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viernes, 10 de marzo de 2023

[285] Puros malentendidos

 

“Don´t let me be misunderstood”, por Santa Esmeralda (1977), y “La serrana” (anónimo medieval español), por Alalumbre (2022)

 

Hay montones de canciones que glorifican la violencia hacia las mujeres, y la mayoría presentan al amor como principal (o única) excusa y justificación. “La maté porque era mía” es suficiente argumentación para justificar cualquier crimen en una canción, y en la música occidental, desde la Edad Media hasta hoy, hay violaciones, golpes e insultos a las mujeres como para tirar al techo. Dejando de lado el reguetón, que es prácticamente un género entero dedicado a la violencia contra la mujer, igual tenemos montones de ejemplos en todos lados, como la nefasta canción de Cacho Castaña que se ufana “si la encuentro con otro la mato”; “El preso número 9”, encerrado por matar a la mujer pero orgulloso de haberlo hecho; el espantoso tango “Amablemente” en el que Edmundo Rivero presenta como un chiste que a la mujer infiel el tanguero (“amablemente”) “le fajó 34 puñaladas”; la canción “Mujeres” de Arjona; el “Perra” de Los Palmeras; varias de Calamaro, varias de Sabina, Brown Sugar... Podría seguir eternamente, con la enumeración.

¿Qué muestra esto? No mucho, salvo que tenemos un gran problema, como sociedad, y que es algo muy difícil, no digo de resolver, sino incluso de combatir en serio. Pero ya estaría siendo hora.


Pero suficiente como intro. Hoy traigo dos canciones separadas por siglos e idiomas que, en formas muy diferentes, tocan (sin pedir permiso) la temática de la violencia contra una mujer.

La primera, “No dejes que me malentiendan” (“Don´t let me be misunderstood”), es una canción de 1964, compuesta inicialmente por Horace Ott, y luego completada por Bennie Benjamin y Sol Marcus (tres varones, con amplia experiencia componiendo canciones desde 1940). Ott la compuso tras una “acalorada” pelea con su esposa (se habían casado hacía poco), Gloria Caldwell (ella aparece como autora en los créditos de la canción en lugar de Ott, por cuestiones legales que desconozco).

A la canción se la dieron inicialmente a Nina Simone, quien fue la primera que la grabó, en una versión muy lenta, pero en la que se luce, como siempre, su gran voz. Un año después, The Animals (de quienes ya comentamos su cover de “The House of the Rising Song”) hicieron una versión más roquera, en la que se luce la voz de Eric Burdon pero los demás músicos hacen la plancha. La canción tuvo, y tiene hasta el día de hoy, muchos covers (tanto de varones como de mujeres, Joe Cocker, Cindy Lauper, montones), pero elegí uno de 1977, del grupo fusión latina franco-estadounidense Santa Esmeralda, que le meten castañuelas, guitarra flamenca, mucho disco dance, mucha bizarreada, y algunos gestos notables del cantante Leroy Goméz. (Digresioncita: Me dice mi hermana la quinta que esta fue la versión elegida por Tarantino para Kill Bill, en la escena en que Beatrix se bate a duelo de katanas afiladas con O-ren Ishii, en un jardín japonés nevado).

¿De qué va la canción? Un hombre le habla a una mujer con la que mantiene una relación (esposa, novia, amante). Él le hizo a ella algo malo; no se dice qué, pero él lo llama “pequeñas cositas tontas” de las que “se arrepiente mucho” (eso muestra que esto es algo que sucedió más de una vez, que no es un evento único). Ahora bien: ¿le levantó la voz?, ¿se olvidó de levantar la tapa del inodoro?, ¿acaparó el uso del control remoto?, ¿usó todo el queso rallado? Esas transgresiones leves no ameritarían una canción entera: lo menos que él hizo es pegarle, a ella. Por lo menos.

(Otra mini digresión: usar todo el queso rallado sí ameritaría toda una canción de disculpas, como ya comprobamos con “Esperando el impacto”, de la Bersuit.)

Lo notable es que él no le pide perdón, por pegarle (o peor): la canción es un largo intento de justificación por parte de él, en el que se detallan todos los clichés del pegador: “vos sabés cómo soy”, “a veces me pongo un poco loco”, “nadie es un ángel”, “cuando las cosas van mal me pongo nervioso” “y entonces vos tenés que aguantar mi lado malo”, “nunca quise desquitarme con vos”, “porque te amo”, “pero soy humano, tengo mis defectos”, “a veces hago algunas tonterías, y después me arrepiento”... Las estrofas despliegan todo el manual, y el estribillo cierra con moño: “Soy un hombre que tiene buenas intenciones”... y enseguida pone al Señor (otro varón) como testigo, para pedir por favor que “no me dejes ser mal entendido”. Al terminar la canción, casi como que uno la puede ver a ella, llena de moretones, y a él ofendido enfrente, exigiéndole que sea ella la que le pida perdón a él, por “haberlo entendido mal”.

Claro que para ver todo esto hay que prestar un poco de atención a la letra (Pero para eso estoy, ¿no? Ya me conocen). A lo largo de las décadas, muchísima gente no vio nada malo con la argumentación y se puso, automáticamente, del lado de él, del cantor: tiene razón, che. Pobre.

(Cuando a la canción la canta una mujer, suele cambiar los pronombres, de forma que no sea expresamente varón quien canta; ahí ya sí queda más oscuro de qué se está hablando, porque aunque habrá mujeres que peguen, son muchas menos que los varones, y entonces uno no piensa automáticamente que ella lo estuvo fajando a él, al escuchar la canción.)

En fin. Escuchen la canción, lean la letra y saquen sus propias conclusiones. O me saco el cinto.

 

https://www.youtube.com/watch?v=ChwkizWC8fc

Don't let me be misunderstood

 

Baby, do you understand me now

Sometimes I feel a little mad

Well, don't you know that no-one alive

Can always be an angel

When things go wrong I seem to be bad

 

 

Pero I'm just a soul who's intentions are good

Oh Lord, please don't let me be misunderstood

 

Baby, sometimes I'm so carefree

With a joy that's hard to hide

And sometimes it seems that all I have do is worry

And then you're bound to see my other side

 

Pero I'm just a soul who's intentions are good

Oh Lord, please don't let me be misunderstood

 

If I seem edgy, I want you to know

That I never meant to take it out on you

Life has it's problems and I've got my share

And that's one thing I never meant to do

'Cause I love you

 

Baby, don't you know I'm just human

And I've faults like any other man

And sometimes I find myself long regretting

Some foolish things, some little simple things I've done

But I'm just a soul who's intentions are good

Oh Lord, please don't let me be misunderstood.

No dejes que me malentiendan

 

Nena, vos ya me entendés.

A veces estoy un poco loco.

Bueno, sabés que nadie que esté vivo

puede ser siempre un ángel.

Cuando las cosas van mal, parece que me vuelvo malo.

 

Pero solo soy un alma con buenas intenciones;

oh, Señor, por favor no dejes que me malentiendan.

 

Nena, a veces me siento tan despreocupado

con una alegría difícil de ocultar,

y a veces parece que lo único que hago es preocuparme

y entonces vos te ves obligada a ver mi lado oscuro.

 

Pero solo soy un alma con buenas intenciones;

oh, Señor, por favor no dejes que me malentiendan.

 

Si me veo crispado, quiero que sepas

que nunca quise desquitarme con vos.

La vida tiene sus problemas, y yo recibí mi parte.

Y eso es lo único que nunca quise hacer,

porque te amo.

 

Nena, ¿no sabés que soy tan solo humano?

Y tengo defectos como cualquier hombre,

y a veces me veo arrepintiéndome mucho

de algunas cosas tontas, simples cositas tontas que hice.

 

Pero soy solo un alma con buenas intenciones;

oh, Señor, por favor no dejes que me malentiendan.

 

Y la otra canción que traje hoy es “La serrana” (también conocida como “La serranilla”), un romance medieval español (ya comenté varios de ellos, la música medieval es una de las áreas preferidas del blog) musicalizado por Joaquín Díaz (un amigo del blog también), pero en este caso en la muy reciente versión del grupo de folk medieval Alalumbre.

Como todos los romances medievales, esta es una canción narrativa, se cuenta una historia. En este caso, muy cinematográficamente, casi que uno puede ir viendo las diferentes escenas.

En un paisaje nevado, y mientras cae el aguanieve, una joven serrana camina sola, para ir al casamiento de su hermano (como la nieve está alta, ella tiene que “arrezagar” su falda, para poder avanzar):

Por la montañita arriba camina la serranilla

con la falda arregazada y la nieve a la rodilla.

La nieve caía a copos y agua menudita y fría,

con el pie pisa la nieve, con el zapato la trilla.

 

Entonces, en medio de la nada, ve a alguien que la está mirando, y lo reconoce: es uno de sus pretendientes. Apenas lo ve, ella se pone a correr, temerosa de que él la ataque. ¿Es otro malentendido? No, ningún malentendido, porque él también se pone a correr tras ella:

Echó la vista hacia atrás, por ver si alguno venía;

la estaba viendo un galán de los que la pretendían.

La niña de que le vió, dejó de andar y corría;

mucho corría el caballero, no tanto corre la niña.

 

La diferencia de velocidades hace inevitable el alcance, y entonces, al pie de un olivo nevado, se produce un diálogo. Es genial cómo el diálogo parece de lo más normal (“¿adónde vas?”, “voy a tal lado”), pero ya sabemos que ella ya está atrapada, sin posibilidades de escapar, así que por detrás de las palabras está lo que sucede de verdad, que es una escena cargada de violencia.

Donde la vino a alcanzar, al pie de la verde oliva,

la oliva como era amarga, amargamente decía:

—¿Dónde va la niña blanca, donde va la blanca niña?

—Voy a bodas de mi hermano, que casarse pretendía.

 

Acá el “galán” le sugiere que la puede acompañar, para que no viaje sola. Pero ya sabemos que una cosa es lo que está diciendo él y otra lo que sucede, y eso se pone en claro ya en la siguiente respuesta de ella, en la que aclara que ella no lo quiere y, ya dejando bien en claro lo que está pasando, le pide que la mate, si quiere, pero que no la viole. A lo que él responde que no, que precisamente lo que va a ser es violarla, aunque no matarla (será porque ¿es un caballero?...):

—Si tú me quieres a mí, yo iría en tu compañía.

—Yo no te quería a ti, que mis padres no querían;

no me quites el honor, aunque me quites la vida.

—Te he de quitar el honor, no te he de quitar la vida.

 

Y aunque la canción no lo dice, aquí se pasa del dicho al hecho, y él empieza a atacarla. En ese momento, a él se le cae el puñal que llevaba. Ella lo agarra y se lo clava a él, matándolo.

Es muy genial que la canción no aclara que él la está intentando violar, pero ella lo apuñala “por la espalda”, algo que, en tanto él no se estaba yendo, solo puede ocurrir... si él está encima de ella, o muy pegado a ella.

Al verse morir, él se preocupa porque ella le cuente a todos que lo mató con su propio puñal (en tanto es un noble, se ve que no le molesta, o no piensa posible, que ella lo acuse de ser un violador):

Estando en estas palabras, el puñal se le caía,

la serrana, que no es torpe, con su mano le cogía.

Se lo clavó por la espalda, a un costado le salía.

Con las ansias de la muerte, estas palabras decía:

—No te vayas alabando, ni en tu tierra ni en la mía,

que has dado muerte a un galán con las armas que él traía.

 

Y en el final de la película, ella carga el cuerpo en el caballo, lo sube a la montaña, encuentra a un ermitaño y le pide que lo deje enterrar allí, para que nadie sepa nunca lo que ocurrió (bah, lo sabe el ermitaño, pero como no se habla con nadie, no hay peligro de que vaya chusmeando). El ermitaño entiende lo sucedido, y accede al pedido de la serrana. En un detalle de cierta ironía, ella cava la tumba del galán con el puñal de él, el mismo con el que lo mató:

 

Se le cogió en el caballo, sube montañas arriba

donde había un ermitaño ganando su santa vida.

—Por Dios te pido, ermitaño, por Dios te lo pediría,

que me dejes enterrar un cuerpo que aquí traía.

—Entiérrale niña blanca, entiérrale, blanca niña.

Con el su puñal dorado, la sepultura le hacía.

 

Con lo cual termina la película policial-medieval con un crimen en defensa propia, pero que nunca es esclarecido. Un final bastante feliz, considerando.

En su cover, Alalumbre toma la hermosa musicalización de Joaquín Díaz, para este romance, pero le agregan una introducción en la que, como noticia periodística, se encontró el puñal junto a una tumba sin nombre cerca de una ermita, y conecta ese hallazgo cuasi arqueológico con la historia “de un caballero que desapareció sin dejar rastro, hace quinientos años”, un misterio que nunca fue develado (pero que se explica, claro, en el romance).

 

Por Alalumbre:

https://www.youtube.com/watch?v=iIw8Yf8om4Y

 

La serrana

Por la montañita arriba camina la serranilla

con la falda arregazada y la nieve a la rodilla.

La nieve caía a copos y agua menudita y fina,

con el pie pisa la nieve, con el zapato la trilla.

Echó la vista hacia atrás, por ver si alguno venía;

la estaba viendo un galán de los que la pretendían.

La niña de que le vió, dejó de andar y corría;

mucho corría el caballero, no tanto corre la niña.

Donde la vino a alcanzar, al pie de la verde oliva,

la oliva como era amarga, amargamente decía:

—¿Dónde va la niña blanca, donde va la blanca niña?

—Voy a bodas de mi hermano, que casarse pretendía.

—Si tú me quieres a mí, yo iría en tu compañía.

—Yo no te quería a ti, que mis padres no querían;

no me quites el honor, aunque me quites la vida.

—Te he de quitar el honor, no te he de quitar la vida.

Estando en estas palabras, el puñal se le caía,

la serrana, que no es torpe, con su mano le cogía.

Se lo clavó por la espalda, a un costado le salía.

Con las ansias de la muerte, estas palabras decía:

—No te vayas alabando, ni en tu tierra ni en la mía,

que has dado muerte a un galán con las armas que él traía.

Se le cogió en el caballo, sube montañas arriba

donde había un ermitaño ganando su santa vida.

—Por Dios te pido, ermitaño, por Dios te lo pediría,

que me dejes enterrar un cuerpo que aquí traía.

—Entiérrale niña blanca, entiérrale, blanca niña.

Con el su puñal dorado, la sepultura le hacía.

 

 

Como cierre, un par de covers y un bonus track:

- Versión de The Animals de “No dejes que me malentiendan”:

https://www.youtube.com/watch?v=IC6uXVGVnq0

 

- La versión de Nina Simone:

https://www.youtube.com/watch?v=RtgJjYvv0dU

 

- Versión de “La serrana” por Joaquín Díaz:

https://www.youtube.com/watch?v=sYMi6CJXimk

 

- Y el bonus: “El traidor Marquillos”, otro romance con no uno, sino dos degollamientos, y en el que un intento de violación se ve frustrado por la astucia de Blancaflor, la noble mujer atacada (cabe aclarar que hay otros romances en los que la violación se concreta, no es que todos terminan "bien"):

https://www.youtube.com/watch?v=rbVsLOEFEkc

 

Y eso es todo por hoy. Pueden ir en paz.
Pero mejor corran, por las dudas.

 

DJ Vago

 

 

 

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