“Como te diré”, de Sandro y por Alfredo Casero, en su álbum Casaerius (2001)
A Laura Linzuain.
Tomando la autopista Elvis en dirección sur llegás, inevitablemente, a Sandro. Nuestro Elvis autóctono es, en algunos aspectos, una versión mejorada: baila mejor, es más seductor, es menos bonito (lo que suma, para la mayor parte de la platea).
En otros aspectos, claro, Elvis le gana a Sandro: las
canciones son mejores, por ejemplo. Es más rock y menos Cacho Castaña. Y es
menos exagerado y dramático. Sandro parece, casi siempre, una parodia de sí
mismo. Si Sandro hubiera entrado a un concurso de imitadores de Sandro, hubiera
perdido por exagerado (como Chaplin, que entró realmente a un concurso de
imitadores de su icónico personaje y salió segundo). Como para que corroboren
(o refuten) mi opinión, aquí va el tema de esta semana en su versión sandresca:
Pero la versión elegida por mí hoy es la de Alfredo Casero,
que hace un notable homenaje, parodiando en parte a Sandro, pero en forma,
aunque divertida, respetuosa. Aunque se esfuerza en su extroversión, Casero
termina siendo más discreto y menos dramático que Sandro.
Este tema pertenece al disco Caserius, gran éxito de Casero, con el que vendió muchos discos
aquí y más todavía en el Japón (un millón y medio de copias de su tema “Shima
uta”, y recitales ante 70.000 personas…). En el disco incluye varios buenos
homenajes: a Charles Aznavour (con “Con”, valga la redundancia), y a Nat King
Cole (con “I remember you”). Y este a Sandro, por supuesto.
Que es casi la antítesis del tema elegido la semana pasada
(y que me trajo moderado éxito, por eso me cuelgo de esa repercusión y sigo
hablando de él). En aquel, Elvis se disculpaba con su novia-esposa, y pedía una
nueva oportunidad para amarla más seguido y dejarla satisfecha. Aquí, en
cambio, no se quiere rescatar una relación semiabandonada, sino cortar una
relación que ya fue.
Pareciera de entrada, para el escucha distraído, que Sandro
(o similar) no encuentra las palabras, no sabe cómo decir lo que tiene que
decir, que le cuesta decirlo. Bueno, no, no le cuesta nada: lo que menos hace
es dudar sobre cómo decir las cosas, todo el tema es una sucesión de imágenes
que redundan y recalcan hasta el hartazgo el mensaje único, indudable: esta
relación ya no existe. El “Cómo te diré” que titula la canción es una
muletilla, como esos que te dicen que no saben cómo decirte algo o no querrían
decírtelo pero inmediatamente te lo chantan de una: “no sé cómo decirte que X”,
“me gustaría encontrar las palabras para decirte que Y”, “no querría ser yo
quien te dijera que Z”, y así.
Entonces, ese amor es comparado con una flor (marchita), con
un pájaro (escapado), con un vino (ya bebido), con un pasado que es a la vez mortaja
y tumba, y con un presente que crucifica a Sandro (o similar) en “la agonía” del
rechazo y las dudas. Mucha imagen romántica; no romántica “rosa”, sino
romántica del mil ochocientos, con tumbas, religión y cumbres sentimentales borrascosas.
Sandro (o similar), a diferencia de Elvis, no parece tener
problemas de conciencia, y lo que necesita, al menos por el momento, es sacarse
de encima a las mujeres sobrantes. Al menos, a esta (si es que es una mujer;
supongamos, por comodidad, que sí, pero no es imprescindible, como demuestra el
videoclip) seguro que se la quiere sacar de encima.
Porque ya no la quiere. ¿Por
qué no la quiere? No queda claro, pero parece que ella cometió el gran pecado
de decirle adiós cuando él no quería irse y, lo peor, proponerle que “tal vez”
en vez de decirle directamente que sí (a qué, no sabemos, pero no es difícil
tejer hipótesis diversas). Eso es, para Sandro (o similar), más que suficiente
para decirle a ella que se tome el buque, con gestos elocuentes y muy redundantes
figuras poéticas.
Es como innecesario, ¿no? Digo, para un 98% de las mujeres, que
le digas “aquella flor que era este amor”, ya juntar el sustantivo “amor”
con el verbo “ser” en pasado le indica, con meridiana claridad, que la estás
cortando. En el caso de los varones el porcentaje baja bastante, pero la
mayoría lo entenderíamos también, si nos dan unos segundos para procesar la frase.
Entonces, ¿por qué recalcar tanto la idea? ¿Por qué seguir
metiendo el dedo en la llaga? Primero, con imágenes muy bonitas, muy Garcilaso,
pero después la sutileza (que se había volado como el pájaro a partir del
quinto verso) se acaba del todo (como el vino) y Sandro (o similar) dice
directamente que “ya no quiero más saber de ti”, y por si no se escuchó, te lo
repite cinco o seis veces, casi a los gritos, por si es que tenés problemas de
audición, además.
Pero no se crean, hay veces en que es necesaria la
redundancia. Está ese 2% al que no le es suficiente la sutileza, y ni siquiera entiende,
pareciera, el idioma. Ponele, Glenn Close en “Atracción fatal”. Ya le dijiste
que la relación terminó. Se lo dijiste bien, con una sonrisa. Tres veces. Se lo
repetiste más fuerte. Se lo gritaste. Se lo escribiste en letra de imprenta y
con birome negra. Se lo posteaste en el feisbuk, carita triste incluida. Lo
tallaste en alfabeto Braille con un punzón en la puerta. Se lo colgaste en un
pasacalles en la esquina. Armaste la frase con piedras en la arena de la playa.
Se lo hiciste cantar por unos mariachis. Lo representaste con gestos, tipo
Marcel Marceau. Y ella nada, meta cocinar el conejo de la familia y buscarte
con sus ojitos redondos y con un tramontina equis ele en la
diestra.
Entonces sí, para que se entienda bien y de una vez por
todas, le ponés este tema de Sandro, no queda otra opción.
El videoclip, presentado por el mismo Alfredo Casero, es una
genialidad. No creo que a la cúpula de la Federal le haya causado mucha gracia
que se represente el amor contrariado de dos de sus efectivos en servicio, pero
es una gran idea.
Bueno, ya me cansé y va siendo, cómo les diré, hora de que
me despida.
Cómo te diré
Cómo te diré
que aquella flor que era este amor se marchitó
que el pájaro de sueños que tuvimos ya voló
que el vino estimulante del deseo se acabó.
Cómo te diré
que ya mis ojos se cansaron de llorar
que ya mis brazos se durmieron de esperar
crucificado en la agonía de tu adiós,
de tu tal vez,
de tu quizás.
Cómo te diré
que ya no hay leña en el árbol de la fe
que la mortaja del recuerdo me probé
que ya en la tumba del pasado me acosté.
Ay, cómo te diré que aquel amor que había lo perdí
Ay, cómo te diré
que ya no quiero más saber de ti
Ay, cómo te diré que aquel amor que había lo perdí.
Ay, cómo te diré
que ya no quiero más saber de ti.
Que ya... que ya no quiero más saber de ti.
Que ya... que ya no quiero más saber de ti.
Que ya... que ya no quiero más saber de ti.
Como bonus track y fuera de programa, “Pera de goma”, otro homenaje
de Alfredo Casero, esta vez a Nicola di Bari.
http://www.youtube.com/watch?v=bB4dAO1K5m0
Hasta nunca (o hasta la semana que viene: veremos),
DJ Vago
Cuando explica con tanto fervor lo apenado que está porque no la quiere más, si sos ella, te dan ganas de consolarlo por más que te esté dejando, para revolearle la bombacha con total fervor cuando te clava esos ojazos... de todas meneras en tren de revoleos, yo le revoleo el corpiño a Casero: la versión y el video son geniales. Gracias, vago, como siempre, satisfacción garantizada.
ResponderEliminarCasero es un gran gran coverista y ese disco es el de los delfines! Yo misma ya hice mi versión de este mismo post en el pasado (Vago, compartimos el eclecticismo musical, es claro). El cover de I remember you, originalmente de Johnny Mercer, es lo más de Zamora (y también hice post, ocvio). Bah, nos gusta Alfredito, para qué disimular.
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