solo un tema por semana,
y con que le guste al diyei alcanza

sábado, 30 de octubre de 2021

[262] Escena pastoral del galante Sur

 

“Strange Fruit”, de Abel Meeropol, por Billie Holliday

 

Hoy termina la serie “No aclares que oscurece” con la que es, para muchos, la mejor canción de la historia. No de una época, un género o un país, sino la mejor, así, a secas. Quizás no lo sea (¿cuál lo sería?), pero sin dudas “Fruta extraña” está entre las muy memorables y es una gran muestra de lo que puede llegar a hacer una canción, de lo potente que puede llegar a ser. Probablemente la conozcan, pero muy probablemente haya algo en este posteo que no sabían aún, así que no me aflojen.

Letra y música son de la misma persona, Abel Meeropol. La letra fue un poema escrito en 1937 por Meeropol, “un judío piola de Nueva York” (como lo llamaría Randy Newman, vean el posteo anterior), un poeta de tercera línea y músico de cuarta (línea). Compuso su poema, que tardó un tiempo en volverse canción, a partir de ver una foto tomada unos pocos años atrás:  


Antes de seguir, lean el poema (es muy corto, solo tres estrofas de cuatro versos, con rimas consonantes de dos en dos versos):

Strange Fruit

 

Southern trees bear a strange fruit

Blood on the leaves and blood at the root

Black bodies swinging in the southern breeze

Strange fruit hanging from the poplar trees

 

Pastoral scene of the gallant south:

The bulging eyes and the twisted mouth

Scent of magnolias, sweet and fresh

Then the sudden smell of burning flesh

 

Here is a fruit for the crows to pluck

For the rain to gather, for the wind to suck

For the sun to rot, for the tree to drop

Here is a strange and bitter crop

Fruta extraña

 

Los árboles sureños cargan una fruta extraña

Sangre en las hojas y sangre en la raíz

Cuerpos negros oscilando con la brisa del sur

Extraña fruta que cuelga de los álamos.

 

Escena pastoral del galante Sur:

Los ojos desorbitados y la boca torcida

Perfume de magnolias dulce y fresco

Luego el súbito olor a carne quemada.

 

He aquí una fruta para que picoteen los cuervos

Para que amontone la lluvia, para que aspire el viento

Para que pudra el sol, para que deje caer el árbol

He aquí un extraño y amargo cultivo.

 

La foto de arriba no está completa, en realidad: no quería impresionarlos demasiado de entrada. La foto que vio Meeropol es esta:

 

Y corresponde a un linchamiento de negros en un pueblo del sur, en 1930. Lo más terrible es que no fue un caso único: era algo habitual. Ya sabemos lo que es un linchamiento (hay acá también): una turba indignada contra un supuesto criminal hace justicia por mano propia y lo mata. En los Estados Unidos (particularmente, aunque no únicamente, en el Sur), hasta bien avanzado el siglo XX, los linchamientos tenían la particularidad de que solían realizarse extrayendo a los linchados de la comisaría, la cárcel o los tribunales, superando (si la había) la resistencia de los policías que debían custodiar a los sospechosos. Y la otra particularidad, claro: en su gran mayoría eran negros, los linchados, y todos blancos, los de la turba linchadora. La sociedad podía tolerar que un blanco matara o violara a una persona blanca y fuera juzgado por ello (había y aún hay pena de muerte, en el Sur, así que la muerte era una condena posible, para un criminal condenado); pero no podían aceptar que un negro fuera acusado de cometer un crimen contra un blanco, y hacían lo necesario para matarlo en masa aun antes de que se lo pudiera juzgar.

[Digresión innecesaria: dice mi hermana la tercera que en las novelas de Faulkner, ambientadas en el Sur, abundan los episodios de linchamientos. Hay linchamientos que se concretan o amenazas de linchamiento en Intruso en la riña (Intruder in the Dust) [contra un negro], Luz en agosto (Light in August) [contra un negro que no parece negro] y Santuario (Sanctuary) [contra un blanco pobre, un “white trash”] y tienen en común que los acusados de esos crímenes son inocentes, o al menos su culpabilidad genera dudas.]

La foto en cuestión es del linchamientro de Thomas Shipp y Abram Smith, dos jóvenes negros (18 años ambos) que habían sido acusados, apenas horas atrás, de robar y asesinar a un hombre blanco, Claude Deeter (23 años), y de violar a su novia blanca que lo acompañaba, Mary Ball. También estaba acusado y arrestado un tercer sospechoso, James Cameron, también negro, más joven aún (16 años). Esto ocurrió en Marion, un pueblo de Indiana. En mitad de la noche, una multitud de más de 5.000 personas, entre ellas mujeres y niños (y policías), irrumpieron en la cárcel armados con mazas y martillos, sacaron a los tres sospechosos de sus celdas, los llevaron a una plaza cercana (a una cuadra nomás), los molieron a golpes y colgaron a Shipp y a Smith. Como Smith intentaba con sus manos liberarse de la soga que rodeaba su cuello, lo bajaron del árbol, le rompieron ambos brazos y luego lo volvieron a colgar. Una mujer anónima y un deportista local intercedieron por el joven Cameron, indicando que había estado allí pero no había participado del crimen, y lograron, a duras penas, evitar que lo colgaran también: fue devuelto a la cárcel (luego sería juzgado como cómplice de asesinato y condenado a varios años de cárcel efectiva). Los líderes de la turba fueron acusados judicialmente por el linchamiento, pero sin muchas ganas, y rápidamente fueron declarados inocentes de todo.

El crimen en sí fue muy confuso: resulta que los cinco implicados (los tres victimarios negros y las dos víctimas blancas) eran cómplices y formaban una banda en la que realizaban diversas estafas y robos de poca monta. Mary Ball (muchos decían que era prostituta, aunque no hay ningún dato confiable al respecto) había sido pareja de Smith, y al parecer, cuando este iba caminando junto con Shipp la vieron chapando con Deeter en un parque local conocido como “el rincón de los enamorados”, discutieron y en un momento, aparentemente, Smith le dio a Deetter un balazo, herida de la que murió horas más tarde (aunque los acusaron de “matarlo para robarle”, nadie pudo comprobar que le hubieran robado nada a Deeter). En la riña, empujaron a Mary entre los arbustos y luego ella dijo que los tres jóvenes negros la habían violado, aunque hay muchas dudas sobre ese testimonio, en tanto sus ropas estaban intactas y no tenía más lesiones que algunos rasguños en los brazos producidos por los arbustos. (Una vecina contó que al día siguiente vio a Mary en el almacén y se la veía de lo más tranquila y de buen ánimo, aparentemente sin ningún trauma o secuela por el ataque.) Cuando llegó el juicio (solo Cameron estaba siendo acusado, claro), Mary recordó que él no la había violado, pero mantuvo que los otros dos (los linchados) sí. (Con todo este recuento no quiero decir que los acusados hayan sido inocentes, ni del asesinato ni de la violación: probablemente no lo fueran. Lo que quiero decir es que merecían ser juzgados en forma mínimamente imparcial por lo ocurrido, para determinar realmente si eran culpables, de qué, y qué castigo les correspondía por ello. En cambio, solo por el color de su piel, Smith y Shipp fueron torturados y ahorcados en forma sumaria, lo que me parece totalmente aberrante y alejado años luz de cualquier sombra de justicia).

La foto fue tomada por un fotógrafo local y muestra las risas y el clima festivo, casi de kermesse, que se había armado en la plaza, alrededor de los jóvenes ahorcados.

Lo genial de la canción de Meeropol es su simpleza: lo único que hace es imaginar que los cadáveres que cuelgan no fueron añadidos a los árboles, sino que crecieron de ellos: que son sus frutos. Extraños frutos, por cierto. Habla de los linchamientos, pero mediante una imagen poética y sin mencionarlos en forma directa. En la segunda estrofa (la que describe irónicamente la “escena pastoral del galante sur”) se menciona, en el final, la otra forma preferida de los linchamientos, además de la soga al cuello: quemar vivos a los negros. A veces, los linchamientos eran realizados por el Ku Klux Klan, con la turba escondida en batas y capuchas blancas; otras veces, como en Marion, ni siquiera se preocupaban en ocultarse, sino que posaban para la foto.

Meeropol le pidió a varios músicos conocidos afroamericanos que le pusieran música a su letra, pero todos se negaron: era demasiado peligroso, meterse con un tema como ese. En especial, si eras negro. Ya suficientemente difícil era conseguir trabajo y sobrevivir, como para encima levantar la cabeza (y ofrecerla así como candidata a volverse fruta). Así que Meeropol mismo le puso música, con ayuda de su esposa: una música sencilla, como la letra. Los Meeropol la cantaron un par de veces, incluso, pero claro: Abel no era un gran poeta ni músico, pero era mucho peor cantante.

Así que la canción hubiera pasado sin pena ni gloria y se habría desvanecido en la bruma del tiempo, si no fuera porque Meeropol fue a ver a Billie Holliday (enorme cantante de jazz de quien ya hablé cuando posteé sobre “I´ll be seeing you”) y le pidió que la cantara, y Billie la incorporó en su acto.

[Billie declaró alguna vez que ella había compuesto la música de “Strange Fruit”, y si bien no es 100% exacto, creo que sí modificó la melodía original de Meeropol, para cantarla, y la fue modificando cada vez más a medida que la representaba, así que no me parece nada descabellado considerarla coautora de la música].

La forma en que Billie cantaba esta canción es lo que la vuelve, en buena parte, espectacular y tremenda. Es imposible que no se te ponga la piel de gallina, al escuchar cómo modula cada sílaba, incorporando en esos sonidos un montón de sentidos y “capas”: hay ironía, hay amargura, hay furia contenida, desazón, horror, compasión, hay denuncia de una injusticia inhumana. El crop (“cultivo”) final, por sí solo, es impresionante. Se hicieron covers diversos de esta canción, a lo largo de las décadas, pero incluso aquellos hechos por músicos que me gustan mucho (como Nina Simone, UB40 o Siouxie and the Banshees) no pudieron ni siquiera acercarse a los arrabales del impacto que tiene, aún hoy, escuchar esta canción por Lady Day.

https://www.youtube.com/watch?v=Web007rzSOI


Además, Billie había armado, junto con Josephson, el dueño del Café Society (el primer pub “integrado” [que admitía negros] de Nueva York [¡y estamos en el Norte!]), un método para esta canción, dentro del show de Billie: “Strange Fruit” era siempre la última canción. Como es una canción muy corta, se decidió que comenzara con una intro instrumental. Antes de que Billie empezara a cantar, los mozos dejaban de servir tragos y comida, se apagaban las luces, nada se movía, y solo quedaba una luz que iluminaba la cara de Billie: ella mantenía los ojos cerrados durante toda la canción. Y cuando terminaba de cantar esta canción, Billie se iba, sin saludar, sin hacer bises ni recibir aplausos. No suelo lamentarme por haberme perdido eventos de otras épocas (ni siquiera de esta), pero sí lamento no haber escuchado esta canción en vivo, en 1939, en el Café Society de Nueva York, por Billie Holliday. No te digo un brazo o un ojo, pero daría las siestas de un año por haber estado allí, y para mí las siestas son sagradas.

[Como mini-homenaje a la interpretación de Billie, no voy a poner covers de esta canción al final del posteo: están en Youtube, si los quieren escuchar.]

[Billie había decidido cantar “Strange Fruit”, en parte, en memoria y como respuesta a la muerte de su padre un par de años atrás: Clarence Holliday había luchado durante la Primera Guerra Mundial para el ejército estadounidense y había quedado expuesto al gas mostaza, por lo que había desarrollado una afección pulmonar crónica. Mientras acompañaba a su hija en una gira en Texas (parte del Sur), tuvo un episodio pulmonar y fue a un hospital, pero se negaron a atenderlo porque era negro. Y murió.]

Billie sufrió una larga y continua persecución estatal, por cantar esta canción. Durante años recibió múltiples amenazas de gente (blanca), incluso del gobierno y la ley para que dejara de cantarla, pero no dejó de cantarla. El FBI no quería que nadie cantara esta canción, y se ensañó con Billie: aprovechando que ella tenía problemas de drogas (era opiómana y heroinómana), la encarcelaron muchas veces, le armaron causas inventadas e incluso le plantaron drogas y testigos truchos para acusarla de distribución y estuvo casi un año presa: pero cuando salió de la cárcel, Billie volvió a cantar “Strange Fruit”.

Holliday tardó mucho en conseguir que una disquera le publicara la canción: los de Columbia, que era la discográfica que le publicaba todos los discos a Billie, no se atrevieron a publicarle este tema, porque temían por represalias en los comercios y distribuidoras del Sur. Finalmente, tras mucho andar, consiguió que la publicara una disquera ignota y muy pequeña, Commodore Records (el dueño de la disquera, Milt Gabler, escuchó a Billie cantar la canción a capella y se puso a llorar como un niño). Aún en esos años de Depresión, el disco vendió ¡un millón de copias! y fue el mayor éxito discográfico de Billie Holliday.

Muchos acusaron a Billie de “politizar el jazz”, con esta canción. Muchos más creían que una artista negra que tuviera trabajo debía dar gracias por ello y quedarse calladita. La revista Time la acusó de cantar una “pieza de propaganda política musical” (esa misma revista, en 1999, votó a “Strange Fruit” como “La Mejor Canción del Siglo”).

Muchas veces se dice que esta canción fue el inicio del movimiento por los derechos civiles que tendría su auge en los cincuentas y sesentas con Martin Luther King y conseguiría la abolición de las leyes segregacionistas. No sé si es una afirmación correcta, pero sin dudas “Strange Fruit” fue (aún lo es, diría) una canción muy importante, en la lucha contra la discriminación por motivos raciales. Ya en el 39, se dijo que esta era “La Marsellesa de la lucha contra la segregación”, y se enviaron copias del disco a los senadores sureños que sostenían las leyes racistas.

Un recorrido bastante impresionante, para una (curiosa) canción sobre árboles (ensangrentados), frutas (extrañas) y perfume de flores (y de cuerpos quemados).

Que sonará en mi Winco toda la semana, si no me dejan colgado.

Hasta la próxima,

DJ Vago

lunes, 25 de octubre de 2021

[261] Tienen un minuto para pedirme disculpas

 

“Rednecks”, de Randy Williams (1974)

Como tercera y penúltima entrega de la serie “No aclares que oscurece” comento hoy “Rednecks” (“cuellos rojos”, término despectivo para designar a los “white trash” sureños racistas), de Randy Newman (el autor de la pegadiza canción “We belong together”, de la película Toy Story 3).

 

Esta canción tuvo su origen puntual en un programa de televisión en Nueva York en 1970, una entrevista al gobernador de Georgia Lester Maddox en “El Show de Dick Cavett”. Maddox era un conocido segregacionista, que ganó notoriedad incluso antes de entrar en política por negarse a recibir clientes afroamericanos en su restaurante (por más que las leyes segregacionistas ya habían sido recientemente abolidas) y llegó a la gobernación, al igual que el gobernador de Alabama George Wallace (a quien mencioné un par de posteos atrás), gracias a los votos mayoritarios de la población blanca (y en buena parte racista) del sur estadounidense.


(En 1965, antes de aceptar clientes integrados, Maddox prefirió cerrar su restaurante: nada, solo quería dejarles una nota de color.)

La entrevista mencionada comenzó en buenos términos, pero enseguida la discusión fue escalando y terminó abruptamente cuando el entrevistado abandonó el set antes de tiempo. Hay un clip; está en inglés y no es importante que lo vean, pero bueno, aquí está, si alguno lo quiere ver.

Lester Maddox se va del set del show de Dick Cavett (1970):

https://www.youtube.com/watch?v=7-8WNL5bspg


Creo que no es un ejemplo de buena praxis periodística y televisiva. Dick Maddox había sido elegido gobernador de Georgia, un estado con más de seis millones de habitantes. El conductor del programa, Dick Cavett, y el otro entrevistado, Jim Brown, que saben que Maddox es racista (y dirige un Estado sureño con mayoría de población racista), lo atacan por ello pero sin información y sin argumentos: le preguntan cómo se trata a los negros en su gobierno y Maddox les responde, con su tonadita sureña y hablando rápido y con tono monocorde: “Trato a todos por igual según sus méritos, más allá de su color de piel. Gobierno igual que manejo mis negocios: dando a cada cual lo que merece, sin importar si es blanco o negro, rico o pobre. Nunca hubo tanta gente de piel negra en un gobierno como hay en el mío. En mi administración trabaja más gente de color, en puestos de responsabilidad, que en cualquiera de los demás 50 estados del país”. O sea: les responde en forma directa y con datos. En el fondo, son datos mentirosos (que haya más afroamericanos trabajando no significa que no sean discriminados, y mucho menos que no se discrimine a los negros en todo el Estado), pero a eso hay que ponerlo en evidencia discursivamente. Si vas a rebatirlo, si vas a mostrar que Maddox es un segregacionista y que eso está mal, tenés que argumentarle o llevarlo a que se ponga en evidencia, no solo decirle que es un racista, reírte y burlarte de él. En un momento (ya se habían reído de él bastante, con la gente aplaudiendo en vivo cada chiste o sonrisa de los conductores), Jim Brown, el otro entrevistado, que hace las veces de co-conductor de la entrevista (ex jugador estrella de fútbol americano, actor de éxito y activista por los derechos de los afroamericanos) le pregunta irónicamente a Maddox: “Los racistas blancos, ¿no se enojan con usted, porque trata tan bien a los negros?”. Maddox afirma no entender la pregunta, por lo que Cavett la repite, aunque reformulándola: “Sus seguidores, ¿no se enojan, por lo bien que trata a los negros?”. Lo que genera la reacción de Maddox: “Usted está llamando
racistas (bigots) a todos mis seguidores, los que votaron por mí. Mis seguidores son cuatro millones de personas. No son racistas. Debería disculparse por llamarlos así”. Maddox le exige que le pida disculpas a la gente de Georgia, o se va del programa. Cavett reformula la pregunta varias veces realizando pequeños cambios y salvedades en ella, riéndose (y la gente riéndose encima), para enredar al entrevistado y no tener que disculparse por lo que dijo, y finalmente Maddox se va del programa. Hay que considerar que Jim Brown (es negro, por si no se dieron cuenta) nació y vivió en Georgia durante el imperio de las leyes segregacionistas, así que debía resultarle indignante que el gobernador negara que hubiera racistas en Georgia; pero igual no creo que haya encarado bien su reclamo, en este caso (aunque sí me pareció genial la parte en que Maddox le dice a Cavett: “Tiene un minuto para disculparse” y Jim Brown interviene y le pregunta a Maddox: “¿Y yo, cuanto tengo?”).

Coincido con Randy Newman (explicó muchas veces su opinión) en que Maddox quedó mucho más reivindicado que expuesto, ante la pésima entrevista que le hicieron, y que Cavett y Brown se vieron más intolerantes y prejuiciosos que Maddox, al menos durante esos minutos de entrevista: dos norteños burlándose de un sureño tonto y racista (no un “white trash” cualquiera, sino un gobernador, nada menos). Quizás televisivamente fue un éxito (el programa se hizo más famoso), pero fue un completo fracaso en la confrontación con el racismo sistemático que aún perdura (y con fuerza) acá y en todas partes, pero con particular énfasis en los Estados Unidos. En palabras de Randy Williams: “Odio todo lo que [Maddox] representa, pero no le dieron la chance de que mostrara que es un estúpido. Y viendo que tratan así al gobernador de Georgia, si yo fuera georgiano probablemente me enojaría”.

Y entonces Randy Williams armó esta canción, titulada “Rednecks”, en la cual el cantor, en primera persona, se declara redneck y se auto-bardea por ello (llega a decir que ellos, los rednecks, son tan tontos que no distinguen su propio culo de un agujero en el piso), aunque a la vez le echa en cara a los norteños su hipocresía. El estribillo cierra invariablemente con el verso “Mantenemos a los negros abajo”, cantado así, con entusiasmo y orgullo, y utilizando el término “niggers”, el más ofensivo de todos, en lugar de alguna las otras palabras más aceptables para designar a los afrodescendientes (“Siempre me cuesta usar esa palabra”, declaró Randy, “pero había que usarla, la canción no habría funcionado con otra”, y tiene razón).

La canción es completamente irónica, por supuesto: Randy Newman no es un redneck y tiene un pensamiento diametralmente opuesto al de los rednecks. Parece que sobra aclararlo, pero en realidad no sobra tanto, ya verán. Incluso Newman tiene otras canciones, varias, armadas a partir del mismo recurso, la ironía, como “I love L.A.” (“Amo a Los Angeles”), donde se mofa indirectamente de los amantes del sol y la playa y denuncia la enorme cantidad de homeless en la ciudad, y “Short People” (“gente petisa”), con una letra de odio irracional a la gente baja de estatura (que deja en evidencia lo ridícula que es esa y toda discriminación por el aspecto de una persona).

 En la primera estrofa de “Rednecks”, el cantor cuenta que vio la entrevista que “un judío que se hacía el piola” le hizo a Maddox (por si no fuera suficiente con discriminar a los negros, se la agarra con los judíos también, ya de entrada; Dick Cavett no es judío, de hecho, solo neoyorquino) y que todos se reían de Maddox, lo que generó en él indignación, porque [Maddox] “será un tonto, pero es nuestro tonto”, y aclara que si los norteños se creen mejores que Maddox, en realidad se están engañando a ellos mismos (es un reclamo bastante parecido al que le hacían los Lynyd Skynyrd a Neil Young, en “Sweet home, Alabama”, ¿se acuerdan?).

Anoche vi a Lester Maddox en un programa de tevé

con un judío de Nueva York que se hacía el vivo

y el judío se reía de Lester Maddox

y la audiencia se reía de Lester Maddox también.

Bueno, quizás sea un tonto, pero es nuestro tonto;

si creen que son mejores que él, se equivocan.

Así que fui a la plaza y agarré un papel

y ahí es que compuse esta canción.

 

El estribillo es una autodefinición de los rednecks, evidentemente irónica (en tanto un verdadero “cuello rojo” nunca se definiría en una forma tan negativa, como un borracho inútil y ruidoso que habla raro):

Hablamos bien raro acá abajo,

bebemos demasiado y nos reímos muy fuerte.

Somos demasiado estúpidos para triunfar en una ciudad norteña

... y mantenemos a los negros abajo.

 

En la segunda estrofa se hace una enumeración de las distintas “variedades” de rednecks y cuáles son sus comportamientos típicos, y el estribillo es más ofensivo todavía hacia la rednectitud:

Tenemos petroleros sin cuello de Texas

y “buenos chicos” de Tennessee

y universitarios de la LSU [Universidad Estatal de Louisiana]:

entran tontos... salen tontos también.

Vagueando por Atlanta en sus zapatos de cocodrilo,

emborrachándose cada fin de semana en las barbacoas

... y mantenemos a los negros abajo.

Somos rednecks, rednecks,

y no distinguimos nuestro culo de un hoyo en el piso.

Somos rednecks, somos rednecks

... y mantenemos a los negros abajo.

 

Pero la tercera y última estrofa es la realmente genial. El sureño le habla a los norteños y se vuelve irónico también: los “felicita” por haberles cambiado el nombre a los negros (de la ofensiva “nigger” a la apenas menos ofensiva “negro” [se pronuncia nigro]), por haberles dado así “dignidad”, y por haber liberado a los negros... Aunque enseguida se aclara para qué los liberaron: para enjaularlos en guetos. Y se empieza a enumerar todos los guetos, los “barrios negros” de las grandes ciudades del nortey el oeste de los Estados Unidos. Y la conclusión, tremenda pero bastante cierta, es que allá en el norte también “mantienen a los negros abajo”.

Ahora tu negro [nigger] norteño es un “morocho” [negro],

se ve que tiene su dignidad.

Acá abajo somos demasiado ignorantes para darnos cuenta

de que el norte hizo libre al negro.

Sí, lo hizo libre... para ponerlo en una jaula en Harlem, en Nueva York.

Y es libre para ponerlo en una jaula en el lado Sur de Chicago (y en el lado Oeste).

Y es libre para ponerlo en una jaula en Hough, en Cleveland.

Y es libre para ponerlo en una jaula en el Este de Saint Louis.

Y es libre para ponerlo en una jaula en Fillmore, en San Francisco.

Y es libre para ponerlo en una jaula en Roxbury, en Boston.

Están juntándolos desde kilómetros a la redonda:

mantienen a los negros abajo.

 

Efectivamente, el problema del racismo, que es terrible en el sur, no está únicamente en el sur: el norte también existe, en esta cuestión. Se hicieron enormes esfuerzos para mostrar que la cruenta Guerra Civil, a mediados del siglo XIX, se debió al interés humanitario de los norteños para liberar a la población esclava negra del sur (con “el bueno de Lincoln” al mando de la causa norteña), pero en realidad fue una lucha por imponer un sistema diferente de explotación humana, basado en talleres industriales en vez de en plantaciones agrícolas: el sur defendía la esclavitud porque necesitaba esclavos para las plantaciones extensivas; pero el norte no defendía una Libertad “pura”, sino la necesidad de sus fábricas y talleres de tener empleados pobres (muchos, por lo que no alcanzaba solo con “negros”: necesitaban también inmigrantes y pobres “blancos”) y explotarlos a gusto como mano de obra cuasi esclava, pero sin brindarles comida y techo, como deberían hacer si fueran “suyos” (estoy simplificando burdamente, ya sé, pero solo quiero enfatizar que las causas de una guerra casi nunca son las que ambos bandos declaran en la superficie). El norte le dio a los negros la libertad en los papeles, pero esa libertad nunca implicó igualdad, sino que teminó siendo apenas algo más que una palabra bella, como dice Kafka en Amerika:

“—Entonces, ¿eres libre?

—Sí, soy libre —dijo Karl, y de pronto nada parecía más inútil que su libertad.”

Esta es, en fin, una canción ácida y de una ironía feroz y amarga.

Pero la ironía no funciona, en las canciones: siempre habrá gente que interpretará en forma literal una canción irónica, por más evidente que sea la ironía. Por eso “We are the champions” de Queen se canta en las finales de fútbol como un himno exitista, “Amo a Los Angeles” es usada en los estadios de los equipos de béisbol angelinos, “Gente petisa” es repudiada por muchos como una canción en contra de la gente petisa y Randy Newman decidió dejar de cantar “Rednecks” cuando hace giras por el sur, porque siempre hay gente que la canta orgullosa y a voz en cuello mientras mueven los encendedores emocionados, como si realmente fuera un himno en favor de los racistas sureños.

Y por eso Charly García (que en estos días cumplió 70, ¡feliz cumple!) estuvo a punto de titular en 2003 su nuevo disco Asesíname, pero lo pensó mejor y lo cambió a Rock and Roll YO, no fuera cosa que alguien lo interpretara literal y lo matara. Estuvo astuto.

 

 https://www.youtube.com/watch?v=hTLHxpUQ_B8



Rednecks

 

Last night I saw Lester Maddox on a TV show

With some smart-ass New York Jew

And the Jew laughed at Lester Maddox

And the audience laughed at Lester Maddox too

Well, he may be a fool but he's our fool

If they think they're better than him they're wrong

So I went to the park and I took some paper along

And that's where I made this song

 

We talk real funny down here

We drink too much and we laugh too loud

We're too dumb to make it in no Northern town

And we're keepin' the niggers down

 

We got no-necked oilmen from Texas

And good ol' boys from Tennessee

And college men from LSU

Went in dumb - come out dumb too

Hustlin' 'round Atlanta in their alligator shoes

Gettin' drunk every weekend at the barbecues

And they're keepin' the niggers down

 

We're rednecks, rednecks

And we don't know our ass from a hole in the ground

We're rednecks, we're rednecks

And we're keeping the niggers down

 

Now your northern nigger's a Negro

You see he's got his dignity

Down here we're too ignorant to realize

That the North has set the nigger free

 

Yes he's free to be put in a cage

In Harlem in New York City

And he's free to be put in a cage in the South-Side of Chicago

And the West-Side

And he's free to be put in a cage in Hough in Cleveland

And he's free to be put in a cage in East St. Louis

And he's free to be put in a cage in Fillmore in San Francisco

And he's free to be put in a cage in Roxbury in Boston

They're gatherin' 'em up from miles around

Keepin' the niggers down

 

We're rednecks, we're rednecks

We don't know our ass from a hole in the ground

We're rednecks, we're rednecks

And we're keeping the niggers down

We are keeping the niggers down

Cuellos rojos

 

Anoche vi a Lester Maddox en un programa de tevé

con un judío de Nueva York que se hacía el vivo

y el judío se reía de Lester Maddox

y la audiencia se reía de Lester Maddox también.

Bueno, quizás sea un tonto, pero es nuestro tonto;

si creen que son mejores que él, se equivocan.

Así que fui a la plaza y agarré un papel

y ahí es que compuse esta canción.

 

 

Hablamos bien raro acá abajo,

bebemos demasiado y nos reímos muy fuerte.

Somos demasiado estúpidos para triunfar en una ciudad norteña

y mantenemos a los negros abajo.

 

Tenemos petroleros sin cuello de Texas

y “buenos chicos” de Tennessee

y universitarios de la LSU:

entran tontos... salen tontos también.

Vagueando por Atlanta en sus zapatos de cocodrilo,

emborrachándose cada fin de semana en las barbacoas

y mantenemos a los negros abajo.

 

Somos rednecks, rednecks

y no distinguimos nuestro culo de un hoyo en el piso.

Somos rednecks, somos rednecks

y mantenemos a los negros abajo.

 

Ahora tu negro norteño es un “morocho”,

se ve que tiene su dignidad.

Acá abajo somos demasiado ignorantes para darnos cuenta

de que el norte hizo libre al negro.

 

Sí, lo hizo libre para ponerlo en una jaula

en Harlem en Nueva York.

Y es libre para ponerlo en una jaula en el lado Sur de Chicago (y en el lado Oeste)

Y es libre para ponerlo en una jaula en Hough en Cleveland

Y es libre para ponerlo en una jaula en el Este de San Louis

Y es libre para ponerlo en una jaula en Fillmore en San Francisco

y es libre para ponerlo en una jaula en Roxbury en Boston.

Están juntándolos desde kilómetros a la redonda:

mantienen a los negros abajo.

 

Somos rednecks, rednecks

y no distinguimos nuestro culo de un hoyo en el piso.

Somos rednecks, somos rednecks

y mantenemos a los negros abajo.

Mantenemos a los negros abajo.

 

 

Se despide hasta la próxima:

DJ Vagoxx (quien se mantiene a sí mismo abajo)

miércoles, 20 de octubre de 2021

[260] En los fondos funcionaba un almacén

 

“Brown sugar”, de The Rolling Stones (1970)

 

La noticia: hace pocos días, los Stones anunciaron que dejaban fuera de su gira de este año (2021, la primera gira sin Charlie Watts en la batería) una de sus canciones más icónicas, que forma parte de su repertorio habitual desde hace más de medio siglo. La canción es “Brown sugar” (azúcar morena, azúcar negra), y el motivo es evitar críticas en relación con la letra de la canción.



Se habló de la “cultura de la cancelación”, por supuesto. Tanto Keith Richards como Mick Jagger dieron a entender que en realidad no estaban de acuerdo con quitar la canción, pues no ven ningún problema con ella, y que lo hicieron a regañadientes y como un “mal menor” para evitar problemas con los censores de las redes.

Richards fue el más tajante, en ese sentido. Declaró: “No sé. Estoy tratando de averiguar en dónde está el problema. ¿No entendieron que se trataba de una canción sobre los horrores de la esclavitud? Pero están tratando de enterrarla. Por el momento, no quiero entrar en conflictos con toda esta mierda”. Espero que podamos resucitar a la nena en toda su gloria en algún momento en el futuro” (en la oración previa, “la nena” (the babe) es la canción “Brown sugar”; supongo que cuando una canción tiene más de cincuenta años es posible personificarla).

Mick Jagger, por su parte, habló en la misma línea: “Tocamos 'Brown Sugar' todas las noches desde 1970, así que creo que la sacaremos del repertorio por ahora y veremos qué pasa. Podríamos volver a meterla dentro del set más adelante”.



Quizás lo primero que haya que decir es que, musicalmente, la canción es muy buena. Probablemente sea una de las mejores de los Stones, en ese sentido. Un rock rolinga que tiene ritmo, tiene polenta y, si no le prestás atención a la letra, te invita a bailar y a corearla a los gritos en medio del pogo. No por nada llegó a ser número 1 en los charts y es la segunda más tocada (después de “Jumpin´ Jack Flash”) por la banda en sus recitales en vivo (¡más de mil cien veces, la tocaron!). Si fuera una canción poco memorable de una banda ignota, quitarla del repertorio no habría sido problema y mucho menos, noticia.

Bueno, hasta aquí los hechos. Ahora quiero que lean la letra de la canción, antes de que yo diga nada sobre ella.

 

Brown sugar

 

Gold coast slave ship bound for cotton fields

Sold in a market down in New Orleans

Skydog slaver knows he's doing alright

Hear him whip the women just around midnight

 

Brown sugar how come you taste so good?

Brown sugar just like a young girl should

 

Drums beating, cold English blood runs hot

Lady of the house wonderin' where it's gonna stop

House boy knows that he's doing alright

You shoulda heard him just around midnight

 

Brown sugar how come you taste so good, now?

Brown sugar just like a young girl should, now

 

Ah, get along, brown sugar how come you taste so good, baby?

Ah, got me feelin' now, brown sugar just like a black girl should

 

I bet your mama was a tent show queen

And all her boyfriends were sweet sixteen

I'm no schoolboy but I know what I like

You shoulda heard me just around midnight

 

Brown sugar how come you taste so good, baby?

Ah, brown sugar just like a young girl should, yeah

Azúcar negra

 

Barco negrero de la costa dorada hacia los campos de algodón,

vendida en un mercado en Nueva Orleans.

El esclavista sádico sabe que lo está haciendo bien,

escúchalo azotar a las mujeres cerca de medianoche.

 

Azúcar negra, ¿cómo tienes tan buen sabor?

Azúcar negra, tal como una jovencita debiera.

 

Suenan los tambores, la fría sangre inglesa se calienta,

la señora de la casa se pregunta cuándo va a parar,

el chico de la casa sabe que lo está haciendo bien,

deberías escucharlo cerca de medianoche.

 

Azúcar negra, ¿cómo tienes tan buen sabor?

Azúcar negra, tal como una jovencita debiera.

 

Ah, hazte amiga, azúcar negra, ¿cómo es que tienes tan buen sabor, nena?

Ah, me haces sentir, azúcar negra,

tal como una chica negra debiera.

 

Apuesto que tu mamá era la reina del circo

y que todos sus novios tenían dulces dieciséis;

no soy un escolar pero sé lo que me gusta,

deberías escucharme cerca de medianoche.

 

Azúcar negra, ¿cómo tienes tan buen sabor, nena?

Azúcar negra, tal como una jovencita debiera, sí.

 

 

 

[Sí, leyeron bien. Es la historia de una esclava negra menor de edad que es vendida en un mercado de esclavos y comprada por el dueño de una plantación en el sur (digamos, Alabama) que en las noches la viola y la tortura, al igual que lo hace el hijo del terrateniente y lo haría el cantor también, si pudiera.]

Y ahora díganme. ¿Les parece, como a Keith Richards, que esta es una canción de denuncia en contra de la esclavitud? ¿Piensan, como Mick Jagger, que no hay nada malo con esta letra, y no se dan cuenta de por qué alguien podría sentirse ofendido por ella?

Yo tampoco soy un escolar pero sé lo que es una cancion de protesta: “Brown sugar” no es una de ellas, se los prometo. Si uno se limita a leer la letra, ya ve sus problemas; pero si además la escucha, es mucho peor, porque con música se hace más evidente aún que esta canción de esclavitud, violaciones, torturas, pedofilia, racismo y misoginia hace precisamente lo opuesto a denunciar: se está haciendo una apología de todas esas barbaridades. El cantor se posiciona al lado del esclavista sádico y pedófilo, le palmea la espalda y le dice: "Qué bien, macho, vos sí que sos un crac. Me encantaría que me tomaras como aprendiz, voy ad honorem". Y en el estribillo, el cantor mismo asume esa voz del torturador con todo gusto y declara que está todo bien, que las cosas son como deberían ser.

Es evidente que los Stones (y mucha gente más, claro) no ven lo mismo. ¿Cómo podrían, si no, estar cantando un himno a la pedofilia, la violación y el esclavismo durante cincuenta años, sin estar de acuerdo con eso? No creo que Jagger ni Richards sean pro-esclavistas, pro-violación y pro-pedofilia (aunque tampoco estarían siendo varones deconstruidos en el respeto a las mujeres, eso está fuera de discusión). ¿Qué pasó, entonces?

Tengo una teoría (siempre tengo). Relacionada con la otra temática que aparece en la canción, la de las drogas. Si leyeron la letra, habrán notado que no se habla de drogas; al menos, no en forma directa. Pero ocurre que “brown sugar” (azúcar morena, azúcar marrón) es un término de slang para la heroína (que toma un color amarronado al ser calentada en una cuchara antes de la inyección). Si se lee la letra partiendo de la base de que el título es “heroína”, eso permite hacer una lectura metafórica de la canción como un “texto en clave” para hablar de la droga y de lo maravillosa que es, pero sin mencionarla, pues en los setentas eso podía ser problemático (hoy también, pero mucho menos).

Ahora bien, para disfrazar su cancion de apología de las drogas, Jagger la escondió en una letra que ensalza el racismo, las torturas y la pedofilia: qué decisión... no sé cómo llamarla. Me hace acordar al chiste de Les Luthiers en la intro de “Lazy Daisy”:

Harold Mastropiero explotaba un sórdido local en el que funcionaban un cabaret clandestino, un salón de juegos prohibidos y un centro de apuestas ilegales. Pero en realidad su local era solo una pantalla para ocultar la verdadera fuente de sus fabulosos ingresos: en los fondos, funcionaba un almacén.

De la misma forma que Harold Mastropiero, Jagger esconde una cuasi inocente canción en favor de la drogas (¡hay tantas!: incluso en los setentas ya las había) con una letra que a mí y a mucha gente más nos resulta absolutamente repugnante e inaceptable. Puedo entender que la hayan compuesto, publicado y cantado en el 71 (la lanzó la disquera Muscle Shoals, de paso, la que alaban los Lynyrd Skynyrd en “Sweet home, Alabama” y que mencioné en el posteo previo: un dato anecdótico pero significativo, si me preguntan); pero sinceramente, no sé cómo la siguieron cantando durante cincuenta años (y no sé, de paso, cómo a los seguidores y fans de los Rolling no les resulta incómodo ni molesto corear y bailar una canción con una letra como esa; pero bueno, dos tercios de las canciones de reguetón tienen letras igualmente misóginas y casi igual de espantosas, y nadie se hace problema por ello, pareciera). Ya hace décadas que los critican por “Brown sugar”, y los Stones se hicieron bien los sotas sobre la cuestión: ahora, simplemente, la presión social aumentó y debieron escuchar.

¿Les parece un exceso más de la “cultura de la cancelación”? ¿Piensan que el que una canción haya sonado durante 50 años la disculpa de cualquier crítica o revisión? ¿Creen que el mundo de la música será peor, sin “Brown sugar” en él? ¿Que hay que respetar las tradiciones a rajatabla, sean cuales fueren? ¿Pensás que no debiera censurarse ningún texto, ninguna canción nunca? ¿O que no tiene importancia la letra de una canción, siempre que (como diría Micky Vainilla) la música sea alegre y rítmica?

Yo tengo mis respuestas, es claro. Pero no quiero imponerlas a nadie: vos pensá lo que quieras.

(Para que quede claro desde dónde opino: no soy fan de los Stones, pero me parecen una gran banda (no creo que sean solamente una “banda que hace covers de blues”, como dijo hace poco Paul McCartney). Ya posteé sobre “Satisfaction” (posteo 159) y probablemente lo haga en algún momento sobre “Paint it black”, una canción que me encanta, y me gustan varias más de ellos: si algo no les falta a los Stones son canciones, no creo que les afecte en nada dejar una de lado. Incluso diría: si “Brown sugar” tuviera otra letra, cualquier otra, incluso, por decir, una letra “tonta” que fuera simplemente enumerar los ingredientes y la receta de una torta y el mensaje fuera a favor del consumo (prohibido) de azúcares e hidratos, me encantaría la canción).

Pero me resulta muy curioso cómo, al igual que como pasa con “Sweet home, Alabama”, los músicos culpan a quienes escuchan de “malinterpretar” la canción... durante décadas, en este caso. En el próximo posteo hablaré de otro caso en la misma línea, aunque no exactamente similar.

Van un par de clips: uno de comienzos de los setentas y otro más reciente, de hace pocos años atrás.

https://www.youtube.com/watch?v=Fmfi3UbDPnQ


https://www.youtube.com/watch?v=s5aMoWGeaV8


 

Y "Lazy Daisy", de Les Luthiers, solo porque la mencioné arriba.

https://www.youtube.com/watch?v=sTsRmwB9W0I&t=89s



Hasta la próxima gira,

DJ Vago

(sabroso pero amargo)