“Perfect
day” de Lou Reed (1972) y “Days” de David Bowie (2003)
En este día llego al posteo 200.
En este día termina la cuarta temporada.
En este día brindo sin ganas por mis seis hermanas mayores, a mi padre catalán, a mi madre vasca, a mi primo actor danés, a mis tías de nombres raros y a mis amigos conocidos y desconocidos, a quienes no creen que exista, a quienes solo cayeron por aquí equivocados, a quienes me siguen aunque no me lean, a quienes me leyeron alguna que otra vez, a quienes siempre están.
En este día me despido de todos, tal vez para siempre, probablemente hasta dentro de mucho.
Este día termina también la serie “Las diez de última”, con
la reseña de los dos temas que elegí para decirles adiós y que siguen rondando
el tema presentado la semana pasada (con
“Who knows where the time goes?”, de Sandy Denny): el tiempo.
El tiempo, recortado en su unidad más amable y cercana:
el día. Un lapso claramente definido entre que uno se despierta (por lo
general, por la mañana) y se vuelve a dormir (por lo general, de noche). Un
tiempo suficiente para hacer al menos algo, para que sucedan al menos un par de
cosas. Todo hecho importante de nuestra vida pasó cierto día, y cuando
recordamos un evento significativo, señalamos el día preciso en un calendario.
Todo día fue hoy, y todos los que fueron hoy (menos hoy) ya son ayeres, y todos
los días del futuro se convertirán, estemos nosotros o no para comprobarlo, en
hoyes. O algo así. Lo sigo pensando y mañana les confirmo.
Pero los días que nos importan son los nuestros, son los
que vivimos. Estasdos canciones, cada una a su manera, relacionan el tiempo con
el amor hacia una persona. No importa quién es esa persona (en ambas canciones
eso queda sin definir: podría ser cualquiera, un/a amante, un pariente, un
amigo o amiga). Pero esa persona lo significa todo, en ese día (que puede ser
reflejo de todos los días de la vida).
La primera canción de hoy, “Perfect day” (no hay que
saber mucho de idiomas para entender que es “Día perfecto”) es una gran canción
de Lou Reed (que murió, lamentablemente, hace un par de años). Una canción muy
morosa, demorada y lenta, y si solamente escuchamos al cantor, bastante depre.
Pero la letra es, en su sencillez apabullante, bastante alegre y no tan
transparente como simula ser.
La idea, más que simple, es describir un día perfecto, y
agradecer a quien lo hizo posible.
Si uno imagina un día perfecto, tiende a pensar en cosas
espectaculares: por la mañana ganamos el loto y nos volvimos millonarios, al
mediodía la selección ganó el mundial, al atardecer nos levantamos a un/a
supermodelo que odia el reguetón y por la noche se abolieron los Estados y se
derrumbó el capitalismo (ya sé, ya sé que esto último hace que no importe tanto
haber ganado el loto por la mañana, pero la idea se entiende, ¿no?). Un día
perfecto cortado con esa tijera tendería a no existir, o a ser extremadamente
raro. Uno podría vivir toda su vida sin pasar por un día así.
Pero esta canción nos dice, sin decirlo, que en verdad
los días perfectos no son así. Que existen. Que están a nuestro alcance. Que
los vivimos, quizá sin siquiera darnos cuenta.
La primera estrofa, en ese sentido, es genial y
terminante:
Simplemente
un día perfecto.
Beber
sangría en la plaza
y
después, cuando se pone oscuro,
vamos
a casa.
¿Eso es un día perfecto? ¿Beber sangría en la plaza y
después volver a casa? No es la descripción de una joda loca, eso es seguro.
La segunda estrofa, también genial, es una variante de la
primera:
Simplemente
un día perfecto.
Alimentar
animales en el zoológico
y
luego una película también
y
después, casa.
Acá ya se hacen dos cosas (zoológico y cine) en lugar de
una, pero igual estamos lejos de una efeméride mundial de las galaxias.
Este día perfecto es simplemente un día común (hay una
excelente canción de mi amiga Dolores O´Riordan, “Ordinary day”, si pueden
escúchenla).
Las dos estrofas no describen el mismo día, eso es claro:
son dos días distintos. Y como dice (pronunciando para el culo) mi amigo
Stephen Hawkings, “entre uno y el infinito todos los números son absurdos”, así
que estas estrofas no hablan de dos días perfectos, sino de una sucesión de
días: de cualesquiera días que pueden ser perfectos, en su cotidiana
simplicidad. Potencialmente, esos días perfectos podrían ser centenares, miles.
Pero si son días comunes, ¿qué es lo que los vuelve
perfectos?
Fácil y rápidamente comprendemos que lo hace perfecto NO
ES lo rica que estaba la sangría o que el bambi mueva la cola cuando le damos
una galletita, sino esa persona que está al lado nuestro en el pasto de la
plaza o en la butaca de al lado en el cine. Lo perfecto es esa persona, estar
con ella. Con ella es que un día común se vuelve extraordinario, que un momento
corriente se vuelve inmejorable, perfecto.
El estribillo lo recalca, aunque no lo dice abiertamente.
Él está contento de haber pasado ese día perfecto con esa persona especial
(pero en realidad, sin ella no habría existido, esa perfección diaria). Esa
persona es quien lo mantiene “enganchado”, quien lo mantiene en el aire, quien
lo mantiene aquí, pendiente de este tiempo (algunos interpretan que esta es una
canción “que está hablando de la droga”, por ejemplo la heroína; aunque esa
interpretación es posible, no me parece para nada necesaria: las personas son
la mejor droga que existe, la vida y el tiempo son más que suficientes para
volar, si se dan las condiciones adecuadas).
Oh,
es un día tan perfecto:
estoy
contento de haberlo pasado con vos.
Oh,
qué día perfecto:
hacés
que siga enganchado,
hacés
que siga enganchado.
En la tercera estrofa se redunda un poco en el “flaneur”
como fuente de felicidad: en el pasear por la ciudad sin rumbo fijo, sin
compromisos, planes ni preocupaciones, y dejar que los pasos nos lleven adonde
sea.
Qué
día perfecto.
Todos
los problemas quedaron solos.
Turistas
ocasionales a la deriva,
es
tan divertido.
Pero en la cuarta y última se profundiza un poco: lo que
esa persona especial logra, al acompañarlo, no es solamente pasarle las
galletitas o el vaso, sino hacer cambios en el interior de él: volverlo otro,
alguien mejor. Hacerlo una persona mejor, sin hacer nada particularmente
espectacular, solo acompañándolo.
Qué
día perfecto.
Hiciste
que me olvidara de mí,
pensé
que era otro,
alguien
bueno.
A la luz de este planteo, el verso final: “Vas a cosechar
lo que sembraste” deja de parecer una maldición mafiosa, y pasa a ser más bien
un buen augurio: vos fuiste buena/o conmigo, y la vida, el destino o quien sea
va a hacer que recibas también lo bueno que diste.
En fin: una hermosa canción, muy particular, sutilmente
romántica y filosófica (como la canción de Sandy la semana pasada, si se
acuerdan).
Perfect
day
Just a perfect day
Drink sangria in the park
And then later
When it gets dark,
we go home
Just a perfect day
Feed animals in the zoo
Then later
A movie, too, and then home
Oh, it's such a perfect day
I'm glad I spent it with you
Oh, such a perfect day
You just keep me hanging on
You just keep me hanging on
Just a perfect day
Problems all left alone
Weekenders on our own
It's such fun
Just a perfect day
You made me forget myself
I thought I was
Someone else, someone good
Oh, it's such a perfect day
I'm glad I spent it with you
Oh, such a perfect day
You just keep me hanging on
You just keep me hanging on
You're going to reap just what you sow.
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Día perfecto
Simplemente
un día perfecto.
Beber
sangría en la plaza
y
después
cuando
se pone oscuro
vamos
a casa.
Simplemente
un día perfecto.
Alimentar
animales en el zoológico
y
luego
una
película también y después, casa.
Oh,
es un día tan perfecto: estoy contento de haberlo pasado con vos.
Oh,
qué día perfecto:
hacés
que siga enganchado,
hacés
que siga enganchado.
Qué
día perfecto.
Todos
los problemas quedaron solos.
Turistas
ocasionales a la deriva,
es
tan divertido.
Qué
día perfecto.
Hiciste
que me olvidara de mí,
pensé
que era otro,
alguien
bueno.
Oh,
es un día tan perfecto: estoy contento de haberlo pasado con vos.
Oh,
qué día perfecto:
hacés
que siga enganchado,
hacés
que siga enganchado.
Vas a
cosechar lo que sembraste.
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Pero para completar este día (y las diez canciones en la
serie “Las diez de última”) me queda una canción más, “Days”, de David Bowie, quien
ya apareció en los posteos 24 y 146, en los que hablamos de “Modern love” y “Space
Oddity”, un grande grande de la canción mundial, quien también murió hace poco,
qué pena.
(Dato fugaz: Bowie fue productor de Lou Reed en 1972, en el
disco Transformer, que incluye el tema “Perfect day”.)
Una canción bastante nueva (del disco Reality, de 2003), muy poco conocida, con
un ritmo simpático y movido, onda reggae.
“Days” se parece a “Perfect day” en que es una canción de
agradecimiento a una persona que, para el cantor, lo significa todo.
Se diferencia en que aquí el cantor no está en su mejor
día, sino todo lo contrario: está en las últimas. Y en este momento desastroso,
recurre (una vez más) a esa persona que siempre está ahí, la que sabe que,
aunque no tiene ninguna buena razón para salvarlo, lo va a rescatar del tsunami
y lo va a apapachar. Él no sabe si antes necesitaba un amigo, pero seguro
seguro que sí necesita uno ahora, en este momento en que se está volviendo loco
y no sabe qué hacer.
Como la Cigarra de la fábula, en lo más crudo del
invierno él llama a la puerta de la Hormiga, esperando que ella sea Hor-Amiga y
lo ayude, a pesar de que claramente él no hizo nada para merecer esa ayuda.
La segunda estrofa, en ese sentido, es una genialidad de
franqueza y vulnerabilidad al palo. La estrofa plantea una referencia (tal vez
involunta) a la vomitiva canción de Bryan Adams para la malísima versión de
Robin Hood con el maderísimo Kevin Costner, “Todo lo que hago lo hago por ti”.
Pero aquí es precisamente lo contrario: “todo lo que hice / lo hice por mí”.
Todo
lo que hice
lo
hice por mí.
Todo
lo que diste
lo
diste gratis.
No
di nada a cambio
y
queda muy poco de mí.
Él fue egoísta, desconsiderado y, digámoslo, bastante
malo. No dio nada, ni promete nada: por el contrario, avisa que le queda muy
poco para ofrecer. Y sin embargo, allí está, suplicando la ayuda, una vez más,
de la Hormiga Amiga.
A quien, al menos, le reconoce el valor de que hizo, hace
y hará: le debe todos los días de su vida, y todos los días de su vida está en
deuda con ella.
Todos
los días de mi vida.
Todos
los días te debo.
O sea: una hermosa y simple canción sobre agradecerle a
quien nos salva cuando estamos en la lona, a quien hace vivible nuestra vida
sin reclamarnos todo lo que hicimos (y probablemente seguiremos haciendo) mal.
Days
Hold me tight
Keep me cool
Going mad
Don't know what to do
Do I need a friend?
Well, I need one now
All the days of my life
All the days of my life
All the days I owe you
All I've done
I've done for me
All you gave
You gave for free
I gave nothing in return
And there's little left of me
All the days of my life
All the days of my life
All the days I owe you
In red-eyed pain I'm knocking on your door
again
My crazy brain in tangles
Pleading for your gentle voice
Those storms keep pounding through my head
and heart
I pray you'll soothe my sorry soul
All the days of my life
All the days of my life
All the days I owe you
|
Días
Agarrame
fuerte,
manteneme
fresco,
me
vuelvo loco,
no sé
qué hacer.
¿Necesito
un amigo?
Bueno,
ahora sí necesito uno.
Todos
los días de mi vida.
Todos
los días de mi vida.
Todos
los días te debo.
Todo
lo que hice
lo
hice por mí.
Todo
lo que diste
lo
diste gratis.
No di
nada a cambio
y
queda muy poco de mí.
Todos
los días de mi vida.
Todos
los días de mi vida.
Todos
los días te debo.
En
dolor de ojos rojos vuelvo a llamar a tu puerta,
mi
loco cerebro enmarañado
suplicando
por tu amable voz.
Esas
tormentas siguen golpeando
por
mi cabeza y mi corazón
suplico
que alivies mi alma atormentada.
Todos
los días de mi vida.
Todos
los días de mi vida.
Todos
los días te debo.
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Y con esto cierro la temporada y el blog, en el que (abro
comillas) trabajé (cierro comillas) durante cinco años y un poquito más. Solo
quedará un posteo más, que subiré próximamente, con el índice completo de las
cuatro temporadas. Me voy para siempre o al menos hasta que me despierte, cual
Godzilla, de mi siesta milenaria para sacudir los cimientos de la música
universal pero sin que nadie me crea demasiado.
Fue un largo y bello día. Gracias por pasarlo conmigo.
DJ
Vago
Lamento haberte encontrado cuando ya te vas.
ResponderEliminarCelebro poder leerte cinco años y un poquito más, hacia atrás.
Gracias!
Gracias a vos! Lo bueno es que tenés mucho para entretenerte en retrospectiva, jaja... Saludos!
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