solo un tema por semana,
y con que le guste al diyei alcanza

lunes, 26 de octubre de 2015

[145] La rueda de fuego


“The end of the beginning” (“El final del comienzo”), de Black Sabbath (2013), y “Wheels” (“Ruedas”), de Foo Fighters (2009)



You do me wrong to take me out o' th' grave.
Thou art a soul in bliss, but I am bound
Upon a wheel of fire, that mine own tears
Do scald like molten lead.

(Haces mal en sacarme de la tumba.
Tú eres un alma bendita, pero yo estoy atado
a una rueda de fuego, y mis propias lágrimas
me queman como plomo derretido.)

Lo escribió Willy Shakespeare, en Rey Lear, acto 4, escena 7.



¿Este es el final del comienzo? ¿O el comienzo del final?

Créanlo o no, tenía estos temas preparados y agendados para hoy desde hace meses, así que no lo seleccioné pensando en los resultados de las elecciones de ayer. Pero creo que se ajustan a la perfección a la situación de hoy, y que ustedes podrán al escuchar estas canciones, si les fue mal ayer, tomar impulso para suicidarse definitivamente; y si les fue bien, ilusionarse con que esté llegando el comienzo de un final, y la rueda de fuego del destino esté por fin por comenzar su camino hacia arriba.



Puede pensarse, a partir de esto que digo, que me da igual lo que sucedió en las elecciones y que soy apolítico. No es así. De hecho, estoy desde hace añares afiliado a un partido, el PReV, Partido Revolucionario en Vagancia, cuya personería jurídica está en trámite. Desde hace 23 años. Básicamente, quienes formamos parte de este espacio político estamos a favor de la revolución, pero siempre y cuando la realicen otros.

Y entre los candidatos de ayer tengo claramente mi favorito, pero no voy a dar más datos ni hablar más del tema porque:
a) me da fiaca;
b) no quiero perder el caudal (caudalito) electoral de los poquísimos lectores que aún me siguen;
c) mi candidato me decepcionó al no hacer ninguna condena expresa al reguetón y todos los zombis que lo perpetran; ni siquiera hizo ninguna mención negativa a Arjona.

Hoy comienzo la última serie de la temporada. Es decir, la última del año. Es decir, quizás, la última que hago, porque ¿quién sabe si tendré energías para comenzar una cuarta temporada en el 2016? Así que también para mí este posteo es, en cierta forma, el comienzo del final. (¿O el final del comienzo?). Y esta serie, titulada “Cuando digo futuro”, se centrará en eso, en el futuro. Un tiempo que aún no existe, pero que nos rodea, nos marca y nos obsesiona.

Voy con una presentación doble: dos temas en lugar de uno. Para que vean que a veces sí me esfuerzo.

La canción primera que presentaré es de Black Sabbath. Aunque en el blog ya comenté temas de Metallica, Pantera, Led Zeppelin, Hearts, Nirvana, 2 Minutos, etcétera, esta tercera temporada estaba un poco corta de rock metálico heavy. Pero en esta serie dedicada al futuro me desquitaré, y hoy empiezo así con los reyes, los emperadores del Metal, el grupo considerado universalmente fundador y prócer de la música metálica, desde himnos como “Paranoid” e “Iron Man” y tantos otros. Que comenzaron en los setentas, cuando ni existían los videoclips, y hoy los tenemos dando vueltas, cuarenta y pico años después, y produciendo música de calidad, oscuridad al palo y (aunque no lo crean) buena onda.



Porque la mayoría de los músicos de las bandas metaleras son, a pesar de su corteza diabólica y su imagen dura, unos dulces. Son más buenos que el pan. Ozzy Osbourne, considerado por millones de personas lo más parecido a un dios en la Tierra, fue despedido de Black Sabbath (la Gran Banda Metalera Original) en 1979 debido a sus problemas personales, pero ahora se reunieron, en 2013, para grabar el álbum 13 (un número como título del disco, como le gusta a Adele, que está por sacar 25 en pocas semanas), de donde sale esta hermosa balada. Ozzy cometió montón de errores en su vida (por ejemplo, hacer un reality show con su familia), pero nadie le quita ser uno de los cantantes más icónicos del rock de los últimos cincuenta años, con una voz que reconocerán hasta los aliens, cuando vengan de visita.



Si leen la letra con atención, verán que Black Sabbath compuso este tema hace dos años previendo los resultados de los comicios de ayer. Es evidente.

Verán también que la canción, a pesar de lo súper densa que es la música, tiene una letra súper buena onda: el futuro es peligroso y oscuro, pero tenemos la oportunidad de luchar contra él, de “resetear el sistema” y no ser “un robot fantasma encerrado en un huésped humano” (es genial ese verso). Hay referencias a un futuro dominado por la informática y las máquinas y lo inhumano, pero también a la posibilidad de liberarse de todo eso y terminar, a pesar de los pronósticos y las encuestas apocalípticas, bien.

La música empieza súper morosa, lenta, como yendo golpe a golpe, casi como un tema lento ochentoso o un bolero (a la manera heavy metal, claro). Pero a los 2:40, después de decir “El sistema debe ser reseteado”, la música se resetea y toma otro ritmo, más incesante, más enérgico. Es una canción larga, de ocho minutos, pero siempre serán ocho minutos bien utilizados, escuchar a Black Sabbath.

Y la pinta de Ozzy es, de por sí, impagable. Ya verlo me llena de alegría. Tal vez a ustedes no, pero créanme, somos unos privilegiados por poder escucharlo aún. Miren, en el videoclip, cómo los asistentes al concierto colaboran para general el clima de la canción: los recitales de heavy metal son siempre interactivos, y siempre se realizan (en el sentido de “encuentran su forma de ser más feliz”) cuando la música es tocada en vivo, y el sistema músicos-público se retroalimenta y se sobrecarga al palo hasta estallar.



The end of the beginning

Is this the end of the beginning?
Or the beginning of the end?
Losing control or are you winning?
Is your life real or just pretend?

Reanimation of the sequence
Rewind the future to the past.
To find the source of the solution;
The system has to be recast.

Release your mind.
Fast forward to the secrets of your code.
Your life's on overload.
Delete or save.

The units that make you an entity
That's your identity
If you don't know Which way to go
You may be lost and confused
A second chance
your turn to lose

Regeneration of your cyber sonic soul.
Transforming time and space
beyond control;
Rise up resist
and be the master of your fate.
Don't look back live for today - tomorrow is too late.

You don't want to be a robot ghost
Occupied inside a human host
Analyzed and cloned relentlessly
Synthesized until they set you free.

Alright-okay alright till they set you free...

El final del comienzo

¿Este es el final del comienzo?
¿O el comienzo del final?
¿Perdés el control o estás ganando?
¿Tu vida es real, o solo simulás?

Reanimación de la secuencia.
Rebobinar el futuro hacia el pasado.
Encontrar la fuente de la solución:
el sistema debe ser reseteado.

Liberá tu mente.
Fast forward a los secretos de tu código.
Tu vida está sobrecargada.
Borrar o salvar.

Las unidades que te hacen una entidad:
eso es tu identidad.
Si no sabés hacia dónde ir
podés estar perdido y confundido,
una segunda oportunidad,
tu turno de perder.

Regeneración de tu alma cibersónica.
Transformar tiempo y espacio
más allá del control.
Levantate y resistí
y sé el dueño de tu destino.
No mires atrás, viví el hoy:
mañana es demasiado tarde.

No querés volverte un robot fantasma
encerrado en un huésped humano,
analizado y clonado sin pausa,
sintetizado hasta que te liberen.

Todo bien, okey, hasta que te liberen.


Ah, qué alivio poder comentar un tema heavy, hacía como un año que me venía aguantando. Pero ahora que me embalé, sigo con otro. El segundo tema de este posteo es, en comparación, menos heavy que el de Black Sabbath, y más simpático, pero es de una banda de rock pesado también, herederos de Nirvana: los Foo Fighters, liderados por David Grohl (que era el baterista de Nirvana, pero en su banda curiosamente no toca la batería).



La canción, de 2009, es “Wheels”, es decir, “Ruedas”, y básicamente es un tema clásico de rock en 4/4. Foo Fighters no son tan oscuros y depresivos como Nirvana, pero saben mantener (en parte) esa onda tan seductora que inventó y pulió Kurt Cobain y que dio en llamarse grunge.

“Ruedas”, una hermosa melodía y una gran interpretación, me recuerda siempre a un verso de una obra de teatro de un tal William Shakespeare (que no leí, pero me contaron): el viejo rey Lear, que está en una fuerte bajada del destino, le habla a su hija Cordelia (de las tres hermanas, la única que no es tremenda arpía) y le dice que está atado a una rueda de fuego, y que sus propias lágrimas lo queman. La rueda de fuego es, por supuesto, una imagen del destino, que nos lleva hacia arriba y hacia abajo sin que podamos desatarnos. El lado bueno sería: si hoy estamos en el fondo, solo cabe ir mejorando.

Y de eso habla la canción: estamos en el fondo del pozo, pero estamos buscando una razón, algo para creer en el futuro. “Este es nuestro comienzo que llega a un final.” Sentimos que todo está perdido, pero eso es señal de que la rueda llegó al piso y que el futuro nos mostrará un cielo despejado: hay otra ronda para vos, o al menos, un nuevo round para seguirla peleando.

Evidentemente, también en 2009 los Foo Fighters estaban pensando en los resultados electorales: los metaleros son videntes, todos lo sabemos.



Wheels

I know what you're thinkin'
We were goin' down
I can feel the sinkin'
But then I came around

And everyone I've loved before
Flashed before my eyes
And nothin' mattered anymore
I looked into the sky

Well I wanted something better man
I wished for something new
And I wanted something beautiful
And wish for something true
Been lookin' for a reason man
Something to lose

When the wheels come down
When the wheels touch ground
And you feel like it's all over
There's another round for you

Know your head is spinnin'
Broken hearts will mend
This is our beginning
Comin to an end

Well, you wanted something better man
You wished for something new
Well, you wanted something beautiful
Wished for something true
Been lookin for a reason man
Something to lose

When the wheels come down
When the wheels touch ground
And you feel like it's all over
There's another round for you
Ruedas

Sé lo que estás pensando.
Estamos en bajada.
Puedo sentir cómo todo se hunde,
pero entonces regresé

y cada uno a quien amé antes
relampagueó ante mis ojos
y ya nada importaba,
miré el cielo.

Bueno, amigo, quería algo mejor,
deseé algo nuevo
y quería algo hermoso
y deseé algo verdadero.
Estoy buscando una razón, hermano,
algo que perder.

Cuando las ruedas bajan,
cuando las ruedas tocan fondo
y sentís que todo terminó,
hay otra vuelta para vos.

Sé que tu cabeza da vueltas,
los corazones rotos se arreglarán.
Este es nuestro comienzo
que llega a un final.

Bueno, querías algo mejor, hermano,
querías algo nuevo.
Bueno, querías algo hermoso,
deseabas algo verdadero.
Estás buscando una razón, hermano,
algo que perder.

Cuando las ruedas bajan,
cuando las ruedas tocan fondo
y sentís que todo terminó,
hay otra vuelta para vos.



Y eso es todo por hoy. Me reseteo hasta la segunda vuelta o, en su defecto, hasta la semana que viene, cuando cambie pasado por futuro y los reciba con una nueva canción que nunca escucharon pero tal vez les suene.



DJ Vago

martes, 20 de octubre de 2015

[144] Por eso tengo el corazón mirando al


“Sur”, de Homero Manzi y Aníbal Troilo (1948)



Termina hoy, por fin, la extensa serie “Tango/Drama”, en la que alterné tangos de ley con temas en inglés que tienen, tal vez, un aire de tango, aunque solo sople en mi cabeza. Todas fueron, de alguna manera, canciones de amor sufriente; aunque lo más correcto sería decir que todos fueron, con seguridad, temas sobre el tiempo, sobre la tremenda e insuperable barrera que nos separa de lo que ya fue (tanto si pasó veinte años atrás como si ocurrió hace tres segundos). Y el tango de hoy, de alguna manera, también se siente como una canción de amor, aunque es, principalmente, un himno a la nostalgia: la más perfecta canción de nostalgia que se haya escrito jamás (por supuesto, esto que digo es muy discutible, pero como mis lectores, no sé por qué, suelen ser ahorrativos en el esfuerzo (por no decir holgazanes), anticipo que no escucharé muchas protestas).


Para terminar, entonces, uno de los tangos más famosos, de dos de los mayores próceres del género, que eran además muy amigos entre ellos: el genial bandoneonista y compositor Aníbal Troilo (Pichuco, para los amigos), y el increíble poeta Homero Manzi, que, al menos por estos lares, tiene un club de fans que envidiaría Justin Biever (y eso que Homero le da el changüí de haber muerto hace más de cincuenta años).

(En las imágenes: Aníbal Troilo primero, Homero Manzi después. Más abajo, Troilo con Goyeneche.)



Me dijo una amiga que Manzi llegó a juntar más de cincuenta versiones de la letra de este tango, a medida que corregía un verso, cambiaba una palabra, retocaba una idea. Cincuenta versiones, para un poema de cien palabras. Y lo creo, porque el autor logró a la vez profundidad y síntesis, vuelo y justeza: cada palabra parece insustituible, cada imagen dice montón de cosas con un puñadito mínimo de sílabas. 

Esto que digo puede parecer chupamedismo, pero les juro que es así. Por dar solo un mínimo ejemplo, Homero menciona como al pasar “una luz de almacén”, y con eso solo ya nos da a entender (sin necesidad de mencionarlo), que es de noche, que el lugar que describe está en un suburbio despoblado y cuasi desierto (donde hay una sola luz, un solo comercio), y hasta le alcanza con calificar esa luz: una luz amarillo-anaranjada, no muy brillante, tentativa, interior, de almacén de barrio (no es un reflector de shopping, digamos). Lo único que no me convence de la letra es la rima entre “estrellas” y “querellas”. Tal vez si Manzi hubiera hecho diez o veinte versiones más del poema, encontraba una palabra mejor que “querellas”, para ese verso. Pero lo perdono.

Otro ejemplo notable de la genialidad de HM es el primer verso del estribillo: “Sur, paredón y después”. Tal vez sea mi verso de tango favorito. Un poeta puede armar muy buenos versos (escuchen en el link de abajo, por ejemplo, la letra de “El corazón al Sur”, de Eladia Blázquez); pero hay que ser un poeta-poeta, un genio de verdad, para largar un verso como “Sur, paredón y después”. “Paredón y después” funciona como una definición del Sur (que es, a la vez, un lugar físico, el sur de la ciudad de Buenos Aires, y un lugar mental: el pasado de la juventud); en ese sur hay un paredón y un después. ¿Después qué?, me pregunté durante años: la oración no puede terminar así. ¿Qué hay después? Nada. La oración se detiene allí, al igual que el pasado. Después del sur solo hay más sur (el “sur” que inicia el verso siguiente). Entre ese pasado (tan real que lo llena todo) y este presente inconsistente (que ni vale la pena mencionar) hay un enorme, infranqueable paredón.

(Esto me recuerda algo que no leí (pero me contaron): el muro que divide, en los libros de Terramar de Ursula Le Guin, a los vivos y a los muertos, y que solo se puede visitar en sueños (o al morir). Ese paredón, al igual que el del tango, divide a fuego las regiones del mundo con una frontera que está hecha (como en el tango) de un material más duro que el diamante: tiempo.)

A la vez, mientras uno va avanzando por los versos de “Sur”, se va imaginando con notable exactitud los lugares descriptos: casi como que uno los va recordando, aunque no haya estado allí. El Sur es un lugar preciso (se puede, de hecho es sencillo, armar el recorrido que plantea Manzi entre Boedo, Pompeya, dar nombre a las esquinas y calles que recorre el poema) y es, a la vez, la patria de la nostalgia, y por lo tanto, puede estar en cualquier sitio.

(Esto me recuerda otra cosa que no leí (pero me contaron): un cuento de Carlos Schlaen en que un esquimal que asiste, por casualidad, a un curso de idioma español donde le hacen escuchar el tango “Sur”, llega a la conclusión que Homero Manzi compuso el poema pensando en Alaska, y tras mucho buscar, encuentra la esquina precisa en que Manzi compuso el tango “Sur”, allí en la ciudad de Anchorage.)

“Sur” es, además, el tango de nombre más breve, junto con “Uno”. Pero como “Uno”, paradójicamente, tiene dos sílabas, considero que “Sur” es más corto. Esa palabra tan mínima y tan (gracias a la U) oscura en su sonar, lúgubre, fue excelentemente aprovechada por Troilo en la música: la sílaba “sur” vibra interminable, como diría Lorca, con el duende de la tierra, oscuro y amenazador: un lamento que es como una sirena, como un llanto, como una exclamación de fatal seguridad.

Yo creo que un tango como “Sur” marca, sí o sí, un antes y un después. Después de “Sur”, tangos como los que se componían y cantaban en los años 30 solo pueden ser “arena que la vida se llevó”. Y me pregunto qué hubiera pasado, por ejemplo, si el maldito avión de Gardel hubiera aterrizado y él hubiera llegado a cantar, quince años después, “Sur”. Con eso solo, Gardel se hubiera convertido en un cantor diferente (no técnicamente mejor, pero claramente distinto). Pero bueno, corto acá, no quiero irme por las ramas (sobre todo, porque me canso).

Si leen primero la letra de “Sur”, antes de escuchar el tango, podrán detenerse lo suficiente en cada verso para notar cómo se van acumulando, como gota a gota, imágenes que apelan a todos los sentidos: imágenes visuales (“tu melena de novia en el recuerdo”, “recostado en la vidriera y esperandoté”), sonoras (“tu nombre flotando en el adiós”), táctiles (“tus veinte años temblando de cariño / bajo el beso que entonces te robé”), olfativas (“un perfume de yuyos y de alfalfa / que me llena de nuevo el corazón”), y todas esas imágenes, concisas, precisas, van trazando un mapa, una geografía de la nostalgia, a medida que el cantor camina junto con su joven amada las calles de ese suburbio desolado pero contenedor, en una noche estrellada que es como si la estuviera viendo.

Y la canción termina expresando una terrible certeza: que todo eso que se venía describiendo ya no existe, que “todo ha muerto, ya lo sé”. Y sin embargo, ese verso final suena a mentira: el Sur, aunque solo persista en el recuerdo, está más vivo que cualquier presente y que cualquier futuro. Nosotros podemos morir, y aun así el Sur seguirá allí, imborrable, recreado, latente.

Porque el Norte es el que ordena y uno apunta al Norte (el futuro, la intención, el sueño), pero cuando el tiempo entra a tallar con su baraja fulera, no es que “el Sur también existe”, como proponía modestamente Benedetti: el Sur (el pasado, la memoria, el amor que nos marcó, lo que somos por lo que fuimos) es lo único que hay, la sola certeza cardinal que nos constituye.

Elegí la versión de la orquesta de Pichuco pero no la de Edmundo Rivero, sino la cantada por Goyeneche. Porque el polaco sabe (como dije unas semanas atrás) cómo darle a cada sílaba su tono y su peso, y sabe poner el sur en “sur” y la arena en “arena”. Si no les gusta esta versión, bien podría aplicarles la frase de Ygritte en Game of Thrones (no lo vi, pero me lo espoilearon): “You know nothing, Jon Snow”.






Sur

San Juan y Boedo antiguo y todo el cielo
Pompeya y más allá la inundación,
tu melena de novia en el recuerdo
y tu nombre flotando en el adiós.

La esquina del herrero, barro y pampa,
tu casa, tu vereda y el zanjón
y un perfume de yuyos y de alfalfa
que me llena de nuevo el corazón.

Sur, paredón y después.
Sur, una luz de almacén.
Ya nunca me verás como me vieras,
recostado en la vidriera
y esperandoté.
Ya nunca alumbraré con las estrellas
nuestra marcha sin querellas
por las noches de Pompeya.
Las calles y las lunas suburbanas
y mi amor y tu ventana,
todo ha muerto, ya lo sé.

San Juan y Boedo antiguo, cielo perdido,
Pompeya y al llegar al terraplén
tus veinte años temblando de cariño
bajo el beso que entonces te robé.

Nostalgia de las cosas que han pasado,
arena que la vida se llevó,
pesadumbre del barrio que ha cambiado
y amargura del sueño que murió.

Sur, paredón y después.
Sur, una luz de almacén.
Ya nunca me verás como me vieras,
recostado en la vidriera
y esperandoté.
Ya nunca alumbraré con las estrellas
nuestra marcha sin querellas
por las noches de Pompeya.
Las calles y las lunas suburbanas
y mi amor y tu ventana,
todo ha muerto, ya lo sé.


Bonus track, para que escuchen otro tema sobre la nostalgia pero con una onda muy distinta (distante) de “Sur”, por más que retome la misma dirección: “El corazón al sur”, de Eladia Blázquez, por Rubén Juárez:



Y eso es todo. La semana que viene comenzaré la última serie de la temporada (potencialmente: la última serie de este blog y mi retiro), que de alguna manera se centrará también en el tiempo, pero en una dirección distinta de la que vive en el tango.

Mientras sigo buscando la siesta que la vida se llevó, los saludo hasta el futuro y más allá:


DJ Vago

martes, 13 de octubre de 2015

[143] El lenguaje me deja en silencio


“No more I love you´s”, por Annie Lennox (1995)


A mi hijo no nacido: no siempre fui silencioso. Solía hablar y hablar y hablar y hablar, no podía cerrar la boca; el silencio me conquistó como un cáncer, fue en una de mis primeras comidas en América, intenté decirle a la mesera “La forma en que me pasó ese cuchillo me recordó a…” pero no pude terminar la oración, su nombre no salió, intenté nuevamente, no salió, ella estaba encerrada dentro de mí, qué extraño, pensé, qué frustrante, qué patético, qué triste, saqué una lapicera de mi bolsillo y escribí “Anna” en mi servilleta, ocurrió de nuevo dos días después, y otra vez al día siguiente, ella era lo único de lo que quería hablar pero seguía sucediendo, cuando no tenía una lapicera escribía “Anna” en el aire (al revés, de derecha a izquierda, así la persona con quien estaba hablando podía leer), cuando estaba al teléfono tocaba los números (2 6 6 2) así la persona podía oír lo que yo mismo no podía pronunciar. “Anda” fue la siguiente palabra que perdí, probablemente porque estaba tan cerca de su nombre, qué palabra tan sencilla para perderla, tenía que decir “animación”, lo que sonaba ridículo, pero así era, “Este reloj animación adelantado”, nadie elige volverse así. “Quiero” fue una palabra que perdí rápido, lo que no quiere decir que dejara de querer cosas (quería las cosas más que nunca), solo dejé de poder expresar que las quería, así que en vez de eso decía “deseo”, “Deseo dos medialunas” le decía al mozo, pero no era exactamente así, el significado de mis pensamientos comenzó a flotar alejándose de mí como las hojas que caen de un árbol al río: yo era el árbol, el río era el mundo. (…)

Jonathan Safran Foer, en su novela Extremadamente fuerte e increíblemente cerca; comienzo del capítulo “Por qué no estoy donde tú estás”


Como penúltima entrega de mi larguísima serie “Tango/Drama”, cierro la mitad dramática con “No más te quieros”, de Annie Lennox, así dejo un tango para el tiro del final (que seguro no me va a salir).

La canción no es de Annie sino de una ignota banda, The Lover Speaks (Habla el amante); pero Annie la hizo famosa nueve años después, en 1995 (en su segundo disco solista, Medusa), con su versión mejor cantada, mejor actuada y más memorable que la original (que no está mal, igual: abajo incluiré el link, si junto ganas).



A mí me encanta la escocesa Annie Lennox: en Eurythmics no me llamaba mucho la atención, pero luego como solista hizo, en mi humilde opinión, excelentes canciones, teatrales, dramáticas y bien cantadas.



Escuchen, lean y miren el clip, en el que Annie demuestra todo lo que se puede decir con la mirada y que bordea lo bizarro, borda lo teatral y bardea lo inquietante (con un toque cuasi David Lynch, en la oposición entre esas bailarinas trans que hacen los coros y esos espectadores que van de inmutables a macabramente alegres):



No more I love you´s

I used to be lunatic from the gracious days
I used to be woebegone
and so restless nights
My aching heart would bleed
for you to see
Oh but now...
(I don't find myself bouncing home whistling buttonhole tunes to make me cry)

No more "I love you”'s
The language is leaving me
No more "I love you”'s
Changes are shifting outside the word

(The lover speaks about the monsters)

I used to have demons
in my room at night
Desire, despair, desire...
so many monsters!
Oh but now...

(I don't find myself
bouncing home whistling buttonhole tunes to make me cry)

No more "I love you's"
The language is leaving me
No more "I love you's"
The language is leaving me in silence
No more "I love you's"
Changes are shifting outside the word


(They were being really crazy
They were on the come.
And you know what mummy?
Everybody was being really crazy.
Uh huh. The monsters are crazy.
There are monsters outside.)

No more "I love you's"
The language is leaving me
No more "I love you's"
The language is leaving me in silence
No more "I love you's"
Changes are shifting outside the word
Outside the word
No más te quieros

Solía ser una lunática de los días de gracia
solía sentirme desconsolada
y tan inquieta en las noches,
mi doliente corazón sangraba
para que tú lo vieras,
Oh, pero ahora...
(No me encuentro volviendo a casa mientras silbo melodías pegadizas para hacerme llorar)
No más te quieros,
el lenguaje me está abandonando.
No más te quieros,
Los cambios se mudan fuera de la palabra.

(El amante habla sobre los monstruos)

Solía tener demonios
 en mi habitación de noche,
Deseo, Desesperación, Deseo,
¡tantos monstruos!
Oh, pero ahora...

(No me encuentro volviendo a casa mientras silbo melodías pegadizas para hacerme llorar)

No más te quieros,
el lenguaje me está abandonando.
No más te quieros,
El lenguaje me está dejando en silencio.
No más te quieros,
Los cambios se mudan fuera de la palabra.

(Voz en off, muy bajito:)
(Estaban todos verdaderamente locos, se iban para arriba,
¿y sabes qué, mamá?
Todos estaban verdaderamente locos,
oh, los monstruos están locos,
hay monstruos fuera.)

No más te quieros,
el lenguaje me está abandonando.
No más te quieros,
El lenguaje me está dejando en silencio.
No más te quieros,
Los cambios se mudan fuera de la palabra.
Fuera de la palabra.


Si esta canción fuera un tango (ya sé, ya sé que no lo es, no protestes), sería un tango de los filosóficos, de los de Discepolo. Porque el tema de esta canción es súper tanguero (el amor quedó en el pasado, el hoy es solo decepción y soledad), pero se expresa en una forma a la vez sencilla y terrible: no solo perdí el amor, sino que estoy perdiendo la capacidad de decir “te quiero”, estoy perdiendo el lenguaje. El amor no era todo alegría y felicidad, nada que ver: era locura, sufrimiento e inquietud (“mi doliente corazón sangraba para que lo vieras”), era tener la habitación llena de monstruos cuando caía la noche (“Deseo, Desesperación, Deseo… ¡tantos monstruos!). Pero el hoy es mucho, mucho peor que eso: es ver cómo los cambios suceden fuera del lenguaje, es ya no poder decir nunca más te quiero ni siquiera si queremos un triste té. El ayer fue amar y sufrir (después partir, etcétera), pero el hoy es quedarse en silencio, y eso, queridos lectores, es lo más pior quihay.



En síntesis: para ser una canción con coritos tarareados y con bailarinas trans en tutú haciendo caripelas en el videoclip, es bastante tremenda y tremendamente triste. Pero, en mi opinión, una gran canción. La moraleja, si la hay, sería: aprovechen a decir hoy los te quieros que tengan que decir, porque mañana nunca se sabe.



Como cierre, va el clip original de la banda The Lover Speaks (“Habla el amante”): es casi igual, pero igual no es lo mismo que lo que hace Annie.


Y eso es todo por hoy: los ojos locos se me cierran y mi habitación se llena de monstruos pero no les doy la menor bola porque el lenguaje me abandona y llega la ansiada hora de mi siestaza diaria, de la que me levanto solamente para poder irme a dormir.

Hasta la próxima locura, los dejo en compañía del silencio:

DJ Vago