“Cuando digo futuro”, de Silvio Rodríguez (1977)
Hoy termina por fin la tercera temporada.
Creo que tengo que revisar mi idea de temporada, porque esta duró más de un año: el primer posteo (el
101), sobre Gilda y “No me arrepiento de este amor”, es del 2 de diciembre del
año pasado.
Si algún despistado cae a este blog por esta entrada, le
cuento que aquí se comenta un tema musical por semana. En algunas semanas en
que me siento particularmente energético, dos temas (por eso en la tercera
temporada comenté 56 temas en lugar de 50). En mi barrio me dicen el Ecléctico,
así que en el blog entran temas de prácticamente todos los géneros musicales,
del tango al heavy metal, del rap a la música clásica, zambas y temas pop,
romances medievales, arias de ópera, música celta y bolero, jazz y cumbia. Es
que tengo la mente tan abierta que a veces me descuido y se me cae el cerebro.
En las 150 entradas del blog no encontrarán reguetón ni
Arjona. Como expliqué alguna vez en los comienzos de este proyecto, esta
carencia no se debe a una cuestión de principios: si alguna vez algún
reguetonero o Ricardo deciden componer una canción buena, con mucho gusto la
comentaré en el blog. Pasaron tres años y no sucedió, pero bueno, la esperanza
es lo último que se pierde etcétera. Quién te dice que el año que viene llega
una cebra sin rayas al Serengueti y te hace tirar al tacho las teorías.
Tampoco le hice asco a ningún idioma. Todos los temas,
cuando tienen letra, están presentados en su idioma original y con la
traducción correspondiente al castellano. En el blog hay temas en dieciocho
idiomas, lo cual no sé a ustedes, pero a mí me impresiona de mí mismo: español,
inglés, catalán, francés, portugués, chino, alemán, italiano, vasco, danés,
ruso, gaélico, japonés, latín, zulú, árabe, manx (sí, es un idioma), escocés. Y
no estoy contando el cordobés y el dialecto aserejé.
Así y todo, si hubiera una cuarta temporada, tengo en
carpeta mental temas en gallego, sueco, polaco, griego, quechua y guaraní.
Sigue habiendo deudas en el blog. Es inevitable. Hay
folclore, pero poco. Janis Joplin, los Rolling Stones, los Redondos, Chopin,
Bob Dylan y unos cuantos más siguen esquivando aparecer, increíblemente.
Pero bueno. Este año fui a verlo a Serrat, perdí un trabajo
y empecé otro, fui esponsoreado generosamente otra vez por mis seis hermanas,
mi costado vasco se volvió un poco más terco y mi costado catalán un poco más
amarrocador. Y me cansé. Me cansé mucho. Bah, como todos los años.
No sé si valió la pena hacer este blog y, sobre todo,
hacerlo durar tanto; 150 entradas es más de lo que puede leer en un día el más
experto booktuber adolescente. Sé que
tuve algunas semanas buenas, en los tres años: y cuando coincidió una semana
buena mía con un tema musical memorable (por lo bueno, por lo bizarro, por lo
extraño o lo sorprendente), el resultado fue una entrada potable. Las entradas
potables están ahí en algún lado, se los juro: búsquenlas y las encontrarán.
Sé que no hay muchos lectores del blog, pero fueron, a lo
largo de los tres años, muchos más de los que esperaba. A todos ellos, incluso
a los que solo pasaron una semana y se fueron escandalizados, muchas gracias
por su atención.
Y me doy cuenta de que estoy largando, además de un
autobombo feroz, un tono de despedida, y es que hoy realmente no sé si volveré
para una nueva temporada. Quizás sí, pero no sé cuándo. Mi cuerpo agotado ya no
se conforma con la típica siesta de cuatro horas: me pide hibernar. Y los Vagot
agarramos viaje, cuando nos convidan a descansar.
Hablando de convidar: basta de cháchara y vamos nomás con el
tema semanal, que cierra la serie “Cuando digo futuro” y que se titula,
redundantemente, “Cuando digo futuro”, de Silvio Rodríguez, que apareció en el
disco Cuando digo futuro, de 1977 (el
tema lo había compuesto unos años antes, igual).
A mí me encanta Silvio. No solo hizo canciones memorables:
tiene esa voz tan particular, que será de las voces que más extrañaré en el
mundo, si alguna vez me falta.
“Cuando digo futuro” es una larga invitación; la canción
abre y cierra con ella: “te convido a creerme cuando digo futuro”. A pesar de
lo que nos dijeron los Sex Pistols la semana pasada, o nos dieron a entender
Black Sabbath o la Bersuit en semanas anteriores, sí habrá un futuro.
Silvio no
puede asegurarlo, pero nos convida a creerlo, y aunque considera que debería
alcanzarnos con su palabra al respecto, igual nos da, por las dudas, una serie
de argumentos para fundamentar la existencia de ese futuro que no nos parece
muy probable.
Así, la cercanía de la naturaleza (la tierra, la lluvia, la
savia) y la realidad física del ser humano (mis ojos, mi cuerpo, mis manos) se
vuelven argumentos a favor del futuro: el mundo seguirá existiendo, por más
desastres que nos impongan los que se adueñaron de él. “Hay 20.000 nuevas
semillas en el valle desde ayer”, y no pueden evitar que broten.
Pero también hay razones sociales en favor del futuro: somos
personas que se juntan en pos de lograr el futuro. Los “restos de desesperados”
y la “paciencia” son también una esperanza de futuro, “y queda más”: la lista
no está completa, hay más cosas que no es necesario, y tal vez ni siquiera es
posible, decir.
El mundo del presente feroz está hecho de hierro y de roca,
pero debajo de él late un “país de pan”, algo blando y vivo, suave pero
imparable. Y los hierros se fundieron ya.
La última estrofa presenta a los niños y a los jóvenes en
acciones cotidianas: no necesitan hacer nada espectacular, no necesitan salvar
el mundo: lo están salvando solo con reír o con tener sueño o con caminar o con
arreglar una pollera, porque “es importante desde un niño hasta el largo de un
vestido”. Ser humanos sencillos y honestos en nuestra humanidad es, para
Silvio, lo que nos permite creer que habrá un futuro.
Él lo cree, y nos convida a creerlo también, a pesar de
todo.
Y la canción termina con esa invitación, cantada en una
forma memorable, que eriza los pelos: uno de los 20 versos mejor cantados en la
historia de la canción mundial, en mi ránking.
Cuando digo futuro
Te convido a creerme
cuando digo futuro.
Si no crees mi
palabra, cree en la angustia de un grito,
cree en la tierra,
cree en la lluvia, cree en la savia.
Te convido a creerme
cuando digo futuro.
Si no crees en mis
ojos, cree en el brillo de un gesto,
cree en mi cuerpo,
cree en mis manos que se acaban.
Hay veinte mil nuevas
semillas en el valle desde ayer.
Hay restos de
desesperados, hay el hombre y la mujer.
Los hierros se
fundieron ya,
hay la paciencia y
queda más.
Hay un país de roca en
ruinas bajo otro país de pan,
hay una madre que
camina codo a codo con su clan.
Los hierros se
fundieron ya,
hay la paciencia y
queda más.
Hay cuatro niños ahora
mismo sonriendo en una playa
y en la trastienda de
una bala un militar que no ha dormido.
Y aquella misma
muchachita vuelve a recortar su saya.
Es importante desde un
niño hasta el largo de un vestido.
Los hierros se
fundieron ya,
hay la paciencia y
queda más.
Yo te convido a
creerme
cuando digo futuro.
Y así termina esta tercera temporada (en los próximos días, como
un exceso de laboriosidad, incluiré un índice completo de las tres temporadas).
No me extrañen. O sí extráñenme, qué sé yo, hagan lo que
quieran. Lo único que puedo proponerles es que crean en el futuro, esté o no
esté yo en él.
Hasta entonces,
DJ Vago
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