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martes, 28 de mayo de 2013

[31] Occesión, con "o" de "oiechico"

“Ojalá”, de Silvio Rodríguez, en Al final de este viaje (1978)



Comenzando con una serie dedicada a varones conflictuados, y ya que lo tuvimos recién cantando ante cientos de miles de personas en la Plaza de Mayo, va este tema del cubano Silvio Rodríguez, sin dudas uno de los mejores cantautores en español, y uno de los pocos que da gusto escuchar cuando habla (otro es mi amigo Joan, y debe haber alguno más que no me acuerdo; es un ranking tirando a corto).

La canción, en 4/4 y tocada solo con la guitarra, en acordes arpegiados (desagregados nota a nota, en “escalerita” que sube y baja), plantea, básicamente, una obsesión. Como suele suceder a los varones conflictuados (bah, les pasa a los seres humanos en general, pero hoy el foco es masculino), una obsesión en serio crece con el tiempo, y se vuelve algo más intenso, algo enfático, corrosivo, incorrecto: una occesión, digamos.


Aquí, el yo poético (en adelante él, para abreviar) le canta a un tú (ella, en adelante, por comodidad) un largo listado de deseos, con la estructura de las bendiciones (y las maldiciones) orientales. Todas las oraciones-deseos comienzan con la palabra “ojalá”.

Lo que enseguida se advierte, en esas largas ojalaciones casi recitadas, es que todas las cosas que él menciona de ella son positivas; y sin embargo, él pide que terminen. Ella no está presente, pero se manifiesta en el recuerdo y en imágenes, y esas manifestaciones son disparadas por los más diversos elementos naturales (como las hojas de los árboles, la lluvia, la tierra, la aurora), o construidos (las paredes), o por nada en particular, simplemente porque es imposible sacársela de la cabeza. Occesión.

Ante esa situación insostenible, él pide, ruega, reclama: basta ya. Ite de una vez, ya no aguanto tu bella e inhumana perfección. El problema es que ella ya se fue de él (físicamente), así que ahora solo queda desear que pase algo “que te borre de pronto”. De última, morirse puede ser una solución extrema, pero efectiva. Aunque sería mejor un disparo de nieve, que deje en blanco la memoria de su mirada constante, su sonrisa perfecta, su palabra precisa…

Cuando llega al estribillo y empieza a enumerar las posibles “soluciones”, el ritmo de la canción se acelera, se hace impetuoso, caribeño: el arpegio da paso a un rasgueo que es casi redoble, hasta que él confirma que lo que no quiere es seguir viéndola “en todas las visiones”, todo el tiempo, y que espera no poder tocarla ni siquiera en canciones. Entonces, en ese verso, es que nos damos cuenta de que él está perdido: porque esta misma canción desgarrada, este ruego de que lo dejen en paz, es al mismo tiempo la confirmación de que él no puede dejar de verla, visitarla y tocarla en canciones. Un psicoanalista a la derecha, por favor.


Silvio Rodríguez hizo aquí, con un tema simple, una hermosa canción. Como prueba de que no es tan fácil, y de que con igual tema se puede hacer perfectamente una canción vomitiva y laxante, escuchen, si están de ánimo masoquista, “Si tú no existieras”, de Ricardito Arjona. No les pongo el link acá para no contaminarme el blog.

Además del “Ojalá” original de Silvio, va la versión en vivo de cuando vino a la Argentina con Pablo Milanés; esta versión, con el Cuarteto Zupay haciendo los coros, muestra (para mí) cómo más es menos, porque la tumultuosidad del estribillo, por más que está muy bien hecha, le quita toda su gracia al lamento unipersonal de  la versión primera.




Ojalá

Ojalá que las hojas no te toquen el cuerpo cuando caigan
para que no las puedas convertir en cristal.
Ojalá que la lluvia deje de ser el milagro que baja por tu cuerpo.
Ojalá que la luna pueda salir sin ti.
Ojalá que la tierra no te bese los pasos.

Ojalá se te acabe la mirada constante,
la palabra precisa, la sonrisa perfecta;
ojalá pase algo que te borre de pronto:
una luz cegadora, un disparo de nieve,
ojalá por lo menos que me lleve la muerte,
para no verte tanto, para no verte siempre,
en todos los segundos, en todas las visiones.
Ojalá que no pueda tocarte ni en canciones.

Ojalá que la aurora no dé gritos que caigan en mi espalda,
ojalá que tu nombre se le olvide esa voz.
Ojalá las paredes no retengan tu ruido de camino cansado,
ojalá que el deseo se vaya tras de ti
a tu viejo gobierno de difuntos y flores.

Ojalá se te acabe la mirada constante,
la palabra precisa, la sonrisa perfecta;
ojalá pase algo que te borre de pronto:
una luz cegadora, un disparo de nieve,
ojalá por lo menos que me lleve la muerte,
para no verte tanto, para no verte siempre,
en todos los segundos, en todas las visiones.
Ojalá que no pueda tocarte ni en canciones,
ojalá pase algo que te borre de pronto:
una luz cegadora, un disparo de nieve,
ojalá por lo menos que me lleve la muerte,
para no verte tanto, para no verte siempre,
en todos los segundos, en todas las visiones.
Ojalá que no pueda tocarte ni en canciones.

Con el cuarteto Zupay:



Se despide, deseando que ojalá esta semana el mundo me deje tranquilo,

DJ Vago


3 comentarios:

  1. Me quedo pensando que una occesión que pide "ojalá pase algo que te borre de pronto" casi entra en el terreno de la occisión. Groso, Diyei, espero mucho de la serie de varones conflictuados.

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  2. me encanta esta canción de amor tan enojada, tan política, Vago, gracias!

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  3. me pregunto cuándo dejé de enseñarla (¿me habrá parecido fuera de moda?... habrá que volver a ella

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