solo un tema por semana,
y con que le guste al diyei alcanza

miércoles, 27 de julio de 2016

[161] Llamada por cobrar desde Bizarrolandia



 “53 53 456”, de Rafaella Carrà (1975)


Comienzo hoy una serie dedicada a canciones cuyos títulos están compuestos por cifras. Aunque no lo crean, hay un montón. Elegí cuatro (4) de ellos, en cuatro (4) idiomas diferentes, y los presentaré, tal vez, en cuatro (4) semanas consecutivas.

¿Por qué armar una serie con canciones “de números”? Tengo una elevada cifra de argumentos. Que no les daré para no cansarme; pero sepan que existen.

Para comenzar, un clásico. Lo que en este caso no significa que la canción sea buena, solo que ya tiene unos cuantos años. Hablo de “53 53 456” (que en su versión castellanizada se conoció también como “03 03 456”), de Rafaella Carrà, autora, entre otros, de famosos estribillos poéticos como

“Fiesta
que fantástica fantástica esta fiesta
que fantástica fantástica esta fiesta
esta fiesta en donde descubrí su amor”

o:

“Explota explota me expló
explota explota mi corazón”.



Rafaella Carrà (su nombre real era María Pelloni, denominación más de monja que de otra cosa, por lo cual se entiende que haya preferido un alias) comenzó su carrera como actriz, pero nunca llegó muy lejos. Sin embargo,  siempre fue histriónica, simpática y bonita, y pronto descubrió algo que ahora saben todos: que no hace falta más que eso para hacer carrera en la música comercial. Fusionó canciones rítmicas, sencillas y alegres con inocentes insinuaciones sexuales que, sin embargo, para la época (fines de los setentas, comienzos de los ochentas), eran tremendas, parece. Por ejemplo, el Papa mismo (Paulo VI) le tiró la bronca por su canción “Tuca tuca”. No, no hablaba del faso, la canción, pero ocurre que cuando la cantó en la RAI (la famosa cadena de televisión italiana), Rafaella mostraba el ombligo. Algo que nunca había pasado antes, y que la Iglesia se encargó de que jamás volviese a ocurrir hasta nuestros días. ¿Cómo? Ah, perdón, momento, me avisan que sí volvió a ocurrir, anulo mi frase anterior.

Más allá del libertinaje de ombligos, lo cierto es que las canciones de Rafaella son muy pegadizas. Buenas no son, musicalmente. Y las letras son medio básicas, si uno las mira con un ojo solo.

Y sin embargo aquí estoy comentando un tema de Rafaella Carrà; por un lado, porque los videoclips (el oficial, y los de las presentaciones televisivas en vivo) son tan bizarros que es imposible no reírse con ellos.

Por otra parte, porque con este tema en particular, “5353456” (es un número telefónico) ocurrió algo muy, pero muy extraño, cuando se hizo la traducción al castellano.

Pero no nos adelantemos. El tema lo compuso (como varios otros hits de la Carrà) Gianni Boncompagni. La letra original en italiano es sencilla: ella espera que él la llame por teléfono, pero el teléfono no suena; y mientras espera, le repite mentalmente el teléfono, para que lo recuerde.

5353456

5353456,
il telefono è qui ma non squilla mai
eppure tu, eppure tu il numero lo sai
se proprio cuoi, se proprio cuoi
te lo ripeterò:
5353456,
ma perché non mi chiami ma che cosa vuoi
ti chiami io, ti chiami io, io non lo vado mai
ancora un po', ancora un po' e me ne vado via
5353456

5353456,
el teléfono está aqui pero nunca suena
aunque tú, aunque tú sabes el número
si lo deseas, si lo deseas
te lo repetiré:
5353456,
¿Por qué no me llamas, qué es lo que quieres?
¿Que llame yo, que llame yo? No lo haré jamás.
Un poco más, un poco más y me iré de aquí.



En todo caso, él sigue sin llamarla, porque:

a) olvidó el teléono de ella y no es telépata;
b) recuerda el número, pero no la quiere llamar ni en pedo;
c) los teléfonos no funcionan o él está en la calle y no tiene cospeles.

(Digresión para los más jóvenes, o para los que se hacen: recuerden que esta canción transcurre en los setentas. Hay muchas cosas tecnológicas que hoy existen y entonces no. Teléfonos sí había, pero además de que no se podía grabar ni fotografiar con ellos, sino únicamente hablar, tenían la característica de que debían estar enchufados (no a la electricidad, sino al cable de la línea telefónica) para funcionar. O sea, intenten captar esto que les voy a decir en su total completitud filosófica: si no estabas en tu casa, nadie se podía comunicar con vos telefónicamente. Y si el teléfono no funcionaba (podían pasar mil cosas), entonces estabas 100% incomunicado con las personas que no te fueran a ver cara a cara.

Y otra cuestión, los teléfonos no tenían botones, sino un círculo con agujeros para los números. Uno ponía un dedo en el agujero correspondiente (la primera cifra del número telefónico) y hacía girar el disco hacia la derecha; luego quitaba el dedo; luego ponía el dedo (el mismo u otro) en el agujero correspondiente a la segunda cifra del teléfono, repetía la operación de discado, y así hasta terminar de discar, luego de lo cual, si había suerte, la llamada llegaba a destino. Fin de la digresión.)



Fíjense que ella, aunque está claramente ansiosa porque él la llame (al punto que no quiere salir de la casa, no sea cosa que justo cuando ella salga al quiosco justo justo entonces él le disque), jamás llegaría al punto de llamarlo ella a él. En la época, se ve que eso era considerado una total claudicación: llamar era mostrar abiertamente el interés por el otro (algo que, en teoría, debía hacer el él, nunca la ella).

Uno de los elementos más notables de esta canción es que fue el debut mundial de los minions, que son, no hay duda, quienes cantan el “nananá naná nananá” haciéndole corito a Rafaella.



Miren el clip oficial, donde cada bailarín representa una cifra, y en el segundo 53 aparece “Él”, el gran galán, que tiene una cara de nabo tan épica que hace que Capusotto, en comparación, parezca Al Pacino. La coreo y las expresiones de todos los participantes del videoclip son, en todo caso, desopilantes. Que hayan querido ser sexys es lo más gracioso de todo.



Cuando Rafaella hizo la traducción del tema al castellano, ocurrió, como les anticipé, algo muy extraño. Desconozco los pormenores (no sé, por ejemplo, si había una versión alternativa de la letra ya en italiano, o simplemente la nueva letra en español se debió a la iniciativa de un/a traductor/a particularmente cachondo/a).

La cuestión es que cambió la letra (mucho), de forma que ahora no era que ella esperaba que él la llamase, sino que el 53 53 456 era el número de él, y ella lo repetía porque discaba una y otra vez su número, sin que él jamás atendiera el llamado. La nueva letra está llena de expresas referencias al deseo sexual (por ejemplo, “ven que necesito acariciar tu piel”, “mi pecho quiere sentir tu peso”, etc.). Ella disca y disca, y como Chaplin en “Tiempos modernos”, la repetición infinita del gesto circular produce que luego siga discando aunque ya no esté al teléfono, y se llega a este memorable pasaje:

Mi dedo está enrojecido de tanto marcar:
se mueve solo sobre mi cuerpo y marca sin parar.

Que claro, cuando alguien se dio cuenta de que hacía una velada (pero no tan velada) referencia a la masturbación femenina, hizo que se armara un gran revuelo y que se llegara a la versión “oficial” en español, equivalente a la letra “oficial” en italiano, que presenté arriba, donde el 5353456 es el teléfono de ella y el que llama (pero no llama) es él.

Fíjense, en esta versión “hot” de la canción, cómo ella, después de “discarse” tanto tiempo, pierde el interés en el llamado: “Ya está, ya ni vengas, dejá”. Incluso, aunque no lo olvida, se dice a sí misma que podría olvidar el teléfono, en tanto comprobó que puede arreglarse perfectamente sin él.

53 53 456
53 53 456, el teléfono dice que tú no estás.
Contesta y ve que necesito acariciar tu piel.
¿Dónde andarás,
mientras mi cuerpo te desea ya?
53 53 456,
marco y marco no hay nadie y no puedo más.
La soledad en esta noche es mala compañeram
mi pecho quiere sentir tu peso y ya se desespera.
Mi dedo está enrojecido de tanto marcar:
se mueve solo sobre mi cuerpo y marca sin parar.
53 53 456,
ya no vengas que aquí no hay nada que hacer.
Sí que aprendí que hay muchas formas de poder vivir
y el telé - fono podría olvidarlo ya.
53 53 456, el teléfono dice que tú no estás...
(nananá nanana naná...)

El clip que elegí fue grabado en vivo, en un programa de la televisión chilena, con bailarines vestidos de juglares medievales con calzas que la revolean de acá para allá, en una especie de kamasutra circense musical:

https://www.youtube.com/watch?v=m9eEYsRL92M


Parece que por esta zona del mundo 53 53 456 era un teléfono de verdad. El dueño del teléfono, se ve que cansado de que lo llamaran con voces libidinosas o burlonas preguntando si estaba Rafaella, se quejó, y entonces cuando grabaron la versión alternativa (“censurada”, con la letra light), le cambiaron el número: 03 03 456.



En fin, creo que ya no hay mucho más para comentar. Es gracioso, en todo caso, cómo esta canción, utilizando un número como metáfora, hable solapadamente de la soledad, de la posibilidad-imposibilidad del encuentro, del deseo sexual-amoroso y de la terquedad humana, que aunque no logra, como los Rolling, obtener safisfacción, continúa intentando e intentando.

Eso es todo, me despido hasta la semana que viene. Si no posteo el lunes próximo, péguenme un tubazo. Ya saben mi número.



DJ Vago

lunes, 18 de julio de 2016

[160] Fiera venganza la del tiempo


(o: “Mamá me doctoré en Bardeo”)


“Like a Rolling Stone”, de Bob Dylan (1965) y “Esta noche me emborracho”, de Enrique Santos Discepolo (1928)



Hoy termina la serie “Cincuenta años no es nada”, a todo trapo, con dos temas musicalmente muy distintos, pero que me hacen sinapsiar mis dos neuronas por la curiosa similitud de su letra: son, básicamente, dos canciones de alto bardeo.

El bardeo (cargar/burlar a otro, echándole en cara sus defectos o acciones o situaciones no positivas) es un tema muy presente en las canciones, desde siempre.

(Digresión: el verbo “bardear” no aparece en el diccionario de la Real Academia Española. Pero ya sabemos que la Real Academia son quince gallegos nonagenarios que lo único que hacen es juntarse ahí, atrás del museo del Prado, para tomar té, pronunciar zetas y hablar del color y la textura de sus deposiciones.)

Hay montón de canciones de bardeo de lo más diversas. Solo para dar ejemplos de temas ya reseñados en este blog:

· “Crazy balheads”, de Bob Marley (posteo 10)
· “Barracuda”, de Heart (posteo 12)
· “No me importa nada”, de Luz Casal (posteo 18)
· “Ya no sos igual”, de 2 Minutos (posteo 41)
· “Walk” de Pantera (posteo 49)
· “Holiday in Cambodia”, de The Dead Kennedys (posteo 75)
· “Loser” de Dolores O´Riordan (posteo 89)
· “Frijolero” de Molotov (posteo 94)
· “Fuck you”, de Cee-lo Green (posteo 116)
· “El que atrasó el reloj”, de Cadícamo (posteo 137)
· “God saves the Queen”, de The Sex Pistols (posteo 149).

Y podría mencionar también “Malo” de Bebe; “Barbi Superstar” de Sabina; “Cenicienta de porcelana” y “Algo personal” de mi tío Joan; “Yo te avisé”, de Los Fabulosos Cadillacs, “Mírenme” del Cuarteto de Nos; el hit bailantero “Tonta”, el tango “Chorra” de Discépolo... 

Todas canciones de bardeo, algunas más suaves, otras más intensas. (Hasta podría proponer que todas las canciones de Arjona son un continuo bardeo hacia la poesía, pero lo voy a dejar para otra ocasión, hoy estoy bueno (o sin ganas de bardear, más bien).)

Pero pocas, muy pocas canciones emprenden un bardeo tan intenso y despiadado como “Like a rolling stone”. Tal vez ninguna: quizás, muy probablemente, sea la canción más bardera de la historia (además de la mejor, según el listado de la revista Rolling Stone, aunque como ellos se llaman así, seguramente no sean 100% objetivos).



El cantor se la agarra contra un chica que tuvo un pasado de lujos, belleza, juventud y orgullo, y que ahora vive un presente de miseria, soledad y completa desprotección. El cantor se ve que fue una de las víctimas del orgullo desconsiderado de “los buenos tiempos” de ella, porque ahora, que ella está en la lona (en la lona mal) en vez de darle una mano o por lo menos condolerse un poquito de sus desgracias, él la bardea, hace leña del árbol caído hasta dejar astillas tamaño fófforo, y sigue y sigue, hasta un punto casi sádico, o no casi: “Ahora ya no te hacés tanto la viva, ¿no?”.



El punto cúlmine del bardeo es cuando el cantor le repite: “Decime, ¿qué se siente?” (lo que recuerda, por supuesto, la patética cancioncita mundialista chovinista argentinista armada sobre la melodía de Creedence: “Brasil, decime qué se siente...”). El cantor, obviamente, no quiere saber qué se siente estar como está ella ahora (“sola, fané, descangayada”): lo que quiere es que ella lo diga. Meter el dedo en la llaga. Después de haberlo mojado en vinagre. Y retorcerlo.



Realmente la debe odiar. La canción no lo dice pero lo imagino, al cantor, súper despechado: él habría querido ser quien la acompañara en el auto cromado, en lugar del diplomático con el gato siamés. Y ahora, inútil pero malignamente, se venga (el plato está frío pero no le importa) de ella describiéndole en detalle lo que ella ya sabe: que ella está en el fondo del pozo y probablemente ya nunca salga de allí.

Dicho esto: la letra es fantástica. Bob Dylan hace una descripción increíble, contraponiendo en forma magistral ese pasado dorado de cuento de hadas (“Había una vez...”) y este presente  más negro que la brea.

“Sos como una completa desconocida”, le dice, aunque él sí la conoce. “Como un canto rodado”, es decir, como una pequeña piedra sin nombre ni objetivo ni futuro ni importancia ni destino.

(Siempre me pregunto si la banda The Rolling Stones inspiró a Bob para titular esta canción. La próxima vez que me encuentre con Bob se lo preguntaré.)


En las estrofas, Bob incluye palabras en jerga (se siente casi lunfarda la canción, por momentos, lo que la acerca en mi mente más todavía al tango), y complejas imágenes, personajes, escenas enteras en las que se pasa de golpe y porrazo del pasado al presente, como:

Ah, princesa en el campanario y toda la gente linda
está bebiendo, piensan que lo lograron
mientras intercambian regalos preciosos,
pero vos mejor llevate tu anillo de diamantes:
mejor empeñalo, nena.

¿No es genial? Se le dice a ella que bien haría en conservar sus joyas... en el pasado. Lo que, obviamente, ya no puede hacer. Le aconseja, sádicamente, que empeñe esas joyas fantasmales, ahora que necesita unos pesos para sobrevivir al menos al día de hoy.

Pero no comentaré más la letra, léanla, es buenísima (y extensa: no por nada la canción dura 6 minutos, por lo cual muchas radios se negaban a pasarla, al menos hasta que el tema fue pasado en algunos pubs y fue ganando fama):


Like a rolling stone

Once upon a time you dressed so fine
Threw the bums a dime in your prime,
didn't you?
People call say 'beware doll, you're bound to fall'
You thought they were all kidding you
You used to laugh about
Everybody that was hanging out
Now you don't talk so loud
Now you don't seem so proud
About having to be scrounging your next meal

How does it feel, how does it feel?
To be without a home
Like a complete unknown,
like a rolling stone

Ahh you've gone to the finest schools,
alright Miss Lonely
But you know you only used to get juiced in it
Nobody's ever taught you how to live out on the street
And now you're gonna have to get used to it
You say you never compromise
With the mystery tramp, but now you realize
He's not selling any alibis
As you stare into the vacuum of his eyes
And say do you want to make a deal?

How does it feel, how does it feel?
To be on your own, with no direction home
A complete unknown,
like a rolling stone

Ah you never turned around to see the frowns
On the jugglers and the clowns when they all did tricks for you
You never understood that it ain't no good
You shouldn't let other people get your kicks for you
You used to ride on a chrome horse with your diplomat
Who carried on his shoulder a Siamese cat
Ain't it hard when you discovered that
He really wasn't where it's at
After he took from you
everything he could steal

How does it feel, how does it feel?
To have on your own, with no direction home
Like a complete unknown,
like a rolling stone

Ahh princess on a steeple and all the pretty people
They're all drinking, thinking that they've got it made
Exchanging all precious gifts
But you better take your diamond ring, you better pawn it babe
You used to be so amused
At Napoleon in rags and the language that he used
Go to him he calls you, you can't refuse
When you ain't got nothing, you got nothing to lose
You're invisible now, you've got no secrets to conceal

How does it feel, ah how does it feel?
To be on your own, with no direction home
Like a complete unknown,
like a rolling stone
Como un canto rodado

Había una vez te vestías tan bien,
en tu cuarto de hora les tirabas margaritas a los chanchos, ¿no es cierto?
La gente te decía “cuidado linda, que te vas a caer”,
vos pensabas que todos te estaban cargando,
solías reírte de cualquiera
que estuviera en la lona.
Ahora no hablás tan fuerte.
Ahora no parecés tan orgullosa
por estar mangueando tu próxima comida.

¿Cómo se siente? ¿Cómo se siente
estar sin casa
como una completa desconocida,
como un canto rodado?

Ah, fuiste a los mejores colegios,
perfecta señorita Solitaria
pero sabés, vos solo acostumbrabas engolosinarte en eso,
nadie nunca te enseñó cómo vivir en la calle
y ahora vas a tener que acostumbrarte a eso.
Decías que  nunca transarías
con el Gigoló Misterioso, pero ahora te das cuenta
de que no está vendiendo ninguna coartada,
mientras mirás en el vacío de sus ojos
y decís “¿querrías hacer un trato?”.

¿Cómo se siente? ¿Cómo se siente
estar por tu cuenta sin calle ni dirección
una completa desconocida,
como un canto rodado?

Ah, nunca te diste vuelta para ver los ceños fruncidos
en los malabaristas y los payasos cuando todos
hacían trucos para vos.
Nunca entendiste que no estaba bueno,
no debiste dejar que otros recibieran las patadas
que te correspondían.

Solías andar en un caballo cromado con tu diplomático
que llevaba sobre sus hombros un gato siamés.
¿No es duro cuando descubrís que
él en realidad no está allí donde estaba
después de que se llevó todo lo que te pudo robar?

¿Cómo se siente? ¿Cómo se siente
tenerte solo a vos misma, sin casa ni dirección,
como una completa desconocida,
como un canto rodado?

Ah, princesa en el campanario y toda la gente linda
está bebiendo, piensan que lo lograron
mientras intercambian regalos preciosos,
pero vos mejor llevate tu anillo de diamantes:
mejor empeñalo, nena.
Solía parecerte tan divertido
ese Napoleón Andrajoso y el lenguaje que usaba:
Andá con él, él te llama, no podés negarte.
Cuando no tenés nada, no tenés nada que perder.
Ahora sos invisible, no tenés secretos que ocultar.

¿Cómo se siente? Ay, ¿cómo se siente
estar sola por tu cuenta, sin dirección
como una completa desconocida,
como un canto rodado?


La canción fue, en principio, un denso e interminable tema folk en ¾ (ritmo de vals), pero luego, cuando Bob decidió que sería roquero, la pasó a 4/4 y allí comenzó un largo camino para esta canción. Un camino en subida, inversamente proporcional al que realiza la solitaria protagonista venida a muymenos.

Como ya dije un par de posteos atrás, Bob siempre cantó para el orto. Debe estar entre los peores cantores del universo (y entre los mejores autores también). Hasta Scarlett Johansson, hasta la Mona Jiménez cantan mejor que él (ver posteos 109, 56). Y verlo en vivo es más angustiante que la Independencia, porque directamente no se le entiende un carajo lo que dice, y si cambió mucho el arreglo, uno puede ni siquiera reconocer qué carajo de canción está tocando (y al final uno engancha un par de palabras y dice, golpeándose la frente: “¡Pero claro, si es “Blowin in the Wind!”).

Las versiones de las canciones de Bob Dylan cantadas por él mismo suelen estar, por lo tanto, entre las peorcitas. Créanme. Por eso seleccioné, en esta oportunidad, dos buenos covers: el de Green Day y el de The Rolling Stones (que hicieron además un clip).

· Cover de la canción, por Green Day (aunque Billie Joe canta sin modular, como si tuviera una papa en la boca, se le entiende mucho mejor que a Bob Dylan...). 



· Por The Rolling Stones (¡no podían perderse la oportunidad de cantar esta canción!). Hicieron un videoclip interesante (si por “interesante” entendemos: “enloquecedor”), en el que se muestran todas las imágenes distorsionadas, como para reflejar la distorsión de la pobre heroína heroinómana junkie, y el contraste entre su pasado de reviente lujoso y su presente patético y más cerca del arpa que de cualquier otro instrumento. La actriz no es, pero se parece un montón a Patricia Arquette (cuando ella era jovencita).


Pero eso no es todo: llegamos a la segunda canción de hoy, la hermana gemela de padres y madres diferentes: “Esta noche me emborracho”, de 1928. La primera canción famosa del famoso (y entonces jovencito) Enrique Santos Discepolo. La canción con que se hizo famosa Azucena Maizani (aunque yo prefiero mil veces la versión de Gardel, y hasta la de Hugo del Carril).


“Discepolín”, con 25 años, ya era capaz de componer un personaje viejo, vencido, resentido, bien tanguero, bien bardero, pero a la vez más humano que el de “Like a rolling stone”. Aquí el cantor le da con un caño a la mina, a la ex-hermosa. Pero a diferencia de Bob Dylan, Discepolín hace que su cantor confiese que en ese entonces (no tan lejano) él estaba “chiflao” por su hermosura:

¡Y pensar que hace diez años
fue mi locura!
¡Que llegué hasta la traición
por su hermosura!
Que esto que hoy es un cascajo
fue la dulce metedura
donde yo perdí el honor;
que chiflao por su belleza
le quité el pan a la vieja,
me hice ruin y pechador...

Me encanta eso de “le quité el pan a la vieja”, es como el peor pecado que un tanguero puede cometer. Es como decir: llegué a lo más bajo. Uno se imagina incluso a la madre arquetípica de todos los tangos, la dulce viejecita que lava ropa de otros para ganar unos pesos... En comparación, volverse ruin y pechador (pedigüeño, manguero) es casi anecdótico.

Y ahora, el describir a ese “gallo desplumao” en que ella se convirtió, a esa mina “sola, fané, descangayada”, él no lo hace desde arriba del caballo. No se sube a ningún pedestal. Y verla así, en ese “requiesca in pache” (la frase “descanse en paz” de las lápidas en el cementerio) tan cruel, lo afecta, prácticamente lo destruye:

Fiera venganza la del tiempo,
que le hace ver deshecho
lo que uno amó...
Este encuentro me ha hecho tanto mal,
que si lo pienso más
termino envenenao.

Y la conclusión tiene una lógica irreprochable: “Ma sí, ahora voy y me emborracho” (“me mamo bien mamao”). El cantor sabe que haciendo eso no resolverá nada, pero al menos dejará de pensar. Algo es algo.

Esta noche me emborracho bien,
me mamo bien mamao
pa' no pensar.

Siempre pienso que el cantor de “Esta noche me emborracho” es casi el mismo que el de “Like a rolling stone”, solo que más sincero consigo mismo, y más noble. La bardea a ella (la bardea mal), pero al menos no se siente feliz por ello. Al menos sabe que esa fiera venganza del tiempo no solo la alcanzó a ella. Al mismo tiempo, el mismo Tiempo se vengó de él.

La versión elegida es la de un pibe que canta siempre igual. Los sucesores e imitadores, en cambio, cada vez cantan peor.



Esta noche me emborracho
               
Sola, fané, descangayada,
la vi esta madrugada
salir de un cabaret;
flaca, dos cuartas de cogote
y una percha en el escote
bajo la nuez;
chueca, vestida de pebeta,
teñida y coqueteando
su desnudez...
Parecía un gallo desplumao,
mostrando al compadrear
el cuero picoteao...
Yo que sé cuando no aguanto más
al verla así, rajé
pa' no llorar.

¡Y pensar que hace diez años
fue mi locura!
¡Que llegué hasta la traición
por su hermosura!
Que esto que hoy es un cascajo
fue la dulce metedura
donde yo perdí el honor;
que chiflao por su belleza
le quité el pan a la vieja,
me hice ruin y pechador...
Que quedé sin un amigo,
que viví de mala fe,
que me tuvo de rodillas,
sin moral, hecho un mendigo,
cuando se fue.

Nunca soñé que la vería
en un requiesca in pache
tan cruel como el de hoy.
¡Mire, si no es pa' suicidarse
que por ese cachivache
sea lo que soy!...
Fiera venganza la del tiempo,
que le hace ver deshecho
lo que uno amó...
Este encuentro me ha hecho tanto mal,
que si lo pienso más
termino envenenao.
Esta noche me emborracho bien,
me mamo, ¡bien mamao!,
pa' no pensar.

Bueno, ahora sí eso es todo. Ya trabajé demasiado por esta semana, y la fiera venganza del esfuerzo me garronea los tamangos. Me voy a rodar por las anónimas calles y a emborracharme de lo lindo, a ver si eso me inspira para un próximo posteo o, al menos, me depara la gracia de una saludable amnesia.


DJ Bob Vago