“En la prisión de Nantes”, anónimo francés del siglo XVII
Los prisioneros (en especial los que se
escapaban) eran lo más, en el siglo XVII. Y continuaron de racha hasta bien
avanzado el siglo XIX. Para avalar mi opinión, mi hermana la tercera me
mensajea dos ejemplos tan famosos como franceses: Edmond Dantés (El conde de
Montecristo) y Jean Valjean (Los miserables). El sistema penitenciario
funcionaba tan mal como ahora, y parece que era bastante probable terminar engayolado
con un nivel razonable de inocencia (y sabemos que todo preso reclama para sí
el derecho de proclamarse inocente).
Después, los presos fueron desbancados por
piratas, vampiros, magos, asesinos seriales y otros personajes semifantásticos.
En Catalunya estaba la “Canço del lladre” (“cuando
junté suficiente dinero / me robé también una muchacha; / la robé con falsedad
/ diciéndole que me casaría”); en Castilla, el “Romance del prisionero” (“que
ni sé cuándo es de día / ni cuándo las noches son / sino por una avecilla / que
me cantaba al albor”). De forma similar, en Bretaña (norte de Francia) este
tema sonaba en todos los boliches, desde los 1600 largos.
Como corresponde a la medievalidad, las
estrofas son más que suscintas: apenas una frase de dos versos, que se repiten.
La primera estrofa, por ejemplo, nos dice:
En las prisiones de Nantes
había un prisionero.
Y eso es todo, informativamente hablando.
Claro que ahí, inmediatamente después del primer verso, aparece el trabalenguas
que permite incluir esta canción en la serie “¿Lo qué?”. Lo transcribí como:
langdililang landilandi landilililang
, pero es una traducción aproximada, y cambia con
cada intérprete, y hay muchísimas versiones diferentes, incluso tan diferentes
como:
eh yup lalala trilaralá
En la versión que elegí, la del célebre grupo nantesco
Tri Yann (que hace poco cumplieron 40 años, y hasta salió una estampilla en
Francia para conmemorarlo), el ritmo frenético con que avanza la canción hace
que el langdililang sea realmente difícil de pronunciar sin perder el tempo o
morir por anudamiento súbito de lengua. O tal vez me pasa solo a mí, y ustedes
no tienen ningún problema: prueben y me avisan.
En todo caso, en el siglo XVII fue sin duda
una osadía, incluir este verso que nunca se permitirían los compositores
cortesanos, pero sí el autor popular y anónimo que decidió contar la pícara
historia de este prisionero.
En la canción aparecen algunos modismos
bretones, como /vuer/ en lugar de /vuar/ y /mué/ en lugar de /muá/, lo que
remarca el carácter popular y regional de la propuesta.
En las siguientes estrofas nos enteramos de
que nadie va a visitar al prisionero, excepto la hija del carcelero. En la
versión elegida no se aclara más sobre el tema, pero en otras versiones se
explica que la hija del carcelero le lleva de comer y de beber, “y camisas
limpias / cuando se quiere cambiar”. Hay una relación intensa, sutilmente
erótica, digamos, entre los dos. E imagino que el prisionero se cambiaría ahí
mismo la ropa, para satisfacción de la jovencita.
Un día, él le pregunta a la chica “¿Qué se
cuenta de mí, en el pueblo?”. Y ella (supongo que con los ojos llorosos) le
dice que se dice que lo van a colgar. En otras versiones, se aclara el importante
detalle de la fecha de la ejecución:
Se dice de ti en el pueblo
que mañana morirás.
Entonces, el prisionero, con una lógica
deficiente, pero valiéndose seguramente de su encanto personal, le propone a la
carcelerita:
Si van a colgarme mañana,
desátame los pies.
O sea, un último deseo del condenado: estirar
un poco los pies antes de morir. ¿Quién puede negarse a ese pedido inocente?
No la hija del carcelero, que “era jovencita”,
como se aclara para disculpar que es medio boluda (o está embobada, mejor
dicho) y acepta quitarle al prisionero los grillos de los pies.
Cae así, la hija del carcelero, en el viejo
truco (ya viejo en ese entonces) de “haceme un favorcito nomás”. Desata al
prisionero, y este (supongo que después de cambiarse otra vez la camisa [o de
que ambos se la intercambiaran]) se tira por el ventanuco, directo al río.
Un escape osado, casi suicida, porque la torre
de la prisión es alta, y el río Loira es tumultuoso y ancho. En algunas
versiones, se aclara que “con la primera zambullida estuvo a punto de
ahogarse”, pero “con la segunda zambullida, el río atravesó”.
Entonces, ya cruzado el río, el prisionero,
sintiéndose libre por fin, no puede evitar ponerse a cantar. ¿Canta sobre la
libertad, como los cantautores vascos? ¿Canta sobre el mal funcionamiento del
poder judicial bretón, o sobre lo fría que estaba el agua del Loira? No señor:
canta sobre las muchachas bellas, “en especial, la hija del carcelero”.
Y termina asegurando: “Si alguna vez vuelvo a
Nantes, / seguro me casaré con ella”. Digamos que optimismo no le falta, ¿no?
Está libre hace cinco minutos, empapado, sin un mango, a menos de 100 metros de la
prisión, y ya está haciendo planes para el futuro.
Y no cualquier plan: nada menos volver a la
ciudad donde lo saben prófugo, y casarse con la hija del carcelero (a quien, ya
que estamos, engañó y acaba de dejar plantada y, probablemente, castigada por
el padre). Solo hay una forma de lograr tal hazaña: convertirse en otra
persona. Como hicieron, cada uno a su manera, Jean Valjean y Edmond Dantés. No
hay dos sin tres, pensará, anacrónico y optimista, nuestro prisionero de
Nantes, mientras corre alejándose del río y va pensando el texto de las
invitaciones a la boda.
La excelente versión de Try Yann va acelerando
estrofa a estrofa, comenzando a capella e incorporando, primero, un redoble
frenético de palillos de tambor, y luego, de a poco, el resto de los
instrumentos.
Por Tryann:
Dans les prisons de Nantes
Dans les prisons de Nantes
langdililang landilandi landilililang dans les prisons de Nantes y avait un prisonnier,
y avait un prisonnier.
Personne ne vint le "vouère"
langdililang landilandi landilililang
personne ne vint le "vouère"
que la fille du geôlier,
que la fille du geôlier.
Un jour, il lui demande
langdililang landilandi landilililang
un jour, il lui demande
et que dit-on de "moué",
et que dit-on de “moué”?
On dit de vous en ville
langdililang landilandi landilililang
on dit de vous en ville
que vous serez pendu,
que vous serez pendu.
Mais s'il faut qu'on me pende
langdililang landilandi landilililang
Mais s'il faut qu'on me pende
Déliez-moi les pieds,
Déliez-moi les pieds!
La fille était jeunette
langdililang landilandi landilililang
la fille était jeunette:
les pieds lui a délié,
les pieds lui a délié.
Le prisonnier alerte
langdililang landilandi landilililang
le prisonnier alerte
dans la Loire s'est jeté,
dans la Loire s'est jeté.
Dès qu'il fût sur l'aut' rive
langdililang landilandi landilililang
dès qu'il fût sur l'aut' rive
il se mit à chanter
il se mit à chanter
“Je chante pour les belles
langdililang landilandi landilililang
je chante pour les belles
surtout celle du geôlier,
surtout celle du geôlier.”
“Si je reviens à Nantes
langdililang landilandi landilililang
si je reviens à Nantes
oui je l'épouserai,
oui je l'épouserai!”
Dans les prisons de Nantes langdililang landilandi landilililang dans les prisons de Nantes y avait un prisonnier,
y avait un prisonnier.
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En las prisiones de Nantes
En las prisiones de Nantes
langdililang landilandi lalililang [o algo así] en las prisiones de Nantes había un prisionero,
había un prisionero.
Nadie iba a visitarlo
langdililang landilandi landilililang
nadie iba a visitarlo
salvo la hija del carcelero,
la hija del carcelero.
Un día, él le pregunta
langdililang landilandi landilililang
un día, él le pregunta
“¿Y qué se dice de mí,
y qué se dice de mí?”
“Se dice de vos en la ciudad
langdililang landilandi landilililang
se dice de vos en la ciudad
que serás colgado,
que serás colgado.”
“Pero si tienen que colgarme,
langdililang landilandi landilililang
pero si tienen que colgarme,
desátame los pies,
¡desátame los pies!”
La chica era jovencita
langdililang landilandi landilililang
la chica era jovencita:
los pies le desató,
los pies le desató.
El prisionero, alerta,
langdililang landilandi landilililang
el prisionero, alerta,
al Loire se lanzó,
al Loire se lanzó.
Cuando emergió en la otra orilla
langdililang landilandi landilililang
cuando emergió en la otra orilla
se puso a cantar,
se puso a cantar.
“Yo canto por las bellas
langdililang landilandi landilililang
yo canto por las bellas
en especial la del carcelero,
en especial la del carcelero.”
“Si yo vuelvo a Nantes,
langdililang landilandi landilililang
si yo vuelvo a Nantes,
con ella me casaré,
¡con ella me casaré!”
En las prisiones de Nantes
langdililang landilandi landilililang en las prisiones de Nantes había un prisionero,
había un prisionero.
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Incluyo algunas versiones más, que pueden
resultar interesantes.
a) Por la joven bretona Nolwenn Leroy: similar
melodía, similar trabalenguas.
b) Versión para (corromper a los) niños: melodía
totalmente distinta, otro trabalenguas.
c) Por Edith Piaf: otra melodía más totalmente
distinta, lánguida y sin trabalenguas; encima, con un final alternativo y no
precisamente feliz.
Arrojándose al tumultuoso río del tiempo se
despide, por ahora libre:
DJ Vago
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