“Crimen”, de Gustavo Cerati (2006)
A Cecilia Repetti.
Como penúltima entrega de la serie “Si se mata al cantor”,
presento “Crimen”, uno de los temas más famosos de la etapa solista de Gustavo
Cerati, quien terminó de fallecer el año pasado, luego del terrible ACV que sufriera
durante un recital en Caracas, en 2010.
Esta canción inaugura, paralelamente, una nueva serie, porque
al matar dos pájaros de un tiro me siento más esforzado. La nueva serie está
dedicada enteramente al rock nacional (argentino), y se titula, hasta ahora, “Rock
nacional (argentino)”. Okey, okey, no pensé un título aún. Por ahora, es lo que
hay.
Vuelvo a Cerati. Imagino que todos los lectores saben de él,
así que no profundizaré sobre su biografía. Simplemente hacer un comentario
sobre el grupo musical que lideró, Soda Stereo, una banda emblemática del rock
latinoamericano, que marcó un claro antes y después, y que nunca, en mi
opinión, fue superada, al menos en su estilo. Obvio que puede no gustarte Soda
Stereo, y hasta podés odiarlos, como muchos fans de los Redondos de Ricota, en
una falsa oposición que los mismos músicos se encargaron de desechar (el Indio
Solari muchas veces aclaró que admiraba la música de Cerati, por más que no
fuera su “onda”).
Tampoco es mi onda, aclaro: no soy un fan de Soda. Sin
embargo, es imposible (o necio) no reconocer que hicieron grandes discos y temas
memorables, y que lo que hacían, lo hacían espectacularmente bien. Al igual que
cuando uno escucha a bandas como Coldplay o Ace of Base o Red Hot Chilli
Peppers, a uno puede no gustarle el tipo de música que hacen, pero hay que
reconocer que suenan bien. Y Soda Stereo sonaba impecable.
Y las letras de Cerati siempre se destacaron: complejas,
sutiles, llenas de imágenes sobre el amor (como búsqueda), la muerte (como
presencia) y el sexo (como deseo), expresadas en una forma elegantemente
poética.
El tema de hoy es, como dije, “Crimen”, de 2006, uno de los
más famosos y premiados de la etapa solista de Gustavo (ganó Grammys y montones
de otros galardones, con él). Es, en mi opinión, una preciosa canción de amor
contrariado, en el más puro estilo Cerati. Tal vez de las más melosas que él
haya hecho, y sin embargo, no llega a ser cursi ni realmente melosa, porque la
muerte (la propia, la del cantor) ronda constantemente, como posibilidad tan
cierta que es casi presagio autocumplido: moriré porque así lo canto.
La canción cuenta con dos estrofas y un puente-coda hacia el
final. Las dos estrofas son geniales: seis versos muy lentos, armados con
frases que funcionan casi como oraciones independientes, y sin embargo al juntarse
van pintando un panorama completo y complejo.
Ya en la primera estrofa, desde “La espera me agotó” (me
sentí identificado de entrada) hasta “supe que te perdí” vemos que él fue
abandonado por ella (digo él y ella por comodidad: la canción es unisex) y que
quedó torturadamente recaliente (“en llamas me acosté”). Ella lo dejó de golpe
(“una rápida traición / salimos del amor”), pero él se dio cuenta de eso muy de
a poco, “en un lento degradé”. Y él reconoce (punto para él) que “tal vez me lo
busqué”, pero eso no impide que sienta que su “ego va a estallar” (una imagen a
la vez erótica y psicoanalista-friendly), y siente celos que lo queman, en
llamas paralelas a las del deseo trunco.
El cantor se encuentra en un callejón sin salida, y el
estribillo comienza con la pregunta “¿Qué otra cosa puedo hacer?”, pregunta
cuya respuesta obvia y certera es: “Nada”. No podés hacer nada: ya fue. Lo
único que puede intentar es el (imposible) olvido.
Lo que me recordó de golpe la película “Eterno resplandor de
una mente sin recuerdos” (pésima traducción de “Eternal Sunshine of a Spotless
Mind”, un verso de Alexander Pope), con Jim Carrey y Kate Winslet, peli que
trata justamente de eso, del dolor del amor trunco y la posibilidad imposible
de dejarlo atrás.
Aquí en “Crimen”, al llegar al estribillo el cantor afirma “Si
no olvido, moriré”, y plantea que esa muerte de ninguna manera será natural,
sino un asesinato. Un asesinato perfecto, pues no hay motivo ni medio ni
oportunidad para cometerlo, y el arma del crimen es pura ausencia; por lo tanto,
será un crimen perfecto, destinado, desde antes de ser, a no ser identificado
como tal: “y otro crimen quedará / sin resolver”.
El videoclip es, como acostumbraba Cerati, una obra de arte
en sí misma, armado como un cortometraje policial, y a la vez, como una parodia,
con todos los clichés de las películas del policial negro: las calles
empedradas, el investigador privado de sombrero y sobretodo, la femme fatal esposa
del millonario (Mónica Antonópulos), la secretaria tímida y enamorada (Julieta
Díaz), el investigador que se ve envuelto en la trama que investiga (mal) y que
se convierte, finalmente, en víctima (muere a causa de sus pasiones, de su
ceguera parcial y de un certero disparo).
https://www.youtube.com/watch?v=uLIs0j2WnlM
Crimen
La espera me agotó.
No sé nada de vos.
Dejaste tanto en mí.
En llamas me acosté.
En un lento degradé
supe que te perdí.
¿Qué otra cosa puedo
hacer?
Si no olvido, moriré
y otro crimen quedará
otro crimen quedará
sin resolver.
Una rápida traición.
Salimos del amor.
Tal vez me lo busqué.
Mi ego va a estallar.
Ahí donde no estás,
los celos otra vez.
¿Qué otra cosa puedo
hacer?
Si no olvido moriré
y otro crimen quedará,
otro crimen quedará
sin resolver.
No lo sé.
Cuánto falta, no lo sé.
Si es muy tarde, no lo
sé.
Si no olvido, moriré.
¿Qué otra cosa puedo
hacer?
¿Que otra cosa puedo
hacer?
Ahora sé lo que es
perder
y otro crimen quedará,
otro crimen quedará
sin resolver.
Eso es todo por hoy. Gracias totales a quienes me leyeron, y
nos vemos la semana que viene con el final de la serie “Si se mata al cantor”,
siempre y cuando ustedes recuerden cómo volver aquí y yo me despierte a tiempo.
¿Qué otra cosa puedo hacer?
DJ Vago
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