“In the woods somewhere”, de Hozier (2014)
Hoy, continuando la serie “Es una jungla allá afuera” (de
la que ya hubo tres posteos antes y quedarán dos después), va el único tema del
lote que no habla de la ciudad como selva, sino que ocurre, efectivamente, en una
selva o bosque: “En algún lugar del bosque”, sería una traducción aceptable del
título, canción de Hozier en su disco homónimo, de 2014.
Hozier (nombre artístico de Andrew Hozier-Byrne) es un joven
cantautor irlandés que alcanzó un discreto renombre con su tema “Take me to
church” (“Llévame a la iglesia”), número 2 en los charts de Irlanda, vendió
varios millones de copias y fue candidata al Grammy como “Canción del año”,
pero no ganó (le ganó Sam Smith con “Stay with me”, pero si me preguntan, le
robaron el premio, a Hozier).
Tengo una debilidad por los cantautores irlandeses, como
saben (al igual que por los neocelandeses y los uruguayos, es decir, los artistas del hambre, diría Kafka, los genios de la periferia). Hozier tiene buenas canciones, y se mueve por afuerita
de los cánones del rock-pop internacional (para el cual, por ejemplo, los
latinoamericanos estamos condenados a morir en una debacle nuclear de reguetón
arjónico).
Así como a lo largo de este largo blog les presenté temas
policiales (“El testament d´ Amelia”, posteo 7, y los de la serie “Si se mata al
cantor”, 120 a 123) y temas de ciencia ficción (como “Space Oddity”, posteo
146, y los cuartetos cordobeses de los posteos 56 y 57), este es, me parece, el
primer tema de terror que aparece en el blog. Hubo temas malos, ya sé, ya sé,
pero no me refiero a eso: este es un tema de miedo, de terror-terrorífico.
Concentrada en cinco minutos, como si fuera un resumen Lerú, tenemos aquí toda una película siniestra, un thriller
inquietante que, si te lo ponés a pensar mucho, probablemente te impida dormir
esta noche o quién sabe por cuánto.
No hay videoclip, aquí: lo que da miedo no es eso (como
sí dan miedo los videoclips de “Enter Sandmann”, posteo 2, “3 a.m.”, posteo 19,
o “Lamento della Ninfa” en la versión de Anna Prohaska, posteo 77). Pero desde
la musicalización (sencilla, machacona, repetitiva) y las palabras (breves, sugerentes,
sin un gramo de descripción) Hozier va construyendo un clima. Y lo va armando
tan bien, y tan poco a poco, que uno entra en ese bosque como por un tubo, y
cuando se quiere dar cuenta, ya está tan adentro que no puede escapar, como les
pasa a los pobres chicos infelices que quieren hacer un documental sobre una bruja
boscosa, en la película “El proyecto de la Bruja de Blair” (spoiler: terminan
mal). Si uno va escuchando, es realmente como una película, esta canción, llena
de escenas que generan inquietud, misterio y/o puro miedo.
De entrada, el cantor está afiebrado, y en sus desvaríos
solamente repite un nombre (¿el de su amada/amado?, ¿el de su dios? nunca queda
claro). Cuando la fiebre cede, él despierta para encontrarse inmerso en una
noche con Luna pero, a pesar de ello, “tan oscura que la oscuridad tarareaba”
(me gusta mucho esa imagen):
Mi
cabeza estaba caliente,
mi
piel estaba empapada.
Dije
tu nombre
hasta
que la fiebre cedió.
Cuando
desperté
la
Luna seguía colgando.
La
noche tan oscura
que
la oscuridad tarareaba.
El cantor se levanta, débil, y tiene miedo, ya de
entrada, de que la lucidez lo abandone y lo alcance la locura: le suplica a su
propia mente que se porte bien.
Me
levanté,
mis
piertas estaban débiles.
Le
supliqué a mi mente:
“Sé
buena conmigo”.
Entonces escucha un “horrible ruido”, una “voz de mujer”,
y decide correr hacia ella, adentrándose en lo profundo del bosque (algo que no
sé ustedes, pero yo intentaría evitar, en lo posible: como dice el lema de mi
escudo, “Preferiría no hacerlo”).
Un
horrible ruido
llenó
el aire.
Escuché
un grito
en
algún lugar del bosque.
Una
voz de mujer,
rápido
corrí
hacia
los árboles
con
las manos vacías.
No era una mujer, al final, sino una zorra. O zorro. En
algunas mitologías, como la japonesa, el zorro es el disfraz de presencias
angelicales o demoníacas, y siempre, como bien saben la gente del campo, un
zorro esconde astucias y peligros muy cercanos a lo humano. Este zorro tiene
rota la pata, y el cantor, apiadado, lo mata de un piedrazo para evitar que
siga sufriendo. La escena es muy intensa y te llena (me digo yo a mí mismo) de
inquietud.
Era
un zorro,
se
sacudía temeroso.
No
dije palabra,
no
hizo ningún ruido.
Su
hueso expuesto,
su
pata estaba coja.
Levanté
una piedra
para
terminar su dolor.
Acá podría terminar la canción, pero no: esto recién
empieza. Porque al matar al zorro herido, el cantor empieza a reflexionar: ¿qué
animal, qué bestia pudo haber causado una herida así, como la que tenía el
zorro? Y entonces siente que en el bosque hay unos ojos que lo miran…
¿Qué
causó la herida?
¿Cuán
largos los dientes?
Vi
que nuevos ojos
me
estaban mirando.
Y acá de golpe, como en canción medieval, ya se nos dice
que hay una criatura (¿de qué tipo de criatura hablamos, Hozier? No, dejá,
mejor no me contestes) que comienza a perseguirlo, y él se da vuelta y empieza
a correr a todo lo que da, para “salvar una vida que no tenía”. ¿Qué quiere
decir, “que no tenía” la vida que quiere salvar? ¿Que ya la da por perdida, o
que estaba muerto de antes? Solo podemos conjeturar, pero en la canción nada
queda definido.
La
criatura arremetió,
me
di vuelta y corrí
para
salvar una vida
que
no tenía.
Él vuela como un ciervo en la huida, y pierde las
esperanzas de reunirse con ese amor-dios al que le habla desde el comienzo.
Ciervo
en la cacería
era
mientras volaba.
Olvidé
todas las plegarias
de
reunirme contigo.
Y aquí, en las dos últimas estrofas, llega el final, que
es lejos lo más inquietante e indefinido de la canción. Él se aferra a su vida,
y le anuncia a su amor que “aún no he terminado”. Y sin embargo, al final, hace
una pregunta muy extraña: “¿Por cuántos años sé que soportaré?”. Y la única
respuesta es una afirmación qus sintetiza toda la historia: “Encontré algo en
algún lugar del bosque”.
Me aferré
a mi vida
y
deseé mantenerla.
Mi
anhelado amor,
aún
no he terminado.
¿Por
cuántos años
sé
que soportaré?
Encontré
algo
en
algún lugar del bosque.
Nos quedan montones de preguntas: ¿qué es lo que “soportará”
el cantor durante tantos años? ¿Qué es exactamente lo que encontró en el
bosque? ¿Está vivo, el cantor? ¿Lo estaba al encontrar a la zorra herida? ¿Lo
alcanzó, la criatura que lo perseguía? Si no lo alcanzó, ¿cómo es que dejó de
perseguirlo? ¿Cuál es el precio que él debe pagar por “aferrarse a su vida” y
no darla por perdida?
Estas y muchas más preguntas que ustedes puedan hacerse,
no serán respondidas en este blog, porque tengo miedo, como Macbeth, de
asesinar mi propio sueño y no poder dormirme más, lo que para ustedes podría
ser un contratiempo, pero en mi caso sería una tragedia total, porque dormir es
la luz de mis ojos.
Así que si ustedes encuentran alguna respuesta, o
encuentran algo en algún lado, por favor, no me avisen.
In
The Woods Somewhere
My head was warm
My skin was soaked
I called your name
‘Til the fever broke
When I awoke
The moon still hung
The night so black
That the darkness hums
I raised myself
My legs were weak
I prayed my mind
Be good to me
An awful noise
Filled the air
I heard a scream
In the woods somewhere
A woman's voice
I quickly ran
Into the trees
With empty hands
A fox it was
He shook afraid
I spoke no word
No sound he made
His bones exposed
His hind was lame
I raised a stone
To end his pain
What caused the wound?
How large the teeth?
I saw new eyes
Were watching me
The creature lunged
I turned and ran
To save a life
I didn't have
Deer in the chase
There as I flew
I forgot all prayers
Of joining you
I clutched my life
And wished it kept
My dearest love
I'm not done yet
How many years
I know I'll bare?
I found something
In the woods somewhere
|
En algún lugar del bosque
Mi
cabeza estaba caliente,
mi
piel estaba empapada.
Dije
tu nombre
hasta
que la fiebre cedió.
Cuando
desperté
la
Luna seguía colgando.
La
noche tan oscura
que
la oscuridad tarareaba.
Me
levanté,
mis
piertas estaban débiles.
Le
supliqué a mi mente:
“Sé
buena conmigo”.
Un
horrible ruido
llenó
el aire.
Escuché
un grito
en
algún lugar del bosque.
Una
voz de mujer,
rápido
corrí
hacia
los árboles
con
las manos vacías.
Era
un zorro,
se
sacudía temeroso.
No
dije palabra,
no
hizo ningún ruido.
Su
hueso expuesto,
su
pata estaba coja.
Levanté
una piedra
para
terminar su dolor.
¿Qué
causó la herida?
¿Cuán
largos los dientes?
Vi
que nuevos ojos
me
estaban mirando.
La
criatura arremetió,
me di
vuelta y corrí
para
salvar una vida
que
no tenía.
Ciervo
en la cacería
era
mientras volaba.
Olvidé
todas las plegarias
de
reunirme contigo.
Me aferré
a mi vida
y
deseé mantenerla.
Mi anhelado
amor,
aún
no he terminado.
¿Por
cuántos años
sé
que soportaré?
Encontré
algo
en
algún lugar del bosque.
|
Se despide hasta la semana que viene, tarareando entre los ruiditos
del bosque nocturno,
DJ
Vagowitch
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