solo un tema por semana,
y con que le guste al diyei alcanza

lunes, 13 de octubre de 2014

[100] No sos vos, soy yo



“Vete de mí”, de Homero y Virgilio Expósito (1946), por Pasión Vega (2009)



A los lectores anónimos y ocasionales del blog,
que no sé quiénes son, pero que los hay, los hay.



¿Me quiere? ¿No me quiere? Retuerzo las manos
y desparramo los dedos destrozados.
Así deshojan y esparcen por mayo
corolas de margaritas del camino.

Aunque las canas cubran pelo y barba,
aunque suene abundante la plata de los años,
espero, confío: que jamás me llegue
el vergonzoso sentido común.

Vladimir Maiakovsky, poema inconcluso, 1930.


Hoy termino la serie “Tachame la doble”.

Y llego a los cien posteos semanales.

Y termino la segunda temporada del blog.

Y (lo más importante) comienzo mis vacaciones, que lamentablemente algún día terminarán, pero no quiero aún pensar en ello.

La canción de hoy es, como corresponde al momento histórico señalado, un tema de despedida. Porque si tengo algún defecto, es que soy muy cohesivo.

Es, increíblemente, un bolero. Lo increíble es que, como señalé varias veces, no me gustan los boleros. Pero también les dije alguna vez (posteo 2) que no soy principista, y que si algún día a Richard Arjona o a algún reguetonero se les ocurriera hacer alguna canción buena, estoy dispuesto a escucharla. Dos años pasaron, y el pescado sin vender.

El bolero no me gusta, decía, en líneas generales, como género: porque sus letras se autolimitan a una sola temática, el amor romántico, y musicalmente son siempre canciones en compás de cuatro tiempos (4/4), tirando a lentas y melosas, tirando a caribeñas, sin disonancias, sin búsquedas rítmicas ni armónicas significativas. (Qué sé yo, en otros géneros, como el fado o el tango, ese tipo de limitaciones me molestan menos; pero en el bolero no me las banco. No sos vos, soy yo.)

Sin embargo, y como soy tal vez demasiado coherente, sí hay unos pocos boleros que me gustan, y aquí va uno de ellos: “Vete de mí”, de los hermanos Expósito. Homero escribió la letra, y Virgilio compuso la música. Ellos fueron, sobre todo, tangueros, y este bolero tiene mucho de tango, en su propuesta (tal vez por eso me gusta).

La canción es breve, y clarísima, y memorable. Podríamos sintetizarla en una sola línea, si tuviéramos que explicarla en un telegrama:

Vos, que sos ­pa´rriba, dejame. Yo estoy pa´bajo, dejame. Es lo mejor.

La situación no se explica demasiado, pero pareciera que el cantor (por comodidad, voy a decir que es un “él”) quiere cortar con la amada (o al amado; pero voy a llamarla “ella”, porque la comodidad me puede). No corta a lo bestia, como Sandro en “Cómo te diré” (ver semana 14), sino sutilmente, con altura. Y planteándolo como algo que la beneficiará, sobre todo, a ella.


De entrada la describe, en la primera estrofa: joven, alegre, lo suficientemente inocente-naif-boluda-perceptiva como para temer a los fantasmas o para escuchar voces celestiales. Alguien que puede conventrarse en “el paisaje del amor”, que puede ver el bosque sin notar que el árbol del centro está seco.

Él, en cambio, se presenta como opuesto: viejo, marchito, cansado (aparentemente luchó él solo contra “toda la maldad”, y por lo que se ve, perdió por goleada). Tiene, como Maiakovsky, las manos deshechas y los dedos rotos, las manos listas para ser deshojadas como margaritas. (Si él deshojara sus manos, se pondría triste si le tocara “me quiere mucho”.) Y con esas manos rotas, no la puede sujetar, no la puede retener.

Y por eso, conociéndote a vos y conociéndome a mí (cómo me salen de bien hoy los cruces, eh: ver posteo 48), lo mejor es que nos separemos. Andate. Vete de mí.


El “Vete de mí” es una hermosa forma de decirlo. Mucho mejor que “Rajá, perro” o que “Dejá, no me llames: te llamo yo”. A mí me recuerda fuertemente a “Ojalá”, la canción de Silvio Rodríguez (semana 31): él le dice a ella que ojalá saliera de su mente, que lo dejara en paz, que “ojalá pase algo que te borre de pronto”. Las canciones no tienen la misma onda ni proponen algo parecido, para nada; pero el “vete de mí” las conecta. El “Vete de mí” sugiere que ella está adentro, clavada como una espina, y que él no puede quitársela por sus propios medios (no puede simplemente dejarla), sino que necesita que sea ella misma la que se aleje, la que lo deje a él. Y le pide que no le tiemble el pulso, que ni siquiera se detenga a mirarlo (él se compara con un viejo rosal que ya no da flores), a ver si al demorarse ella se convierte en estatua de sal o, lo que sería más terrible, el bolero se convierte en tango.

Y en los últimos, preciosos versos, le quiere vender un poco mejor el asunto y le explica las ventajas de la separación: “Quizás cuando me recuerdes la pases mal y tengas nostalgia de nuestro amor; pero sos tan joven que va a llegar un momento en que todo esto sea un pasado tan lejano que se volverá una neblina: y allí, entre la neblina del olvido, mi presencia se convertirá en lo mejor de tu pasado (aunque ya no me recuerdes; o mejor dicho: gracias a que ya no me recordarás)”. Todo esto lo dice Homero con muchas menos palabras y con infinita mayor claridad que yo: “como es mejor el verso aquel / que no podemos recordar”.

Es, en definitiva, una canción muy poética y muy, muy triste. Porque la separación, el final del amor, suena aquí como algo inevitable, incluso positivo. No hay muchos boleros así, se los aseguro (las típicas reacciones del bolero ante la separación son: despecho, arrepentimiento, nostalgia; en síntesis: “estábamos mucho mejor antes” y, tal vez “podríamos intentarlo de nuevo”).

Hay cientos de interpretaciones de este bolero. La versión elegida hoy es la de Pasión Vega, una malagueña salerosa (nació en Madrid, pero vivió en Málaga desde muy chica), que le da un cierto aire lorquiano al bolero, y tiene una voz bellísima (y no hace “abolerado” al bolero, lo cual es, en mi cabeza (semana 1), una gran ventaja.

Y es un buen momento para que les diga que hasta acá llegué. No son ustedes: soy yo, que estoy muy cansado. Postearé hoy también una especie de índice general del blog (que me hizo mi zulú Dudi), por si les da síndrome de abstinencia y quieren leer o releer algo del blog o jugar en el bosque mientras yo no estoy.




Vete de mí

Tú, que llenas todo de alegría y juventud
y ves fantasmas en las noches de trasluz
y oyes el canto perfumado del azul,

vete de mí.

No te detengas a mirar
las ramas viejas del rosal
que se marchitan sin dar flor,
mira el paisaje del amor
que es la razón para soñar
y amar.

Yo, que ya he luchado contra toda la maldad,
tengo las manos tan deshechas de apretar
que ni te puedo sujetar.

Vete de mí.

Seré en tu vida lo mejor
de la neblina del ayer
cuando me llegues a olvidar,
como es mejor el verso aquel
que no podemos recordar.




Ya no los puedo sujetar.
Nos vemos la próxima temporada (si me suena el despertador):


DJ Vago

martes, 7 de octubre de 2014

[99] Pueden llamarme Vago (pero acá mando yo)


“Royals”, de Lorde, en su álbum Heroína Pura (2013)



Pueden llamarme Diyei. Qué largos son los lunes últimamente, en este pueblo.

Como ya saben (me los imagino comiéndose las uñas de la angustia) la semana próxima llego a 100 posteos y termino mi segunda temporada. Eso me provoca, ante todo, una reflexión: ¿quién me manda hacer temporadas de 50 posteos? ¿Me querés decir? “Game of Thrones” o Capusotto hacen 10 capítulos por temporada y se van a refrescar la cabeza en la canilla del patio; 13 a 15 capítulos tienen las series yanquis más esforzadas, y los animés japoneses que ve mi hermana la quinta tienen, con toda la furia, 26 capítulos al año. ¿50? Ni soñando. Y en blogs, ni hablemos. Por un decir, el blog de Ursula Le Guin, que lee mi hermana y mencioné la semana pasada, en cinco años tiene 89 posteos.

¿Y por qué, por qué justo a mí se me ocurre? Yo les voy a decir por qué. Porque imaginé que un solo tema por semana era poco. Ja. Porque cuando tuve que pensar un número, no quise contar, y por eso lo primero que pensé es “cincuenta”. Y sobre todo, porque preví que me cansaría mucho antes de llegar a este punto. Pero evidentemente, la Fuerza es poderosa en mí (y cuando hablo de “Fuerza” no me refiero a la cosa esa de Darth Vader y los jedis, sino a la Inercia), así que terminar algo también me da fiaca. Como me dijo mi hermana la tercera que escribió Haroldo Conti, “para ser un vago perfecto hace falta dedicación, y soy demasiado vago para tenerla”.

Pero ya estoy llegando nomás a 100 posteos. Y voy a tirar la casa por la ventana. Mentalmente, claro. Además, tirar una casa por su propia ventana es más difícil que hacer pasar una aguja por el ojo de sí misma, como dice la Biblia (o era algo así).

Y lo peor de todo es que hay tantas canciones y músicos que me gustan y aún no aparecieron en este blog, que podría llenar casi sin esfuerzo (mentalmente) una tercera temporada, si me decidiera a hacerla. El mundo es muy injusto.

Hoy, como tercera y penúltima entrega de “Tachame la doble”, va un tema de Oceanía. Bueno, en realidad, Natalie Imbruglia (semana 36) es australiana, pero como que la música que hace no me da muy oceánica que digamos (así como la música de Aute no me da filipina, aunque él haya nacido en Manila). Así que hoy va “Royals”, de la adolescente cantautora neocelandesa Lorde. En su álbum debut, Pure Heroine (“heroína pura”, que es, obviamente, un juego de palabras entre una droga mortal y una protagonista de historietas católicas).



Ustedes seguro no me van a creer, pero yo tenía en carpeta esta canción desde meses antes de que la nominaran al Grammy (ganó dos de los más importantes: mejor canción del año y mejor interpretación femenina), y desde mucho antes de que llegara al tope de los rankings. Ustedes ahora pensarán que soy un hueco que hago la plancha por el oleaje de las modas musicales, pero no, al menos en este caso, vi algo en la canción desde antes de que fuera famosa. No fui el único, evidentemente. Tampoco me creo uau, sería mucho esfuerzo.

¿Qué es lo que tiene, entonces, esta canción, para catapultar a la fama a una piba de 17 años? Veamos.
Musicalmente, Lorde propone un tipo de pop suburbano, un poco emo un poco dark, como si mezcláramos The xx con Lana del Rey. Un poco depre, un poco aburrido, no especialmente bien cantado. Tampoco la letra es para golpearse la cabeza contra la pared del embelesamiento poético.

Todo eso es cierto; sin embargo, en esta canción Lorde (es un seudónimo, se llama Ella Yelich-O'Connor), logró armar un clima y una voz que suenan creíbles y sinceras, y logra darle a una generación de adolescentes sin grandes perspectivas y sin un mango una mano de barniz que los hace ver no glamorosos, pero inmersos en algo que puede funcionar como si fuera el glamur real. Y este glamur de los desposeídos es más que verdadero, porque realmente sucede (como diría Gogol Bordello) y podemos ver sin esfuerzo a sus príncipes y princesas, vestidos apenas un poquito mejor que los linyeras, coronados por acné y peinados para el culo.

De entrada, ella, la cantora, plantea una división entre el mundo tal como se lo quieren vender a los jóvenes, en las canciones y las publicidades: un mundo lleno de lujos y belleza y consumo y moda; y la realidad tal como es para ella y sus amigos, que son (al menos en esta canción) gente común, en un barrio periférico de un país periférico.


Utiliza, Lorde, un recurso que a mí me gusta mucho, que es el de la enumeración. En vez de definir ese mundo de los “royals” (no los postrecitos, sino los Regios, la Realeza, las Divinas), lo que hace es nombrar las cosas que funcionan como símbolo de pertenencia a ese mundo; no solo objetos, sino también marcas, acciones, preocupaciones, formas de hablar y pensar:

· dientes de oro
· Grey Goose (marca lujosa de vodka)
· excursiones al baño
· manchas de sangre (para nosotros, en cambio, la sangre no mancha, viste)
· vestidos de baile
· destrozar la habitación del hotel
· manejar Cadillacs (ellos lo hacen, pero en sueños)
· Cristal (el vidrio y la marca de champán, tal vez también la droga)
· Maybach (marca de autos de súperlujo)
· diamantes en tu rolex
· aviones jet
· islas (privadas, seguramente, no está hablando de Martín García)
· tigres con correa dorada
· affaires amorosos (ellos tienen un affaire, nosotros cogemos nomás)


Dice Lorde: esos lujos no son para nosotros: nosotros contamos nuestras monedas en el tren a la fiesta (me encanta ese verso, es muy gráfico). A diferencia de los Royals, ansiamos otro tipo de emoción (usa, para “emoción”, la palabra buzz, que significa también “zumbido”, lo que conecta con la idea que viene).

Y ahí se manda, Lorde, con su propuesta. No somos Royals, pero podemos jugar a serlo. Para empezar llamame Queen Bee, Reina Abeja (“abeja reina”, pero también suena como “Reina B”, reina suplente, reina del descenso). Y nene, no me va a costar nada ponerme en ese rol: porque ustedes son unos zánganos, y yo, cuando me pongo a mandar, mandaré mandaré mandaré de lo lindo. Aunque después se acuerda de que no es reina, después de todo, y les pide a los compas, casi les ruega: dale, déjenme vivir esa fantasía.


Se puede, entonces, ser reina desde un barrio dado vuelta, entre un montón de zánganos sin futuro, y pasarla igualmente bomba. Eso dice Lorde, al menos, y yo, sumiso, le creo.

Hay dos versiones del clip:
El videoclip original los muestra únicamente a ellos: dos pibes-zánganos, vestidos como linyeras, pegándose, sangrando, mirándose los granos en el espejo sucio; y a la vez, con onda, con cara de buenos tipos. Y entonces, en la segunda mitad del clip (a los dos minutos y medio), aparece ella, maquillada como una reina (y a la vez, con una cara y un maquillaje como de insecto, que no la muestra como la típica “belleza pop” que aparece en los clips yanquis). Y después desaparece otra vez.

En la versión yanqui del clip, aparecen mucho menos los zánganos, y mucho, mucho más ella, de entrada, lo que permite que el clip sea, a la postre, mucho más light, menos sangriento y menos suburbano. Y le sacaron los últimos treinta, cuarenta segundos, que “cerraban” la película del clip original, pero no aportaban mucho a la idea (comercial) de la canción. Una cagada, bah, pero se entiende la idea, desde un punto de vista comercial (y como Lorde quiere ser reina…).









Royals

I've never seen a diamond in the flesh
I cut my teeth on wedding rings
 in the movies
And I'm not proud of my address,
in the torn up town
No post code envy

But every song's like:
gold teeth, Grey Goose, trippin' in the bathroom
Bloodstains, ball gowns,
trashin' the hotel room
We don't care,
we're driving Cadillacs in our dreams.

But everybody's like: Cristal,
Maybach, diamonds on your timepiece,
Jet planes, islands, tigers on a gold leash.
We don't care,
we aren't caught up in your love affair.

And we'll never be royals.
It don't run in our blood,
that kind of lux just ain't for us,
we crave a different kind of buzz.

Let me be your ruler,
you can call me Queen Bee,
And baby I'll rule, I'll rule I'll rule I'll rule.
Let me live that fantasy.

My friends and I we've cracked the code,
We count our dollars on the train
 to the party.
And everyone who knows us knows that we're fine with this,
We didn't come from money.

But every song's like:
gold teeth, Grey Goose, trippin' in the bathroom
Bloodstains, ball gowns,
trashin' the hotel room
We don't care,
we're driving Cadillacs in our dreams.

But everybody's like: Cristal,
Maybach, diamonds on your timepiece,
Jet planes, islands, tigers on a gold leash.
We don't care,
we aren't caught up in your love affair.

And we'll never be royals.
It don't run in our blood,
that kind of lux just ain't for us,
we crave a different kind of buzz.

Let me be your ruler,
you can call me Queen Bee,
And baby I'll rule, I'll rule I'll rule I'll rule.
Let me live that fantasy.

We're bigger than we ever dreamed,
and I'm in love with being queen.

Life is great without a care,
We aren't caught up in your love affair.

And we'll never be royals.
It don't run in our blood,
that kind of lux just ain't for us,
we crave a different kind of buzz.

Let me be your ruler,
you can call me Queen Bee,
And baby I'll rule, I'll rule I'll rule I'll rule.
Let me live that fantasy.
.
Regios

Nunca vi un diamante en carne y hueso.
Corté mis dientes con anillos de boda en las películas.
Y no estoy orgullosa de mi dirección:
En la ciudad rota
no hay envidia de código postal.

Pero cada canción es como: dientes de oro, Grey Goose, excursionar en el baño,
manchas de sangre, vestidos de baile, destrozar la habitación de hotel.
No nos importa,
manejamos Cadillacs en nuestros sueños.

Pero todo el mundo es como: Cristal, Maybach, diamantes en tu rolex, aviones jet, islas, tigres con correa dorada.
No nos importa,
no nos agarraron en tu affaire amoroso.

Y nunca seremos de la realeza.
No corre en nuestra sangre,
ese tipo de lujo no es para nosotros,
ansiamos otro tipo de zumbido.

Dejame ser tu dueña;
podés llamarme Abeja Reina,
y nene, yo dominaré, dominaré, dominaré.
Dejame vivir esa fantasía.

Mis amigos y yo desciframos el código,
Contamos nuestros billetes en el tren
a la fiesta
y cada uno que nos conoce sabe que nos parece bien,
no vinimos por la plata.

Pero cada canción es como: dientes de oro, Grey Goose, excursionar en el baño,
manchas de sangre, vestidos de baile, destrozar la habitación de hotel.
No nos importa,
manejamos Cadillacs en nuestros sueños.

Pero todo el mundo es como: Cristal, Maybach, diamantes en tu rolex, aviones jet, islas, tigres con correa dorada.
No nos importa,
no nos agarraron en tu affaire amoroso.

Y nunca seremos de la realeza.
No corre en nuestra sangre,
ese tipo de lujo no es para nosotros,
ansiamos otro tipo de zumbido.

Dejame ser tu dueña;
podés llamarme Abeja Reina,
y nene, yo dominaré, dominaré, dominaré.
Dejame vivir esa fantasía.

Somos más grandes que lo que soñamos,
y estoy enamorada con ser reina.

La vida es bárbara sin preocuparse,
no nos agarraron en tu affaire amoroso.

Y nunca seremos de la realeza.
No corre en nuestra sangre,
ese tipo de lujo no es para nosotros,
ansiamos otro tipo de zumbido.

Dejame ser tu dueña;
podés llamarme Abeja Reina,
y nene, yo dominaré, dominaré, dominaré.
Dejame vivir esa fantasía.


Eso es todo por hoy, zanganitos. Descansen y cómanse las uñas, que la semana próxima termina la serie, y mi año laboral.  

DJ Vago