solo un tema por semana,
y con que le guste al diyei alcanza

lunes, 28 de enero de 2013

[14] Sutil, me dicen en el barrio


“Como te diré”, de Sandro y por Alfredo Casero, en su álbum Casaerius (2001)



A Laura Linzuain.



Tomando la autopista Elvis en dirección sur llegás, inevitablemente, a Sandro. Nuestro Elvis autóctono es, en algunos aspectos, una versión mejorada: baila mejor, es más seductor, es menos bonito (lo que suma, para la mayor parte de la platea).

En otros aspectos, claro, Elvis le gana a Sandro: las canciones son mejores, por ejemplo. Es más rock y menos Cacho Castaña. Y es menos exagerado y dramático. Sandro parece, casi siempre, una parodia de sí mismo. Si Sandro hubiera entrado a un concurso de imitadores de Sandro, hubiera perdido por exagerado (como Chaplin, que entró realmente a un concurso de imitadores de su icónico personaje y salió segundo). Como para que corroboren (o refuten) mi opinión, aquí va el tema de esta semana en su versión sandresca:




Pero la versión elegida por mí hoy es la de Alfredo Casero, que hace un notable homenaje, parodiando en parte a Sandro, pero en forma, aunque divertida, respetuosa. Aunque se esfuerza en su extroversión, Casero termina siendo más discreto y menos dramático que Sandro.

Este tema pertenece al disco Caserius, gran éxito de Casero, con el que vendió muchos discos aquí y más todavía en el Japón (un millón y medio de copias de su tema “Shima uta”, y recitales ante 70.000 personas…). En el disco incluye varios buenos homenajes: a Charles Aznavour (con “Con”, valga la redundancia), y a Nat King Cole (con “I remember you”). Y este a Sandro, por supuesto.

Que es casi la antítesis del tema elegido la semana pasada (y que me trajo moderado éxito, por eso me cuelgo de esa repercusión y sigo hablando de él). En aquel, Elvis se disculpaba con su novia-esposa, y pedía una nueva oportunidad para amarla más seguido y dejarla satisfecha. Aquí, en cambio, no se quiere rescatar una relación semiabandonada, sino cortar una relación que ya fue.


Pareciera de entrada, para el escucha distraído, que Sandro (o similar) no encuentra las palabras, no sabe cómo decir lo que tiene que decir, que le cuesta decirlo. Bueno, no, no le cuesta nada: lo que menos hace es dudar sobre cómo decir las cosas, todo el tema es una sucesión de imágenes que redundan y recalcan hasta el hartazgo el mensaje único, indudable: esta relación ya no existe. El “Cómo te diré” que titula la canción es una muletilla, como esos que te dicen que no saben cómo decirte algo o no querrían decírtelo pero inmediatamente te lo chantan de una: “no sé cómo decirte que X”, “me gustaría encontrar las palabras para decirte que Y”, “no querría ser yo quien te dijera que Z”, y así.

Entonces, ese amor es comparado con una flor (marchita), con un pájaro (escapado), con un vino (ya bebido), con un pasado que es a la vez mortaja y tumba, y con un presente que crucifica a Sandro (o similar) en “la agonía” del rechazo y las dudas. Mucha imagen romántica; no romántica “rosa”, sino romántica del mil ochocientos, con tumbas, religión y cumbres sentimentales borrascosas.

Sandro (o similar), a diferencia de Elvis, no parece tener problemas de conciencia, y lo que necesita, al menos por el momento, es sacarse de encima a las mujeres sobrantes. Al menos, a esta (si es que es una mujer; supongamos, por comodidad, que sí, pero no es imprescindible, como demuestra el videoclip) seguro que se la quiere sacar de encima. 

Porque ya no la quiere. ¿Por qué no la quiere? No queda claro, pero parece que ella cometió el gran pecado de decirle adiós cuando él no quería irse y, lo peor, proponerle que “tal vez” en vez de decirle directamente que sí (a qué, no sabemos, pero no es difícil tejer hipótesis diversas). Eso es, para Sandro (o similar), más que suficiente para decirle a ella que se tome el buque, con gestos elocuentes y muy redundantes figuras poéticas.

Es como innecesario, ¿no? Digo, para un 98% de las mujeres, que le digas “aquella flor que era este amor”, ya juntar el sustantivo “amor” con el verbo “ser” en pasado le indica, con meridiana claridad, que la estás cortando. En el caso de los varones el porcentaje baja bastante, pero la mayoría lo entenderíamos también, si nos dan unos segundos para procesar la frase.

Entonces, ¿por qué recalcar tanto la idea? ¿Por qué seguir metiendo el dedo en la llaga? Primero, con imágenes muy bonitas, muy Garcilaso, pero después la sutileza (que se había volado como el pájaro a partir del quinto verso) se acaba del todo (como el vino) y Sandro (o similar) dice directamente que “ya no quiero más saber de ti”, y por si no se escuchó, te lo repite cinco o seis veces, casi a los gritos, por si es que tenés problemas de audición, además.

Pero no se crean, hay veces en que es necesaria la redundancia. Está ese 2% al que no le es suficiente la sutileza, y ni siquiera entiende, pareciera, el idioma. Ponele, Glenn Close en “Atracción fatal”. Ya le dijiste que la relación terminó. Se lo dijiste bien, con una sonrisa. Tres veces. Se lo repetiste más fuerte. Se lo gritaste. Se lo escribiste en letra de imprenta y con birome negra. Se lo posteaste en el feisbuk, carita triste incluida. Lo tallaste en alfabeto Braille con un punzón en la puerta. Se lo colgaste en un pasacalles en la esquina. Armaste la frase con piedras en la arena de la playa. Se lo hiciste cantar por unos mariachis. Lo representaste con gestos, tipo Marcel Marceau. Y ella nada, meta cocinar el conejo de la familia y buscarte con sus ojitos redondos y con un tramontina equis ele en la diestra.

Entonces sí, para que se entienda bien y de una vez por todas, le ponés este tema de Sandro, no queda otra opción.

El videoclip, presentado por el mismo Alfredo Casero, es una genialidad. No creo que a la cúpula de la Federal le haya causado mucha gracia que se represente el amor contrariado de dos de sus efectivos en servicio, pero es una gran idea.
Bueno, ya me cansé y va siendo, cómo les diré, hora de que me despida.




Cómo te diré
Cómo te diré
que aquella flor que era este amor se marchitó
que el pájaro de sueños que tuvimos ya voló
que el vino estimulante del deseo se acabó.

Cómo te diré
que ya mis ojos se cansaron de llorar
que ya mis brazos se durmieron de esperar
crucificado en la agonía de tu adiós,
de tu tal vez,
de tu quizás.

Cómo te diré
que ya no hay leña en el árbol de la fe
que la mortaja del recuerdo me probé
que ya en la tumba del pasado me acosté.
Ay, cómo te diré que aquel amor que había lo perdí
Ay, cómo te diré
que ya no quiero más saber de ti

Ay, cómo te diré que aquel amor que había lo perdí.
Ay, cómo te diré
que ya no quiero más saber de ti.
Que ya... que ya no quiero más saber de ti.
Que ya... que ya no quiero más saber de ti.
Que ya... que ya no quiero más saber de ti.

Como bonus track y fuera de programa, “Pera de goma”, otro homenaje de Alfredo Casero, esta vez a Nicola di Bari.

http://www.youtube.com/watch?v=bB4dAO1K5m0


Hasta nunca (o hasta la semana que viene: veremos),
DJ Vago

lunes, 21 de enero de 2013

[13] Puedo explicártelo todo


“Always on my mind”, por Elvis Presley (1972)


Antes que todo, Pequeño Saltamontes (o Gran Saltamontes que viviste toda tu vida bajo una piedra, musicalmente hablando), debes saber algunas cosas:
-          “Knocking on heaven´s door” NO ES un tema de los Guns´n Roses;
-          “Like a rolling stone” NO ES un tema de los Rolling Stones;
-          “Penélope” NO ES un tema de Diego Torres;
-          La canción del ending de Lilo & Stich, “Muero de amor por ti”, NO ES de las Bandana (ni de los Abba-Teens, si ves las películas de dibujitos subtituladas, como quien escribe);
-          y “Always on my mind” NO ES de los Pet Shop Boys, y mucho menos del infra-inimputable de Michael Bublé, y menos que menos de “catarrito” Shakira.

Aclarado esto, podemos empezar, Pequeño Saltamontes.

Este es un tema del rey, de Elvis. Bah, en realidad tampoco es suyo: lo compusieron para él Johnny Christopher, Mark James y Wayne Carson Thompson (no me pregunten por qué se necesitan tres personas para componer diez versos; aparentemente es más difícil de lo que uno cree); pero es una típica canción de Elvis, y una de las más famosas, por cierto: ritmo de 4/4, bellísima melodía, letra en segunda persona singular (y femenina), y todo el carisma y la onda de Elvis para condimentar.


Esto último resulta esencial para esta canción, porque el andamiaje conceptual de esta letra solamente se sostiene si el receptor (la receptora, en este caso) está completamente obnubilada con el emisor (en este caso, Elvis o similar). Todo el tema es, en realidad, una gran excusa: le “explica” a la novia o esposa por qué no le dio la menor bola en todo este tiempo. “No dar bola” implica, en el caso de Elvis (o similar) probablemente haber estado con decenas de girls más (de las que probablemente ni se acuerde ya). Pero él llega, muy suelto de cuerpo, y para evitar el batazo en la cabeza o el juicio de divorcio, le pide disculpas a la novia-esposa. Aunque sin pedirle expresamente perdón, medio como que se lo pide: le confiesa que “maybe” no la trató muy bien que digamos, ni la amó tan frecuentemente (!) como pudo. Para el común de los mortales, decirle a una chica “lamento no haberte amado tan seguido” es, si no cachetazo, al menos varios puntos en contra, automático. Pero él está embalado, y sigue: “nunca me tomé el tiempo para decir y hacer esas pequeñas cosas”… y sigue, está imparable, cada vez embarrándola más, en el clímax del estribillo: “Estuviste siempre en mi mente”. Ja. O sea: me mandé cualquiera, y la pasé bomba con un montón de girls mientras vos apechugabas sola con tus problemas, pero la posta-posta es que la que estaba en mi mente todo el tiempo eras vos. Parece el estereotipo del marido que llega a la casa a las cinco de la mañana, borracho y con marcas de lápiz labial en el cuello y dice “Puedo explicártelo todo, querida: ¿a que no sabés lo que me pasó…?”.

Es tan endeble la excusa que en varios de los covers de este tema, incluyendo los más famosos, el de los Pet Shop Boys (1988, gran éxito) y el del cantante country Willie Nelson (que se ganó en 1983 varios premios, entre ellos el Grammy por “Mejor Canción Country del Año” [????] ), le cambiaron sutil pero decisivamente la letra: “You ARE always on my mind”, estás siempre en mi mente, que es mucho mejor y suena menos a excusa (aunque lo siga siendo).

En la segunda estrofa sigue el listado: no te abracé en los momentos más solitarios, es decir, cuando más me necesitabas; y “supongo (solo el “supongo” ya son cinco puntos en contra, venga lo que venga después en la frase) que nunca te dije lo feliz que estoy de que seas mía. Encima, ella “es de él”. O sea, él puede hacer cualquier cosa, total, ella seguirá siendo (al menos, en su mente) de su propiedad. Y ahí llega el segundo paso. El primer paso fue hacer el listado de los “errores”; el segundo, pedir disculpas: “perdón, nena: estaba ciego”. O sea: no me di cuenta, te pasé de largo. Fue un descuido nomás. Ups.

Y repite: ay, “todas esas pequeñas cosas que no dije ni hice”… pero NO SON pequeñas cosas, man… A ver, repasemos:
a)      no la trataste bien;
b)      no la amaste [tan seguido] como debías;
c)      la dejaste sola en los peores momentos;
d)     jamás le dijiste cosas positivas sobre ella o su relación mutua;
e)      la hiciste sentir “el plan b”, “la segunda opción”.

Y para completar, el paso 3 del plan maestro: la reconciliación, el pedido de “una nueva oportunidad”. Pero lo que pide es “dame otra oportunidad para mantenerte satisfecha”. He aquí un consejo para los Pequeños Saltamontes varones: no utilicen nunca esa frase en la vida real, porque las consecuencias serán inmediatas y dolorosas, doy fe. A menos, claro, que seas Elvis (o similar), y en vez decir todo esto lo cantes (si agregás algún movimiento de cadera, puede ayudar… no, no tanto, un poquito nomás). Que la cante Elvis es la única forma en que esta historia termine con un beso, lo que demuestra que encanto mata oratoria y explica por qué Ewan McGregor tiene más levante que Cicerón, aunque este último construya mucho mejores piropos.







Always on my mind

Maybe I didn't treat you
Quite as good as I should have.
Maybe I didn't love you
Quite as often as I could have.
Little things I should have said 
and done
I just never took the time.

You were always on my mind,
you were always on my mind.

Maybe I didn't hold you
all those lonely, lonely times
and I guess I never told you
Im so happy that you're mine.
If I make you feel second best
Girl, I´m so sorry, I was blind.

You were always on my mind
you were always on my mind.

Tell me,
tell me that your sweet love hasn't died
Give me,
give me one more chance
to keep you satisfied,
satisfied.

Little things I should have said 
and done
I just never took the time.
You were always on my mind,
you were always on my mind.

You were always on my mind.

Maybe I didn't treat you
Quite as good as I should have.
Maybe I didn't love you
Quite as often as I could have.
Maybe I didn't hold you
all those lonely, lonely times
and I guess I never told you
Im so happy that you're mine.
Maybe I didn't treat you…

Siempre en mi mente

Tal vez no te traté
tan bien como debí haberlo hecho.
Tal vez no te amé
tan seguido como pude.
Cosas pequeñas que debí haber dicho
y hecho,
nunca me tomé el tiempo.

Siempre estuviste en mi mente,
siempre estuviste en mi mente.

Tal vez nunca te abracé
en todos esos momentos tan, tan solitarios
y supongo que nunca te dije
que soy tan feliz de que seas mía.
Si te hice sentir la opción b,
muchacha, lo siento tanto, estaba ciego.

Siempre estuviste en mi mente,
siempre estuviste en mi mente.

Dime,
dime que tu dulce amor no ha muerto.
Dame,
dame una oportunidad más
para mantenerte satisfecha,
satisfecha.

Cosas pequeñas que debí haber dicho
y hecho,
nunca me tomé el tiempo.
Siempre estuviste en mi mente,
siempre estuviste en mi mente.

Siempre estuviste en mi mente.

Tal vez no te traté
tan bien como debí haberlo hecho.
Tal vez no te amé
tan seguido como pude.
Tal vez nunca te abracé
en todos esos momentos tan, tan solitarios
y supongo que nunca te dije
que soy tan feliz de que seas mía.
Tal vez no te traté…


Van también, por si están con ánimo masoquista y/o investigativo, los covers mencionados: Pet Shop Boys, Willie Nelson, Bublé, Shakira.





https://www.youtube.com/watch?v=1ktocWsycRQ

https://www.youtube.com/watch?v=uicF5knQ3ic


Conclusión: las gentes comunes y corrientes que no somos Elvis (ni similar) debemos ser más cuidadosas con lo que decimos y hacemos, y esperar, con suerte, al menos llegar a ser Elvis para alguien.

Con este proyecto y un movimiento de cadera se despide hasta la próxima,
DJ Vago

lunes, 14 de enero de 2013

[12] No me liberen, soy Willy


“Barracuda”, de Heart, en su álbum Little Queen (1977)



A Ana Lucía Salgado.


Las hermanas Ann Wilson (la morocha que canta) y Nancy Wilson (la rubia que toca la guitarra y canta los coros) son el corazón, valga la redundancia, de la banda Heart. Este tema, “Barracuda”, fue el primer single de su segundo disco, Pequeña reina (o, si prefieren, “reinita”). Cuando terminen de escucharla, coincidirán conmigo (y con el resto de la humanidad) en que tiene al menos dos elementos memorables: 

- El riff implacable que galopa con la misma nota repetida una y otra vez en tríos rápidos (tun, turutún-turutún-turutún-turutún…). Los jugadores del Guitar Hero 3 conocen muy bien ese riff, porque es tal vez el más difícil del juego.

- La forma en que Ann Wilson dice “Uh! Barra-CÚ-da”. Si no es el compás más sexy en la historia del hard rock, me suicido ya mismo escuchando un disco de Arjona (no, mentira, no se asusten).

Podríamos agregar también la fantástica voz de Ann, dulce pero a la vez bien heavy: la voz ideal para este tema. Y el uso de armónicos (esas notas “plinplín” que suenan como campanitas, y que hacen que el guitarrista rubio de mangas anchas y el morocho sin mangas toquen soltando las cuerdas en vez de aporreándolas de arriba hacia abajo como buenos cristianos). Nancy y Ann eran fanáticas de Led Zeppelin, y se nota. Es, en todo caso, una gran canción. Vh1 la puso en el número 34 entre las mejores canciones metaleras de la historia, pero para mí se quedaron bastante cortos. La canción fue un éxito, y es sin dudas una de las más conocidas de la banda.

Intenta ser, por momentos, una especie de cuento de hadas marino, del estilo de “Buscando a Nemo” o “Liberen a Willy”: se encuentran la Barracuda, el Delfín (“Porpoise” es “Marsopa”, pero como por estos lados no hay marsopas, y “Tonina” suena muy Villa Gesell, traduciré “Delfín”, como para que nos entendamos todos) y la narradora, que no se sabe qué bicho es, pero seguro que vive bajo el mar, como propone el cangrejo Sebastián en la película de la Sirenita.

La barracuda, por cierto, es un pez bastante feo y feroz, con unos dientes que te la voglio dire. Si me dan ganas, va foto.



Todos luchaban por liberarse (pero trying for free también podría traducirse “intentaban triunfar tocando gratis”, porque eran sus comienzos en la industria musical). Entonces, la Barracuda convence al Delfín y a la narradora con suspiros y promesas, sin que le importe mucho la ética (lo que podría pasar) ni la integridad musical (lo que es imperdonable). Les vende un sueño y un nombre: pero el Delfín lo paga con su cabeza, aparentemente. La narradora debe bucear muy profundo para salvar la propia.

Y terminan (ya no se sabe si escapando de la Barracuda o conducidos por ella) nadando hasta los piletones del oeste, lo que no es lo que pensaban, porque claro, el mar abierto no puede compararse con unos piletones, y un piletón, como bien sabe Nemo, no es la libertad.
Pero la fábula marina no resulta muy consistente, porque el resentimiento hacia la Barracuda es tan intenso que la narradora se va del campo semántico y la compara también con una serpiente escondida entre los yuyos, dispuesta a picar por sorpresa y hacer caer a la narradora, vencida, sobre sus rodillas: y ya sabemos que si hay algo que no tienen los seres del mar son, precisamente, rodillas. Ni siquiera la Sirenita. Y después amenaza a la Barracuda con que va a arder, va a quemarse hasta las mechas, y es una amenaza bastante extraña para un pez, porque en general, para que un pez llegue a quemarse, tienen que pasarle varias cosas muy malas antes; entre ellas, morir.

Así que estamos pero no estamos en el mar: es una fábula medio trunca. Así que podemos considerar que no hablamos, en realidad, de Barracudas y Delfines (perdón, Willy, podés volver a tu estanque) sino que es tan solo una imagen para representar a una persona inescrupulosa, taimada y aprovechadora, que estafa a los músicos. Digamos, el dueño de una discográfica.

Oh casualidad: Ann Wilson contó que escribió furiosa la letra de la canción una noche, después de enterarse (por intermedio de un fan borracho que le preguntó cómo la estaba pasando con su amante, mientras señalaba a su hermana Nancy) que el dueño de Mushroom Records (sí, se llamaba “Hongo”, la disquera: después nos quejamos de Bob Marley. Más flower-power y poco confiable que “Discos Hongo”, imposible). Decía, que el dueño de Mushroom Records, para mejorar las ventas del primer disco de la banda, había echado a correr el rumor de que las hermanitas Wilson eran amantes (entre ellas, se entiende): “si lo real no es suficiente, mejor que inventes algo rápido”.

Digamos que tapas como la del single Barracuda, con las dos hermanas dentro de un corazón, no ayudaban a erradicar las fantasías lésbicas.






La onda “fantasy medieval” de las ropas tampoco pegaba mucho con el estilo rock pesado de la banda, pero claro, todavía no se había inventado la ropa de cuero negro, y Occidente estaba recién despertando del alucinado sueño hippie.

Conclusión: las hermanas rescindieron su contrato con Discos Hongo y se pasaron a Discos Retrato (Portrait Records), con quienes sacaron su segundo disco, Reinita. El dueño de Hongo, enojado, y como realmente era una barracuda, sacó por su cuenta, y sin autorización de la banda Corazón, un disco pirata, Revista (Magazine) con temas inéditos que habían sido descartados por las hermanas Wilson mientras preparaban su debut (discográfico, se entiende). Pero la historia es justa, y mientras que a nadie le importa quién era el infeliz dueño de los discos hongo, hoy podemos seguir escuchando a Corazón y pensar, además de en el pequeño escribiente florentino y en el tamborcillo sardo, en la voz de Ann Wilson y en cómo es posible vengarse de un agravio con altura y estilo.

Con respecto al videoclip: no es tal. Es una grabación tomada de un programa de televisión de esos en que competían diferentes bandas y cantantes (¡de todos los estilos mezclados!). Incluso aparece en pantalla cómo va avanzando la votación en vivo:

AMEN CORNER                              189

COUNTRY JOE MCDONALD       053

P.P. ARNOLD                                   121

DON GIBSON                                   452 (subiendo hasta 465)

No sabemos qué ganó, pero ganó Don Gibson, que no tenía nada que ver con el fabricante de guitarras, sino que era una especie de Leo Dan de la música country estadounidense. Si me preguntan a mí, lo mejor en la carrera musical de Don Gibson fue aparecer sobreimpreso en el video de “Barracuda”.

Lo bueno que tiene el video es que podemos ver, en buenos primeros planos y sin trucos de edición, a los diferentes músicos en acción (qué melenas, eh).

Un buen tema para despertarse, y para despertar los instintos asesinos también. Y para despertar el apetito: hoy pido a mi delivery (con quien NO mantengo una relación amorosa, a pesar de los rumores) una pizza mitad fugazzeta, mitad barracuda.







Barracuda

So this ain't the end, 
I saw you again today,
I had to turn my heart away.
Smiled like the sun, kisses for everyone…
And tales!  It never fails.

You lying so low in the weeds.
I bet you gonna ambush me.
You'd have me down
down
down
down
on my knees,
now wouldn't you, Barracuda?

Back over Time we were all trying for free,
Met up with Porpoise and me
No right no wrong you're selling a song, a name.
Whisper game

If the real thing don't do the trick,
You better make up something quick:
You gonna burn
burn
burn
burn
burn
into the wick
Uh, Barracuda.

"Sell me, sell you" the porpoise said
dive down deep now save my head
You... I think you got the blues too.

All that night and all the next
swam without looking back
made for the western pools
silly fools

If the real thing don't do the trick, no,
You better make up something quick
You gonna burn
burn
burn
burn
burn
into the wick,
Oh, Barra-
Barracuda.
Barracuda

Así que no es el final, 
te vi de nuevo hoy,
tuve que alejar mi corazón.
Sonreíste como el sol, besos para todos…
¡Y cuentos!  Nunca falla.

Mientes tan bajo en las malezas.
Apuesto a que vas a emboscarme.
Me echarías abajo
abajo
abajo
abajo
sobre mis rodillas,
¿no que lo harías, Barracuda?

Tiempo atrás todos intentábamos liberarnos,
Te encontraste con el Delfín y conmigo,
Sin distinguir bien ni mal vendías una canción, un nombre.
Juego de suspiros.

Si lo real no es suficiente, mejor que inventes algo rápido:
Te vas a quemar
quemar
quemar
quemar
quemar
hasta la raíz.
Uh, Barracuda.

“Véndeme, véndete” dijo el Delfín,
bucear profundo para salvar mi cabeza
Tú… Creo que también sabés la melodía.

Toda esa noche y toda la siguiente
nadar sin mirar atrás
hasta llegar a los estanques del oeste,
qué tontos.

Si lo real no es suficiente, no,
mejor que inventes algo rápido:
Te vas a quemar
quemar
quemar
quemar
quemar
hasta la raíz.
Oh, Barra-
Barracuda.


Se despide con un tarascón,
DJ Vago

lunes, 7 de enero de 2013

[11] Dejemos hablar al viento


“Wind”, de Akeboshi, en su álbum Akeboshi (2005)



Dedicado a Calisto La Ninfa.

Esta canción, del cantautor japonés Akeboshi  (Digresión: no sé japonés, pero intuyo algo de chino, y los ideogramas con que se escribe akeboshi significan “la semana próxima”, lo que me hace intuir que debe ser un alias, porque, ¿qué tipo de apellido es “la semana próxima”? Respuesta: un buen apellido para saludar a los acreedores.) fue utilizada como ending (canción de cierre) de la primera temporada de la serie de manga (hablamos de animación japonesa, no de costura) Naruto, una de las más exitosas series animadas de los últimos años, que llega a más de doscientos capítulos y nosecuántas temporadas.

Esto requiere una mínima explicación de mi parte, porque, ¿cómo es que conozco a Naruto y demás dibujitos japoneses? No porque los vea, por cierto. Es gracias a mi hermana, la sexta, la Peti, que es fanática de los dibujos animados y las películas para chicos.

Ya es hora de que al menos les presente a mis hermanas. Como escribí alguna vez, soy el séptimo hijo, varón. Lo que no es lo mismo que decir “séptimo hijo varón”; aquí la coma adquiere suma importancia, pues me transforma de “lobisón” a “nene mimado”. Toda mi vida me atendió un (casi siempre) amoroso regimiento de pequeñas aprendices de madre, que me cocinaron, me lavaron la ropa, me utilizaron como cobayo de juegos y experimentos culinarios y químicos y me regalaron chiches a desfecha hasta que no tuve más remedio que declararme oficialmente adulto, con gran pesar, después de dos décadas y monedas de prácticamente no mover un dedo en mi propio beneficio.

Cuando mi madre, Condescendencia Iturraspe, se casó con mi padre Josep Vagot, acordaron que él elegiría los nombres de los hijos varones que tuvieran, mientras que ella elegiría los de las hijas mujeres. Este aparentemente equitativo acuerdo resultó ser una estafa, porque mi madre se dedicó, durante una docena de años, a parir y criar puras féminas, y por lo tanto decidió por sí misma los nombres de sus criaturas, siguiendo una lejana tradición familiar vasca: nombres largos, originales y que rescataran las sensaciones o los deseos de su madre en los días del nacimiento.

Los nombres largos llaman al apodo, así que casi nunca utilizamos los nombres completos, en casa (excepto el mío, que en tanto consta de una sola letra, no da pie a abreviatura alguna). Mi propia madre lo sufrió, porque durante años, tanto en su pueblito natal español de San Esteban de Abajo (cerca de San Sebastián, pero más alejado de la costa) como aquí en la Argentina, los semi-amigos y los conocidos la llamaban cada tanto “Condesa”, lo que odiaba (siempre despreció a la nobleza) y generaba en ella, invariablemente, que mandara a quien así la llamaba a tomar por culo, sucesivamente en euskera, catalán, español y guaraní (había pasado algunos años viviendo en Paraguay, y aseguraba sin mosquearse que el guaraní era “casi igual” que el vasco). Ella nos obligó a que, si nos daba fiaca llamarla por su nombre completo, le dijéramos “Coné”.
Este, en fin, es el listado completo de mis hermanas mayores, comenzando por la más pequeña (la más cercana a mí, en edad), hasta la mayor:
-         - La sexta es Resignación Vagot, pero como es la más pequeña de edad y de estatura, le decimos la Peti; es maestra jardinera y le encanta todo lo relacionado con los niños.
-          - La quinta es Despatarrada Vagot, le decimos la Pata; es abogada sentimental.
-        -   La cuarta es Impertérrita Vagot, le decimos la Peta; es actriz de teatro serio durante el día, y bailarina de caño por la noche.
-        -   La tercera es Dilapidación Vagot, le decimos la Pita; es profesora de lengua y literatura.
-        -   La segunda es Inoportuna Vagot, le decimos la Pota; es ama de casa y madre de seis varones.
-      -  La primera es Inimputable Vagot, y nunca se nos ocurrió un apodo para ella; es científica. A veces, cuando nos dan fiaca los polisílabos, le decimos la Grande.

La Peti, entonces, es la que me hizo ver, entre muchas otras insufribles series de preadolescentes japoneses de ojos grandes que se chocan entre sí en las esquinas mientras corren porque llegan tarde al colegio, la serie Naruto, que es el nombre de un niño huérfano en una aldea seudomedieval ninja, rubio y vestido siempre con un overol anaranjado, cuyo único y principal deseo es convertirse en un gran ninja; eso genera muchas burlas y discriminación, porque el pibe es, además de bastante travieso, torpe y nada hábil. A pesar de su corta edad, ya es un outcast, un inadaptado, la pata corta que hace tambalear la mesa de la fiesta. Y todos los capítulos de la primera temporada (26, si no me equivoco) terminan con esta canción, “Viento”, que si bien es de un japonés, está cantada en inglés. Si me agarran en un día eufórico, abajo verán una foto de Naruto.



El tema tiene algo muy poco frecuente. Estoy en condiciones de apostar lo que quieran a que, de las últimas 500 canciones que escucharon, ninguna comparte esta característica. A ver si se dan cuenta: escuchen los primeros compases, hasta que empieza la letra. Vamos, vayan, los espero.

http://www.youtube.com/watch?v=NCLBz7D9FSE





Es linda, la melodía, ¿no?
¿Ya está? ¿Lo descubrieron? No, no es el libro en blanco. ¿Quieren probar otra vez? Los espero, es lo que mejor me sale.
…                                                                                                                                                                                         


Bueno. ¿Y? Si no lo descubrieron, ya no lo van a hacer, mejor que se los diga yo. ¿No les suena un poquito “extraña”, la música? Como si algo no cuadrara en ella, como si fuera un poco “inadaptada”. Como si la estuviera tocando la protagonista de “La lección de piano”, y cada tanto sonara el golpeteo metálico de su dedo postizo entre la alegre melodía de Schubert. Como si recomenzara de cero en cada compás. Ese es el efecto de una canción en 5/8, es decir, en un ritmo de cinco tiempos. El 99,99 por ciento de las canciones que escuchamos están en ritmos de dos, tres o cuatro tiempos.
-          - Ritmo de dos tiempos (el primero fuerte, el segundo débil; lo que se llama “ritmo de marcha” o “ritmo de tango” también).
-        -   Ritmo de tres tiempos (el típico “ritmo de vals” y de la mayoría de las canciones de cuna y muchas danzas).
-         -  Ritmo de cuatro tiempos (que es una variante del ritmo de dos tiempos, con la diferencia de que el primer tiempo es más fuerte que el tercero: fuerte – débil – semifuerte – débil; casi todas las canciones de rock, por ejemplo, son en 4/4).

Un ritmo de cinco tiempos no nos resulta “natural”: es como si todo el tiempo le sobrara algo al ritmo, como si la melodía dulce escondiera un grito callado.

Lo que viene bárbaro para esta canción, porque es, precisamente, un elogio de la inadaptación: el yo poético cuenta su propia historia de vida de no cuajar, de no pertenecer a ninguna institución (se escapa del aula, que es como hacerse la rata pero con peores perspectivas), de ser excluido y llevado por delante, de hacer un camino propio y a veces solitario, de apurarse pero sin saber adónde ir (“No sé lo que quiero, pero lo quiero ya”, diría Luca). La música y la letra colaboran para llegar a un sentido: un buen ejemplo de lo que se llama “principio constructivo” que formularon los formalistas rusos hace cien años: la forma es contenido o, mejor dicho, la forma es el contenido. Y eso funciona, en “Wind”, también dentro de la letra de la canción: que está en inglés, pero en un inglés bastante raro. Por un lado, la pronunciación es bastante buena (porque Akeboshi estudió en Liverpool), por momentos uno podría creer que el cantante es anglófono. Pero no, porque las oraciones son extrañas, superponen ideas y apilan palabras (a la manera en que lo hacen los chinos y japoneses, armando oraciones por superposición de conceptos, sin “sutilezas” morfológicas como género, número, declinación verbal…). Dice, por ejemplo, “Break in to the contents”, que si se traduce literalmente sería algo así como “Irrumpe en los contenidos”, pero en una oración mal armada, el equivalente de Kafka escribiendo en alemán (Deleuze tenía un término para eso, no era “extrañamiento” ni “extranjeridad”; búsquenlo ustedes, me da fiaca guglearlo). ¿Qué significará “irrumpí en los contenidos”? No es claro. ¿“Estudiá”? Podría ser. También podría ser que quiso decir “Break into the contest”, “Entrá en la competencia”, que es una frase común y corriente, pero la pronuncia mal. En todo caso, es una frase inadaptada, pero la idea llega a destino: “Ponete las pilas, no decaigas, no te rindas al desánimo, no escuches a los demás que te critican sin parar”; en definitiva, “hacé tu vida, que está bien” (“[be]´cause you are so right”). Y eso, hacer tu vida a tu modo, es la única forma en que, al final, puedas mirarte al espejo sin sentir que te traicionaste a vos mismo y odiarte por ello. Traduciendo la medialengua de Akeboshi, algo así como “no intentes simular ni vivas atemorizado, porque terminarás odiándote”, “You will hate yourself in the end”. Noten cómo pronuncia “youlserf”, ahí le salió el japonés de adentro, porque como sabemos, los orientales asiáticos no distinguen las consonantes líquidas: R y L son indistintas, para ellos. Los orientales uruguayos, en cambio, no tienen problema con esto: siempre dicen “larai-larai”, por ejemplo, en los estribillos de los candombes, y nunca se confunden y dicen “ralai-ralai”.

El protagonista va, entonces, como el viento: libre, pero una libertad que es más bien un lamento: no tengo ningún lugar donde pueda descansar y detenerme, no tengo contención, no tengo pausa y voy de acá para allá, como un viento arremolinado. En el video, para reforzar, se ve a un muchachito haciendo la vertical, pero luego la imagen gira y es todo el planeta el que está cabeza abajo, no él. “Esperar es desperdiciar, para gente como yo”. Desperdiciar el tiempo, claro, pero armar bien la oración sería propio de alguien mucho más adaptado y prolijo, y no correspondería con esta canción, que es, en mi humilde opinión, una joya, así como es. Ojalá les guste, pero si no les gusta, ya se imaginarán lo que me importa, porque yo también soy (un poquito) rebelde, a mi poco esforzada manera.

Por eso este tema sonará toda en mi Winco toda la semana y a todo volumen: porque no quiero odiarme youlserf.

Dejemos, entonces, que el viento diga su verdad.

Wind

Cultivate your hunger,
before you idealize,
motivate your anger,
to make them all realize.
Climbing the mountain,
never coming down,
break into the contents,
never falling down.

My knee is still shaking
like i was twelve
sneakin' out the classroom
by the back door.
A man trailed me twice, though,
but i didn't care
Waiting is wasting
for people like me

Don't try to live so wise.
Don't cry 'cos your so right.
Don't dry, with fakes or fears
'cos you will hate yourself in the end.

You say dreams are dreams,
I ain't gonna play the fool anymore.
You say 'cos i still got my soul
take your time, baby,
the road needs slowin'down.
Reach yourself, before you bloom.
Reflections of fear
make shadows of nothing
—shadow of nothing—.

You still are blind if you see winding road
'cos there's always a straight way
to the point you see

Don't try to live so wise
Don't cry, 'cos your so right
Don't dry, with fakes or fears
'cos you will hate yourself in the end

Don't try to live so wise
Don't cry 'cos your so right
Don't dry with fakes or fears
'cos you will hate yourself in the end

Viento

Cultiva tu hambre
antes de idealizar,
motiva tu enojo
para hacer que se den cuenta.
Escala la montaña,
nunca la bajes,
irrumpe en los contenidos,
sin caerte nunca.

Mi rodilla sigue temblando
como si tuviera doce,
escabulléndome del aula
por la puerta de atrás.
Un hombre me provocó dos veces, mal,
pero no me importó.
Esperar es desperdiciar
para gente como yo.

No trates de vivir tan sabio.
No llores, porque estás tan en lo cierto.
No te seques con mentiras o miedos
porque te odiarás al final.

Dijiste sueños son sueños,
no voy a ser el tonto nunca más.
Dijiste: ya que sigo teniendo mi alma,
tomate tu tiempo,
los caminos necesitan aminorar.
Alcánzate a ti mismo, antes de florecer.
Los reflejos del miedo
producen sombras de la nada
—sombra de nada—.

Sigues ciego, si ves un camino tortuoso,
porque siempre hay una vía recta
al punto que ves

No trates de vivir tan sabio.
No llores, porque estás tan en lo cierto.
No te seques con mentiras o miedos
porque te odiarás al final.

No trates de vivir tan sabio.
No llores, porque estás tan en lo cierto.
No te seques con mentiras o miedos
porque te odiarás al final.


Se despide con un resoplido,
DJ Vago