“Nostalgias”, de Enrique Cadícamo y Juan Carlos Cobián (1936)
Cierro hoy la serie “Volver al tango”, sobre tangos que
hablan sobre la imposibilidad del regreso a un pasado mejor (es decir, casi
todos los tangos, bah) con un gran tema de Cadícamo-Cobián, dupla que ya
apareció por aquí cuando hablamos de “Los mareados” (posteo 137, septiembre de
2015). Estuve a punto de elegir otro tango de ellos, “Niebla del Riachuelo”,
que me encanta también, pero al final me decidí por este, solo porque la música
de Cobián se luce más.
Hay en iutúb varias versiones de “Nostalgias” cantadas
por Gardel, lo que no sería raro, si no fuera porque Gardel murió en el 35 y este
tango se estrenó un año después. Y aunque quizás al fantasma de Gardel le guste
cantar este tango, aún no lo grabó oficialmente.
Incluso esta canción fue compuesta para una obra de
teatro musical (que pasó sin pena ni gloria por los teatros porteños) hecha
para homenajear a Gardel, tras su muerte. Pero “Nostalgias” no entró en la
obra, fue rechazada: era demasiado difícil.
Efectivamente, este es un tango súper difícil de cantar.
De cantar afinado y bien, se entiende: cantarlo mal es bastante fácil. Charlo
(gran cantor) lo escuchó a comienzos del 36 por la orquesta de Cobián, le pidió
la partitura y lo comenzó a incluir en su repertorio, y pronto se popularizó, antes
incluso de que el mismo Charlo lo grabara (esa grabación es la que elegí para
el posteo: por ser la primera y, probablemente, la mejor que se hizo de esta
canción).
La historia es muy sencilla: ella lo dejó a él, y él va a
un bar para emborracharse y así olvidarla. El problema es que el alcohol es mucho
más efectivo para matar virus que recuerdos, así que no le estaría funcionando
muy bien, la bebida.
Muy sencilla, la historia, pero muy bien contada: de
entrada él anuncia que quiere ponerse en pedo, pero lo hace con poética
elegancia:
Quiero
emborrachar mi corazón
para
apagar un loco amor
que
más que amor es un sufrir
Me encanta esa imagen-excusa: él bebe, pero no para
emborracharse él, no, nada que ver, sino para emborrachar a su corazón nomás, y
apagar la llama del amor que lo sigue incendiando.
“Y aquí vengo para eso”, declara: en las bocas de las
copas planea borrar los besos “antiguos” de ella.
Y
aquí vengo para eso,
pa´
borrar antiguos besos
en
los besos de otras bocas.
O sea: será común y corriente la propuesta, pero está muy
bien escrita. Él levanta la copa (varias veces) para brindar por los dos, pero
no logra olvidar su “obstinación” (“obsesión”, podría haber dicho, pero le
faltaba una sílaba), y tampoco logra olvidarla a ella. Busca consuelo en las
copas, pero por más vino que le lance encima, no logra ahogar a su desvelo.
El estribillo inicia con la palabra que titula el tango: nostalgias. Nunca entendí por qué en
plural en vez de en singular, la verdad, pero no importa. Él la añora; extraña
particularmente la risa y la boca de ella, y “el fuego” de su respiración (¿Dragona?
¿Mal aliento?). Él también se angustia y siente celos, pensando que ella dentro
de poco (“pronto, pronto”) tendrá a otro (tipo) que le hablará de amor.
Y de
pronto le habla a un “hermano”, que no debe ser su hermano sino apenas otro
tipo que está chupando en el bar al lado de él y revolea los ojos pensando
cuándo se callará este infeliz con sus quejas y lamentos y me dejará emborracharme tranquilo; y a ese “hermano”
le dice que no quiere volver a enfrentarla a ella, ni suplicarle, ni mentirle
que morirá si no lo acepta de nuevo, porque eso sería “rebajarse”: y está muy
bien. No hay que hacer nada de eso. Las súplicas dejáselas a Jacques Brel, que
a él le salen bien. Si te dejaron, te dejaron. Hay que bancarselá, como hombre
(o como mujer, o como el género que sea, según el caso). Todos los santos días
tenemos femicidios causados por hombrecitos de cartón que se creen muy pulenta pero no soportan que los dejen. Este tanguero sensible se angustia, llora y se
emborracha, pero se lo aguanta él solito, como corresponde, y lo re banco.
Y el estribillo termina con un lamento más: estoy
perdiendo mi juventud, en este trámite. Pero lo dice de manera muy poética: mi
juventud es como pétalos muertos de una rosa que caen al suelo.
Desde
mi triste soledad veré caer
las
rosas muertas de mi juventud.
La música, efectivamente, parece imitar la caída
zigzagueante de un pétalo; es bien difícil de cantar pegandolés afinadas a
todas las notas. Inténtenlo, si no me creen.
Y con esto termino mi comentario: brindo también, como el
pobre cantor, por los fracasos del amor, que nos dieron sufrimiento, sí, pero a
la vez, nos proveen de tan buenas canciones.
Va la grabación de Charlo y la letra completa.
Nostalgias
Quiero
emborrachar mi corazón
para
apagar un loco amor
que
más que amor es un sufrir.
Y
aquí vengo para eso,
pa´
borrar antiguos besos
en
los besos de otras bocas.
Si
su amor fue flor de un día,
¿por
qué causa es siempre mía
esa
cruel preocupación?
Quiero
por los dos mi copa alzar
para
olvidar mi obstinación
y
más la vuelvo a recordar.
Nostalgias
de
escuchar su risa loca
y
sentir junto a mi boca
como
un fuego su respiración.
Angustia
de
sentirme abandonado
y
pensar que otro a su lado
pronto,
pronto le hablará de amor.
Hermano,
yo
no quiero rebajarme,
ni
pedirle, ni llorarle,
ni decirle
que no puedo más vivir.
Desde
mi triste soledad veré caer
las
rosas muertas de mi juventud.
Gime,
bandoneón, tu tango gris,
quizá
a ti te hiera igual
algún
amor sentimental.
Llora
mi alma de fantoche
sola
y triste en esta noche,
noche
negra y sin estrellas.
Si
las copas traen consuelo,
aquí
estoy con mi desvelo
para
ahogarlo de una vez.
Quiero
emborrachar mi corazón
para
después poder brindar
por
los fracasos del amor.
Eso es todo por hoy. Me voy a dormir mi corazón, porque
tengo un sueño bárbaro y nostalgias de la siesta.
DJ
Vago
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