“Amanece en la ruta”, de Suéter, en su álbum “Lluvia de gallinas” (1984)
Hacía mucho (casi un año) que no había rock argentino por
acá, así que vamos esta semana con un tema emblemático del rock nacional en los
ochentas: “Amanece en la ruta”.
Lo que llamamos “rock nacional” es una gran bolsa de gatos
en la que entran desde piezas maravillosas de música y poesía inolvidables
hasta unos bodrios insufribles, infumables e inolvidables pero en el mal
sentido. Bueno: aun en un género tan amplio y heterogéneo, esta es una canción
extraña, una mezcla de panfleto esotérico, trip hippie y propaganda de
SITEA-“Luchemos por la vida”.
https://www.youtube.com/watch?v=0qaVdtwbUvo
Los autores de este tema son el grupo Suéter (liderados por Miguel Zavaleta), quienes la
verdad, más allá de algunos tibios éxitos (“Vía México”, “Extraño ser” y
algunos pocos más), no puede decirse que hayan destacado demasiado.
Excepto, por supuesto, por esta canción, que sí tuvo un gran
suceso y sigue siendo escuchada y recordada y versionada (en 2005, Fabiana
Cantilo la incluyó en su disco Inconsciente colectivo, que es muy buenísimo).
En la primera estrofa, el narrador amanece en la ruta. No
sabe bien dónde está (geográficamente), porque se durmió mientras viajaba en
auto. Uno esperaría que no fuera él mismo quien estuviera manejando: conducir
borracho es desaconsejable, pero mucho más lo es conducir dormido.
Sin embargo, en la canción no hay ninguna mención a los
demás pasajeros (excepto, en la tercera estrofa, un único y sutil verbo en
plural, “aceleramos”); la canción está en primera persona, todo lo que se
cuenta es a partir de la turbia percepción del cantor.
Que se durmió muy profundamente y soñó que estaba en el
mismo auto (aunque inmediatamente se rectifica: “no, no era este, el auto,
porque el de mi sueño estaba todo roto, y prendido fuego”). Y ahora, al
despertarse de esa pesadilla, se ve que está medio boleado, igual que yo cuando
recién me despierto de mis siestas de cuatro horas: todo a su alrededor le
parece extraño, curioso y hermoso. Y piensa, mientras lo rodea su sopor
amaneciente, con frases lisérgicas y de pobre sintaxis:
· “Este paisaje es tan extraño, se parece al de un tren
eléctrico”. ? ¿Lo qué? Uno supone que se refiere, ponele, al paisaje borroso
que podría verse desde la ventanilla de un tren muy rápido.
· “Esos árboles tienen contornos: darme cuenta es tan
hermoso”. ? ¿Lo qué? Acá ya es difícil suponer cualquier sentido, lo más
sencillo es concluir que algo tomó mientras viajaba, el quía, y no precisamente
mate cocido.
· “En un soplo veo proyectado, como un film, toda mi vida”.
Esto se entiende perfecto: lástima que no le pega la concordancia sintáctica.
· “Ya no sé si el cielo está arriba, abajo o dentro de mí”.
La cabeza (y/o el auto) le da vueltas.
· “Y aunque el paisaje sea tan extraño, creo haber estado
aquí”. Siente un deyavú. Que ya estuvo antes allí, en ese paisaje tan extraño
de amanecer en la ruta. Pero si es cierto, si ya estuvo allí antes, ¿cuándo
fue?
Eso no se responde, es solamente una pregunta más entre las
muchas que asaltan la atormentada mente del cantor, y que se expresan en un
notable estribillo, compuesto únicamente por preguntas que se suman, se chocan,
se revuelven y se apelmazan unas contra otras:
¿(A)dónde voy?
¿Dónde estoy?
¿Quién soy yo?
¿Qué hora es?
¿Dónde estaré?
Fíjense que no está seguro de quién es. Ni siquiera sabe qué
hora es, a pesar de que un momento antes dijo que estaba amaneciendo… aunque en
la estrofa siguiente aclara (oscureciendo) que “si afuera no es de noche,
tampoco es de día”.
Y a pesar de tener 2,7 de preguntemia en sangre, el cantor
se siente bárbaro: “no hay tristezas, tan solo alegrías en mi corazón”. Y más
adelante insiste con la alegría: “solo (siento) alegría, paz y armonía, y esa
luz que es tan tibia”.
A esta altura de la suaré, ya estamos sospechando que algo
no está muy bien, en esta escena, porque la descripción empieza a parecerse en
forma alarmante a los relatos sobre el túnel luminoso, las luces celestiales y
demás motivos de tránsito hacia el más allá…
Y entonces, para que no nos quedemos con la duda, finalmente
el cantor se da cuenta de lo que sucede, y nos lo cuenta: “y bien comprendo,
eso no era un sueño, en ese auto estaba yo / y ese auto estaba todo roto y con
fuego en su interior”. O sea: hubo un accidente de auto (sumemos preguntas:
¿causado por él mismo?) y él murió (¿solo él?) y ahora está hablando desde el
más allá… del que no sabemos gran cosa, excepto que allí “los árboles tienen
contornos”, lo cual, por supuesto, nos deja muchas más preguntas que certezas.
Si este tema fuera una película (y es, por cierto, muy
visual y cinematográfico), sería un thriller psicológico, onda “El maquinista”,
“El cisne negro” o “Sexto sentido”.
Pero aquí, a diferencia de las citadas películas, tras la
(bancame un rato que leo sílaba a sílaba lo que me anotó mi hermana la cuarta: a-nag-no-ri-sis).
Decía, tras la anagnórisis (el descubrimiento que te vuela la cabeza), Suéter
tuvo el acierto de repetir el estribillo y cerrar la canción con esas
preguntas, que vencen a cualquier descubrimiento y lo trascienden: lo más
importante es lo que no sabemos, lo que morimos por saber, lo que probablemente
nunca sabremos a ciencia cierta.
Amanece en la ruta
Amanece en la ruta,
no me importa dónde estoy.
Me he dormido viajando
Me he dormido viajando
y he soñado tan intenso.
Y en ese sueño yo me veía
en este auto, pero no,
no era el mismo porque estaba
no era el mismo porque estaba
todo roto en su interior.
Este paisaje es tan extraño,
Este paisaje es tan extraño,
se parece al de un tren eléctrico,
esos árboles tienen contornos,
esos árboles tienen contornos,
darme cuenta es tan hermoso.
Y en ese sueño yo me veía
en este auto, pero no,
no era el mismo porque tenía
no era el mismo porque tenía
fuego en su interior, en su interior.
A medida que aceleramos
A medida que aceleramos
mis recuerdos me estremecen,
y en un soplo veo proyectado
y en un soplo veo proyectado
como un film toda mi vida.
Ya no sé si el cielo está arriba,
abajo o dentro de mí
y aunque el paisaje sea tan extraño
y aunque el paisaje sea tan extraño
creo haber estado aquí.
¿Dónde voy?
¿Dónde voy?
¿Dónde estoy?
¿Quién soy yo?
¿Qué hora es?
¿Dónde estaré?
Si afuera no es noche,
tampoco es de día,
no hay tristezas,
no hay tristezas,
tan solo alegrías
en mi corazón.
Y ahora todo es una luz tan clara
que a mi lado ya no hay nada,
solo alegría, paz y armonía
solo alegría, paz y armonía
y esa luz que es tan tibia.
Y bien comprendo eso no era un sueño:
en ese auto estaba yo,
y ese auto estaba todo roto
y ese auto estaba todo roto
y con fuego en su interior.
¿Dónde voy?
¿Dónde estoy?
¿Quién soy yo?
¿Qué hora es?
¿Dónde estaré?
Sin saber cómo, por qué ni hasta cuándo, sale despedido
hasta quién sabe dónde:
¿DJ Vago?
siempre me llamó la atención el tema de los contornos... parece que, frente a lo inexplicable de la muerte, darse cuenta de que algo tiene límites precisos, encontrar lo concreto, lo definido, trae tranquilidad.
ResponderEliminarYo busco a veces contornos, pero después recuerdo la canción y entiendo que eso es imposible en esta vida.
Es increíble cómo una canción haya pegado tanto sólo porque recrea el tema tan gastado del túnel... y sí, es justamente eso lo que la vuelve tan vendible
Qué buen comentario, Galerai. Gracias.
EliminarA mí eso de "si afuera no es noche, tampoco es de día" siempre me pareció una imagen muy adecuada para el amanecer: la noche todavía no se fue y el día no terminó de llegar. Creo que es la única imagen bella de la canción que, igual, me encanta de toda encantitud y la entoné a voz en cuello para deleite de mis vecinos. ¡Gracias Díyei!
ResponderEliminarY los contornos de los árboles yo se lo adjudico al faso: los fumones de repente flashean con obviedades ("¡uuuuy, qué looocooo! ¡Los árboles tienen contorno en la semipenumbra! [es un fumón léido]).
Ja, tampoco es una imagen de una belleza poética deslumbrante, convengamos. Y sí: está hablando del faso, en términos filosóficos. Gracias NdeA.
EliminarMuy buena entrada, quizás los contornos sean generados por el efecto del fuego en el amanecer. Yo lo interpreté así cuando cantaba la canción, obvio que sin buscarle muchas más explicaciones que la posibilidad de que estando muerto de vea diferente. Xp
ResponderEliminarPuede ser, lo del fuego. Nunca lo había pensado.
EliminarMuy buena entrada, quizás los contornos sean generados por el efecto del fuego en el amanecer. Yo lo interpreté así cuando cantaba la canción, obvio que sin buscarle muchas más explicaciones que la posibilidad de que estando muerto de vea diferente. Xp
ResponderEliminarMuy buena entrada, quizás los contornos sean generados por el efecto del fuego en el amanecer. Yo lo interpreté así cuando cantaba la canción, obvio que sin buscarle muchas más explicaciones que la posibilidad de que estando muerto de vea diferente. Xp
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