“Salam Rashid”, de Joan Manuel Serrat, en su álbum “Material sensible” (1989)
Como penúltima (tardía) entrega de la serie “Inmigrantes”,
hoy cambiamos de territorios (pasamos de Estados Unidos a Europa) y de punto de
vista: aquí hablarán los europeos, los que reciben la inmigración.
Es la oportunidad para poner en el candelero semanal,
después de casi dos años, un tema de mi tío Joan (probablemente no leyeron el
posteo en donde explico que mi apellido, Vagot, es catalán, como el lado
paterno de mi familia, y todo lo demás que conté de mis parientes: pero me da
una fiaca infinita repetirlo, así que investiguen. O intuyan, que es más fácil).
“Salam Rashid” no es de las mejores canciones de mi tío (ni
siquiera del disco Material sensible,
título elegido por escribirse igual en castellano y catalán), pero es un tema
que resulta muy interesante de escuchar y analizar. Y al estar en catalán,
suena mucho mejor que si estuviera en castellano, idioma en que Joan, a pesar
de su completo bilingüismo, hace letras menos frescas, más “duritas”.
La letra, sin embargo, no es de él, en este caso. Al menos,
no enteramente: aparece anotada como una colaboración entre Serrat y el
periodista/escritor barcelonés Joan Barril y Cuixart. La música sí es de Joan,
y en ese rubro hay que mencionar otra importante colaboración: la guitarra que
suena ahí en la canción está siendo tocada nada menos que por Paco de Lucía, músico
que me encanta y que murió este año, lo que lamenté mucho, pero soy lento para
los homenajes (probablemente el año que viene, si sigo existiendo, comente algún
tema de Gustavo Cerati, que no era mi estilo favorito pero sin dudas un gran músico).
En Salam Rashid se habla del inmigrante africano, el moro.
Él es el protagonista, pero se lo dice desde afuera, en tercera persona. La
mirada hacia el moro es positiva, bienintencionada y progre, e intenta “ponerse
en sus zapatos”; pero es, sin dudas, el otro, el diferente, alguien que nunca
será igual a nosotros. Es una mirada europeocentrista, la del cantor. Y
seguramente, si fuera Salam Rashid quien hablara, la canción sería muy
diferente. Y Rashid podría decirle a los españoles, en forma similar a los
frijoleros de la canción anterior: “Si no fuera por el puto Cid, este suelo que
estás pisando aún sería Arabia, ¡correcto!”.
Hecha esa salvedad, la letra es compleja, poética y bella. Salam
vino del Sur, de una naturaleza idealizada donde “el agua de los ríos camina en
puntas de pie, cautelosa” pero, a la vez, está presente la desesperación de ver
que el desierto “va creciendo a medida que los ricos del Norte rompen sus
relojes de arena”. Rashid va a Catalunya (identificada como la “frontera” entre
el Sur y el Norte) porque piensa que Europa es muy grande, cuando en realidad
es simplemente una jaula. Y ahora que está allí, ya no puede volver atrás.
Se lo identifica a Rashid por su piel oscura y porque
siempre está “haciendo cola en Laietana” (los juzgados), donde nunca es
inocente, “sea quien sea el juez”. El inmigrante sobra en todos lados, es
maltratado y discriminado… el cantor se conduele de él, pero le pide que siga
aguantando, que “tome la cruz y suba a su calvario”. El inmigrante es “la cuña
justa para que no tambalee la mesa de la fiesta” (una bella metáfora).
La canción se salva, para mí, porque no se queda en ese
presente, sino que anticipa un futuro donde el inmigrante se adueñará de esa
tierra y la hará suya: las catedrales alternarán la misa con el Corán y las
danzas árabes, y Rashid podrá usar el museo del Louvre como heladera, ante la simpática
mueca de la Mona Lisa.
Pero eso será en el futuro; en cambio hoy (la canción es de
1989, y es un dato importante), “Europa hace de ella misma”, es decir, sigue
como de costumbre, y “envolvió las porras con banderas” (memorable y acertada imagen)
para seguir dándole palazos a los inmigrantes pero que no parezca paliza sino
nacionalismo, y le reservan al moro “un jardín en Maresme” (una zona de huertos
que son trabajados, en su mayor parte, por los inmigrantes); es decir: no le
reservan un jardín para que pasee, sino para que trabaje la tierra de sol a
sol, para que Europa siga manteniendo su nivel y no tambalee la mesa de la
fiesta.
Salam Rashid
T'ho havien dit, allà
baix a la terra dels teus pares,
t'ho havien dit: que
Europa era molt gran, per això hi anares
des del gran Sud, on
l'ombra de les palmeres ès dolça
i l'aigua dels rius
camina de puntetes, cautelosa.
T'ho havien dit de nit
les passes lentes de les dunes.
T'ho havien dit: que
el desert es va fent gran a mesura
que els rics del Nord
hi trenquen els seus rellotges de sorra
a contracor, i tu
només tenies ganes de córrer.
¿Què hi fas, Rashid,
perdut a la frontissa
d'un Nord poruc i un
Sud que es desespera?
T'han estripat l'honor
i la camisa
i un cop aquí no
tornaràs enrera.
Pell de color de dàtil
o de sutge
que sempre està fent
cua a Laietana,
no ets innocent sigui
qui sigui el jutge,
ets el pecat, el
camell, la fulana.
Dècim trencat, propina
d'urinari,
ets tot allò que el
fariseu rebutga,
trinca la creu i puja
al teu calvari,
Salam Rashid.
Ja ni saps quant fa
que camines per ciutats llogades
arrossegant la sensació
que a tot arreu sobraves.
Et coneixem, ets carn
de soterrani i de conquesta,
la falca justa perquè
no trontolli la taula de la festa.
Bulls al perol somnis
del Sud contra la incerta ràbia
de morir sol. Volies
volar, i Europa és una gàbia
i vas perdent a poc a
poc records per les voreres
feixugament, però et sents viu i esperes com
les feres.
El món es mou pels qui
com tu caminen
més del que volen, mà
d'obra barata,
sobrevivents de
presons i pallisses
que han decidit que
els guiïn les sabates.
Demà per tu somriurà la Mona Lisa ,
faràs servir el Louvre
de nevera;
les catedrals
alternaran la missa
amb l'Alcorà i les
danses barbaresques.
Però mentrestant
Europa va fent d'esma:
ha embolicat les
porres amb banderes
i a tu et reserva un
jardí del Maresme,
Salam Rashid.
Salam Rashid
Te lo dijeron allá abajo en la tierra de tus padres,
te lo dijeron: que Europa era muy grande, por eso fuiste
desde el gran Sur, donde la sombra de las palmeras es dulce
y el agua de los ríos camina de puntillas, cautelosa.
Te lo dijeron, de noche, los pasos lentos de las dunas.
Te lo dijeron: que el desierto se hace grande a medida
que los ricos del Norte rompen sus relojes de arena
de mala gana, y tú sólo tenías ganas de correr.
¿Qué haces, Rashid, perdido en la bisagra
de un Norte miedoso y un Sur que se desespera?
Te han desgarrado el honor y la camisa
y una vez aquí no has de volverte atrás.
Piel de color de dátil o de hollín
que siempre está haciendo cola en Layetana;
no eres inocente sea quien sea el juez,
eres el pecado, el camello, la fulana.
Centavo roto, propina de urinario,
eres todo aquello que los fariseos rechazan,
toma la cruz y sube a tu calvario,
Salam Rashid.
Ya ni sabes cuánto hace que caminas por ciudades alquiladas
arrastrando la sensación de que en todas partes sobrabas.
Te conocemos, eres carne de subterráneo y de conquista,
la cuña justa para que no se tambalee la mesa de la fiesta.
Hierves en la olla sueños del Sur contra la incierta rabia
de morir solo. Querías volar, y Europa es una jaula
y vas perdiendo poco a poco recuerdos por las aceras
torpemente, pero te sientes vivo y esperas como las fieras.
El mundo se mueve por los que como tú caminan
más de lo que quisieran, mano de obra barata,
sobrevivientes de prisiones y palizas
que han decidido que los guíen los zapatos.
Mañana para ti sonreirá la Mona Lisa ,
usarás el Louvre de heladera,
las catedrales alternarán la misa
con el Corán y las danzas bereberes.
Pero mientras tanto, Europa sigue con su rutina,
ha envuelto las porras con banderas
y a ti te reserva un jardín del Maresme,
Salam Rashid.
Que tambaleó, por supuesto. La situación española, y europea
en general, no es la misma que a comienzos de los noventa. De hecho, en los últimos
años, millares de europeos emigraron buscando trabajo y futuro, y eso se
refleja en la canción complementaria de hoy, el bonus track “¡Ahora la
inmigrante soy yo!”, del valenciano Toni Martínez, que hace canciones pop para
divertirse a partir de anécdotas mínimas, como que la máquina de gaseosas del
subte le tragó la moneda o tuvo que estacionar muy lejos el auto. Musicalmente,
esta canción es ultrasimplona, en tono mayor y machacona, y lo que cuenta es cómo
ella, la cantora, decide emigrar a causa de la recesión y recibe el mismo trato
discriminatorio que ella brindó, desde acusarla por abusar del sistema de salud
hasta burlarse por su pronunciación: “Nadie antes me había llamado europea”, se lamenta mientras mordisquea
la naranja afanada en un puesto callejero.
Eso es todo por hoy, voy a sacar la cerveza que dejé enfriándose
junto a los Delacruases y me preparo para mi siesta. Despiértenme cuando pase
el temblor.
DJ Vago
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