“Tu cuello”, canción china del siglo X a.C., interpretada por Hui Ha
A Yue Chang y
Jian Deyán.
Hace
tres mil años, mientras Europa era un montón de bandas nómades peleándose con
palos, malcriando cabras y empezando, muy de a poco, a filosofar, semiembolas,
frente al azul jónico, en China ya tenían una civilización milenaria y sofisticada.
Tenían guerras y armas y corrupción estatal y emperadores y cortes; pero
también papel, tinta, una exquisita poesía y una elaborada música.
El
tema de esta semana tiene entre 2.500 y 3.000 años de antigüedad, así que en
comparación, “El testament d´Amelia” (la canción policial medieval de la que les
hablé el año pasado) es el último grito de la moda. “Tu cuello” (“Zi jin”) es
uno de los más de trescientos poemas que integran la antología Shijing (詩經;
“Poesía”, aunque al libro se le da frecuentemente muchas denominaciones
diversas, como “Libro de canciones”, “Libro de odas”, “Odas”, “El clásico de la
poesía”, etc.).
Se
dice que el compilador de Shijing fue
el mismísimo Confucio, y con-funcionó como manual escolar (sí, los chinos
también inventaron los libros de texto) para los estudiantes orientales durante
más de dos mil años. Los poemas de la antología también se utilizaron, durante
siglos, para estudiar la fonética del idioma chino antiguo.
O
sea: canción más antigua que esta, difícil que encontremos. Si pusiéramos en
fila india (o “fila china”, si prefieren) las semanas de duración histórica (el
período en que se escucha una canción) de todos los temas de reggaetón y los de
Arjona, alcanzarían solamente una pequeña fracción de la permanencia de esta
sencilla pero notable canción anónima, que tiene más de 130.000 semanas en los
charts (“chalts”, dicen allá). Este pensamiento me llena de paz interior.
Aunque
yo soy un gran intuitivo con los idiomas, el chino antiguo no se me da del todo
bien, así que tuve que pedir ayuda, para la traducción de la letra, a dos amigos,
Yue y Jián (a quienes dedico, en agradecimiento, el tema semanal). Porque soy
vago, pero tengo principios, así que no quería quedarme tranquilo con la
traducción en inglés que aparece en el videoclip. Y efectivamente, al llegarme
la traducción “autóctona”, comprobé que la traducción al inglés del videoclip
es espantosa: no solamente arruina el ritmo de los versos, sino que,
pareciéndole el original demasiado parco y suscinto, el traductor yoni inventa
alegremente adjetivos, sensaciones y situaciones. Así, “tu cuello verde” se
transforma en “la imagen de tu vibrante cuello verde”; “tu adorno verde me hace
pensar” pasa a ser “el brillo jaspeado de tu ropa me atormenta”; la yo poética
pregunta “¿por qué no pudiste venir a encontrarte conmigo?”, “mira a la
distancia con ansiedad” (cosas que tal vez podríamos imaginar, pero la letra
nunca dice) y se lamenta de que “sin ti a mi lado, los días han sido tan
largos”, lo cual es tan distinto de lo que en verdad dice el verso, que da risa
(“lisa”).
El
poema original es mucho más escueto, poético, sugerente, y mucho menos
melodramático; y los lectores de este blog que tengan un poquitín de
sensibilidad (o que sepan chino) acordarán en que la traducción que se propone
aquí, aun con sus probables fallas, es mucho más mejor que la del videoclip.
Aquí va la letra, en fonética, en ideogramas chinos y en traducción al
castellano.
Zi jin
qing
qing zi jin, you you wo xin (青青子衿,悠悠我心)
zong wo
bu wang, zi ning bu si yin (縱我不往,子寧不嗣音)
qing
qing zi pei, you you wo si (青青子佩,悠悠我思)
zong wo bu
wang, zi ning bu lai (縱我不往,子寧不來)
tiao xi
da xi, zai cheng que
xi (挑兮達兮,在城闕兮)
yi ri
bu jian, ru san yue
xi (一日不見,如三月兮)
Tu
cuello
Tu
verde verde cuello mucho mucho me
preocupa,
yo no
pude regresar y tú ya
no me hablaste.
Tu
verde verde adorno mucho
mucho me hace pensar,
yo no
pude regresar y tú no
viniste.
Subo y
me extiendo desde el
mirador de la torre,
cada
día que no apareces se siente
como tres lunas.
Cada
uno de los seis versos de la letra tiene la misma estructura: ocho sílabas,
divididas en dos hemistiquios de cuatro sílabas cada uno (salvo el segundo
verso, que tiene una sílaba extra); con rima al final de los versos y algunas
rimas interiores también.
Cuando
hablé de “El testament d´Amelia” expliqué como en la
Edad Media no había tiempo para dar
demasiados detalles en una canción, y que eso dejaba al receptor-escucha camino
libre para imaginar todo lo que no se decía en la letra. Para la antigüedad
china, esto vale también, pero multiplicado por diez: sabemos muy poco de lo
que sucede realmente entre la “yo” que canta y el “tú” a quien se dirige; pero
se dice lo necesario para que imaginemos todo lo que necesitamos imaginar.
Digresión:
podría ser un “él”, el yo poético, y el tú podría ser una mujer o un varón (sí,
podría ser “de varón a varón” o “de mujer a mujer”, el mensaje); pero para
simplificar, voy a decir en adelante “ella” para el yo y “él” para el tú.
Del
“tú”, lo único que sabemos es que tiene una ropa con el cuello verde (el tema
no habla del cuello de él [no es el increíble Hulk ni un zombi], sino de su
camisa, o túnica, o vestido, o lo que sea que lleva puesto), y que en la
cintura usa un adorno también verde (“pei”, 佩, hace
referencia a un adorno que se llevaba a la altura de la cadera, junto al
cinturón). Pero ese dato tan mínimo, tan sin importancia, cobra gran valor
porque ella no puede dejar de pensar en esos detalles: está obsesionadísima,
situación que en chino antiguo se dice con muchas menos sílabas, pero se siente
igual que cualquier obsesión occidental contemporánea. Ella no puede dejar de
pensar en el cuello verde de su camisa (y, por metonimia, piensa en su
contenedor: el cuello de él), no puede sacarse de la cabeza el adorno verde de
su cintura (y, nuevamente por metonimia, y en una referencia muy sutilmente
erótica, hace referencia a la cintura de él).
Nótese
que algunas palabras se repiten: no dice “verde”, sino “verde verde”; lo cual,
como todos sabemos, es (acá y en la China) una forma de enfatizar esa palabra:
es muy verde, el cuello de la ropa; y está “muy muy” preocupada por ese cuello
verde, ella. Pero muy, eh.
Como
última referencia lingüística, y como seguramente les habrá llamado
poderosamente la atención, se usa una forma antigua del pronombre “tú”: zi (子), mientras que en el chino moderno este ideograma significa “hijo
varón”, y “tú” se dice “ni” (你).
La
obsesión se refuerza con la distancia, porque esta es una canción de añoranza y
de desencuentro: ella no pudo regresar con él, y él no fue a buscarla. Por lo
tanto, están separados, y ella sigue entretanto condenada a pensar en él y en
esa ropa verde que tan bien le queda; esta referencia, salvando las distancias
[que son más profundas que el océano] me recuerda a esas bailantas y cumbias en
que el yo “poético” hace referencia a lo bien que le sienta a ella determinada
ropa (casi siempre una pollera, porque la parte privilegiada de todo “tú”
poético bailantero es, incuestionablemente, el culo): por ejemplo: “al negro lo
vuelvo loco, mamá / con mi pollera amarilla”; “cómo me gustas / cuando te veo
currumbiando / con tu pollera colorá”; “no vuelvas a ponerte otra vez / el
vestido rojo / no me responsabilizaré / por los vidrios rotos”, etc.
Mientras
ella lo espera y sigue pensando en él, sube a la torre de la muralla y se
extiende (extiende su mirada y su espíritu) buscándolo, pero no lo encuentra. Y
cada día de espera se hace tan penoso y largo como tres meses (tres lunas
llenas, pues el calendario chino antiguo era lunar, no solar, y por lo tanto el
año tenía 13 meses).
Listo,
se acabó, nada más dice la letra: y sin embargo, al leerla te queda la
sensación de que entendiste todo lo que sucede, de que no necesitás saber más.
¿O no?
La
música es del famoso (?) grupo de Jiang Jianghong: orquestación minimalista
también, con algún toque de percusión (bombos y platillos y campanitas),
cuerdas y vientos, pero dejando que la voz humana tome protagonismo y resalte.
El
videoclip, que es casi una película corta (con créditos finales y todo)
dirigida por Guang Li y producida por Yazi Er, nos muestra a la bella Hui Ha (a
quien bautizaron a partir de un mensajito de texto) recorriendo pasillos del
palacio imperial, en la Ciudad Prohibida de Beijing. Los colores predominantes
son rojo, y en menor medida, negro y amarillo: convenientemente, no hay un solo
elemento verde en toda la filmación, porque el verde es el color de la
ausencia, de la espera, del tú añorado. Ella está rodeada de rojos rituales y
danzas y lujos, pero se mantiene ajena a todo, pensando en verde (y aún no se
había inventado Heineken).
Bueno,
creo que esto es todo por hoy. Ojalá les haya gustado la canción.
Como
bonus track va esta canción mongol-pop, elegida recientemente como tema nómade
del año por los 187 asistentes de la Peña Nacional Itinerante Mongola “Hijos de
Huno”: 乌兰托娅; (“Wu lan tuo ya” = “La confianza del
jinete”, que es una metáfora para referirse al palo al que se ata el caballo;
es decir, el título de la canción también podría traducirse como “Palenque”).
Les traduciríamos la letra (“aramos”, dijo el vago), pero me parece mucho más
interesante y desafiante (y sobre todo, más fácil para mí) que cada uno se
imagine qué dice la canción y, si tienen ganas, que me cuenten después qué se
imaginaron.
Incomprensiblemente,
se despide:
DJ
Vago
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