“Malevaje” (1929), de Juan de Dios Filiberto y Enrique Santos Discépolo
Hoy, como tercera entrega de la serie “Volver al tango”
(en la que ya comenté, créanme o revienten, diez tangos) vamos con un tema muy
bueno y a la vez, muy gracioso. Que también podría tranquilamente participar de
la otra serie que tengo en danza, la dedicada a la religión.
Se trata de “Malevaje”, un tango de crisis del 29, con
música y letra de los “religiosos” Juan de Dios Filiberto y Enrique Santos
Discépolo, respectivamente.
Aquí, el pasado perdido que se lamenta es él mismo: ya
dejó de ser como era, ya no se reconoce a sí mismo. ¿Cómo era antes? Guapo,
valeroso, macho, peleador: malevo, en una palabra. ¿Cómo es ahora? Un infeliz
que cuando ve una pelea sale corriendo, que tiembla ante la sola idea de que lo
hieran o lo metan en cana y que de noche se encierra en su cuarto a llorar como
un adolescente. En fin: ahora es un cobarde (desde su propio punto de vista) o
un sensible (creo que él consideraría más insultante todavía, ese calificativo). La
segunda estrofa es la que detalla su situación tangueramente patética:
Ayer,
de miedo a matar,
en
vez de pelear me puse a correr...
Me
vi a la sombra o finao;
pensé
en no verte y temblé.
Si
yo, que nunca aflojé,
de
noche, angustiao,
me encierro
a llorar...
Lo más gracioso es que no se hace cargo: le echa la culpa
a ella, la mujer de la que se enamoró. Como si ella le hubiera lanzado un
hechizo (“I put a spell on you...”), incluso él le pide que confiese qué es lo
que le hizo:
Decí,
por Dios, qué me has dado,
que
estoy tan cambiado,
no
sé más quién soy
Y los compañeros, los demás malevos, lo miran y no
entienden nada: no pueden creer que él, que era el más guapo del lote, ahora
esté tan tiernito y miedoso:
El
malevaje, extrañao,
me
mira sin comprender,
me
ve perdiendo el cartel
de
guapo, que ayer
brillaba
en la acción.
Al final de la primera estrofa explica que está “embretao”
en el corazón de ella, y en el estribillo cuenta cómo sucedió. Básicamente, la
vio bailando tangos y se enamoró a primera vista. Es divertido que le eche en
cara que por ella perdió, además del coraje, la fe (cuando en el comienzo de la
canción le pedía “por Dios” que le dijera qué le había hecho).
Te
vi pasar tangueando altanera
con
un compás tan hondo y sensual
que
no fue más que verte y perder
la
fe, el coraje,
el
ansia 'e guapear.
Y el estribillo cierra con la síntesis del lamento: soy
una sombra de lo que fui, por tu culpa. Y dice, en un final memorable que
siempre me hace reír, que lo único que le falta (lo que ya sería el súmum, lo
más de lo más de lo anti-malevo) es ir a misa y arrodillarse para rezar:
No
me has dejao ni el pucho en la oreja
de
aquel pasao malevo y feroz.
Ya
no me falta, pa' completar,
más
que ir a misa e hincarme a rezar.
En fin: un memorable tango que habla sobre la añoranza
del pasado con una veta bastante graciosa.
(Mini digresión: el título de este posteo, “malevos que
ya no son”, es un verso del tango “Tinta roja”)
No elegí la versión de Gardel, que es la primera pero bastante
olvidable (musicalizada solo con guitarras y con una onda de aire campero), sino
la más maleva, de Goyeneche en 1992, que tiene una intro espectacular (escuchen
los primeros doce segundos) y que suena bien canyengue.
Malevaje
Decí,
por Dios, qué me has dao,
que
estoy tan cambiao,
no
sé más quien soy.
El
malevaje, extrañao,
me
mira sin comprender,
me
ve perdiendo el cartel
de
guapo, que ayer
brillaba
en la acción.
No
ves que estoy embretao,
vencido
y maniao
en
tu corazón.
Te
vi pasar tangueando altanera
con
un compás tan hondo y sensual
que
no fue más que verte y perder
la
fe, el coraje,
el
ansia 'e guapear.
No
me has dejao ni el pucho en la oreja
de
aquel pasao malevo y feroz.
Ya
no me falta, pa' completar,
más
que ir a misa e hincarme a rezar.
Ayer,
de miedo a matar,
en
vez de pelear me puse a correr...
Me
vi a la sombra o finao;
pensé
en no verte y temblé.
Si
yo, que nunca aflojé,
de
noche, angustiao,
me
encierro a llorar,
decí,
por Dios, qué me has dao,
que
estoy tan cambiao,
no
sé más quien soy.
Listo, terminé: posteo corto, hoy. Ya no me reconozco.
Solo me falta levantarme temprano e ir a laburar.
Se despide su ex malevo servidor,
DJ
Vago
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