“Chapirón de la reina”, anónimo español de 1532, por Joaquín Díaz
A Silvia Calero y Silvia Lanteri
Empieza aquí la serie “Hits bailables del medioevo”, con un
tema muy divertido y a la vez muy valiente. Porque hoy en día, con el derecho a
la libertad de expresión y con la noción tan contemporánea de que “si no es
serio, no es en serio”, cualquiera puede hacer sátira política sin riesgo (no
en todos lados, claro: en algunos países nomás).
Pero a fines de la Edad
Media aún se sabía que no hay nada más serio que una comedia.
Aunque todavía se recuerda cada tanto en algunos lados, y podemos leer noticias
“medievales” como “la Iglesia
católica prohibe la película Habemus
papam de Nani Moretti”.
Hacia 1532 no había diarios (lo contrario hubiera sido,
además de anacrónico, inútil, considerando que casi nadie sabía leer), y el
principal medio de comunicación masivo (masivito) era el canto popular. Aquí,
el juglar entona una alegre danza (el “tono de chapirón” era un tipo de danza en
Aragón), basándose en una noticia de actualidad, para burlarse de uno de los
seres humanos más poderosos de la historia de la humanidad (incluyendo los
cinco siglos que no habían sucedido todavía): el emperador Carlos I de España y
V del Sacro Imperio Romano Germánico. Más conocido, para los amigos, como “el
rey Carlos Quinto”.
La noticia: el rey Carlos deja el país con rumbo a Austria,
para ayudar a su hermano Fernando en su lucha contra los turcos del poderoso
sultán Solimán. Como esto ocurrió en 1532, y la canción hace referencia a ese
hecho preciso en tiempo presente, es bastante probable que la canción haya sido
compuesta en ese mismo año: un raro caso en que se puede fechar con exactitud
un tema medieval.
Con ese marco, el anónimo juglar comienza un tema alegre y,
sobre todo, breve. Es, de hecho (y por amplio margen) el tema más breve que
glosé desde que comenzó este blog: 58 segundos. Para los punks que se jactan de
componer canciones breves: chúpense esta mandarina. En los 58 segundos, le
alcanza al juglar para mandarse una intro con laúd, cantar cinco veces el
estribillo, entonar tres estrofas y, por si alguien quería un bis, repetir la
primera.
Por un lado, ya comenté otras veces que en la
Edad Media no había tiempo para demorarse
con detalles, y por eso las canciones suelen ser más breves y directas que las
actuales. Por otra parte, creo que, considerando el tema y el sujeto de esta
canción, al intérprete le convenía no demorarse demasiado: cosa que, cuando
llegaran las autoridades para apresarlo, él ya estuviera bien lejos.
Pues el referente de la cantiga es nada más y nada menos que
el rey, a quien se critica con gracia impiadosa. ¿Por qué? Por ser suelto de
bragueta. Además de sus seis hijos legítimos, Carlitos Quinto era conocido (y
se ufanaba de ello) por sus muchos hijos bastardos, de los cuales son bien
conocidos cinco o seis que tuvo con damas nobles de diversas nacionalidades,
pero hay muchos más que no llegaron a la fama o no fueron reconocidos, así que
no se sabe, y probablemente nunca se sepa, la cantidad exacta de hijos que
tuvo. Mucho menos, la de amantes. Considerando que a Carlos le gustaba hacer
todo a lo grande, podríamos aventurar que la lista sería tan larga como
diversa: es que el rey no le hacía asco a nada.
Y de eso se burla el juglar. No le habla al rey, sino a las
damas. En primer lugar, a las de Toledo, es decir, las de la corte del rey
Carlos, las “locales”. Comenta que ahora que el rey se va, cuando queden
embarazadas ya no van a saber quién es el padre (es decir: hasta entonces, cada
hijo que nacía en la corte era casi con seguridad del rey).
Mozas de Toledo,
ya se parte el rey:
quedaréis preñadas,
no sabréis de quién.
ya se parte el rey:
quedaréis preñadas,
no sabréis de quién.
Esto no habla muy bien de las damas de la corte tampoco;
pero el juglar, en tanto le está dando con un caño al todopoderoso rey de media
Europa y de casi toda América, en cuyo imperio nunca se pone el Sol, no se va a
preocupar por enemistarse con unas cuantas damas de Toledo.
Inmediatamente, en las siguientes estrofas, se dirige a las
otras damas, las de Viena y otras ciudades que recibirán al rey como visitante.
A ellas les advierte que no tengan miedo pero tengan cuidado, porque el rey
está siempre tan alzado que les será difícil contener sus embates amorosos
(“tener” significa aquí “retener”, “detener”), inclusive si se les presentara
apenas como un relieve en la cara de las monedas:
Mozas de ciudade,
guardaros de él,
que aun ni en moneda
podréisle tener.
guardaros de él,
que aun ni en moneda
podréisle tener.
Y continúa el aviso con un consejo de etiqueta y, a la vez,
prudencia: cuando el rey se les presente, pónganse en pie; pero que el pie sea
lo único que pongan, porque si llegan a poner cualquier otra parte del cuerpo,
el rey se les abalanzará y hará lo suyo:
En tanto que entre
poneros en pie,
mas otros primores
no habréis de poner.
poneros en pie,
mas otros primores
no habréis de poner.
Cada estrofa se enmarca con el muy breve estribillo, que
solo anuncia “Chapirón de la reina, chapirón del rey”. La interpretación de ese
estribillo es bastante ambigua, porque la palabra “chapirón” tiene diversos
sentidos.
· Por un lado, es el nombre de una danza, como se dijo.
· Por otra parte, chapirón
es, claro, el origen de la palabra actual (en desuso) chaperón: una persona que acompaña y vigila a una joven pareja para
evitar que realicen cualquier acto indecoroso o que atente contra la honra, en
especial la de la señorita. En ese sentido, la canción funcionaría como un
chaperón, “cuidando” a las damas y previniéndolas de los ataques sexuales del
Emperador Que le Da a Todo lo que se Mueve (inclusive, llegado el caso, al Sol,
por lo cual este tenía el cuidado de no ponerse nunca en los dominios de
Carlitos).
· Chapirón es
también origen de las palabras “caperuza” (“caperucita roja” = “Le petit
chaperon rouge”), una prenda de vestir que hoy podría traducirse como “buzo con
capucha”. También es origen de la palabra capirote,
que es también una caperuza-capucha, en especial, en cetrería, la que se le
colocaba a las aves de rapiña (halcones, águilas) para que no vieran, y así no
tuvieran deseos o posibilidades de salir volando a cazar sus presas. La canción
“caperuza” funcionaría igualmente como una forma de taparle (por un rato al
menos) la bragueta al rey, para evitar que se cebe con nuevas presas
indefensas.
Chapirón de la reina,
chapirón del rey.
Mozas de Toledo,
ya se parte el rey:
quedaréis preñadas,
no sabréis de quién.
ya se parte el rey:
quedaréis preñadas,
no sabréis de quién.
Chapirón de la reina,
chapirón del rey.
chapirón del rey.
Mozas de ciudade,
guardaros de él,
que aun ni en moneda
podréisle tener.
guardaros de él,
que aun ni en moneda
podréisle tener.
Chapirón de la reina,
chapirón del rey.
chapirón del rey.
En tanto que entre
poneros en pie,
mas otros primores
no habréis de poner.
poneros en pie,
mas otros primores
no habréis de poner.
Chapirón de la reina,
chapirón del rey.
chapirón del rey.
Mozas de Toledo,
ya se parte el rey:
quedaréis preñadas,
no sabréis de quién.
ya se parte el rey:
quedaréis preñadas,
no sabréis de quién.
Chapirón de la reina,
chapirón del rey.
chapirón del rey.
Eso es todo por esta semana. La semana próxima, en vez de
continuar con los hits medievales, inauguraré otra serie diferente (canciones
de cuna insomnes, probablemente), e iré alternando las temáticas. Así que los
temas medievales continuarán, pero en dos o tres semanas recién. Estén atentos.
Y sobre todo, tengan cuidado.
Sin ponerse en pie, se despide cautamente,
DJ Vago
No hay comentarios:
Publicar un comentario