“El fantasma de Canterville”, de Charly García, por León Gieco (1976)
Yo también quiero terminar el año habiendo pagado todas
mis deudas (al menos las musicales), así que aquí va el posteo findeañero
prometido, que cierra la serie “Este libro me suena” (dedicada a canciones
basadas en libros) y simultáneamente continúa la serie “Fantasmas”, que
inauguré tres posteos atrás con “Cumbres Borrascosas” de Kate Bush.
Vamos pues con El
fantasma de Canterville. El libro original es de Oscar Wilde, lo publicó en
1887 y fue, imagino, una obra muy de avanzada en su momento. No lo leí, obvio,
pero se los cuento a partir de lo que me contó mi hermana la tercera: una
familia estadounidense (padre, madre, hija mayor, gemelos pieldejudas) compra el
castillo inglés de Canterville. Adinerados y pragmáticos, los yanquis pronto descubren
que su nuevo hogar viene con un tricentenario fantasma, tétrico y asustador.
Pero lejos de asustarse, nadie le da la menor bola al fantasma, que además de
ninguneado, incluso comienza a ser víctima de bromas pesadas por parte de los
traviesos gemelos, se deprime, se quiere morir (pero ya está muerto, claro);
hasta que al final la hija mayor se apiada de él y lo ayuda a descansar en paz.
La canción en cambio es bien argentina y fue compuesta
por Charly García (de quien ya comenté al menos cuatro canciones en este blog: “Canción
de Alicia en el país”, “Eiti Leda”, “Asesíname”, “Me siento mucho mejor”. Y
quizás hasta alguna más, pero me da fiaca comprobarlo). Pero este tema tiene la
particularidad de que Charly no lo compuso para Serú Girán, su grupo en ese
momento, sino para que lo cantara su amigo León Gieco. Este regalo se debió a
que León le había pedido a Charly, un tiempo atrás, que cantara él la canción “La
rata Lali”, que Gieco había compuesto pero que temía que no podría pasar por el
tamiz de la censura (y esperaba que Charly, que tenía un poco más de espalda,
sí pudiera cantar). Pero Charly se negó, aduciendo que si cantaba una canción
que aludía al Che Guevara, iría en cana con cien grilletes (la canción de la
rata Lali no menciona al Che directamente, pero incluye un personaje, el ratón
Pepón, que es líder del Frente Roedor de Liberación... hasta para los acotados
dedos de frente de los censores de entonces era obvia la referencia). Pero
Charly se quedó mal, por haberle negado ese favor a su amigo, así que compuso
esa canción para que la cantara él.
Y lo cierto es que es ideal para la onda de León, este
tema, más que para la de Serú (es una opinión nomás eh, no se enojen los fans
de uno o de otro). Porque la canción “pide” un cantor entusiasta, adolescente
(por el empuje, no necesariamente por la edad), impetuoso. Es la historia de
alguien que sufrió mucho pero que, a pesar de todo, sale adelante, y por lo
tanto considero que no debería cantarse como un tema melancólico y lento y
tristón, sino con ritmo y una cierta alegría, como en la versión de León que
elegí (no la original de Gieco en el 76, por cierto, en la que León mantenía la
onda segugiranesca que le asignó Charly a su composición; al final del posteo
estarán todas las versiones para que, si tienen energía y ganas, comparen). La
versión elegida es la del disco “15 años de mí”. Más rápida que la versión
original, más juvenil (aunque el autor ya lo era menos).
La primera estrofa es la más depre, la más adecuada para
el ritmo melanco de las versiones originales: el cantor se presenta como “un
hombre bueno” (aunque modaliza esa afirmación, pues quizá este lugar, este país
y esta época son inmunes a la bondad). Se lamenta de que “está tirado” y “nadie
se acuerda de mí”: al igual que el fantasma del libro de Wilde, pasa a través
de la gente sin que eso produzca el menor efecto en nadie (es una imagen muy
efectiva y bella esa, ¿no?).
Yo
era un hombre bueno,
si
hay alguien bueno en este lugar.
Pagué
todas mis deudas,
pagué
mi oportunidad de amar.
Sin
embargo, estoy tirado
y
nadie se acuerda de mí,
paso
a través de la gente
como
el fantasma de Canterville.
En la segunda estrofa ya se va agarrando ritmo: el cantor
se engrana, onda Violencia Rivas, y anuncia que mataría con gusto a quienes lo
han ofendido tanto... aunque su apego a la legalidad evita que se vuelva un
asesino. Esta estrofa fue censurada, en el76: le exigieron a León que cambiara “matarlos”
por “odiarlos” (ridículo cambio, no tiene sentido cómo queda la frase) y “legalidad”
por “humanidad” (tamién absurdo el resultado). La estrofa termina con dos
versos hermosos, que recuerdan (al menos a mí) a “I shall be released”, de Bob
Dylan (de quien León fue siempre fan declarado): “ahora que estoy afuera / ya
sé lo que es la libertad”.
Me
han ofendido mucho
y
nadie dio una explicación.
Ay,
si pudiera matarlos
lo
haría sin ningún temor.
Pero
siempre fui un tonto
que
creyó en la legalidad,
ahora
que estoy afuera
ya
sé lo que es la libertad.
La tercera estrofa es la más impetuosa, explota en la
boca de entusiasmo: “Ahora que puedo amarte / yo voy a amarte de verdad”. Ese
amor ya va más allá de la “careta idiota” de las convenciones sociales y de los
prójimos ajenos que solo “tiran para atrás”. Esta estrofa al menos no debería
languidecer, sería una pena.
Ahora
que puedo amarte,
yo
voy a amarte de verdad.
Mientras
me quede aire,
calor
nunca te va a faltar.
Y
jamás volveré a fijarme
en
la cara de los demás,
esa
careta idiota
que
tira y tira para atrás.
Y por fin, la última estrofa (también censurada
originalmente, le hicieron cambiar a León “acribillado en la ciudad” por “rodando
por la ciudad”) explica cómo está él ahora: si bien tuvo que morir (asesinado) muchas
veces (como la cigarra de María Elena Walsh: “tantas veces me mataron / tantas
veces desaparecí / a mi propio entierro fui / sola y llorando”), aun así siente
que es mejor haber muerto (y ser un fantasma sin sustancia pero libre) a ser
apenas “un número que viene y va”. En su ser fantasmal, él tiene en su tumba “discos
y cosas que no me hacen mal” (me encanta este verso tan de Charly, que no dice
qué cosas son esas y ni siquiera propone que esas cosas le hacen bien, sino apenas
que no lo dañan) y declara-espera-propone-ruega que ella, su amada, lo
reconozca, lo vea, lo visite a ese hogar-tumba que lo cobija para así dejar, al
menos un poco, de ser tan insustancial.
He
muerto muchas veces
acribillado
en la ciudad,
pero
es mejor ser muerto
que
un número que viene y va.
Y en
mi tumba tengo discos
y
cosas que no me hacen mal:
después
de muerto, nena,
vos
me vendrás a visitar.
En fin: una hermosa canción, que muchos conocemos muy
bien pero es bueno de tanto en tanto reescuchar.
Van, como bonus track, algunas versiones complementarias
a la elegida:
- La versión Sui Generis (la intro instrumental es
rápida, pero al comenzar a cantar la enlentecen de golpe). Antes de iniciar el
tema, Charly explica a su audiencia (con su conocida astucia de oscurecer más
que aclarar) que la canción habla de “las pálidas”. :-)
- La versión original-lánguida del jovencito León, en el disco “El fantasma
de Canverville”, con la letra censurada. https://www.youtube.com/watch?v=5_TDhWVQ4Yc
- Versión León con videoclip. Incluye fotogramas documentales de
esos años oscuros y una trama ficcional que distrae bastante de la letra: León
es un tipo al que secuestran para torturarlo y convertirlo en un robot, una historia onda
Terminator mezcla Martín Fierro.
Muy buena versión reciente de León con el grupo D-Mente, para el
programa “Encuentro en el estudio”, del canal Encuentro. Más
metalera y rápida y con toda la onda (aunque me decepciona un poquito que León cambie tanto la
melodía).
Y así me despido, pasando por el medio de ustedes hasta
el año que viene,
DJ
Vagueville
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