“The long black veil” (1959) de Danny Dill y Marijohn Wilkin, por The Chieftains y Mick Jagger
Empieza un nuevo año y aprovecho el envión de diciembre para continuar y (ojalá) en un par de semanas terminar la serie “Fantasmas”, dedicada a canciones con: adivinen. Hasta ahora, comenté: “Molly Malone” (posteo 128), “Cumbres Borrascosas” (posteo 214) y “El fantasma de Canterville” (posteo 217, la semana pasada).
Hoy vamos con un tema que es de fantasmas, sí, pero no es
una típica canción de fantasmas. Es más bien un tema policial, como “El
testament d´Amelia” (¿se acuerdan del posteo 6, año 2012?): aquí se despliega
todo un caso, incluyendo crimen, investigación, juicio y condena. Y
recién luego de todo eso es que aparecen los fantasmas.
La canción es de 1959, una balada de género country (“el
hermano aburrido del folclore”). La letra es de Danny Dill y la
música, de la cantricantautora Marijohn Wilkin. Fue grabada originalmente por
el “Zurdito” Lefty Frizzell, y si no fue el mayor éxito de su carrera, le pega
en el palo. La versión de Frizzell está muy bien (abajo la agrego, por si la
quieren escuchar), pero como versión principal elegí la que grabó (en 1995) el
famoso grupo irlandés de música celta The Chieftains, cantada nada más y nada
menos que por el inmortal Mick Jagger. Esta versión es un poquitín más lenta que la original,
pero está bastante des-countrysada, lo que (siempre en mi tan humilde como
infalible opinión) le hace bien.
Empecemos entonces. En la primera estrofa se describe el
crimen (un asesinato) y nos enteramos de un dato clave: todos los testigos
concuerdan en que el asesino se parece un montón a... quien está cantando esta
canción.
The
long black veil
Ten years ago,
on a cold dark night
There was someone killed
'neath the town hall light.
There were few at the scene,
but they all agreed
That the slayer who ran
looked a lot like me.
|
El largo velo negro
Diez
años atrás
en
una fría y oscura noche
alguien
fue asesinado
bajo
la luz de la Alcaldía.
Hubo
pocos en la escena
pero
todos estuvieron de acuerdo
en
que el criminal que huyó
se
parecía mucho a mí.
|
La segunda estrofa nos ahorra varios pasos y nos presenta
el juicio abreviado: el juez le pregunta al cantor-acusado cuál es su coartada.
Como la evidencia es circunstancial (el parecido físico del acusado con quien
cometió el delito), una buena coartada puede ser la diferencia entre la vida y
la muerte. Y el acusado es inocente del crimen y tiene una excelente
coartada... pero decide callar. Aunque le cueste la vida. ¿Por qué? Porque en
el momento del asesinato él estaba en brazos de la esposa de su mejor amigo, y
contar eso, a la vez que probar su inocencia, probablemente perjudicaría la
reputación y la amistad de ella, de su amigo y de él mismo.
The judge said, "Son
what is your alibi?
If you were somewhere else
then you won't have to die".
I spoke not a word
though it meant my life
for I had been in the arms
of my best friend's wife.
|
El
juez dijo: “Muchacho,
¿cuál
es tu coartada?
Si
estuviste en algún otro lado,
entonces
no debes morir”.
Yo no
dije una palabra
aunque
me costaba la vida,
porque
había estado en los brazos
de la
esposa de mi mejor amigo.
|
O sea: no será un gran amigo que digamos, pero es muy
discreto, el tipo. Es súper discreto. “Discreto” es su tercer nombre (sería el
segundo, pero él es demasiado discreto para eso). Es tan discreto que prefiere
morir a cometer una indiscreción. (Me recuerda este muchacho al zurdo Cruz
Medina, protagonista del tango “Sangre maleva”, que agonizante en un charco de
su propia sangre apuñalada se niega a decirles a los policías el nombre de su
asesino: “El varón, para ser hombre, no debe ser batidor”.)
Y ahora empieza el genial estribillo y llegan los
fantasmas: el fantasma es él mismo, el cantor, que (lo descubrimos ahora) ¡nos
está hablando desde la tumba! Descubrimos así, de repente, que fue condenado y
ejecutado y que lleva diez años muerto. Pero hay además un casi-fantasma más: ella,
la amante (“la esposa del mejor amigo”) visita la tumba de él por las noches
tormentosas (cuando nadie más se atreve
a salir a caminar a la intemperie: ella es discreta también); mientras visita
la tumba de su amante muerto, ella lleva un largo y fantasmal velo negro. El
estribillo se cierra con dos hermosos y memorables versos, que reafirman la
discreción del cantor, que así como fue discreto mientras vivía, seguirá
guardando hoy y siempre su secreto de amor (ellos son infieles con
el esposo/amigo, pero fieles entre ellos, tumba de por medio): “Nadie sabe,
nadie ve. Nadie sabe excepto yo”.
She walks these hills
in a long black veil.
She visits my grave
when the night winds wail.
Nobody knows, nobody sees,
nobody knows but me.
|
Ella
anda por estas colinas
con
un largo velo negro.
Ella
visita mi tumba
cuando
el viento de la noche aúlla.
Nadie
sabe, nadie ve,
nadie
sabe excepto yo.
|
La tercera y última estrofa no aporta mucho más; nos trae
un flashback del momento de la ejecución: cuando lo están por ahorcar en el
patíbulo, ella (que forma parte de la multitud de espectadores del
ahorcamiento) lo mira a él y, súperdiscreta, no deja escapar ni una lágrima
(aunque suponemos que llora desesperadamente por dentro). Y él también la mira a ella
y, claro, no dice ni una palabra de despedida. Así son. Pero ella lo sigue
queriendo y sí llora, aún años después, en la tumba de él. Nadie lo sabe, nadie la ve... solo él.
The scaffold is high
and eternity nears;
she stood in the crowd
and shed not a tear
But sometimes at night
when the cold wind mourns
In a long black veil
she cries over my bones.
She walks these hills
in a long black veil.
She visits my grave
when the night winds wail.
Nobody knows, nobody sees,
nobody knows but me.
|
El
patíbulo es alto
y la
eternidad está cerca;
ella
se quedó parada en la multitud
y no
derramó ni una lágrima.
Pero
a veces, de noche,
cuando
el viento helado se lamenta,
en un
largo velo negro
ella
llora sobre mis huesos.
Anda
por estas colinas
con
un largo velo negro.
Ella
visita mi tumba
cuando
el viento de la noche aúlla.
Nadie
sabe, nadie ve,
nadie
sabe excepto yo.
|
Tengo mucho más para decir sobre esta bella canción, pero
como soy discreto también, cierro aquí mis comentarios.
Como bonus track, un par de versiones extra:
- La original de 1959 por Lefty Frizzell, uno de los
iniciadores del “sonido Nashville”. Que no sé qué significa, pero debe ser
importante. Lefty tenía buena voz y la balada es simpática, aunque tirando a
monótona y chinguichingui (como todo el género country, opinaría si fuera
indiscreto, pero no soy).
- Por Joan Baez, que mejoró cada cosa que cantó en su
vida:
Y eso es todo por hoy. Nos vemos la próxima noche ventosa,
donde ya saben.
DJ
Vago
No conocía la canción, y me encantó la versión de J B
ResponderEliminarSí, es enorme JB.
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