“Canción de Alicia en el País”, de Serú Girán, en su álbum Bicicleta (1980).
A todas las Alicias, y
a Haroldo Conti.
Pienso en mi hermano,
por ejemplo. Hace un par de meses que lo mataron. El botón vino y dijo con esa
cara de hijo de puta que ponen en todos los casos, que había tenido un
accidente. El accidente fue que lo molieron a palos. Fuimos en el patrullero mi
madre y yo hasta la 46ª y allí estaba mi hermano tendido sobre una mesa con una
sábana que lo cubría de la cabeza a los pies. El botón levantó la sábana y
vimos su cara, nada más que su cara, debajo de una lámpara cubierta con una
hoja de diario. No solté una lágrima para no darles el gusto y además no se
parecía a mi hermano. En realidad, no creo que haya muerto. Mi hermano estaba
tan lleno de vida que no creo que un par de botones hayan podido terminar con
él. No me sorprendería que aparezca un día de estos y de cualquier forma,
aunque no aparezca nunca más, lo cual no me sorprendería tampoco, para mí sigue
tan vivo como siempre. Acaso más.
Haroldo Conti, en su cuento “Como un león”,
escrito en 1975, un año antes de que lo desaparecieran.
Ayer fue 24 de marzo, Día de la Memoria por la Verdad y la
Justicia, y el tema elegido esta semana se relaciona con esa efeméride (abro
así un paréntesis en la serie musical dedicada a los momentos del día; aunque el
tema seleccionado, ahora que lo pienso, no estaría nada mal para simbolizar la
Noche).
Paralelamente, y aprovechando que se están cumpliendo 200
años de la creación del Himno Nacional Argentino, lanzo aquí una campaña para cambiarlo.
Tanto el poema de Vicente López y Planes (no es un dúo: es una sola persona)
como la música de Blas Parera ya están largamente amortizados por 200 años de
actos escolares, competencias deportivas internacionales y eventos
multitudinarios en general. Ojo: está todo bien, con el himno, eh; no es peor
que muchos otros himnos a lo largo del planisferio; pero ya es hora de
agradecerle a la Marcha Patriótica
todos los servicios prestados y jubilarla definitivamente.
Porque no neguemos una realidad evidente: después de 200
años, esa música y ese poema dice muy, muy poco de nosotros y de nuestro país. Ya
no nos representa realmente; y casi sería un milagro que así fuera (perdón,
retiro lo dicho: mejor no hablar mucho de milagros, ahora que tenemos obispo argento
en Roma).
Decía: no nos representa. Ya todos los mortales oyeron el
grito sagrado, no necesitamos seguir recordándoselo. Ya escucharon el ruido de
rotas cadenas (que, a propósito, es exactamente el mismo ruido que hacen las
cadenas enteras). La noble igualdad, si alguna vez tuvo trono (asunto dudoso),
ya no lo tiene. Ya no somos “las provincias unidas del sur” desde hace casi 200
años, y a pesar de que el poema insista con lo del trono, nunca tuvimos
monarquía por estos lares. Los “libres del mundo”, sean quienes fueren, ya
respondieron hace mucho, mucho tiempo. Y a los que no respondieron, bueno, creo
que ya podemos esperarlos sentados. Ya no sabemos de qué laureles habla el
himno (aunque yo pienso siempre, cuando llega esa parte, en la feria de Scarborough,
en especial en la versión de Simon y Garfunkel, con ese hermoso comienzo en que
le encarga al viajero que le traiga diversas especias [aunque le falta en el
listado, justamente, laurel]). Y más allá de que sea muy emotivo gritar “juremos
con gloria morir”, a esta altura de la suaré ya sabemos, también, que la muerte
de una persona puede ser significativa, triste y hasta heroica, pero no tiene
nada de gloriosa, en ninguna circunstancia.
Ahora, si cambiáramos sencillamente un himno por otro,
seguramente sucedería que dentro de equis años el nuevo himno también dejara de
representar a los habitantes del país.
Por todos los considerandos anteriores, he aquí mi
propuesta:
a) Un nuevo himno nacional que sea votado democráticamente (por
los mismos integrantes del padrón electoral nacional).
b) Que el tema que resulte elegido sea himno nacional durante
un período determinado (propongo 10 años); al cumplirse dicho plazo, deberá
votarse un nuevo himno.
c) Para poder participar como candidata a himno, una canción
debería cumplir mínimos requisitos, aunque dichos requisitos no deberían ser
muy estrictos (yo propongo únicamente dos: que la canción esté en idioma
castellano y que mencione en su letra alguno de los siguientes términos: Argentina [como sustantivo], argentina/o [como adjetivo], este país [o cualquier variante: mi país, nuestro país, nuestra tierra,
etc.).
d) La canción elegida puede seguir sonando en peñas o boliches
o donde sea que se escuchaba; pero una vez que es elegida himno, al escucharla todos
deben pararse y quedarse quietos y cantarla (o mantenerse en respetuoso
silencio).
Creo que la propuesta es bastante clara. Lo único que tal vez
requiere explicación es el punto c: pienso que, para ser himno, una canción
debe ser geopolítica (en el sentido en que refiera, en cierta forma, a un territorio
y al pueblo al que representa). Y mi tesis es que cualquier canción que
mencione al país es, de alguna manera, política.
Por lo tanto, aquí menciono solamente algunas de las
canciones que, si se toma mi propuesta, podrían ser candidatas a Nuevo Himno
Nacional para el período 2013-2023 (recalco en negrita las palabras “hímnicas”
que las habilitan como canciones candidatas):
- “La rubia tarada”, de Sumo
Caras conchetas,
miradas berretas
y hombres encajados en
fiorucci. […]
¡Basta! Me voy rumbo a
la puerta
y después al boliche a
la esquina
a tomar una ginebra
con gente despierta.
¡Esto sí que es Argentina!
- “El perro”, de Calamaro
Muerto el perro, se
acabó la rabia,
ya no sos aquel amigo
de los turcos de Malabia.
Tanto perro en cancha
de bochas,
el turquito se lastima
en la neblina.
Lástima, Argentina:
eras un bizcochuelo,
ahora sos gelatina. […]
- “Costumbres argentinas”, de Los Abuelos de la Nada
Muerdo el anzuelo y
vuelvo
a empezar de nuevo
cada vez.
Tengo en la mano una
carta
para jugar el juego
cuando quieras.
Caminando,
caminándote,
mi calle que quizás yo
pueda cambiar.
Esperando,
esperándote,
costumbres argentinas
de decir
no. […]
- “Rutas argentinas”, de Spinetta
Tengo los dedos
ateridos
de tanto esperar
a ese hombre que me
lleve por las rutas argentinas,
rutas argentinas,
rutas argentinas, hasta el fin. […]
- “Mire que es lindo mi país”, de Argentino Luna
Mire que es lindo mi
país, paisano.
Si usté lo viera como
yo lo vi:
un cielo limpio
repartiendo estrellas,
la Madre Tierra acunando
el maíz. […]
- “Entre a mi pago sin golpear”, de Trullenque-Carabajal
Fue mucho mi penar
andando lejos del pago,
tanto correr
pa’ llegar a ningún
lado,
y estaba donde nací
lo que buscaba por
ahí.
La vida me han prestao
y tengo que
devolverla;
cuando el Criador
me llame para la
entrega,
que mis huesos, piel y
sal
abonen mi suelo natal.
[…]
Hay muchas más, claro, pero con esto basta para la muestra.
No quedarían afuera las canciones de autores no argentinos (pero en
castellano). Eso permitiría que fueran también candidatas canciones como “Cuando
digo futuro”, de Silvio Rodríguez, o (muy a mi pesar, pero la democracia es
así), “Mi país”, de Ricardo Arjona.
Listo, ya está la propuesta para la campaña. Ahora solo
falta reunir las firmas suficientes para llevar la propuesta al Congreso. Creo
que con 800.000, 900.000 firmas nos va a alcanzar. Esa parte, la de reunir
firmas, se las dejo a ustedes, yo me canso ya solo con escribir la contraseña
para acceder a este blog. Eso sí: avísenme cuando vayan por 750.000, así vamos (van)
preparando la presentación y el logo y demás detalles.
Ya arreglado el asunto del nuevo himno, pasemos al tema de
la semana, que podría ser, por supuesto, también un tema candidateable: porque
la “Canción de Alicia en el país” se vale de la analogía con la obra de Lewis
Carroll, pero no habla del País de las Maravillas sino de ESTE país, “del país”
a secas, el reflejo negativo del País de las Maravillas: un país de la Anti-Maravilla,
un país trunco, desde el título de la canción.
Serú Girán es el equivalente argentino de los Beatles;
siguiendo esta comparación, Charly García sería como si John Lennon y Paul
McCartney hubieran sido gemelos siameses; porque si bien David Lebón, Pedro
Aznar y Oscar Moro son (eran, en el caso de Moro) buenos músicos, Charly es un
verdadero genio (algo que no puede negarse más allá de que te gusten o no los
temas de él; así como no puede negarse el talento de músicos como Prince,
Lennon, Spinetta o Roger Waters, aunque no te dieran ganas de ir al recital de
alguno/s de ellos).
Durante la última dictadura militar, para hablar de la terrible
realidad que los rodeaba, los artistas se veían obligados a tocar en la clandestinidad
o transformar sus propuestas de forma tal que sortearan la censura. El famoso
cantautor catalán Lluis Llach cuenta algo muy parecido durante otra dictadura
sangrienta, la de Franco en España: cómo los cantantes tenían que extremar la
imaginación para buscar imágenes y analogías que les permitieran decir lo que
querían decir sin que los censores lo advirtieran, y cómo a veces se les iba la
mano y no los entendía nadie, o a veces los censores objetaban como subversivos
aquellos versos en que en realidad ellos no habían puesto ninguna segunda intención.
Pero como las Madres le recalcaron al nefasto Harguindeguy,
durante una entrevista en la que él se negó a dar información sobre los desaparecidos,
“Franco al menos tiene los huevos para firmar las sentencias de muerte de aquellos
a quienes apresa”. Aquí, en nuestro país de la Anti-Maravilla, en cambio, el
trabalenguas trabalenguas y el asesino asesina, sin filtro, sin ley (“estamos
en la tierra de nadie”), sin ningún amparo legal (“los inocentes son los
culpables, dice su señoría”). Y claro, eso es difícil de soportar para
cualquiera, incluida Alicia (“y es mucho para ti”). Sin embargo, Alicia se
queda en el país (“este país”, se aclara enseguida), no sale al exilio (“¿dónde
más vas a ir?”). Se queda en este país donde no puede contar nada de las cosas
terribles que suceden, y que se cuentan con imágenes tan descriptivas como terribles
(“un río de cabezas aplastadas por el mismo pie / juegan cricket bajo la luna”),
y con términos de doble sentido o fonéticamente similares a otros a los que se
alude: “morsa” es una foca grande, pero también el instrumento para
prensar/presionar/apretar; “tortuga” es un casi-homófono de “tortura”. No se
puede contar nada porque no solo se puede perder la cabeza por acción del rey
de espadas: como no hay justicia y se actúa desde fuera de la ley, ningún
jurado, juez ni testigo podrá ayudarte, si te enfrentás directamente (si
luchás, pero también si “contás”, es decir, si hablás).
A pesar de todo, a pesar de que estamos arruinados en un
país arruinado (“ruinas sobre ruinas”), opuesta a la “tierra de nadie” hay otro
país, la “tierra de todos” donde estamos nosotros, vivientes, con vida, en la
vida.
Eso, sin embargo, es una esperanza, en el momento en que se
hizo esta canción: por ahora solo se puede intentar resistir, pero sabiendo que
“el sueño terminó”, y que lo que tenemos es la terrible realidad, de la que,
aunque no podamos contar, tenemos la obligación de cantar, con versos truncos e
imágenes surrealistas.
http://www.youtube.com/watch?v=AveFU7jMPR0
Canción de Alicia en el País
¿Quién sabe, Alicia? Este país
no estuvo hecho porque sí.
Te vas a ir, vas a salir,
pero te quedas:
¿dónde más vas a ir?
Y es que aquí, sabes,
el trabalenguas trabalenguas,
el asesino te asesina
y es mucho para ti.
no estuvo hecho porque sí.
Te vas a ir, vas a salir,
pero te quedas:
¿dónde más vas a ir?
Y es que aquí, sabes,
el trabalenguas trabalenguas,
el asesino te asesina
y es mucho para ti.
Se acabó ese juego que te hacía feliz.
No cuentes lo que viste en los jardines, el sueño acabó:
ya no hay morsas ni tortugas.
Un río de cabezas aplastadas por el mismo pie
juegan cricket bajo la luna.
Estamos en la tierra de nadie, pero es mía.
Los inocentes son los culpables, dice su señoría
(el rey de espadas).
No cuentes qué hay detrás de aquel espejo,
no tendrás poder,
ni abogados, ni testigos.
Enciende los candiles, que los brujos
piensan en volver
a nublarnos el camino.
ya no hay morsas ni tortugas.
Un río de cabezas aplastadas por el mismo pie
juegan cricket bajo la luna.
Estamos en la tierra de nadie, pero es mía.
Los inocentes son los culpables, dice su señoría
(el rey de espadas).
No cuentes qué hay detrás de aquel espejo,
no tendrás poder,
ni abogados, ni testigos.
Enciende los candiles, que los brujos
piensan en volver
a nublarnos el camino.
¿Quién sabe, Alicia? Este país
no estuvo hecho porque sí.
Te vas a ir, vas a salir,
pero te quedas:
¿dónde más vas a ir?
no estuvo hecho porque sí.
Te vas a ir, vas a salir,
pero te quedas:
¿dónde más vas a ir?
Estamos en la tierra de todos, en la vida.
Sobre el pasado y sobre el futuro,
ruinas sobre ruinas
(querida Alicia).
Sobre el pasado y sobre el futuro,
ruinas sobre ruinas
(querida Alicia).
Quién sabe Alicia éste país
no estuvo hecho porque sí.
Te vas a ir, vas a salir
pero te quedas,
¿dónde más vas a ir?
Y es que aquí, sabes,
el trabalenguas trabalenguas,
el asesino te asesina
y es mucho para ti.
Se acabó.
no estuvo hecho porque sí.
Te vas a ir, vas a salir
pero te quedas,
¿dónde más vas a ir?
Y es que aquí, sabes,
el trabalenguas trabalenguas,
el asesino te asesina
y es mucho para ti.
Se acabó.
Se acabó ese.
Se acabó ese juego.
Se acabó ese juego que te hacía feliz.
Adjunto también un fragmento de un documental del canal
Encuentro donde Pedro Aznar habla de esta canción y de su momento histórico:
Se acabó.
Se acabó el tema.
Se acabó el tema de la semana.
Se acabó el tema de la semana, chau.
DJ Vago
Querido Vago, gran elección para este día, todas las alicias te lo agredecemos. Por estos barrios todavía nos gusta cantar "oh juremos con gloria morir", es más, por estos barrios es lo único que cantamos del himno, por eso votamos su iniciativa y estamos dispuestxs a llevarla al congreso!
ResponderEliminarGenial Sebas, como siempre, pero esta vez la canción que es mi himno.
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