“Dúo
de las flores”, en la ópera Lakmé, de
Léo Delibes (1883)
Si
su amor fue flor de un día,
¿por
qué causa es siempre mía
esta
cruel preocupación?
Quiero
por los dos mi copa alzar
para
olvidar mi obstinación
y
más la vuelvo a recordar.
(del tango Nostalgias, de Cobián y Cadícamo)
Sigue la serie final de la cuarta temporada de este blog,
“Las diez de última”, y esta semana vamos con el último tema de música clásica.
Que será también el último tema de ópera. Y el último en francés, porque a
pesar de que Léo Delibes suena españólico, fue un compositor francésico, y el
tema elegido hoy, el famoso “Dúo de las flores”, es parte de una de sus óperas
en francés, Lakmé.
Digamos que Léo no era Messi, como compositor, y Lakmé no
es la mejor ópera del universo, les aviso. Ni musicalmente, ni mucho menos en
cuanto a la temática: es una típica ópera “exótica” de esas que se hacían
alrededor del 1900, en este caso ambientada en la India, que da una vez más una
vuelta más alrededor del archirremanido tema de “la costurerita que dio el mal
paso”, esta vez: una princesa hindú en la India en la época en que la India
está bajo el “protectorado” británico.
La princesa (Lakmé) es seducida por un
oficial del ejército inglés (Gerald), que la encuentra mientras ella está en un
bosquecillo-sagrado-templo y se enamoran automáticamente; luego pasa lo
que tenía que pasar y se convierten en amantes. El padre se entera de que
profanaron el templo (ponele) y hace que Lakmé cante; Gerald se emociona al escucharla,
y se deschava, y el padre de Lakmé lo apuñala. Lakmé se lo lleva al bosquecillo
para curarlo con el agua sagrada del arroyuelo.
Mientras va a buscar el agua, llega
Frederic, compañero de Gerald, y le recuerda sus deberes como soldado,
etcétera. Cuando vuelve Lakmé, ve que Gerald, que hasta ese momento estaba
súper enamorado, ahora de repente no le da bola, pues decidió dejarla (nunca es
ella, la que decide dejarlo a él) “para cumplir con su deber” (ser soldado, en
teoría). El inglesito tiene el amor más efímero que un yogur al sol en febrero.
Entonces ella, “para no quedar deshonrada”, se suicida (nunca es él, el que se
suicida) comiendo una hoja venenosa de datura. El padre llega y lo quiere matar
(otra vez) a Gerald, pero Lakmé, antes de morir, le dice al padre que no lo
mate, que ahora el inglés tomó del agua sagrada y es uno de ellos. Entonces, en
teoría, Lakmé muere en paz, y todos los varones quedan felices, contentos y
hermanados y se van a un bar a tomar una birra (seguramente, una “indian pale
ale”, IPA).
Les dije que no era una maravilla, ¿o no les dije? En
fin. Pero vamos al tema de hoy.
El dueto de las flores ocurre en el comienzo de la obra,
en la primera parte del primer acto, antes de que aparezca el Gerald. En la
escena están Lakmé y su criada Maliká, que llegan al bosque sagrado para buscar
flores y armar un ramo con ellas. Eso es todo lo que pasa, básicamente: miran
las flores, cantan, juntan algunas flores.
La letra es, redondamente, una boludez. Vení Lakmé para
acá, vamos a juntar flores, qué lindas las flores, cantemos juntas, qué lindos
están los jazmines, juntemos algunos lotos azules, y así. No es la gran letra.
Y sin embargo, esa letra que no dice nada, al juntarse con la música que le
compuso Léo, se vuelve, sutil e imperceptiblemente, en una canción de amor: un
amor callado entre las dos mujeres (la rica y la pobre, la rosa y el jazmín), que
lo pueden sentir pero no decirlo abiertamente (en principio, porque son dos mujeres
y estamos en 1880).
El “cantar juntas” mientras buscan flores en la soledad del
bosque, la referencia a que ese ritual se repite día a día a la misma hora (“esta
es la hora en que te veo sonreír, la hora bendita”; el “vayamos unidas,
suavemente deslicémonos”, “bajemos unidas”, “con mano indolente lleguemos al
borde”, “cerca de los cisnes vayamos a recoger lotos azules”) se vuelven
referencias delicadamente amorosas-eróticas, entre los arpegios del dueto,
mientras las dos cantan variaciones de la misma letra y conjugan sus voces en
una canción que probablemente sea uno de los duetos de amor más hermosos de la
historia de la música, sin necesidad de declarar expresamente que es una
canción de amor.
Tal vez si Lakmé, en vez de enamorarse del paciente
inglés, se hubiera escapado con Maliká (porque hay amor allí entre ellas, se
ve, se siente y, sobre todo, se escucha), hoy su ópera no habría caído en el
olvido, no estaría número 126 en cantidad de representaciones a nivel mundial
(¿entre cuántas? qué sé yo: 127, ponele). Pero imagino que el “amor prohibido” de
una princesa india era mucho más aceptable, en esa época y en esa Europa
occidental, con un soldado inglés que con otra mujer que, para empeorar, era una
sirvienta pobre. “La homosexualidad te la puedo dejar pasar, pero con la clase
social no se jode”, imagino que hubieran dicho las reseñas operísticas
escandalizádicas parisínicas del 1880.
Así que hay que imaginar nomás, y escuchar las subidas y
bajadas armónicas y melódicas mientras las dos mujeres bajan juntas hacia el
arroyo sagrado (ponele) para recoger flores (ponele), unidas y felices bajo el
blanco y espeso jazmín, antes de que venga el ejército inglés y lo arruine
todo, como es su costumbre.
Elegí la excelente versión de Anna Netrebko y Elina Garanca:
porque son espectaculares cantantes y además, tan lindas ellas, la morocha rusa
y la rubia letona (de Letonia, che, leé bien), vestidas de jazmín plateado y
rosa roja.
Tiene tres partes, el dueto, y abajo pongo la letra de las tres partes, incluyendo lo que cantan ambas protagonistas.
Lakmé:
Viens,
Mallika,
les
lianes en fleurs
jettent
déjà leur ombre
sur
le ruisseau sacré
qui
coule, calme et sombre,
éveillé
par le chant
des
oiseaux tapageurs!
Mallika:
Oh!
maîtresse,
c'est
l'heure
où
je te vois sourire
l'heure
bénie
où
je puis lire
dans
le coeur toujours fermé
da
Lakmé!
|
Lakmé:
¡Ven,
Mallika
las
ramas florecidas
derraman
ya su sombra
sobre
el arroyo sagrado
que
corre, calmado y oscuro,
alborotado
por el canto
de
los pájaros alborotadores!
Mallika:
¡Oh,
mi dueña
esta
es la hora
en
que te veo sonreír,
la
hora bendita
en
que yo puedo leer
en
el corazón siempre cerrado
de
Lakmé!
|
LAKMÉ
Dôme épais
le jasmin
à la rose s'assemble
rive en fleurs,
frais matin,
nous appellent ensemble.
Ah! glissons
en suivant
le courant fuyant
dans l'onde frémissante.
D'une main nonchalante,
gagnons le bord,
où l'oiseau chante.
Dôme épais,
blanc jasmin
nous appellent ensemble!
|
MALLIKA
Sous le dôme épais
où le blanc jasmin
à la rose s'assemble,
sur la rive en fleurs,
riant au matin,
viens, descendons ensemble.
Doucement glissons:
de son flot charmant
suivons le courant fuyant
dans l'onde frémissante.
D'une main nonchalante
viens, gagnons le bord,
où l'oiseau chante.
Sous le dôme épais,
sous le blanc jasmin,
ah! descendons ensemble!
|
LAKMÉ
Cúpula espesa,
el jazmín
a la rosa se asemeja,
orilla florida,
fresca mañana,
nosotras invocamos unidas.
¡Ah! Vayamos
siguiendo
la corriente fugaz
en la ola temblorosa.
Con mano indolente
lleguemos al borde
donde el pájaro canta.
¡Cúpula espesa,
blanco jazmín,
nosotras invocamos unidas!
|
MALLIKA
Bajo la cúpula espesa
donde el blanco jazmín
a la rosa se asemeja,
sobre la orilla florida,
risueña a la mañana,
ven, bajemos unidas.
Dulcemente deslicémonos:
de su oleaje encantador
sigamos la corriente fugaz
en la ola temblorosa.
Con mano indolente
ven, lleguemos al borde,
donde el pájaro canta.
Bajo la cúpula espesa,
bajo el blanco jazmín
¡ah! bajemos unidas.
|
Lakmé:
Mais je ne sais
quelle crainte subite
s'empare de moi;
quand mon père va seul
à leur ville maudite,
je tremble d'effroi!
Mallika:
Pour que le dieu Ganeça
le protège, jusqu'à l'étang
où s'ébattent joyeux
le cygnes aux ailes de neige,
allons cueillir les lotus bleus.
Lakmé:
Oui, près des cygnes
aux ailes de neige,
allons cueillir les lotus bleus...
|
Lakmé:
Mas yo no sé
qué miedo súbito
se apodera de mí
cuando mi padre parte solo
a su aldea maldita,
¡tiemblo de terror!
Mallika:
Para que el dios Ganesa le proteja,
junto al estanque
donde retozan alegres
los cisnes de alas níveas,
vayamos a recoger los lotos azules.
Lakmé:
Sí, cerca de los cisnes
de alas níveas,
vayamos a recoger lotos azules...
|
LAKMÉ
Dôme épais
le jasmin
à la rose s'assemble
rive en fleurs,
frais matin,
nous appellent ensemble.
Ah! glissons
en suivant
le courant fuyant
dans l'onde frémissante.
D'une main nonchalante,
gagnons le bord,
où l'oiseau chante.
Dôme épais,
blanc jasmin
nous appellent ensemble!
|
MALLIKA
Sous le dôme épais
où le blanc jasmin
à la rose s'assemble,
sur la rive en fleurs,
riant au matin,
viens, descendons ensemble.
Doucement glissons:
de son flot charmant
suivons le courant fuyant
dans l'onde frémissante.
D'une main nonchalante
viens, gagnons le bord,
où l'oiseau chante.
Sous le dôme épais,
sous le blanc jasmin,
ah! descendons ensemble!
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LAKMÉ
Cúpula espesa,
el jazmín
a la rosa se asemeja,
orilla florida,
fresca mañana,
nosotras invocamos unidas.
¡Ah! Vayamos
siguiendo
la corriente fugaz
en la ola temblorosa.
Con mano indolente
lleguemos al borde
donde el pájaro canta.
¡Cúpula espesa,
blanco jazmín,
nosotras invocamos unidas!
|
MALLIKA
Bajo la cúpula espesa
donde el blanco jazmín
a la rosa se asemeja,
sobre la orilla florida,
risueña a la mañana,
ven, vayamos unidas.
Dulcemente deslicémonos:
de su oleaje encantador
sigamos la corriente fugaz
en la ola temblorosa.
Con mano indolente
ven, lleguemos al borde,
donde el pájaro canta.
Bajo la cúpula espesa,
bajo el blanco jazmín
¡ah! vayamos unidas.
|
Y eso es todo por hoy. Me despido porque me espera mi siesta sagrada. Y será una flor de siesta, no lo duden.
DJ Vago