“Hallellujah”, de Leonard Cohen (1985)
Volvemos a la serie “El escabio de los pueblos”, con otro
tema sobre religión... o algo así. Como quizá ya se irán dando cuenta, estoy
eligiendo canciones que no son cien por ciento sobre religión, pero que bordean
el tema. Ninguna de la serie será una canción 100% religiosa, onda “Pescador de
hombres” o “El mensajero de la paz”; ya pasé por ese purgatorio, no vuelvo más.
Hoy vamos con la más famosa canción del gran gran Leonard
Cohen. Es curioso que este sea su mayor hit, porque por un lado, Cohen tiene
montones de canciones maravillosas (acá en el blog ya reseñé mi favorita,
“Suzanne”, en agosto de 2015, posteo 136); y además, porque esta canción tardó
mucho en ser aceptada por una discográfica (el dueño de CBS, por ejemplo, la
rechazó diciendo: “¿Qué mierda es esto? No es pop, no es rock, no es nada. No
la vamos a publicar, es un desastre”; en Columbia la rechazaron también), e
incluso una vez publicada (por un pequeño sello europeo), pasó bastantes años
sin pena ni gloria, hasta que la empezaron a coverear otros músicos: Bob Dylan
(1988), John Cale (1991), Jeff Buckley (1994; muchos jovencites, de hecho,
piensan que es de Buckley, esta canción), Bono, Bon Jovi. Y también, claro, la
coverearon en la película animada Shrek
en 2001: muchos pendex piensan que a esta canción la compuso el ogro Shrek, y
me dan ganas de borrarlos del mapa con un rayo de fuego a lo Gomorra, pero por
suerte no soy dios, así que zafan.
De allí en adelante, en los últimos casi veinte años,
esta canción se oyó mucho, al punto que algunos le piden moratoria, que dejen
de cantarla dos o tres añitos así no la arruinan a fuerza de repetirla (por qué
no pedirán eso para todo el reguetón, me pregunto).
Tiene un porqué, este auge: por un lado, es hermosa la
canción. Tiene una melodía encantadora y tiene una letra poética y lo
suficientemente ambigua como para darle muchas ondas diferentes, según lo que
quiera enfatizar quien la canta. Si escuchan todos los covers que hay en
youtube (yo lo hice, y no se los recomiendo) verán que hay desde versiones que
la vuelven una canción de iglesia (y no lo es) hasta roqueras, o románticas, o
angustiadas, o gozosas.
Hay otra particularidad que fomenta este camaleonismo de
“Hallellujah”: no tiene una letra establecida. Cohen estuvo dos años
escribiendo estrofas para esta canción: llenó dos cuadernos con unas ochenta
estrofas. Cuando tuvo que elegir solo cuatro para grabar, se golpeaba la cabeza
contra la pared. Pero luego, en los años subsiguientes, fue cambiando las
estrofas elegidas. Hay al menos dos versiones que son completamente diferentes,
en cuanto a la letra; y las versiones de Cale y de Buckley mezclan estrofas de
la primera versión con otras de la segunda. Conocemos siete estrofas, en
definitiva: pero si se cantaran las siete, la canción duraría como “Rapsodia
bohemia”, así que no da, todos los que la cantan hacen una selección (por lo
general, siguiendo la versión de Cale-Buckley o la más corta, la de Shrek).
En todo caso, las versiones cantadas por Cohen no son las
mejores: es un gran compositor pero un flojo cantor (como otro amigo mío, Bob
Dylan), así que elegiré, como versión principal, la de Rufus Wainwright, que la
hace corta y al pie y con buena voz. Aunque también incluiré abajo varias más.
Pero basta de cháchara, vamos a la canción.
Las dos primeras estrofas son las más “bíblicas”: están
llenas de referencias a historias de la Biblia. Principalmente a dos héroes
hebreos, el rey David (el de las mañanitas, sí) y Sansón (el fuerte, sí). Ambos
fueron amados y protegidos por Dios (hablamos de Yahvé, el dios judeocristiano,
obvio) y ambos cayeron en desgracia por culpa de su amor/lujuria hacia una
mujer.
Cada estrofa de esta canción es buenísima. En la primera
se menciona un “acorde secreto” que sabía David y le agradó a Dios, e
inmediatamente se le habla a una segunda persona para decirle: “pero a vos la
verdad que no te interesa mucho que digamos esto de la música, ¿no?”. Onda el
huevito de telekino. Es buenísimo. Y anticipa que esta canción no será
solamente sobre relatos bíblicos, sino más bien sobre la relación entre dos
personas. Sin esperar la respuesta, y por más que a ella (supongamos que es una
ella) no le interesa la música, igual él le explica a continuación cómo es el
acorde (que no era tan secreto, en tanto él lo sabe). Lo explica con palabras
y, al mismo tiempo, las notas (la canción está en Do mayor) arman la progresión
de acordes que él menciona: “el cuarto” (Fa), “el quinto” (Sol), “el menor cae”
(La menor), “el mayor sube” (Fa mayor). Más allá del chiste que solo entienden
los músicos, el acorde que se arma no es nada secreto: es un acorde de tono
menor, común y corriente; pero el rey David, que era músico y estaba algo
perplejo ante la omnipotencia divina, lo hace especial, imagino, porque lo
compone junto con una palabra de alabanza a Dios en cuatro sílabas: aleluya (o “hallellujah”, si se ponen
exquisitos: hallellu = “gloria a”, jah = “Dios”). Esa sola palabra arma,
repetida, el estribillo entero, que es, por cierto, memorable.
Bueno, escuché que había un acorde secreto
que David tocó y agradó al Señor,
pero a vos no te interesa la música,
¿nocierto?
Viene así: el cuarto, el quinto,
el menor cae, el mayor sube;
el perplejo rey compone: aleluya.
Aleluya, aleluya, aleluya, aleluya.
En la segunda estrofa él empieza con una referencia a
Tomás, que se vuelve creyente recién cuando ve un milagro, y Jesús lo reta: “Como
viste, creíste; dichosos aquellos que creen sin ver”. De inmediato hay otra
referencia, a la historia de David y Betsabé: el rey sube al techo de su
palacio, de noche, y desde allí ve a Betsabé (esposa de un soldado de su
ejército, Urías) bañándose desnuda a la luz de la luna, se recalienta (o se enamora,
según qué versión estén leyendo) y va y la seduce (o la viola, según qué
versión). Betsabé queda embarazada, y David, no conforme con eso, usa su poder
para ordenar que Urías sea enviado a la vanguardia del ejército, donde tendrá
más chances de morir; efectivamente, Urías muere, y así el cachondo e
inescrupuloso David puede quedarse con Betsabé. La forma pésima de actuar de
David le gana el enojo de Dios, que sin embargo no lo abandona, solo lo castiga
un poquito.
En la segunda mitad de la estrofa se trae otra historia bíblica,
la de Sansón y Dalila. Ella, que simula estar enamorada de él pero es una espía
de los filisteos, intenta millón de veces que él le cuente el secreto de su
enorme fuerza (mató a mil filisteos con una quijada de buey, por ejemplo). Él
le contesta cualquier mandanga solo para burlarse de ella, pero al final sí le
dice la verdad, que si le cortaran su largo pelo él perdería su fuerza. Y ella
se lo corta, y Sansón termina esclavizado (pero Dios le devuelve al final su
fuerza, para que él pueda derrumbar el edificio donde están todos los filisteos
y morir él también, cual kamikaze).
Aquí, en la canción, estas referencias bíblicas (a las
que se suma una referencia al salmo 89, cuando Dios quiebra el trono de David
en castigo por sus pecados) están usadas como metáfora de una relación amorosa
con alto contenido erótico: cuando él, atado por ella a la silla de la cocina (¡eso
no pasa en la Biblia!) exclama ante ella, casi obligado, “¡aleluya!”, ya no es
una alabanza a Dios, o mejor dicho: ella es dios, para él, en ese momento. La
fe de él (que era fuerte pero necesitaba pruebas) es la fe en su amada.
Tu fe era fuerte pero necesitabas prueba,
la viste bañándose sobre el tejado,
su belleza y la luz de la luna te abatieron.
Ella te ató a la silla de la cocina,
rompió tu trono y cortó tu pelo
y de tus labios arrancó el aleluya.
Aleluya, aleluya, aleluya, aleluya.
Esta blasfemia provoca que ella lo rete: “no tomes el
nombre de Dios en vano” (el segundo de los diez mandamientos). Pero él replica:
ni siquiera conozco ese nombre. Y va más allá, con una hermosa argumentación: “cada
palabra resplandece de luz, así que en realidad no importa si escuchaste el
aleluya sagrado o el quebrado y blasfemo: es, en todo caso, mi aleluya”.
Decís que tomé el nombre en vano:
ni siquiera conozco el nombre.
Pero si lo hice, entonces, ¿qué te cambia?
Hay un resplandor de luz en cada palabra,
no importa cuál escuchaste,
si el santo o el quebrado aleluya.
Aleluya, aleluya, aleluya, aleluya.
Y esta versión original del tema concluye con una
increíble estrofa en la que, derrotado y frágil, él confiesa que hizo lo que
pudo, pero no pudo mucho; que “no podía sentir, así que intenté tocar” y que,
aunque todo le salió mal, igual no se arrepiente, y cuando se presente ante el
dios de la canción (su preferido) para el juicio final, no tendrá en su lengua,
como defensa, más que el acorde secreto de su repetido aleluya.
Hice lo mejor que pude: no fue mucho.
No podía sentir, así que intenté tocar.
Dije la verdad, no vine para engañarte.
Y aunque todo salió mal,
me planto ante el Señor de la Canción
con nada en mi lengua salvo: aleluya.
Aleluya, aleluya, aleluya, aleluya.
Las demás estrofas (las que fueron apareciendo en las
versiones posteriores y los covers) son más seculares, pero también incluyen
algunas referencias, como el “vi tu bandera sobre el arco de mármo”, que remite
a la entrada triunfal del emperador Tito en Roma, en el siglo I, luego de
aplastar la rebelión de los judíos; y la mención de la “santa paloma”, que es
una de las formas que toma, en la Biblia, el Espíritu Santo (pero que aquí es traído
nada menos para que consagre, pareciera, un descarado pero intenso acto sexual).
En estas estrofas, él habla del amor (hacia esa diosa humana) como algo
necesario pero doloroso (por perdido), que hacía exclamar alabanzas mientras
florecía pero ahora, en el frío y quebrado presente de la soledad y el
recuerdo, genera aleluyas también.
Pero nena, estuve acá antes,
vi esta habitación y caminé este piso;
Sabés, vivía solo antes de conocerte.
Y vi tu bandera sobre el arco de mármol:
el amor no es una marcha triunfal,
es un frío y es un roto aleluya.
Aleluya, aleluya, aleluya, aleluya.
Hubo un tiempo en que me hacías saber
lo que de verdad pasaba por debajo,
pero ya nunca me lo mostrás, ¿nocierto?
Pero recordá cuando me moví en vos
y la santa paloma se movía también
y cada respiración que dábamos era: aleluya.
Aleluya, aleluya, aleluya, aleluya.
Y cierra con una conclusión algo depre, pero enternecedora:
Quizás hay un Dios arriba,
pero todo lo que aprendí del amor
es cómo dispararle a alguien que desenfundó
más rápido.
Y no es un llanto lo que oís de noche,
no es alguno que vio la luz:
es un frío y es un roto aleluya.
Aleluya, aleluya, aleluya, aleluya.
En fin: un gran tema, no religioso pero indirectamente
religioso, romántico pero ambiguo, poético pero cercano, bíblico pero hot, que
solo suena en pocas iglesias pero bien podría sonar en varias cocinas.
Va la versión elegida, la letra completa y,
abajo, las demás versiones.
Por Rufus Wainwright:
Hallellujah
Now, I've heard
there was a secret chord
That David
played, and it pleased the Lord
But you don't
really care for music, do you?
It goes like
this, the fourth, the fifth
The minor fall,
the major lift
The baffled
king composing: Hallelujah
Hallelujah,
Hallelujah, Hallelujah
Your faith was strong
but you needed proof
You saw her
bathing on the roof
Her beauty and
the moonlight overthrew ya
She tied you to
a kitchen chair
She broke your
throne and she cut your hair
And from your
lips she drew the Hallelujah
Hallelujah,
Hallelujah, Hallelujah
|
Aleluya
Bueno, escuché que había un acorde secreto
que David tocó y agradó al Señor,
pero a vos no te interesa la música,
¿nocierto?
Viene así: el cuarto, el quinto,
el menor cae, el mayor sube;
el perplejo rey compone: aleluya.
Aleluya, aleluya, aleluya, aleluya.
Tu fe era fuerte pero necesitabas prueba,
la viste bañándose sobre el tejado,
su belleza y la luz de la luna te
derribaron.
Ella te ató a la silla de la cocina,
rompió tu trono y cortó tu pelo
y de tus labios arrancó el aleluya.
Aleluya, aleluya, aleluya, aleluya.
|
You say I took
the Name in vain
I don't even
know the Name
But if I did,
well really, what's it to you?
There's a blaze
of light in every word
It doesn't
matter which you heard
The holy or the
broken Hallelujah
Hallelujah,
Hallelujah, Hallelujah
I did my best,
it wasn't much
I couldn't
feel, so I tried to touch
I've told the
truth, I didn't come to fool you
And even though
it all went wrong
I'll stand
before the Lord of Song
With nothing on
my tongue but Hallelujah
Hallelujah,
Hallelujah, Hallelujah
|
Decís que tomé el Nombre en vano:
ni siquiera conozco el Nombre.
Pero si lo hice, entonces, ¿qué te cambia?
Hay un resplandor de luz en cada palabra,
no importa cuál escuchaste,
si el santo o el quebrado aleluya.
Aleluya, aleluya, aleluya, aleluya.
Hice lo mejor que pude: no fue mucho.
No podía sentir, así que intenté tocar.
Dije la verdad, no vine para engañarte.
Y aunque todo salió mal,
me planto ante el Señor de la Canción
con nada en mi lengua salvo: aleluya.
Aleluya, aleluya, aleluya, aleluya.
|
But baby I've been
here before
I've seen this
room and I've walked this floor
You know, I
used to live alone before I knew ya
And I've seen
your flag on the marble arch:
love is not a
victory march
It's a cold and
it's a broken Hallelujah
Hallelujah,
Hallelujah, Hallelujah
Well there was
a time when you let me know
What's really
going on below
But now you
never show that to me, do ya?
But remember
when I moved in you
And the holy
dove was moving too
And every
breath we drew was Hallelujah
Hallelujah,
Hallelujah, Hallelujah
Maybe there's a
God above
But all I've
ever learned from love
Was how to
shoot somebody who outdrew ya
And it's not a
cry that you hear at night
It's not
somebody who's seen the light
It's a cold and
it's a broken Hallelujah
Hallelujah, Hallelujah,
Hallelujah
|
Pero nena, estuve acá antes,
vi esta habitación y caminé este piso;
Sabés, vivía solo antes de conocerte.
Y vi tu bandera sobre el arco de mármol:
el amor no es una marcha triunfal,
es un frío y es un roto aleluya.
Aleluya, aleluya, aleluya, aleluya.
Hubo un tiempo en que me hacías saber
lo que de verdad pasaba por debajo,
pero ya nunca me lo mostrás, ¿nocierto?
Pero recordá cuando me moví en vos
y la santa paloma se movía también
y cada respiración que dábamos era aleluya.
Aleluya, aleluya, aleluya, aleluya.
Quizás hay un dios arriba,
pero todo lo que aprendí del amor
es cómo disparar a quien desenfundó más
rápido.
Y no es un llanto lo que oís de noche,
no es alguno que vio la luz:
es un frío y es un roto aleluya.
Aleluya, aleluya, aleluya, aleluya.
|
Por Jeff Buckley (quien murió ahogado mientras nadaba en un río en Tennessee, a los 31 años, en 1997); el cover más famoso:
Por Leonard Cohen, desafinado pero genial, en la versión
original en su disco Various Positions:
Por John Cale, de The Velvet Underground; el primero que mezcló las estrofas como se le cantó el culo:
Por Shrek, ya que estamos, por qué no, si no tengo
dignidad alguna. El ogro evita, convenientemente, todas las partes hot y más blasfemas de la letra:
Y por Sarah Connor, cantante alemana-estadounidense, en
un concierto en Alemania para recaudar fondos para la gente de Haití. Como Sarah
cambia tanto la melodía, el Music-Terminator está por entrar al estudio para
acribillarla en cualquier momento:
Ya terminé, alabado sea.
Volveré pronto, aunque a ustedes no les interesa mucho
que vuelva, ¿nocierto?
DJ Vago
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