“Mañana en el Abasto”, de Sumo, en su disco After Chabón (1987)
Estuve a punto de titular este posteo “Una épica del
instante”, pero después me dije que no podía ser tan caradura de hacerme el
intelectual, así que le cedo el título ese a mi hermana la tercera, que está al
lado mío, de visita, tomando unos mates.
Va pues, tarde y a regañadientes (es ya mi hora de la
siesta), esta segunda entrega de la serie “Rock del Rioba”. Estuve pensando qué
es lo que (para mí) define que una canción sea “de barrio”. Y llegué,
nebulosamente, a la conclusión de que las canciones de barrio hablan, de una u
otra forma, de un lugar preciso y de un viaje: alguien entra al barrio, o sale
de él, o vuelve a él. Las personas vamos y venimos, pero el barrio, que siempre
(aunque cambie) está en el mismo lugar, nos permite anclar en él una forma de
ser, un tiempo preciso, un momento de nuestra historia. Digo mientras me bajo
el tetrabrik de “Uvita” (faltando el Resero en el chino de mi cuadra).
“Mañana en el Abasto”, de Sumo, es una de las más notables
canciones argentinas de la historia. Probablemente sea también una de las
mejores canciones de rock en español de todos los tiempos (según, claro, qué
definición le demos a los términos “rock”, “español” y, sobre todo, “mejor”).
Parece increíble decir eso de una canción armada sobre un
único acorde de cuatro notas (re, fa sostenido, la, si). Y con una letra que
parece escrita, como tarea para el hogar, por los alumnos de un curso inicial
de castellano para extranjeros.
Pero así es, al menos en mi universo. Son libres de no
coincidir: les juro que no me enojo.
Algo breve sobre Sumo. Banda de rock-reggae-dub-punk creada
por Luca Prodan (italiano él, por si hiciera falta aclararlo), con Ricardo Mollo
en guitarra, Alberto Troglio en batería, Roberto Pettinato (sí, el conductor
televisivo…) en saxo, Diego Arnedo en bajo y Germán Daffunchio en la segunda
guitarra. Hicieron juntos solamente tres discos, de los cuales After Chabón fue el mejor y el último.
Porque Luca, poquito después de salir el disco, murió de un paro cardíaco
causado por una cirrosis galopante, en diciembre de 1987.
Volvamos al tema. Es, indudablemente, muy simple. Como decía
Prodan: “El rock tiene que ser simple: do acorde” (lo que no significa, aquí,
“acorde de do”, sino “doS acordeS”, en dialecto Luca). Aquí, simplificando lo
simple, le alcanza con un acorde solo, por el que viaja mínimamente, en un
recorrido por las calles de uno de los barrios más tradicionales de Buenos
Aires, el de Gardel (el argentino): el barrio del Abasto.
La canción está planteada como una letanía interminable de
acciones mínimas, de imágenes que se suceden y se apilan. Cada verso tiene dos
partes, como los hemistiquios del tema chino “Tu cuello verde” (¿se acuerdan?).
Cada verso presenta un interrogante, una propuesta, y cierra con una
conclusión-respuesta (“prótasis y apódosis”, me dice mi hermana con ese tonito
nerd que usa ella, pero yo no recuerdo bien el griego). Y tal vez Prodan (cuya
madre era china [hija de escoceses] ) conociera la canción del cuello verde,
porque el suyo es un tema con un aire milenario también, mitológico. Una
mitología de baldosa. Una Odisea de
un día solo (“como la de Joyce”, sopla mi hermana, que hoy está insoportable).
Goyeneche, el genial cantor de tangos, despreciaba un poco
el rock, pero reconocía que esta canción era la única que había sabido, fuera
del tango, hacerle honores al Abasto, a pesar de que su autor no era argento
sino tano.
Sin embargo, este tema no tiene nada que ver con un tango.
Ni desde el ritmo (4/4) ni desde la melodía ni desde la onda, que es “alegre a
pesar de todo”. Retrata una realidad mas bien decadente, el final de una era
(el cierre del Mercado del Abasto, que poco después pasaría a convertirse en un
enorme shopping).
Y es, como se adelantó, la historia de un viaje: un pequeño
descenso a los infiernos, desde las alturas de un departamento (seguramente
alquilado o prestado), pasando por las calles aledañas al Abasto, y llegando al
subterráneo. La letra empieza con “Mañana de sol” y termina con “estoy en el
subsuelo”. Dijo Luca Prodan, sobre su canción: “La letra es como una película.
Así, bajando por el ascensor, caminando por la calle, la mina que pasa... Era
perfecto para un video. Yo todas las mañanas bajaba por el ascensor y me iba a
visitar a una amiga, a la que siempre despertaba con flores. Era una amiga mía,
estaba mal y yo la despertaba con las flores. Y nada... Era ese recorrido por el
Abasto. José Luis y su novia existían de verdad”.
También aparece, como en muchos temas de Luca, el rechazo de
algunas personas hacia él y el asco que le generan, a su vez, esos “caretas”,
paladines de una sociedad que uniforma, inculca a fuego ciertas ideas y aplasta
lo diferente (“no vayas a la escuela / porque San Martín te espera”). Tiene que
aclarar, el yo poético, que no es un “pelado loco”, del estilo de los que odia
Bob Marley, y que se peló por obligación (no por gusto) y usa lentes para no
lastimarse los ojos (a causa el sol y/ de mirar “caretas” sin protección).
Lo que no señaló Luca, de su propia canción, es que es
kafkiana. Así como Kafka escribía en ese idioma alemán que sonaba raro, mal
aprendido, desencajado, con palabras fuera de registro y sintaxis trunca (y que
el 99% de los traductores, creyéndose que son geniales y que hacen lo correcto,
“arreglan” para que suene literariamente “potable”, con lo cual casi nadie que
leyó a Kafka en castellano leyó realmente a Kafka); decía, así igual escribe
Luca, en oraciones sin artículos ni nexos, diciendo “bare”, “la calles”, “chica
pasa con temor”, “hombre sentado ahí”. El lenguaje se vuelve algo extraño, que
se va descubriendo a cada paso, y la caminata por las calles del barrio se
siente como caminar por la Luna.
En ese mundo armado con cuatro notas y un puñado de palabras
extrañadas, el barrio es el universo, y las escaleras del subte son un pasaje
al infierno, pues alejarse del suelo es al mismo tiempo alejarse del cielo. Un cielo mediopelo pero soleado.
Y ya se acabó el agua del mate y llega el tren de mi siesta,
así que la echo a mi hermana Pita y, metafóricamente, me echo a mí mismo de la
presencia de ustedes. Abajo del tema original de Sumo, incluyo solamente un
cover que me gustó, de Hilda Lizarazu con Mollo.
Mañana en
el Abasto
Mañana de sol, bajo
por el ascensor.
Calle con árboles, chica pasa con temor.
No tengas miedo, no: me pelé por mi trabajo.
Las lentes son para el sol y para la gente que me da asco.
No vayas a la escuela, porque San Martín te espera.
Estás todo el día sola y mirás a mi campera.
Tomates podridos por la calles del Abasto.
Podridos por el sol que quiebra el asfalto del Abasto.
Hombre sentado ahí con su botella de Resero.
Los bare tristes vacíos ya por la clausura del Abasto.
José Luis y su novia se besan ahí por el Abasto
Yo paso y me saludan bajo la sombra del Abasto.
Calle con árboles, chica pasa con temor.
No tengas miedo, no: me pelé por mi trabajo.
Las lentes son para el sol y para la gente que me da asco.
No vayas a la escuela, porque San Martín te espera.
Estás todo el día sola y mirás a mi campera.
Tomates podridos por la calles del Abasto.
Podridos por el sol que quiebra el asfalto del Abasto.
Hombre sentado ahí con su botella de Resero.
Los bare tristes vacíos ya por la clausura del Abasto.
José Luis y su novia se besan ahí por el Abasto
Yo paso y me saludan bajo la sombra del Abasto.
Mañana de sol, bajo
por el ascensor.
Calle con árboles, chica
pasa con temor.
Parada Carlos Gardel es la estación del Abasto.
Sergio trabaja en el bar en la estación del Abasto.
Piensa siempre más y más, será por el aburrimiento.
Subte línea B y yo me alejo más del suelo
Parada Carlos Gardel es la estación del Abasto.
Sergio trabaja en el bar en la estación del Abasto.
Piensa siempre más y más, será por el aburrimiento.
Subte línea B y yo me alejo más del suelo
y yo me
alejo más del cielo, también.
Ahí escucho el tren ahí
escucho el tren,
estoy en el subsuelo, estoy en el subsuelo.
estoy en el subsuelo, estoy en el subsuelo.
Mañana de sol, bajo
por el ascensor…
Lizarazu con Mollo:
Diyei saluda ahí,
DJ Vago
Me olvidé de contar que el resto de los integrantes de la banda (Pettinato, por ejemplo) odiaban cómo Luca desafinaba y cómo decía los versos, pero a mí me parece que eso es parte esencial del extrañamiento de la canción: no es "lo flojo" de Luca, sino parte de su genialidad, aún hoy incomprendida, descartada como "defectos" del borrachín heroinómano.
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