“Douce dame jolie”, de Guillaume de Machaut (siglo XIV)
Como segunda entrega de la serie “Hits bailables del
medioevo”, aquí va uno de los primeros temas en la música occidental que podría
haber recibido la calificación de “hit”. Es que esta canción, “Douce dame
jolie” (“dulce dama bella”), sonaba en todos los boliches medievales, primero
de Francia y luego de todos los reinos vecinos; la pedían siempre a todos los
juglares, y de haber existido el copyright, el autor de la canción, Guillermo
de Machaut, se habría vuelto muy rico, muy insoportable, y probablemente
hubiera muerto de una sobredosis de lo que fuera que se consumía en la Francia del siglo XIV,
como por ejemplo peste negra, bacterias o pasteles endulzados con miel.
Como todo hit, la fama de la canción se sustenta en una
melodía agradable y fácil de recordar y tararear, y en un ritmo pegadizo, que
se niega a irse una vez que se enseñorea de tus oídos. Y también como muchos
hits, la letra es ocurrente pero sencilla, sin grandes complicaciones (en este
siglo se nos está yendo la mano, con la sencillez de las letras).
La canción se basa en el amor cortés, un invento bastante
gracioso de los medievales europeos: un caballero (es decir, un varón con
mínimo un caballo, un terrenito y un buen pasar económico) elige a una dama
noble (cuanto más noble, mejor) como enamorada (muchas veces, sin siquiera
preguntarle si ella está de acuerdo) y se la pasa haciendo cosas para lograr
que ella le dé bola: conquistar castillos, arremeter contra molinos de viento, mandarle
flores, componer canciones, regalarle zapatos (eso nunca falla, ya se sabía
desde entonces). Ahora bien: la dama, frecuentemente, ya estaba casada (con un
varón noble y/o adinerado). A lo que el caballero enamorado responde: “No te
preocupes, barón: yo la quiero platónicamente nomás”. Es decir, el enamorado se
muere por recibir algún gesto de la dama, una palabra amable, un roce, un
toqueteo, un besito… pero nunca va a llegar a los bifes. Incluso se proponía
que la prueba perfecta del amor cortés era pasar la noche con la amada,
acostados en una misma cama, y no tocarle un pelo a ella.
Esa es la teoría, al menos. No sé cuánto lo creerían o qué
gracia le haría el asunto a los nobles esposos, pero parece bastante difícil de
tragar, el tema del platonismo. A las pruebas me remito: el caballero más noble
y más famoso de la historia mundial fue Lancelot du Lac, e igual, así de noble
y caballeroso como era, se la trincó de lo lindo a la bella Ginebra (no, no estaba
borracha), que era la esposa de su jefe, el rey Arturo (el que luchaba duro).
Pero en las canciones y los libros sonaba muy bien, lo del
amor cortés: un amor desinteresado, “puro”. El narrador de “Dulce dama bella”
se dirige a su amada y le dice, en la primera estrofa (que hará de estribillo
en adelante), que no se ponga celosa, porque ella es y será siempre su “si
sostenido”, es decir, “la dominante de mi” (chiste nerd para músicos, perdón).
Inmediatamente, en la segunda estrofa, detalla su currículum,
en el que aclara que siempre la quiso, que nunca la traicionó, que la sirvió
(no se aclara cómo exactamente) cada día de su vida y “sin pensamientos
vulgares” (algo incomprobable, por supuesto).
Que siempre, sin
traición
te quise y
humildemente
cada día de mi vida te
serví
sin pensamientos vulgares.
Y sin embargo, a pesar de haber hecho tanta buena letra, él
se encuentra en una situación penosa: él sufre. ¿Por qué? Porque no recibe nada
de ella. Mejor dicho: recibe duros tormentos. Ella lo domina, lo ata y lo
tortura impiadosamente, y obtiene con ello gran deleite. Es una dominatriz
sadomaso, digamos. Le da de lo lindo, y le gusta. Y a él, aunque protesta, le
gusta también (“y él [mi corazón] nada desea / sino estar en tu poder”). Con
menos que esto, E.L. James se escribió “Cincuenta sombras de Grey” y se salvó
para toda la temporada.
O sea: ella es linda, pero no tan dulce después de todo,
porque le da con todo al pobre corazón del cantor, que sufre y sufre sin paz ni
consuelo, al punto que le suplica a su “dulce enemiga” (de rodillas y con las
manitos juntas, como rezando) que ponga fin a su sufrimiento y lo mate de una
vez, porque ya no aguanta más.
Tan hit fue esta canción que todavía la sigue cantanto la
gente, haciendo nuevas versiones. Pero como, a diferencia de la mayoría de los
temas medievales, este tiene autor, las variaciones entre los diferentes covers
son mínimas, y tienen que ver más con los instrumentos y las voces de los
intérpretes que con ideas creativas sobre la melodía. La versión que elegí es la
del dúo alemán Annwn (nombre del paraíso en la mitología celta-galesa), en su
álbum Orbis Alia, grabado en 2007.
Annwn está integrado por Sabine Hornung y Tobias von Schmude; Orbis Alia fue su primer disco. Es la
versión que más me hizo sufrir, pero eso me gustó.
Douce dame jolie
Douce dame jolie,
pour Dieu ne pensés mie
que nulle ait signorie
seur moy fors vous seulement.
Qu'adès sans tricherie chierie
Vous ay et humblement
Tous les jours de ma vie servie
Sans villain pensement.
Helas! et je mendie
D'esperance et d'aïe;
Dont ma joie est fenie,
Se pité ne vous en
prent.
Douce dame jolie,
pour Dieu ne pensés mie
que nulle ait signorie
seur moy fors vous seulement.
Mais vo douce maistrie maistrie
mon cuer si durement
qu'elle le contralie
et lie
en amour tellement
Qu'il n'a de riens
envie
Fors d'estre en vo
baillie;
Et se ne li ottrie
Vos cuers nul
aligement.
Douce dame jolie,
pour Dieu ne pensés mie
que nulle ait signorie
seur moy fors vous seulement.
Et quant ma maladie garie
Ne sera nullement
Sans vous, douce anemie, qui lie
Estes de mon
tourment,
A jointes mains deprie
Vo cuer, puis qu'il m'oublie,
Que temprement m'ocie,
Car trop langui longuement.
Douce dame jolie,
pour Dieu ne pensés mie
que nulle ait signorie
seur moy fors vous seulement.
|
Dulce dama bella
Dulce
dama bella,
por dios no pienses nunca
que alguien señorea
sobre mí, excepto solo tú.
Que siempre, sin traición
te quise y humildemente
cada día de mi vida te serví
sin
pensamientos vulgares.
¡Ay!, y yo mendigo
por esperanza y ayuda,
pues mi alegría terminó
si no me tienes piedad.
Dulce dama bella,
por dios no pienses nunca
que alguien señorea
sobre mí, excepto solo tú.
Pero tu dulce dominio domina
mi corazón tan duramente
que lo atormenta y lo ata
con puro
amor.
Y él nada desea
sino estar en tu poder;
y sin embargo no le da
tu corazón ningún alivio.
Dulce dama bella,
por dios no pienses nunca
que alguien señorea
sobre mí, excepto solo tú.
Y en cuanto mi enfermedad jamás
será anulada
sin ti, dulce enemiga, que deleite
tomas de mi tormento,
con las manos unidas suplico
a tu corazón que se apiade
y compasivamente me mate,
pues ya languidecí muy largamente.
Dulce dama bella,
por dios no pienses nunca
que alguien señorea
sobre mí, excepto solo tú.
|
Igual pongo un par de versiones más, por si quieren
comparar:
- por Margaret Davis (mucho más rápida):
- por Mélusine (canta un varón):
Eso es todo por esta semana. Suplicando sus despiadadas críticas,
se despide trop atormenté,
DJ Vago
¡La canción sí es dulce y bella!
ResponderEliminar¡HERMOSO TEMA!
ResponderEliminarExcelente en su contexto y lúdica explicación
Una versión que se sale del guion habitual. Al menos en lo que se refiere a la instrumentación ya que está realizada con un dispositivo de grabación y loops posteriores.
ResponderEliminarhttps://www.youtube.com/watch?v=31jAFxH2hzE