“Eleanor
Rigby”, de The Beatles, en su álbum Revolver
(1966)
Esta semana, como tercera entrega de la
serie “Dime cómo te llamas”, vamos con un famosísimo tema de los Beatles. Sería
aventurado decir que es el más famoso (teniendo ellos tantos), pero sí tiene la
curiosidad de ser la canción más versionada de todos los tiempos, seguida no
muy lejos por “Ne me quitte pas”, “Summertime” y “Que los cumplas feliz”.
La canción en cuestión es “Eleanor Rigby”.
Si bien el tema aparece como compuesto por Lennon/McCartney, esta es una
canción de Paul. John Lennon hizo un par de aportes en palabras concretas, pero
el tema, la letra y todo es puro (y el mejor) McCartney. Las canciones de
Lennon siempre tuvieron una onda de autoayuda alegre, él nunca habría hecho un
tema como este. George y Ringo también hicieron mínimos aportes, pero esta
canción es de Paul, e incluso lo demás se solían referir a ella como “el bebé
de Paul”: la canción mimada, la favorita. Una canción extraña, que marcó sin
dudas un antes y después en la historia de los Beatles, y del rock todo.
Porque el tema de esta canción es la gente
sola, los solitarios. Que una banda de rock tome este tema, tan poco glamoroso
y tan bajón, es algo rarísimo. Que el resultado sea una canción tan buena como
esta, sería imposible para cualquiera excepto para The Beatles.
Sí hay y había canciones “dark” con
cementerios y tumbas; por ejemplo, justo cuando salió esta canción, en los
topes de los charts estaba “Paint it black”, the los Rolling Stones, que no es
nada alegre y tiene su escena de autos negros en el cementerio. Pero acá
hablamos de gente común y gris, de una solterona, de un cura de pueblo: gente que
cuando muere nadie va al entierro, y cuando vive nadie los visita. Sin hijos,
sin parientes, sin amigos.
Mi tío Joan, a partir supongo de escuchar
“Eleanor Rigby”, hizo una canción titulada “La tieta”, que describe, en forma
descarnada y brillante, la vida y muerte de la tía solterona de la familia.
Pero musicalmente, la canción es pesada, lenta, y francamente aburrida (y eso
lo digo yo, que lo adoro al tío). En cambio Paul compuso un tema genial,
pegadizo, sobre una escala dórica que va bajando de semitono en semitono en
cada tiempo fuerte del compás. Martin, el arreglador de los Beatles, completó
el efecto con un contundente cuarteto doble de cuerdas (dos violonchelos, dos
violas, cuatro violines) que toca en staccatto (es decir, no ligando una nota
con otra, sino cortando el sonido, para que cada nota quede sola y seca,
separada de la siguiente). No voy a hacer ningún descubrimiento si digo que
Paul es un gran músico (así como lo fue John, pero a mí siempre me gustaron más
las canciones que muestran la impronta de McCartney). Pero lo digo igual: qué
gran músico.
(En cambio, Ringo Starr, por ejemplo, era un baterista malísimo, pobre. En esta canción no aparece, y no se lo extraña para nada. A veces pienso qué bárbaros (más) hubieran sido los Beatles si hubieran tenido un baterista copado, tipo Keith Moon.)
Y qué letra.
Eleanor Rigby, ese nombre sonoro,
súperirlandés, parece contener en sí toda la historia de ese personaje. Como si
la letra de la canción lo único que hiciera es desarrollar esa historia ya
contenida en el nombre propio.
Stat
pristina rosa nomine / nomina nuda tenemus, me
interrumpe mi hermana la tercera que dijo un monje benedictino y después un
escritor italiano. Asiento con la cabeza y espero, porque seguro que ahora
viene la traducción, mi hermana no se aguanta sin traducir una cita en latín.
Ahí está, ya sabía: “La rosa primera está en el nombre / solo tenemos nombres
desnudos”. Ajá.
La canción consta de solo tres estrofas,
conectadas entre sí por una especie de doble estribillo: el que encabeza la
canción (“Ah, mira a todos los solitarios”) y el que, tras repetir ese mismo
verso, pregunta de dónde es que vienen y adónde pertenecen los solitarios.
El comienzo es notable:
Ah, look at all the lonely people!
Uno se imagina frente a una llanura llena
de gente solitaria. Como si pudiera, en el ojo de un Aleph, observar a todos
los solitarios del mundo al mismo tiempo. Y son muchos, más de los que
creeríamos o querríamos que fueran. Y el cantor nos los muestra a todos, cual
un diablo que ofreciera el mundo entero desde la cima de una montaña (“Tibi dabo...”, cita mi hermana la
tercera, pero ya no le doy bola).
Pero enseguida comienza la primera estrofa,
y de ese mar de gente solitaria se cuenta únicamente la historia de dos:
Eleanor Rigby primero, y el padre McKenzie después. Eleanor es una solterona
que va todo el tiempo a la iglesia y que levanta del suelo el arroz, cuando
terminan las bodas; una imagen genial, pues remite por un lado a la pobreza de
Eleanor y a su “vivir en un sueño”, a soñar que vive una vida diferente de la
suya, que está por llegar el encuentro con ese alguien (desconocido) a quien
espera junto a la ventana, con una máscara de circunstancia que esconde su
verdadera tristeza.
Eleanor
Rigby
levanta
el arroz en la iglesia
después
de una boda.
Vive
en un sueño,
espera
en la ventana llevando la cara
que
guarda en un jarro junto a la puerta.
¿Para
quién es?
La segunda estrofa introduce el segundo
protagonista de la canción, la contraparte masculina de Eleanor, igualmente
irlandés, igualmente solitario: un cura de pueblo, el padre McKenzie. Paul
pensó de entrada usar su propio apellido para ese personaje, y que fuera el
“padre McCartney”, pero imaginó que la gente que escuchara la canción iba a
pensar que estaba hablando de su propio padre, en lugar de un cura desconocido,
así que decidió buscar otro apellido.
El padre McKenzie prepara su sermón
dominical que dirá en una iglesia vacía, zurce sus propias medias en la noche,
siempre solo... ¿Por qué le importa? ¿Y qué le importa? Quién sabe.
Me parece genial, también, esa onda
irlandesa, católica y decadente, que sobrevuela la canción, y que se logra
apenas con los nombres de los personajes, un par de imágenes y la mención de la
palabra “iglesia”.
El
padre McKenzie
escribe
las palabras de un sermón
que
nadie oirá.
Nadie
se acerca.
Míralo
trabajar,
zurce
sus medias en la noche
cuando
no hay nadie allí,
¿qué
le importa?
Y en la tercera estrofa, estos dos
personajes tan grises se encuentran o, mejor dicho, se terminan de
desencontrar. Eleanor Rigby muere (su muerte es exactamente como su vida,
intrascendente y común, solitaria) y es enterrada en la iglesia de McKenzie.
Este, suponemos, dirá unas palabras en la ceremonia, aunque no haya nadie más
allí, enterrará él mismo a la pobre mujer y luego se sacudirá la tierra de las
manos y se alejará, sabiendo (él y todos) que nadie fue salvado esa mañana.
Y la canción termina con el segundo
estribillo, el que conecta con la frase inicial y se pregunta (sin respuesta
posible) sobre ese mar de gente solitaria: de dónde vienen, a dónde van.
Todos
los solitarios,
¿de
dónde es que vienen?
Todos
los solitarios,
¿a
dónde pertenecen?
Todo esto dura apenas dos minutos y monedas (¡la duración de un tema punk!),
porque la canción es rápida e incesante. Un tema bastante depre, y sin embargo,
a pesar de que si fuera por la letra nos darían ganas de degollarnos con una
galletita de agua (o mejor, una galleta de arroz, o mejor que mejor, con el
filo de un grano de arroz, en honor a Eleanor), la canción no deja de sonar
desde hace ya casi cincuenta años, y sigue siendo cantada y reversionada por
montones de cantantes y grupos.
Es, en síntesis, una canción valiente,
porque la soledad (ese caballero andante de la muerte) es un tema más que
difícil de acompañar con música. El éxito sostenido de este tema marcó una
nueva etapa para The Beatles, que se abrieron de las puras baladas y canciones
de rock para permitirse hacer también experimentos musicales y explorar
temáticas “raras” en sus letras.
Eleanor
Rigby
Ah,
look at all the lonely people!
Ah,
look at all the lonely people!
Eleanor
Rigby
picks
up the rice in the church
Where
a wedding has been
Lives
in a dream,
Waits
at the window, wearing the face
That
she keeps in a jar by the door,
Who
is it for?
All
the lonely people
Where
do they all come from?
All
the lonely people
Where
do they all belong?
Father
McKenzie,
writing
the words of a sermon
That
no one will hear,
No
one comes near.
Look
at him working,
darning
his socks in the night
When
there's nobody there,
what
does he care?
All
the lonely people,
where
do they all come from?
All
the lonely people,
where
do they all belong?
Ah,
look at all the lonely people!
Ah,
look at all the lonely people!
Eleanor
Rigby
died
in the church and was buried
Along
with her name.
Nobody
came.
Father
McKenzie
wiping
the dirt from his hands
As
he walks from the grave
No
one was saved.
All
the lonely people,
where
do they all come from?
All
the lonely people,
where
do they all belong?
|
Eleanor
Rigby
Ah,
mira a todos los solitarios.
Ah,
mira a todos los solitarios.
Eleanor
Rigby
levanta
el arroz en la iglesia
después
de una boda.
Vive
en un sueño,
espera
en la ventana llevando la cara
que
guarda en un jarro junto a la puerta.
¿Para
quién es?
Todos
los solitarios,
¿de
dónde es que vienen?
Todos
los solitarios,
¿a
dónde pertenecen?
El
padre McKenzie
escribe
las palabras de un sermón
que
nadie oirá.
Nadie
se acerca.
Míralo
trabajar,
zurce
sus medias en la noche
cuando
no hay nadie allí,
¿qué
le importa?
Todos
los solitarios,
¿de
dónde es que vienen?
Todos
los solitarios,
¿a
dónde pertenecen?
Ah,
mira a todos los solitarios.
Ah,
mira a todos los solitarios.
Eleanor
Rigby
murió
en la iglesia y fue enterrada
junto
con su nombre.
Nadie
vino.
El
padre McKenzie
se
limpia la tierra de las manos
mientras
se aleja de la tumba.
Nadie
fue salvado.
Todos
los solitarios,
¿de
dónde es que vienen?
Todos
los solitarios,
¿a
dónde pertenecen?
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Coo bonus track, y ya que mencioné que hay millón de versiones de este tema, van un par: la de David Cook, en el reality musical "American Idol", Ray Charles y PAIN (grupo metalero under, cuyo cantante siempre parece que está cantando por última vez en su vida, antes de fenecer).
Bueno, eso es todo por hoy, me vuelvo a
escuchar en mi Winco “Eleanor Rigby”, que me acompañará alegremente toda la
semana.
Hasta la próxima,
DJ Vaguenzie
Si la verdad es depre la muerta en la Iglesia, un lugar tan importante para los irlandeses.
ResponderEliminarPero a Eleanor Rigby la salvo una canción o la inventó para hacernos pensar que de carne somos y que nos cuidemos del arroz.