“53 53 456”, de Rafaella Carrà (1975)
Comienzo hoy una serie dedicada a canciones cuyos títulos
están compuestos por cifras. Aunque no lo crean, hay un montón. Elegí cuatro (4)
de ellos, en cuatro (4) idiomas diferentes, y los presentaré, tal vez, en
cuatro (4) semanas consecutivas.
¿Por qué armar una serie con canciones “de números”?
Tengo una elevada cifra de argumentos. Que no les daré para no cansarme; pero sepan
que existen.
Para comenzar, un clásico. Lo que en este caso no
significa que la canción sea buena, solo que ya tiene unos cuantos años. Hablo
de “53 53 456” (que en su versión castellanizada se conoció también como “03 03
456”), de Rafaella Carrà, autora, entre otros, de famosos estribillos poéticos
como
“Fiesta
que fantástica fantástica esta fiesta
que fantástica fantástica esta fiesta
esta fiesta en donde descubrí su amor”
o:
“Explota explota me expló
explota explota mi corazón”.
Rafaella Carrà (su nombre real era María Pelloni, denominación
más de monja que de otra cosa, por lo cual se entiende que haya preferido un
alias) comenzó su carrera como actriz, pero nunca llegó muy lejos. Sin embargo,
siempre fue histriónica, simpática y
bonita, y pronto descubrió algo que ahora saben todos: que no hace falta más que
eso para hacer carrera en la música comercial. Fusionó canciones rítmicas,
sencillas y alegres con inocentes insinuaciones sexuales que, sin embargo, para
la época (fines de los setentas, comienzos de los ochentas), eran tremendas,
parece. Por ejemplo, el Papa mismo (Paulo VI) le tiró la bronca por su canción “Tuca
tuca”. No, no hablaba del faso, la canción, pero ocurre que cuando la cantó en
la RAI (la famosa cadena de televisión italiana), Rafaella mostraba el ombligo.
Algo que nunca había pasado antes, y que la Iglesia se encargó de que jamás
volviese a ocurrir hasta nuestros días. ¿Cómo? Ah, perdón, momento, me avisan
que sí volvió a ocurrir, anulo mi frase anterior.
Más allá del libertinaje de ombligos, lo cierto es que
las canciones de Rafaella son muy pegadizas. Buenas no son, musicalmente. Y las
letras son medio básicas, si uno las mira con un ojo solo.
Y sin embargo aquí estoy comentando un tema de Rafaella
Carrà; por un lado, porque los videoclips (el oficial, y los de las
presentaciones televisivas en vivo) son tan bizarros que es imposible no reírse
con ellos.
Por otra parte, porque con este tema en particular, “5353456”
(es un número telefónico) ocurrió algo muy, pero muy extraño, cuando se hizo la
traducción al castellano.
Pero no nos adelantemos. El tema lo compuso (como varios
otros hits de la Carrà) Gianni Boncompagni. La letra original en italiano es
sencilla: ella espera que él la llame por teléfono, pero el teléfono no suena;
y mientras espera, le repite mentalmente el teléfono, para que lo recuerde.
5353456
5353456,
il telefono è qui ma non squilla mai
eppure tu, eppure tu il numero lo sai
se proprio cuoi, se proprio cuoi
te lo ripeterò:
5353456,
ma perché non mi chiami ma che cosa vuoi
ti chiami io, ti chiami io, io non lo vado
mai
ancora un po', ancora un po' e me ne vado
via
|
5353456
5353456,
el
teléfono está aqui pero nunca suena
aunque
tú, aunque tú sabes el número
si lo
deseas, si lo deseas
te lo
repetiré:
5353456,
¿Por
qué no me llamas, qué es lo que quieres?
¿Que
llame yo, que llame yo? No lo haré jamás.
Un
poco más, un poco más y me iré de aquí.
|
En todo caso, él sigue sin llamarla, porque:
a) olvidó el teléono de ella y no es telépata;
b) recuerda el número, pero no la quiere llamar ni en
pedo;
c) los teléfonos no funcionan o él está en la calle y no
tiene cospeles.
(Digresión para los más jóvenes, o para los que se hacen: recuerden que esta
canción transcurre en los setentas. Hay muchas cosas tecnológicas que hoy
existen y entonces no. Teléfonos sí había, pero además de que no se podía
grabar ni fotografiar con ellos, sino únicamente hablar, tenían la
característica de que debían estar enchufados (no a la electricidad, sino al
cable de la línea telefónica) para funcionar. O sea, intenten captar esto que
les voy a decir en su total completitud filosófica: si no estabas en tu casa,
nadie se podía comunicar con vos telefónicamente. Y si el teléfono no
funcionaba (podían pasar mil cosas), entonces estabas 100% incomunicado con las
personas que no te fueran a ver cara a cara.
Y otra cuestión, los teléfonos no tenían botones, sino un
círculo con agujeros para los números. Uno ponía un dedo en el agujero
correspondiente (la primera cifra del número telefónico) y hacía girar el disco
hacia la derecha; luego quitaba el dedo; luego ponía el dedo (el mismo u otro)
en el agujero correspondiente a la segunda cifra del teléfono, repetía la
operación de discado, y así hasta terminar de discar, luego de lo cual, si
había suerte, la llamada llegaba a destino. Fin de la digresión.)
Fíjense que ella, aunque está claramente ansiosa porque
él la llame (al punto que no quiere salir de la casa, no sea cosa que justo
cuando ella salga al quiosco justo justo entonces él le disque), jamás llegaría
al punto de llamarlo ella a él. En la época, se ve que eso era considerado una
total claudicación: llamar era mostrar abiertamente el interés por el otro (algo
que, en teoría, debía hacer el él, nunca la ella).
Uno de los elementos más notables de esta canción es que
fue el debut mundial de los minions, que son, no hay duda, quienes cantan el “nananá
naná nananá” haciéndole corito a Rafaella.
Miren el clip oficial, donde cada bailarín representa una
cifra, y en el segundo 53 aparece “Él”, el gran galán, que tiene una cara de
nabo tan épica que hace que Capusotto, en comparación, parezca Al Pacino. La
coreo y las expresiones de todos los participantes del videoclip son, en todo
caso, desopilantes. Que hayan querido ser sexys es lo más gracioso de todo.
Cuando Rafaella hizo la traducción del tema al
castellano, ocurrió, como les anticipé, algo muy extraño. Desconozco los
pormenores (no sé, por ejemplo, si había una versión alternativa de la letra ya
en italiano, o simplemente la nueva letra en español se debió a la iniciativa
de un/a traductor/a particularmente cachondo/a).
La cuestión es que cambió la letra (mucho), de forma que
ahora no era que ella esperaba que él la llamase, sino que el 53 53 456 era el
número de él, y ella lo repetía porque discaba una y otra vez su número, sin que
él jamás atendiera el llamado. La nueva letra está llena de expresas referencias
al deseo sexual (por ejemplo, “ven que necesito acariciar tu piel”, “mi pecho
quiere sentir tu peso”, etc.). Ella disca y disca, y como Chaplin en “Tiempos
modernos”, la repetición infinita del gesto circular produce que luego siga
discando aunque ya no esté al teléfono, y se llega a este memorable pasaje:
Mi
dedo está enrojecido de tanto marcar:
se
mueve solo sobre mi cuerpo y marca sin parar.
Que claro, cuando alguien se dio cuenta de que hacía una
velada (pero no tan velada) referencia a la masturbación femenina, hizo que se
armara un gran revuelo y que se llegara a la versión “oficial” en español, equivalente
a la letra “oficial” en italiano, que presenté arriba, donde el 5353456 es el
teléfono de ella y el que llama (pero no llama) es él.
Fíjense, en esta versión “hot” de la canción, cómo ella,
después de “discarse” tanto tiempo, pierde el interés en el llamado: “Ya está,
ya ni vengas, dejá”. Incluso, aunque no lo olvida, se dice a sí misma que
podría olvidar el teléfono, en tanto comprobó que puede arreglarse perfectamente
sin él.
53
53 456
53
53 456, el teléfono dice que tú no estás.
Contesta
y ve que necesito acariciar tu piel.
¿Dónde
andarás,
mientras
mi cuerpo te desea ya?
53
53 456,
marco
y marco no hay nadie y no puedo más.
La
soledad en esta noche es mala compañeram
mi
pecho quiere sentir tu peso y ya se desespera.
Mi
dedo está enrojecido de tanto marcar:
se
mueve solo sobre mi cuerpo y marca sin parar.
53
53 456,
ya
no vengas que aquí no hay nada que hacer.
Sí
que aprendí que hay muchas formas de poder vivir
y el
telé - fono podría olvidarlo ya.
53
53 456, el teléfono dice que tú no estás...
(nananá
nanana naná...)
El clip que elegí fue grabado en vivo, en un programa de
la televisión chilena, con bailarines vestidos de juglares medievales con
calzas que la revolean de acá para allá, en una especie de kamasutra circense
musical:
https://www.youtube.com/watch?v=m9eEYsRL92M
Parece que por esta zona del mundo 53 53 456 era un
teléfono de verdad. El dueño del teléfono, se ve que cansado de que lo llamaran
con voces libidinosas o burlonas preguntando si estaba Rafaella, se quejó, y entonces
cuando grabaron la versión alternativa (“censurada”, con la letra light), le
cambiaron el número: 03 03 456.
En fin, creo que ya no hay mucho más para comentar. Es
gracioso, en todo caso, cómo esta canción, utilizando un número como metáfora,
hable solapadamente de la soledad, de la posibilidad-imposibilidad del
encuentro, del deseo sexual-amoroso y de la terquedad humana, que aunque no
logra, como los Rolling, obtener safisfacción, continúa intentando e intentando.
Eso es todo, me despido hasta la semana que viene. Si no
posteo el lunes próximo, péguenme un tubazo. Ya saben mi número.
DJ
Vago