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sábado, 18 de enero de 2020

[220] Te invito a tu fiestita


“She moves through the fair”, tradicional irlandés del siglo XIX


Cierra hoy la serie “Fantasmas” con una canción de esas que me encantan: anónima y medieval.

(En los primeros años del siglo veinte un tipo la registró como de su autoría, pero fue una avivada más bien: la canción es mucho más antigua y, como dije, consistentemente anónima.)

Y en realidad no es medieval, no me crean, todo indica que nació en algún momento del siglo XIX en Irlanda, aunque la música y la letra, cada una por separado, probablemente sean mucho más antiguas. Pero la canción así como la conocemos hoy, con esa música y esa letra, sí suena medieval. La música está armada en una escala mixolidia (el séptimo grado un semitono bajo; con do como tónica, sería casi una escala común de do mayor, pero con el si bemol), que le da un airecito antiguo y algo así como oriental, como no-muy-de-por-acá-que-digamos. Y la letra comparte con muchos poemas narrativos medievales una extrema y poética concisión: con muy pocas palabras se dice mucho, y mucho queda dicho entre verso y verso, sin necesidad de demorarse en explicaciones ni aclaraciones.

Eran unos maestros en eso, los poetas medievales: no decir la mitad de las cosas. Hoy en día ya nos olvidamos cómo hacer eso, casi cualquiera que escribe literatura (tanto poesía como prosa) dice y dice, no para de decir. Pero en ese entonces sabían bien que el lector es, en la mayoría de los casos, una persona, y como tal puede (o debiera poder) llenar los blancos entre dos cosas que se dicen y leer lo que no está dicho pero, de alguna manera, se entiende sin necesidad de.

Por ejemplo, el nombre de la canción irlandesa elegida hoy, que al final no mencioné todavía. A veces aparece como en el título de este posteo, con “moves” (“se mueve”), y otras veces con “moved” (“se movió”). La traducción literal sería “ella se mueve a través de la feria” (como buscando precios para la compra semanal, digamos), pero me gusta un poco más “ella cruza la feria”. Un título poco poético, pareciera. Pero verán que no, que tiene lo suyo el título también.

Como toda canción tradicional con más de un siglo de vida, este tema tiene muchísimas versiones e interpretaciones. Sin embargo, al ser tan particular la música, esta no ha variado casi en nada a lo largo de los años; algunos la harán más rápida o más lenta, pero las notas no variaron prácticamente en el último siglo.

La letra, en cambio, sí varía bastante. Algunos le agregan una estrofa entera, otras versiones cambian radicalmente la segunda estrofa, y casi en cada verso hay alguna variación posible.

De entre todas las versiones disponibles (creo que escuché casi todas) elegí la de Fairport Convention en 1969. Por un lado, porque ellos tomaron una versión de la letra que es cortita y al pie. Y por otro, por la impresionante voz de la enormísima Sandy Denny, de quien ya hablé largamente cuando comenté “Where does the time goes?” (si no leyeron ese posteo o no conocen la canción, pasen por allá, por favor, y luego crucen la feria hasta acá de nuevo: posteo 199, diciembre 2017). La interpretación de Sandy es memorable aquí, te pone los pelos de punta (y si uno caza un fulbo de la letra, más aún).



Pero bueno, ya basta de cháchara (yo no soy muy medieval, ya ven). Y empiezo a comentar esta notable canción.

Ya en los primeros dos versos se nos presenta toda una compleja situación inicial, cuatro personajes y un conflicto. Cuchen:

Mi joven amor me dijo: “A mi madre no le importa
y mi padre no te matará por tu falta de amabilidad”.

Tenemos una joven pareja de enamorados, ella le habla a él y hacen referencia a algo. No dicen qué, pero parece importante, porque el padre podría llegar a matarlo a él por eso... “Una falta de amabilidad”, se dice (aunque en algunas versiones se dice “kin” en lugar de “kind”: “por tu falta de familia”). A la madre de ella, en cambio, no le importa mucho. ¿De qué hablan? No habiendo más datos, imagino que la cuestión es que ellos tuvieron relaciones sexuales premaritales. Hoy en día no es un tema importante este (salvo para muy pocas personas), pero hace un par de siglitos por algo como eso te podían matar. También podría ser que ella, como resultado de esos encuentros impuros, esté embarazada (eso sería más dramático aún, pero no es imprescindible para la historia). Él (antes de que empiece la canción) se preocupa por cómo reaccionarán los padres de ella cuando sepan sobre el amante de la hija.

Ella, en definitiva, es optimista: a mamá no le va a importar (y uno puede imaginar un montón de cosas sobre la madre, a partir solo de ese comentario); a papá en cambio sí le va a importar (ya sabemos cómo es de rígido y guardabosques, el viejo), pero no va a matarte por lo que pasó (ni porque vos seas un desahuciado sin familia ni dinero). Ella, en los dos versos que queda, anticipa que los padres terminarán entrando en razón y autorizarán el casamiento de ambos:

Y puso su mano en mi cara y esto dijo:
“Oh, no falta mucho, amor, para el día de nuestra boda”.

Hasta acá venimos bárbaro, ¿no? “Nos zarpamos, pero todo va a estar bien”, sería la síntesis de la primera estrofa. La segunda (y ya penúltima) estrofa no define el conflicto, pero sin dudas aumenta la tensión, en una forma delicada y (en mi opinión) preciosa:

Y se alejó de mí y se fue cruzando la feria
y con cariño la observé moverse por acá y por allá.
Y luego ella siguió adelante, con solo una estrella despierta,
como el cisne al atardecer se mueve sobre el lago.

Él, enamoradísimo, la ve a ella alejarse a través de las callejuelas de la feria. Se la queda mirando mientras ella se va, bella y llena de gracia, moviéndose como flotando, y la compara con un cisne que “al atardecer se mueve sobre el lago”. Una hermosa imagen, ¿verdad? Y la repetición de la conjunción “y” (cinco “and” hay en la estrofa) le da un ritmo cinematográfico a la escena (casi podemos verla irse, a ella). Él aclara que ella parte “con solo una estrella despierta”, y ese mínimo dato nos dice algo importante: o es demasiado temprano (amanece, y ellos pasaron la noche juntos) o es demasiado tarde (anochece, y ellos pasaron todo el día juntos); esto, haberla retenido a ella en sus brazos durante tanto tiempo, seguramente contribuye a la “falta de amabilidad” de la que se hablaba antes.

Empieza la tercera y última estrofa, y el primer verso (que es un gran ejemplo de lo que decía sobre el no-decir de las canciones medievales) nos cae como un mazazo:

Ayer anoche ella vino a mí, mi muerta amada vino,

Chan. En el hueco entre el último verso de la estrofa anterior y este verso pasaron muchas cosas importantes... Pasó tiempo, en principio. Un tiempo indefinido, pero relativamente extenso (pueden ser unos pocos días, o un par de meses, o años incluso). Y ella murió (debemos suponer que no de amor ni de peste, sino que la mató el padre, que consideró que esa era la mejor manera de resolver la “falta de amabilidad” de la pareja). La hija que toma amante y es castigada (asesinada) por el padre de ella es un tópico medieval, ya puse una canción sobre eso en el blog (“A rose in april”, posteo 103, “Volvé a las 9 hija, o sos boleta”).

A partir de este verso, lo que pasó antes (en la segunda estrofa) se resignifica: ese irse de ella fue la última vez que él la vio viva; el “cruzar la feria” es una imagen de morir (como “estirar la pata” o “ir a tocar el arpa” o cualquier otra que se les ocurra; pero “cruzar la feria” es una forma especialmente bella de decirlo: la vida es una feria (llena de distracciones, colores y ofertas variadas), cuando morimos la cruzamos y la dejamos atrás. 

En este verso, además, pasa otra cosa muy importante: ella vuelve a verlo. Ya no viva, sino como fantasma (en algunas versiones de la letra no se dice “my dead love”, “mi amada muerta”, sino “my true love”, “mi amante”, lo que me gusta más todavía, porque ni siquiera se aclara que ella está muerta, se deja implícito para que quien escucha saque esa conclusión. Y viene en plena noche (es decir, en un horario donde no podría andar por ahí paseando, estando viva) y entra como si nada en la casa de él y llega hasta su habitación y entonces...

tan suave se acercó que su pie no hizo ni un ruido.
Y puso su mano en mi cara y esto dijo:
“Oh, no falta mucho, amor, para el día de nuestra boda”.

Ella renueva, con el mismo gesto cariñoso (que ahora es tétrico, en tanto es un fantasma quien le acaricia a él la mejilla), la promesa de casamiento. Esa promesa también cambió su sentido radicalmente: la “boda” de ellos solo podrá concretarse cuando estén ambos juntos... lo que aquí implica, claro, que él está muy cerca de morir. Y conociendo la historia, es fácil imaginar que esa muerte será violenta, asesinado, suicidado o muerto de puro miedo: elijan ustedes.



Ese verso final es de lo más siniestro que se puede hallar en una canción. Si no les pone la piel de gallina, escuchándolo con la voz de Sandy Denny, es que están distraídos con algo: cierren el candycrash. Y la música, que es también fantasmal, sugerente y sinuosa, ayuda a sentir un escalofrío, cuando escuchamos la promesa enamorada de ese reencuentro que él quizás tema, pero posiblemente (prefiero imaginarlo así) espera con ansias.



She moves through the Fair
My young love said to me “My mother won't mind
And my father won't slight you for your lack of kind”.
And she laid her hand on me and this she did say:
“Oh, it will not be long, love, till our wedding-day”.
And she went away from me and moved through the fair
And fondly I watched her move here and move there
And then she went onward, just one star awake
Like the swan in the evening moves over the lake.
Last night she came to me, my dead love came in
So softly she came that her feet made no din
And she laid her hand on me and this she did say:
“Oh, it will not be long, love, till our wedding-day”

Mi joven amor me dijo: “A mi madre no le importa
y mi padre no te matará por tu falta de amabilidad”.
Y puso su mano en mi cara y esto dijo:
“Oh, no falta mucho, amor, para el día de nuestra boda”.

Y se alejó de mí y se fue cruzando la feria
y con cariño la observé moverse por acá y por allá.
Y luego ella siguió adelante, con solo una estrella despierta,
como el cisne al atardecer se mueve sobre el lago.

Ayer anoche ella vino a mí, mi muerta amada vino,
tan suave se acercó que su pie no hizo ni un ruido.
Y puso su mano en mi cara y esto dijo:
“Oh, no falta mucho, amor, para el día de nuestra boda”.


Bueno, eso es todo por hoy, ojalá les haya gustado la canción.

Me voy, pero sepan que volveré a buscarlos. No falta mucho.

DJ Vago


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