norma) de su vida urbana, en la que hasta
las acciones más necesarias y básicas (comer y dormir) se sienten como una
imposición, como una tarea agobiante, como parte de ese “traballiar” sin sentido
que lo hace exclamar: “así no puedo máis”.
Queda planteado el problema y termina la introducción, y empieza
el tema, en 4/4 (por última vez te repito que no es “a cuatro colores”, sino
“ritmo de cuatro tiempos”), un tema en versos octosílabos que calca la
estructura de las tradicionales coplas españolas (“voy a hacer una escalera /
para subir hasta el cielo / y quitarle los clavos / a Jesús el Nazareno”); pero
la Bersuit
propone “fabricar una bandera / pa´ que sepas lo que quiero / sin decirlo nunca
más”. El acercamiento al otro, a ese que “se quiere pero se espanta”, podría
resolver quizás el alienamiento en que se vive, pero esa mirada del otro
solamente sirve para controlar, para cohibir la risa, para impedir la alegría.
En última instancia, para que la vida se pase envuelta en rutina y sinsentido,
lo que determina el fracaso rotundo de desperdiciar el tiempo que tenemos para
vivir: “no hay fracaso más rotundo / que haberse venido al mundo / pa´ morirse
[“aburrirse”, dice al repetir el estribillo] y nada más”.
Aparece en el video un mundo paralelo a esa monotonía
urbana: un tablado flamenco lleno de bailaores que la pasan bomba, y donde
Cordera y los demás músicos ahora están sin corbata, participando de esa fiesta
españolísima, que deriva sin escalas (como en los sueños) en una plaza de toros
donde un torero muy parecido al limitado actor de “Shakespeare apasionado” (Ralph algo, me
da fiaca buscar el nombre, sabrán perdonar) clava, en vez de banderillas, dos
enormes jeringas al toro, lo que da pie a una de las mejores (en mi ránking, al
menos) frases del rock nacional: “No droguen más al toro: dróguenme a mí”.
Frase que es una inspirada propuesta en defensa de los animales, pero
comenzando por los humanos. Pues, aunque tenemos atenuantes, somos animales
también (“soy un animal también, soy un animal / casi como todos los demás”,
como propone “La rumba del perro”: hoy todas las referencias me rumbean hacia Calamaro).
Lo que se pide es un medio de escape a esa realidad
agobiante, algo que permita romper los grilletes de la norma, del deber ser
cotidiano (que afrontamos con “alma de buey”). La identificación con el toro
encerrado se hace (por si era necesario) más explícita aún, y vemos a Cordera
girando sobre sí (al mejor estilo Mujer Maravilla) hasta convertirse en un toro
que sale, como si nada, del subte (lo que me recuerda esa otra notable escena
de alienación urbana: los obreros saliendo de la fábrica en Tiempos modernos, de Chaplin, y cómo se
los compara con las ovejas amontonándose a las puertas del corral), y se apresta
a enfrentarse con el sistema, encarnado en torero (y azuzado-vitoreado por los
figurones del establishment: un obispo, un juez, un político galerudo y dos
militares).
La conclusión es otra hermosa frase, que los defensores de
los animales (ponele Greenpeace) deberían tomar como consigna de lucha: “Me voy
a disfrazar de toro / y a dar por culo al torero”, dicho esto con gran
determinación española y remarcando la “c” con enjundia. En el mundo paralelo
(viaje onírico o trip farmacéutico), el torero es efectivamente derrotado por
“la del toro” (aunque termina gustándole, aparentemente) y la vida se abre
paso, como en Jurassic Park, para la libertad del toro y el escandalizado
santiguarse del cura.
[Inicio una digresión aquí para expresar mi opinión de que las
corridas de toros serían un espectáculo realmente notable, lleno de emoción y
arte y morbo y colorido, si no fuera porque invariablemente se termina
torturando y matando al toro. ¿Hay necesidad? ¿No sería mucho mejor terminar la
corrida sin clavetear repetidamente y en patota, machacar y matar al pobre animal?
¿No permitiría eso que los “mejores” toros (los más bravos, los más
amenazadores y rápidos en lanzar sus cornadas) puedan repetir su performance?
¿No tendría más mérito, para un torero, torear a un toro que ya toreó tres o
cuatro veces y, por lo tanto, aprendió y adquirió mañas nuevas? ¿No permitiría
eso comparar mejor la actuación de un torero con otro, a partir de cómo torean
ambos a un mismo animal? ¿No sería una contienda más justa pelear contra un
animal sano y entero, en vez de hacerlo con uno lleno de sangre, con diez picas
clavadas en el lomo y que apenas se puede sostener en pie? Y no me vengan con
el valor de las tradiciones, porque el paso del tiempo no aporta ningún valor
en sí: cuando algo es malo, no lo hace menos malo el que venga durando desde
hace un montón de años. Los curas pederastas y los milicos torturadores también
son una tradición de larga prosapia en occidente, y yo al menos no tengo ningún
interés en ensalzarla y protegerla. Defendamos lo bueno. Sí a las corridas, siempre
y cuando no me lastimen al toro.]
Sin embargo, no cantemos victoria: la canción no termina
bien. El sueño se diluye, el viaje concluye y vuelve la realidad a tomar su
posición dominante: otra vez tenemos que trabajar y que comer y que dormir, y
nos “quedamos alzados”, sin posibilidad de descargar la potencia vital que
venimos acumulando/escondiendo en nuestra rutina. Si la Bersuit fuera García
Lorca, hasta acá llegaba todo: solo nos queda cortarnos las venas. Pero no,
aquí hay un espacio para la esperanza: el cierre del video muestra que ese
tablado flamenco lleno de colores y risas no desapareció, sigue existiendo, y
que allí está aún el pelado descamisado y sonriente, rebosante de alegría. ¡Hay esperanza, y olé oléi!
Este es un tema muy alegre, en definitiva, y al escucharlo
dan ganas de bailar y saltar.
Pero me aguanto.
La del toro
Que tengo que comer…
Que tengo que dormir…
Que tengo que
traballiar…
Y así... no puedo
máis.
Voy a fabricar una
bandera
pa´ que sepas lo que
quiero
sin decirlo nunca más
...
No me encierres la
cabeza,
tu mirada es muy
espesa
solo está pa´
controlar.
Que si aguanto te odio
tanto,
que si te quiero te
espanto,
que me río y te hace
mal.
No hay fracaso más
rotundo
que haberse venido al
mundo
pa´ morirse y nada
más.
Que tengo huevo ´e
toro y alma de buey
Y ando a las cornadas
con la ley.
En tu manto de sangre
me correréi
Si vienes con la
espada, olé y oléi.
Llevo años esperando,
a veces arrodillado,
mendigando algo de
amor.
Te doy todo lo que
tengo,
lo que no es mío
vendo,
pa´ pasarla algo
mejor.
Que si aguanto te odio
tanto,
que si te quiero te
espanto,
que me río y te hace
mal.
No hay fracaso más
rotundo
que haberse venido al
mundo
pa´aburrirse y nada
más...
No droguen más al
toro, dróguenme a mí,
preciso fantasía pa´
seguir.
Que no droguen más al
toro, dróguenme a mí,
hay que darse coraje
pa´ vivir.
Me voy a disfrazar de
toro
y a dar por culo al
torero.
Que me voy a disfrazar
de toro
y a dar por culo al
torero.
Que me voy a disfrazar
de toro
y a dar por culo al
torero.
Pero tengo que comer…
Tengo que dormir…
Mañana hay que
trabajar...
No quiero más,
no pienso más,
no puedo máis,
¡me quedo alza´o!
Se despide alzando (apenas) los cuernos,
DJ Vago
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