“Hasta
la raíz”, de Natalia Lafourcade (2015)
La semana pasada les mentí. Bah, me equivoqué: hoy hice bien
la cuenta, y el verdadero posteo antepenúltimo es este. Así que para todos
aquellos que se lamentaron por la inminente terminación de este blog (dos
personas), bueno, aquí tienen un posteo extra para extrañarme un cacho menos.
Después de este, quedarán ahora sí solamente dos posteos más para llegar al
final de la cuarta temporada.
Que será, probablemente, la última. No porque no pueda
seguir: haciendo un breve repaso, tengo material de sobra para una quinta
temporada: ya está toda armada la temporada entera, si la quisiera hacer: tengo
pensadas y armaditas una serie de tangos, una de folclore, una de ópera, una de
canciones latinoamericanas, una titulada “quién sabe”, otra sobre la familia,
una sobre canciones basadas en libros, una nueva edición del Mundial Vago de la
Canción® (considerando que será un año mundialista, el que viene), otra sobre
hospitales, una sobre volar, una titulada “arrésteme sargento” y otra “más malo
que la peste”. Y fuera de serie, autores como Chopin, Vivaldi, Mussorgsky,
Nico, Kiesza, Aretha Franklin, Peter Tosh, Janis Joplin, Pappo. Tal vez,
incluir alguna canción en idiomas aún inexplorados en el blog, como el gallego,
el coreano y el polaco… O sea: tengo material para setenta posteos más, sin
despeinarme.
El problema es que no tengo ganas. Estoy muy cansado. 200
posteos de estos es el equivalente a escribir La guerra y la paz con un lápiz HB sobre rollos de cocina. Necesito
más tiempo libre para hacer las demás cosas que tengo que hacer en la vida.
Principalmente, dormir. Estoy sobreviviendo con apenas diez, doce horas de
sueño por día, y eso es demasiado poco para una persona como yo. Así como
Miguel Hernández decía “Herido estoy, miradme: necesito más vidas”, yo podría
decirles “Despierto estoy, miradme: necesito más siestas”.
Pero bueno, quién sabe, tal vez en algún momento me dan
ganas de continuar y estrene una quinta temporada, para beneplácito de los
cuatro gatos locos que se asoman por aquí. Nada es imposible.
Entretanto, y continuando la serie “Las diez de última”,
va la séptima canción de la serie (en la que paseamos ya por temas en catalán,
chino, inglés, castellano y francés, con una amplia variedad desde el trash-folk-épico
hasta la música clásica). En este caso, comentaré “Hasta la raíz”, de la joven cantautora
mexicana Natalia Lafourcade, primer corte de su reciente disco homónimo (Hasta la raíz, quiero decir), de 2015.
La canción fue compuesta conjuntamente entre Natalia y Leonel García (uno de
los dos integrantes de Sin Bandera).
Es una canción de amor, básicamente. La persona amada
está ausente: ya no está más. ¿Por qué? Quién sabe. Murió, se fue del país, se
fue con otra u otro, no importa: lo importante es que ya no está, físicamente
al menos, con la cantora. Tampoco es claro si la canción está dedicada a un
amante o a un hijo: por momentos parece estar hablándole a un niño. Tampoco
importa, en el fondo: es una canción de amor, eso es suficiente. Un amor que
vive en el recuerdo y que se hace presente en señales de la naturaleza, como”I´ll
be seeing you” (posteo 114, cuando hablamos de la gran Billie Holiday) o como
en “Ojalá” (posteo 31).
En una primera estrofa en la que incluye la friolera de
cinco gerundios (“cruzando”, “andando”, “amando”, “sacando”, “encendiendo”:
chupate esa mandarina, hermana tercera), la cantora nos explica que aunque
sigue haciendo su vida normal (lo que incluye ir quitándose espinas del
corazón), sigue recordando a esa persona amada. Utiliza una imagen tan extraña
como poética: cada noche, ella enciende sus sueños, y con el humo resultante
limpia los recuerdos.
Sigo
cruzando ríos
andando
selvas amando el sol
cada
día sigo sacando espinas
de
lo profundo del corazón
en
la noche sigo encendiendo sueños
para
limpiar con el humo sagrado cada recuerdo.
La segunda estrofa resalta cómo el recuerdo de él (lo
llamaré “él” por comodidad, pero no hay marcas de género para el destinatario
ni para el emisor). Decía: cómo el recuerdo de él se entrelaza con la
naturaleza y va apareciendo en todas partes; y ella, al igual que Billie en “I´ll
be seeing you”, mira la Luna, pero en la Luna lo está mirando a él, que es
dueño del pasado pero sigue presente en el recuerdo constante.
Cuando
escriba tu nombre
en
la arena blanca con fondo azul
cuando
mire el cielo en la forma cruel
de
una nube gris aparezcas tú
una
tarde suba una alta loma mire el pasado
sabrás
que no te he olvidado.
El estribillo redunda en esta idea: pase lo que pase,
seguirás en mi recuerdo, en lo profundo de mí, en “la raíz” (que por supuesto es
nuestra memoria, el órgano que nos constituye como humanos). Lo llama “mi Rayo
de Luna”, lo que nos hace dudar por un momento si el destinatario no será un
caballo purasangre o un juguete (onda el Rosebud del ciudadano Kane); pero lo
más probable es que no, que sea una persona y ella lo llame Rayo de Luna como
un apodo cariñoso (y para explicar, poéticamente, por qué no puede escaparse de
su influencia ni siquiera si atraviesa una montaña o se mete en un alto cañaveral
crecido).
Yo
te llevo dentro hasta la raíz
y
por más que crezca vas a estar aquí
aunque
yo me oculte tras la montaña
y encuentre
un campo lleno de caña
no
habrá manera, mi Rayo de Luna,
que
tú te vayas.
La tercera y última estrofa, antes de la triple repetición
final del estribillo, plantea una filosófica propuesta: lo que constituye
nuestra esencia, el eje de nuestro ser (“la clave exacta de este tejido que
ando cargando bajo la piel”) es el tiempo (pasado) y la incertidumbre, la
no-certeza respecto del propio destino, tanto en el pasado como en el presente.
O algo así. Ese “no saber” de ella, ese caminar sin rumbo sobreviviendo, es la
forma en que ella mantiene su recuerdo dentro y, así, en esa forma oblicua y
sutil, lo proteje.
Pienso
que cada instante sobrevivido al caminar
y
cada segundo de incertidumbre
cada
momento de no saber
son
la clave exacta de este tejido
que
ando cargando bajo la piel
así te
protejo: aquí sigues dentro.
A todo esto, la música es muy bella, con una onda fuertemente
folclórica (el folclore latinoamericano es la principal influencia en la obra
de Lafourcade); un tema en 4/4 sin pausa pero sin prisa, casi como una
chacarera amexicanada, lo que se resalta en la musicalización, donde una
guitarra rasgueada es la que lleva la batuta en todo momento.
El videoclip es muy lindo también: está grabado en una
sola toma, de corrido, y es un largo stage-diving,
filmado desde arriba, en blanco y negro: tras quince segundos de saludos
anónimos, Natalia se larga a la marea de manos, que la van llevando durante
todo el clip. Y mientras la van llevando, pasan cosas: la visten, la peinan (sauvage), la maquillan, vuelan burbujas,
globos, tiran agua, le alcanzan flores, se cruza con “él”, le alcanzan la
guitarra, se encuentra finalmente con él (también llevado en andas, stage-diving) y se dan un beso, las
luces se apagan un rato y al reaparecer la mantean, se va la manta y finalmente
la suben al escenario, donde la toma deja de ser cenital y ella termina la
última repetición del estribillo.
Hasta
la raíz
Sigo
cruzando ríos
andando
selvas amando el sol
cada
día sigo sacando espinas
de
lo profundo del corazón
en
la noche sigo encendiendo sueños
para
limpiar con el humo sagrado cada recuerdo.
Cuando
escriba tu nombre
en
la arena blanca con fondo azul
cuando
mire el cielo en la forma cruel
de
una nube gris aparezcas tú
una
tarde suba una alta loma mire el pasado
sabrás
que no te he olvidado.
Yo
te llevo dentro hasta la raíz
y
por más que crezca vas a estar aquí
aunque
yo me oculte tras la montaña
y encuentre
un campo lleno de caña
no
habrá manera, mi Rayo de Luna,
que
tú te vayas.
Pienso
que cada instante sobrevivido al caminar
y
cada segundo de incertidumbre
cada
momento de no saber
son
la clave exacta de este tejido
que
ando cargando bajo la piel
así te
protejo: aquí sigues dentro.
Yo
te llevo dentro hasta la raíz
y
por más que crezca vas a estar aquí
aunque
yo me oculte tras la montaña
y
encuentre un campo lleno de caña
no
habrá manera, mi Rayo de Luna,
que
tú te vayas.
Y con esto me despido hasta la próxima, avisándoles que
me iré pronto, pero que seguiré con ustedes, aunque más no sea en la forma
cruel de una nube gris.
DJ
Vago
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