“Who knows where the time goes?”, de Sandy Denny, con Fairport Convention (1969)
¿Puede una canción ser tristísima y alegre al mismo
tiempo, ser lenta y pegadiza a la vez, ser filosóficamente profunda y de lo más
sencilla, ser una de las mejores canciones de todos los tiempos y que no la
conozca casi nadie?
Y sí. Puede.
Además de lo (indirectamente) dicho, la canción que
presento hoy, locataria fiel de mi top 5 personal de canciones, fue compuesta e
interpretada por una de las más hermosas voces de la canción mundial, una
talentosísima cantautora que murió demasiado joven, con 31 años recién
cumplidos, y es considerada la primera cantautora inglesa.
(Parece absurdo, ¿no? Uno pensaría que tuvo que haber
cantautoras siempre, en un país con tanta historia musical como Gran Bretaña.
Pensar que hubo una primera cantautora y que se sabe su nombre suena muy raro,
como decir “X fue el primer delantero zurdo” o “Z fue el primero en ponerle kétchup
a las papas fritas”.)
Hablo de Sandy Denny. Probablemente no la conozcan, y eso
es a la vez triste e insólito. ¿Será la mejor cantante inglesa de todos los
tiempos? Quizá.
La pelea estará entre ella, Ann Wilson, Adele, un par más. Pero
yo le voto a Sandy dos de cada tres veces, por más que Ann Wilson me parece más
linda, como ya mencioné cuando hablé de “Barracuda” (posteo 12).
Y hablo de “¿Quién sabe adónde se va el tiempo?”, una de
las más extrañas y memorables canciones de… ¿amor? ¿Filosofía? ¿Pachorra friolenta?
Decidan ustedes mismos.
Sea lo que fuere, es una canción bellísima, conmovedora.
Si no les parece bella y conmovedora, váyanse ya mismo de acá y no vuelvan más,
ya no los quiero, ya llegó para ustedes la hora de partir.
(No, mentira, se pueden quedar, incluso si no les gusta la
canción. Claro que puede no gustarles: es una canción lenta y tristona. A mí me
eriza la piel y me enloquece, pero puedo aceptar que a otras personas no. Es
más: puede no afectarme eso. He hecho, en mi vida, de la no afectación por
conductas y opiniones ajenas una vocación.)
La letra de la canción: tres estrofas de seis versos que
repiten una misma estructura (afirmación general, pregunta; afirmación
personal, pregunta). Es una letra melancólica que gira todo el tiempo alrededor
de un tema fundamental. Bah: es EL tema. El principal tema de todos, el tema
humano por excelencia: el tiempo.
Todas las historias de amor son historias de amor y tiempo.
Todas las historias de muerte son historias de muerte y tiempo. Cada impulso humano busca recobrar el tiempo perdido, retener el amado tiempo huyente. Todo lo humano
es de tiempo, el tiempo es lo único que tenemos y a la vez no es nada, se nos
escapa, se nos escurre más incorpóreo que el aire, más vacío que un cero,
fugazmente infinito, burlonamente omnipresente, poderoso y esquivo. Es lo que
no hay. Es lo que hay.
Esta reflexión poética sobre el tiempo comienza así:
Por
el cielo atardecido, todos los pájaros se están yendo.
Pero
¿cómo saben que es su hora de partir?
Una muy buena pregunta, que no tiene respuesta (al menos,
no en la canción). En lugar de intentar responder por qué se van los pájaros migratorios
al terminar el otoño, la cantora contrapone su propia situación: ella no se va
a ningún lado. Ella se quedará frente a la chimenea, para protegerse del frío
del invierno. “No tengo idea del tiempo”, declara, y enseguida expresa y repite
la pregunta del título: “¿quién sabe adónde se va el tiempo?”.
Frente
al fogón del invierno yo seguiré soñando:
no
tengo idea del tiempo.
Pues
¿quién sabe adónde se va el tiempo?
¿Quién
sabe adónde se va el tiempo?
Una pregunta que se repetirá al final de cada estrofa y
que no tiene, como toda gran pregunta, una respuesta general, satisfactoria y definitiva.
Si se quiere una respuesta, cada uno debe ensayarla y encontrarla. Sandy no
sabe adónde se va el tiempo; yo tampoco lo sé. Arreglensé ustedes, loco.
Pero la canción, mientras tanto, sigue. La segunda
estrofa empieza con la memorable frase “sad deserted shore” (“triste costa
desierta”), que en cinco sílabas te describe un paisaje y a la vez te establece
todo un clima para la canción. Esta estrofa es más genial incluso que la
primera: ahora son los amigos los que, al igual que las golondrinas, se
marchan, y la cantora sigue allí, sin ninguna intención de irse (además, afuera
hace frío, adentro está la chimenea encendida…). “Yo no cuento el tiempo”, dice
ella, y es una maravilla de verso. Yo tampoco cuento el tiempo, Sandy. No sabés
cómo te entiendo.
Triste
costa desierta, tus inconstantes amigos se están yendo.
Ah, mas
tú bien sabes que es su hora de partir.
Pero
yo seguiré aquí, no tengo intención de irme:
yo
no cuento el tiempo.
Pues
¿quién sabe adónde se va el tiempo?
¿Quién
sabe adónde se va el tiempo?
Y la tercera y final estrofa le da un giro decisivo a la historia.
Es una estrofa romántica y alegre (sin salir del aire melancólico que envuelve
toda la canción). Ella declara: “No estoy sola mientras mi amor está cerca”, y
así sabemos que alguien la acompaña, cuando se van los pájaros y los amigos
inconstantes. Y ella sabe (no lo cree: lo sabe a ciencia cierta) que su amor
seguirá con ella hasta “la hora de irse” (si estás distraído: se está hablando
de morir, aquí, no de viajar al Caribe para pasar el invierno).
Con su amor al
lado, ella, envalentonada, desafía: “vengan nomás las tormentas heladas del invierno”,
y luego que vuelvan los pájaros otra vez: “no le tengo miedo al tiempo”. Porque
mi amor es tan fuerte, crece tanto, que vence al tiempo día a día, y lo vencerá
hasta el final y para siempre (en el posteo 105, sobre “Come what may”,
aparecía también el soneto de Quevedo sobre el amor, que es otra forma de decir
esto mismo).
Y no
estoy sola mientras mi amor está cerca.
Sé
que será así hasta que sea hora de irse.
Así
que vengan tormentas del invierno y luego los pájaros primaverales nuevamente:
no
le tengo miedo al tiempo.
Pues
¿quién sabe cómo mi amor crece?
Y
¿quién sabe adónde se va el tiempo?
Es una estrofa profundamente alegre, esperanzada, feliz,
y tiñe un poco de eso a toda la canción, que venía hasta llegar aquí más bien rumbeada
para el derrape en la tristeza más sola, fané y descangallada que uno pudiera
imaginar. En todo caso, igual se cierra sin afirmaciones, con una pregunta, con
la misma pregunta de siempre: “¿quién sabe adónde se va el tiempo?”.
Si alguno tiene la respuesta, avise. Los que no, escuchen
la canción con oído amable y arrímense al fuego, que hace frío.
Who
knows where the time goes?
Across the evening sky, all the birds are
leaving
But how can they know it's time for them to
go?
Before the winter fire, I will still be
dreaming
I have no thought of time
For who knows where the time goes?
Who knows where the time goes?
Sad, deserted shore, your fickle friends
are leaving
Ah, but then you know it's time for them to
go
But I will still be here, I have no thought
of leaving
I do not count the time
For who knows where the time goes?
Who knows where the time goes?
And I am not alone while my love is near me
I know it will be so until it's time to go
So come the storms of winter and then the
birds in spring again
I have no fear of time
For who knows how my love grows?
And who knows where the time goes?
|
¿Quién sabe adónde se va el tiempo?
Por
el cielo atardecido, todos los pájaros se están yendo.
Pero
¿cómo saben que es su hora de partir?
Frente
al fogón del invierno yo seguiré soñando:
no
tengo idea del tiempo.
Pues
¿quién sabe adónde se va el tiempo?
¿Quién
sabe adónde se va el tiempo?
Triste
costa desierta, tus inconstantes amigos se están yendo.
Ah, mas
tú bien sabes que es su hora de partir.
Pero
yo seguiré aquí, no tengo intención de irme:
yo no
cuento el tiempo.
Pues
¿quién sabe adónde se va el tiempo?
¿Quién
sabe adónde se va el tiempo?
Y no
estoy sola mientras mi amor está cerca.
Sé
que será así hasta que sea hora de irse.
Así
que vengan tormentas del invierno y luego los pájaros primaverales
nuevamente:
no le
tengo miedo al tiempo.
Pues
¿quién sabe cómo mi amor crece?
Y
¿quién sabe adónde se va el tiempo?
|
Como mencioné, Sandy murió con apenas 31 años, temprana y
trágicamente, en 1978, tras haberse golpeado la cabeza al caer por una escalera
y tras que le recetaran dextropropoxifeno, un analgésico con potenciales efectos
secundarios fatales en pacientes alérgicos, depresivos, con arritmias, que
beben alcohol o que tienen ansiedad (99% de la humanidad, bah).
Con los muchachos de la banda folk Fairport Convention,
Sandy estuvo apenas dos años, a fines de los sesentas. Si bien ella había
compuesto la canción un par de años antes, y Judy Collins (que no era nada
lenta pa los mandados, como ya vimos en el posteo 138) ya la había covereado en
el 68, es con la mencionada banda, en su excelente disco Unhalfbricking, de 1969 (aquí abajo pueden ver la tapa),
que Sandy Denny grabó la versión más famosa, la que
incluí y comenté aquí. Hubo algunos covers de grandes cantantes, como mi querida Nina Simone o Mary Black: pero nadie le llega a Sandy ni a los tobillos, al menos en lo que a esta canción se refiere.
Eso es todo por hoy: esto que ya pasó, aunque no se
hayan dado cuenta, fue el comienzo de mi despedida. Solo queda un posteo más en
esta larguísima temporada, sobre un par de canciones que también tratan, cada
una a su manera, sobre el tiempo. Y luego me iré, quién sabe adónde.
Como una oscura golondrina se aleja el
DJ
Vago
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