“El gigante de ojos azules”, letra de Nazim Hikmet, por Dina Rot (1973)
Hoy, como penúltima entrega de la serie “Sobrenaturales”,
presento “El gigante de ojos azules”, canción de Dina Rot sobre un texto del
poeta turco Nazim Hikmet.
Nazim, gran poeta turco, fue amigo de Juan Gelman y de Roque
Dalton, y por su militancia comunista y por el compromiso social de sus
palabras, pasó muchos años de su vida preso. Al igual que otros grandes poetas:
la poesía es un crimen terrible, para los poderosos del mundo. Murió en el
exilio, en Moscú y como ciudadano polaco, a comienzos de la década del sesenta.
Dina Rot es una gran cantautora argentina. Es la madre de la
actriz Cecilia Roth. Dina musicalizó, a lo largo de su carrera, poemas de
grandes de la poesía como Gelman, Vallejo, Lorca, Neruda, etc. Ella y Paco
Ibáñez (a quien presenté en el posteo sobre “La mala reputación” de Brassens)
son a mi gusto quienes más y mejor musicalizaron poemas en castellano. La
canción elegida hoy forma parte del disco “Yo canto a los poetas”, de 1973.
Esta canción la suele cantar Juan Carlos Baglietto, así que muchos piensan que
la compuso él; pero no.
El tema de hoy presenta, como un breve cuento de hadas y con
una onda de canción infantil, una historia de amor frustrado: un gigante que se
enamora de una mujer pequeñita. Lo que frustra el amor no es, sin embargo, la
diferencia de altura física, sino una incompatibilidad de objetivos: él la
quiere a ella, y ella quiere una casita con jardín. Y no cualquier jardín: un
jardín de madreselvas, es decir, de flores delicadas, exóticas, silvestres y
gráciles.
Y ese jardín de madreselvas es a la vez el estribillo de la
canción y el eje de la historia. Hay dos amores en pugna: el amor “elevado” del
gigante por ella, y el amor “bajo” de la mujer pequeña por el ansiado jardín.
En el poema de Hikmet hay una estrofa extra, que quizá Dina
sacó en la canción para no extenderla demasiado. En esa estrofa, el gigante
intenta construir la casita con jardín (al menos, se lo plantea como
posibilidad), pero no le sale ni a palos:
El gigante amaba en
gigante.
Su mano, a grandes
obras hecha,
mal podía construir
los muros
ni usar el timbre de
la puerta
de una casita con
jardín,
un jardín de
madreselvas.
Uno imagina los dedos de pionono del gigante intentando
construir las paredes de la pequeña casita, intentando levantar las persianas o
cuidando las delicadas madreselvas, y es evidente que sus esfuerzos están
destinados al fracaso: resulta gracioso imaginar la torpeza del gigante ante
las delicadezas de la construcción en miniatura.
En la tercera estrofa (la segunda de la canción), ella se
cansa de esperar al gigante, que no termina nunca con la casa ni, menos que
menos, con el jardín. Y en la cuarta estrofa, “con gracia muy voltereta” (me
encanta ese verso) ella deja al gigante y se consigue un enano rico que tiene
éxito en aquello en que falló aquel.
La última estrofa presenta la conclusión desengañada del
gigante, quien comprende que un amor tan grande como el suyo no cabría jamás en
una casita tan pequeña, y se queda más o menos como la zorra que no alcanza las
uvas y dice “Igual, están verdes”.
El gigante de ojos
azules
Un gigante de ojos
azules
amaba a una mujer
pequeña
cuyo sueño era una
casita
pequeña, como para
ella,
que tuviera al frente
un jardín:
un jardín de
madreselvas.
El gigante de ojos
azules
amaba a esa mujer
pequeña
que muy pronto ya se
ha cansado
de tan desmesurada
empresa
que no terminaba en
jardín,
en jardínde
madreselvas.
Adiós ojos azules,
dijo,
y con gracia muy
voltereta
del brazo de un enano
rico
entró en la casita
pequeña
que en el frente tenía
un jardín,
un jardín de
madreselvas.
El gigante comprende
ahora
que amores de tanta
grandeza
no caben, siquiera
muertos,
en esas casas de
muñecas
que en el frente
tienen jardín,
un jardín de
madreselvas.
La música es muy bella, como lo es la voz de Dina: una gran,
dulce voz. Por si no pudieran ingresar al link, va la versión de Baglietto:
Es obvio que el poeta defiende la posición del gigante. Sus
ojos son azules como el cielo tan cercano a ellos. Está a un nivel muy superior
al de la mujer, que es presentada en forma bastante negativa, pues su pequeñez
física es correlato de una pequeñez de miras y de objetivos: ella quiere cosas
materiales, seguridad y tranquilidad, mientras él abarca grandiosas obras,
objetivos y sentimientos trascendentes. Ella está dispuesta a cambiar al
gigante por un enano adinerado (“¿qué tendrá el petiso?...” suena de música de
fondo), con tal de cumplir sus pequeños (pero difíciles) objetivos.
Ella es una “cazafortunas interesada”, como diría Ceelo
Green. Así la presenta la canción, pareciera.
Y sin embargo, yo al menos, no puedo evitar considerarla la
heroína de la canción. Ella quiere el jardín: ese es su amor. Lo quiere tanto
tanto, y finalmente lo consigue. Y no lo quiere porque eso implique tener
dinero o poder, sino simplemente para poder contemplar la belleza temblorosa y
frágil de las madreselvas reunidas. Tal vez el amor a un jardín no sea algo
grandioso ni trascendente, pero uno puede perfectamente identificarse con ese
gran amor pequeño a la belleza de unas flores.
El amor del gigante, en cambio, queda en la nada: es puro
aire. Al final de cuentas, no es claro ni siquiera que sea realmente amor, en
tanto lo abandona a mitad de camino, renunciando a él en el momento en que
implica poner manos a la obra para construir una simple casita. Siempre me
parece un pavote bárbaro, el gigante de ojos azules, cada vez que escucho la
canción, y siempre me gusta imaginar a la pequeña mujer feliz en su jardín,
tomando mate (o té, si prefieren) al atardecer, rodeada por el aroma de las
flores silvestres.
Es la eterna lucha entre la metáfora y la metonimia, entre
el aquí y el más allá, entre el ser y el estar, entre idea y materia. A mi modo
de ver, estar es más que ser; y por eso, para mí, la pequeña jardinera es la
preferida de esta canción, aunque quien aparezca en el título sea el gigante
soñador. El amor no necesita ser gigantesco para ser real. Por el contrario,
sabemos que el amor se alimenta de pequeñas cosas, gestos, momentos y
sensaciones que arden como hojitas secas en una salamandra.
Esto me recuerda a una de mis canciones favoritas de las del
tío Joan, la “Canción del amor pequeño”. Iba a aparecer en una serie dedicada a
pequeñeces, pero ya veo que la temporada me está quedando chica y no va a
entrar, así que aquí les presento ese tema, como bonustrack, y como argumento a
favor del valor de lo pequeño. La canción es en catalán y está en el espectacular
disco que lanzó Serrat en 1980, Tal com
raja; allí se aclara que ese amor que él tiene, y que le rebalsa por las
costuras, no es trágico ni mágico ni eterno, pero sí jugoso, inquieto y vivo en
su pequeñez presente.
Cançó de l´amor petit
Jo tinc un amor petit
i llaminer
com un infant.
Un amor escadusser
que mossegal'esquer
i no s'empassal'ham.
Jo tinc un amor rumbós,
vermell i sucós
com una magrana.
Jo tinc un amor amic
que mata de gust
i que es mor de ganes.
Ni cec, ni tràgic, ni pactat.
Ni etern, ni màgic, ni llogat.
Rajant-me pelsdescosits,
tinc un amor petit,
tinc un amor petit.
Jo tinc un amor petit
noucom el temps
de la saó
que es crema coml'encenall,
arriba a cavall
is'enfilaalsbalcons.
Jo tinc un amor company
que no duu records
nideixapenyores.
Jo tinc un amor per tu
que es posa a ballar
quan li donen corda.
|
Canción del amor pequeño
Yo tengo un amor pequeño
y goloso
como un niño.
Un amor huidizo
que muerde la carnada
y no traga el anzuelo.
Yo tengo un amor rumboso,
rojo y jugoso
como una granada.
Yo tengo un amor amigo
que mata por gusto
yse muere de hambre.
Ni ciego, ni trágico, ni pactado.
Ni eterno, ni mágico, ni alquilado.
Desbordándome por las costuras,
tengo un amor pequeño,
tengo un amor pequeño.
Yo tengo un amor pequeño,
nuevo como el tiempo
de la sazón
que se enciende como la viruta,
llega a caballo
yse trepa a los balcones.
Yo tengo un amor compañero
que no trae recuerdos
ni deja prendas.
Yo tengo un amor por ti
que se pone a bailar
cuando le dan cuerda.
|
Y eso es todo por hoy. Como hoy, a fin de cuentas, presenté
dos canciones, y me cuido mucho con los gastos, creo que la semana que viene me
tomaré franco y recién dentro de quince días presentaré el cierre de la serie
“Sobrenaturales”.
Aquí y ahora, mis azules ojos ya andan soñando con la
siesta.
Hasta la próxima,
No hay comentarios:
Publicar un comentario