“Volveré siempre a San Juan”, de Alberto Tejada Gómez y Ariel Ramírez, por Mercedes Sosa
Hoy este blog cumple 50 semanas en los charts y
como podrán imaginar, estoy agotado, así que me voy a refrescar la cabeza en la
canilla y me tomo unas vacaciones. Serán unos pocos días, o unos cuantos años. Pero
es casi seguro que volveré. Y seré dos con cincuenta.
Mientras tanto, un balance de esta primera
temporada:
· 52 temas (hubo dos semanas con doble canción).
· Músicos de 26 nacionalidades.
· Temas en 10 idiomas (castellano, catalán,
inglés, francés, alemán, italiano, portugués, chino, danés y vasco); uno que
otro, sin letra.
· Compuestos desde el siglo X a.C. hasta 2013.
· 126 malas palabras (no, no las conté, estoy
tirando cualquier cifra al azar, puto; 127).
· 4 gatos (locos) lectores asiduos del blog.
· 16 lectores casuales que se retiraron
indignados.
· 7 personas que todavía se preguntan si existo o no existo.
· 7 personas que todavía se preguntan si existo o no existo.
· Al menos 8 temas que nunca había usted escuchado
antes, garantizado.
Como solo elegí temas que me gustaran,
quedaron afuera géneros enteros, como el reguetón. Alguien podría pensar que,
como no hubo ningún bolero en 50 semanas, no me gustan los boleros; y estaría
en lo correcto. También podría pensar que como nunca hubo folclore argentino,
no me gusta el folclore: pero se equivocaría por completo, porque me encanta el
folclore. Es el problema del razonamiendo inductivo, no puede confiarse en él,
porque justo cuando pensabas que el universo tenía sentido, te cae al
Serengueti una cebra sin rayas y te caga la teoría (128).
Decía que sí me gusta el folclore, y para
saldar una deuda antes de irme, aquí va una zamba de puros próceres: Armando
Tejada Gómez, Ariel Ramírez y la voz incomparable de Mercedes Sosa, que podría
cantar la guía telefónica y conmover a Hannibal Lecter.
La melodía es preciosa y aparentemente
sencilla (pero en realidad, bien difícil), como suelen ser las composiciones de
Ariel Ramírez.
La letra es también típica de Tejada Gómez, a
quien siempre le criticaron que usara palabras dificilongas y cierto exceso en
la poetización. Sin embargo, tiene algunas metáforas más que bellas, como agua = grillo del corazón = música, Luna labradora que me sueña como guitarra,
soledad = vino madurado por las sombras
del polvo y del camino.
Para quienes critican los poemas de Tejada
Gómez por impopulares, ahí tenés el verso “altas sombras de polvo y camino”,
donde inventó el uso del adjetivo alto
precediendo al sustantivo, como se usa ahora (“alta llanta”, “alto gato”, “alto
blog”, “alta boluda” [129]).
Aclaro igual algunos de los términos
complicados del poema:
· Melescas son vinos dulces pero pobres,
hechos con las uvas que no se vendieron ni se usaron para el vino bueno.
· Ullún y Albardón son departamentos de la
provincia de San Juan, conocidos por sus olivares.
· El Tontal es un cordón montañoso en San
Juan, con cerros de hasta 4.300
metros , la máxima elevación de la precordillera andina.
La canción habla, básicamente, de cómo los
lugares se entrelazan con nuestras vidas, de forma que algunos sitios se funden
con nosotros y no podemos pensarnos ni recordarnos sin ellos: somos como son
esos lugares. Somos esos lugares. Somos las palabras que usamos para describir
esos lugares. Y en un punto, ya no importa si esos lugares existen o existieron
en el mapa, porque alcanza con que vivan dentro nuestro. Así como Faulkner
tiene Yoknapatawpha, Onetti tiene Santa María y Don Orione tiene Claypole, de
manera similar el yo poético de esta zamba tiene San Juan: adentro (grita el
cantor, y empieza la primera).
Tan es así que en las primeras estrofas parece
que el cantor está en San Juan: las
alamedas y las acequias se dicen en presente. Pero al comenzar el estribillo,
se anuncia “volveré”, con lo cual nos damos cuenta de que no está físicamente
en San Juan.
No solo se anuncia el regreso, sino que dice
que volverá “siempre”. Suena raro ese adverbio, me recuerda la frase de Groucho
Marx (creo que es de él, o tal vez de Woody Allen; no tengo ganas de chequear):
“dejar de fumar es tan fácil, que ya dejé mil veces”. Si tiene que volver siempre, es que siempre se va.
O, más probablemente, que nunca llega: que ese
regreso es en la memoria, en la intención. Se ve que el yo poético se fue sin
que lo echaran, porque vuelve sin que lo llamen a ese lugar de calor, de otoño,
de uvas, de agua escasa, de caminos polvorientos y de sol tan fuerte que es una
presencia viva, “un viejo amigo” que sale al encuentro y al que no se puede
dejar de saludar, siempre.
Y el cantor vuelve a San Juan para cantar. Es
decir, para ser lo que debe ser (“serás lo que debas ser o si no, no serás
nada”, J. de San Martín). Pero sobre todo, para decir(se), él y San Juan, los
dos juntos y reunidos. Después de todo, él es apenas una guitarra (un
instrumento de música) borgianamente soñado por la Luna sanjuanina (que tiene
menos prensa que la Luna
tucumana, pero se la re-banca).
La versión elegida forma parte de la “Serenata
para la tierra de uno”, y está musicalizada con guitarra, bombo y clave (o
similar). Al comienzo, Mercedes dice “alameda” en vez de “alamedas”, pero a
quién le importa, podría cantar en ruso y esta seguiría siendo una flor de
zamba.
Y dejo acá porque me estoy insolando.
Volveré siempre a San Juan
Por las
tardes de sol y alamedas
San Juan
se me vuelve tonada en la voz
y las
diurnas acequias
reparten
el grillo de mi corazón.
Y las
diurnas acequias reparten
el
grillo de mi corazón.
Un
poniente de largos sauzales
me busca
la zamba para recordar
esas
viejas leyendas
de
piedra y silencio que guarda el Tontal.
Esas
viejas leyendas
de
piedra y silencio que guarda el Tontal.
Volveré,
volveré
a tus
tardes, San Juan,
cuando
junte el otoño
melescas
de soles allá en el parral.
Volveré
siempre a San Juan
a
cantar.
Yo que
vuelvo de tantas ausencias,
y en
cada distancia me espera un adiós,
soy
guitarra que sueña
la luna
labriega de Ullún y Albardón.
Soy
guitarra que sueña
la luna
labriega de Ullún y Albardón.
Altas
sombras de polvo y camino
maduran
el vino de mi soledad
cuando
el sol sanjuanino
como un
viejo amigo me sale a encontrar.
Cuando
el sol sanjuanino
como un
viejo amigo me sale a encontrar.
Volveré,
volveré
a tus
tardes San Juan,
cuando
junte el otoño
melescas
de soles allá en el parral.
Volveré
siempre a San Juan
a
cantar.
Agregando un culo para redondear, se despide hasta el eterno retorno:
DJ Vago
Uuuy, DJ vago, olvidaste contabilizar los lectores invisibles, que te seguimos sin dejar huella y te extrañaremos en estoico silencio, releyendo y escuchándote hasta el regreso.
ResponderEliminarSe ve que hay más gatos (locos) de los que pensaba, nomás. Increíble!
ResponderEliminarÚltimamente caen cebras sin rayas por todos lados, diyei!
ResponderEliminar