“¿Qué ves?”, de Divididos, en su álbum La era de la boludez (1993)
Volví a vagar.
Luigi Pirandello, en
El
difunto Matías Pascal, cap. XVI.
En el ferrocarril General Vago, el ramal Sumo vía Barrio te
lleva hasta Divididos. Pueden protestar todo lo que quieran: las afirmaciones
tajantes y las clasificaciones me sirven (como a los científicos de la Universidad de
Michigan) para decir cualquier barbaridad impunemente (más, cuando estoy por
comentar un tema del disco La era de la
boludez). Y que me vengan a buscar, si tienen ganas.
Suponiendo entonces que este es un rock de barrio (y lo es
aquí, en tanto constituye el tercer peldaño de la serie Rock del Rioba), tiene, al igual que los anteriores ejemplos, un
planteo filosófico relacionado vagamente (ja) con la identidad y con la entrada
y salida al-del lugar de pertenencia. En este caso, El Palomar, en el lejano
oeste del conurbano bonaerense.
Divididos, también conocido como “la aplanadora del rock”,
está formado por dos sobrevivientes de Sumo: Ricardo Mollo (voz y guitarra) y
Diego Arnedo (bajo), a los que se sumó Catriel Ciavarella en batería.
“¿Qué ves?” es
probablemente su tema más famoso. Deben pulular sobre él decenas de
interpretaciones y comentarios mucho más interesantes y acertados que el que
voy a hacer, pero no tengo espíritu investigativo, así que ni siquiera me voy a
molestar en guglear sobre el asunto.
Comienza memorablemente, con notas sueltas y recias de
guitarra + bajo que marcan los tiempos, lentísimos, del compás, como queriendo
arrancar en falso (al igual que el “guagua” de Troilo). Recién al tercer compás
entra la batería, y recién al quinto, es decir ocho notas después, comienza la
letra, que Mollo canta con una dicción casi castiza, pronunciando la “v” corta
como maestra normal de los 50 y haciendo sonar las “d” finales como “t”
semiescupidas, cuando dice “verdat”.
¿Qué plantea la canción? No lo sé. Pero poniéndome a
adivinar, tiro que se dan una serie de datos sueltos, de escenas entrecortadas,
de instantes desconectados, de frases hechas o de términos en jerga, que
solamente tienen sentido en contexto y para determinadas personas (del barrio
de El Palomar), pero desconocemos ese contexto y somos, claramente, de otro
barrio. Vemos (oímos), por lo tanto, solamente un recorte de la realidad. Una
versión diferente del otro, así como cualquier otra persona nos conoce en una
forma distinta de como nosotros nos creemos que somos.
Como me dijeron que planteaba Pirandello, Machado (el de
España) y algún griego esdrújulo antes que ellos:
· el espejo (en especial, el de la mirada de otra persona
cuando nos mira) nos devuelve cada vez la imagen de alguien diferente;
· si hacemos rodar una naranja, cuando se detiene ya es una
naranja distinta;
· nadie se baña en el mismo río dos veces, y algunos no se
bañan dos veces en ningún lado;
· ya no sos igual, sosbuchón-sosbuchón-sosbuchón.
Digo: podría ponerme a interpretar qué podría ser “la prensa
de dios”, y por qué lleva, como las revistas pornográficas o las de fútbol,
“póster central”. O podría intentar dilucidar si Mollo dice “fía la chapita
porrón en Palomar” (con lo cual hablaría de una almacenera a la cual le chifla
el moño y por lo tanto les da cerveza sin cobrarles) o “vía la chapita-porrón-El
Palomar” (como prefiero, porque me da más ferroviaria, la imagen, en tanto
“chapa” se les dice a las locomotoras, y el verso hablaría entonces de un
recorrido, lo que me viene bien para mi ridícula clasificación temática). Pero
da lo mismo.
El estribillo retoma un juego infantil, el “veo veo”.
Supongo que todos lo conocen, pero si no lo conocen, busquen las reglas en otra
parte, por favor. Los espero.
¿Listo? Genial.
“Veo veo” es el juego infantil más fácil para hacer trampa.
Alcanza con identificar una cantidad x de cosas de un color z
en el campo visual, y decirle al rival que está equivocado x - 1 veces, o hasta que
se canse.
[Digresión: hay otro juego en que es muy fácil hacer trampa:
el ahorcado (que ahora se llama, por cuestiones de corrección política, “la
persona que se sube a un banquito para probarse una corbata, porque tiene que
ir a un casamiento”). Para ganar en el ahorcado (haciendo trampa) solamente hay
que escribir esto:
_ A _ A.
Y a partir de ese momento, decirle al contrincante que todas
las letras que elige para completar la palabra son incorrectas, hasta que se le
acaben los intentos (“hasta que la persona se vaya al registro civil”), y
entonces decir que la palabra elegida requería alguna/s de la/s letra/s que el
contrincante no eligió, por ejemplo “zapa” (si él no propuso zeta ni pe; si
no, cambiar por “mamá”, o “tata”, o “caca”, o “vaga”, o lo que sea). Fin de la
digresión.]
Volviendo: es fácil hacer trampa en el veo veo porque cada
uno ve cosas diferentes. Lo que veo yo no es lo que vos ves, y lo que cada uno
interpreta el ver (oír) fuera de contexto a esos seres de barrio que van y
vienen, alrededor de la estación del tren, tomando cerveza y jugando con naipes
gastados, seguramente será verdadero, pero lo verdadero no es más cierto que la
mentira, así como el bien y el mal, empatados, deben recurrir al azar para
definir cualquier encuentro.
La única verdad tal vez sea la realidad, pero el problema es
que la realidad, así con artículo, no existe. Hay cosas que suceden, y hay palabras;
y las palabras son también cosas que suceden, en ocasiones tan sólida y
fatalmente como balas de cañón. Y en esa línea (en esa vía), la mentira se diferencia de la verdad únicamente porque está última en la fila.
De todo eso habla, ponele, este tema. Lo dicho: un rock de barrio, claramente.
El videoclip es casi un calco del de “Ya no sos igual”, de 2
Minutos: ellos tres tocando en vivo, en blanco y negro, con imágenes
semiquemadas. En el Oeste son más finos (y afinados) que en zona Sur, eso sí.
¿Qué ves?
El guagua de Troilo no quiere arrancar.
Falta envido y truco, chiste nacional.
"Estamos en vena", grita el mayoral
y pagás el vale un día después.
¿Qué ves? ¿Qué ves cuando me ves?
Cuando la mentira es la verdad.
La prensa de dios lleva póster central,
el bien y el mal definen por penal.
Vía la chapita porrón El Palomar,
cruzando la vía pa' poderla pasar.
¿Qué ves? ¿Qué ves cuando me ves?
Cuando la mentira es la verdad.
Falta envido y truco, chiste nacional.
"Estamos en vena", grita el mayoral
y pagás el vale un día después.
¿Qué ves? ¿Qué ves cuando me ves?
Cuando la mentira es la verdad.
La prensa de dios lleva póster central,
el bien y el mal definen por penal.
Vía la chapita porrón El Palomar,
cruzando la vía pa' poderla pasar.
¿Qué ves? ¿Qué ves cuando me ves?
Cuando la mentira es la verdad.
Vía la Chapita ,
porrón, El Palomar,
cruzando la vía pa' poderla pasar.
¿Qué ves? ¿Qué ves cuando me ves?
cruzando la vía pa' poderla pasar.
¿Qué ves? ¿Qué ves cuando me ves?
Cuando la mentira es la verdad.
¿Qué ves? ¿Qué ves cuando me ves?
La mentira es la última verdad.
No van covers esta semana, porque ningún cover (ninguno)
suena decente, comparándolo con el original de Divididos.
Hasta la próxima última verdad, los saluda tramposamente,
D__ __A__O.
Me está gustando Sr. DJ Vago Creo que me voy a dar una vuelta por este boliche más seguido. Vine la vuelta pasada de casualidá y está vez otra casualidá nueva me tiene aqui.
ResponderEliminarSalut!
La Jaime