solo un tema por semana,
y con que le guste al diyei alcanza

martes, 30 de agosto de 2016

[166] Te dije que las paredes hablaban


“Paixões diagonais”, por Misia (1999)



Esta semana tenía agendado comenzar una serie de canciones de cuna, pero decidí, no sé por qué, que no era el momento apropiado: la dejo para más adelante.

En lugar de eso, comienzo otra de las series que tengo en carpeta, titulada: “Romant... bué, ponele sí, romántico masomeno”, dedicada a temas que son románticos pero muy a su manera, muy sui generis. No, no habrá temas de Sui Generis, no seas tan literal che.

Como primera entrega de la serie, voy con un fado, “Paixões diagonais” (traducción obvia: “pasiones diagonales”; letra de João Monge, música de Miguel Ramos), interpretado por Misia e incluido en el álbum homónimo, de finales del siglo pasado (1999).



Antes de hoy, reseñé fados en el posteo 27 (abril de 2013) y en el 81 (junio de 2014). En esos posteos hablé, entre otras cosas, de Misia, de Amália Rodrígues, del fado como género musical, de la des-identidad y la herejía como características del cantor (la cantora) de fados, de la musicalización de los fados, y hasta me alcanzó para hablar de libros y canciones en los que partes del cuerpo se rebelan de sus dueños y las consecuencias funestas que eso puede acarrear. Así que, habiendo trabajado tanto en épocas pretéritas, me autoeximo de hacerlo ahora: or favor, remítanse a dichos posteos, si tienen alguna duda.

Y entonces entro derecho y sin vueltas a comentar el fado de hoy. Que es bastante romántico pero muy poco feliz. Es un fado, después de todo: “fado feliz” es un contrasentido (“Oxímoron”, me dice mi hermana la tercera mientras me pasa un mate; “Serás vos”, le contesto).

No sé qué pensarán ustedes, pero a mí me parece una canción hermosa. Por un lado, como ya dije, me encanta Misia, cómo canta, cómo interpreta y su voz. Y Misia tiene una sana costumbre de humildad (muy propia del cantor de fado, por cierto), en el sentido en que suele no confiar en ella misma para componer las letras de sus canciones, sino que toma, a menudo, letras de diversos poetas portugueses, lo que vuelve a esos fados súper interesantes y complejos desde la letra también.

Y es que este fado, ya desde el título, no es nada lineal. Se titula “Pasiones diagonales”, pero no se habla de ninguna pasión, y se le habla al amado/amada pero más por alusiones y vericuetos que en forma clara y directa. En geometría, creo recordar, la diagonal es el punto más directo para conectar dos vértices enfrentados; pero en una ciudad y en un amor, la diagonal multiplica las esquinas y las posibilidades de demorse, chocar y perderse.



Las cuatro estrofas tienen una estructura similar, bastante simple: se hacen una serie de preguntas, y al final de la estrofa se les da respuesta. Pero las preguntas son casi imposibles de responder, son como enigmas, como las preguntas tramposas que Turandot les hace a sus pronto-descabezados-pretendientes (repasen posteo 131, julio 2015):

De qué habla la madrugada,
el murmullo de la acera,
los silencios del licor,
de qué habla la nostalgia
de una estrella fugitiva ...

¿De qué hablan la madrugada, la vereda, el licor, la nostalgia de una estrella? No sé ustedes, pero si la cantora no nos diera la respuesta, yo no tendría ni la más pálida idea, de qué hablan todas esas cosas (que no parecían, antes de esta canción, ser capaces de hablar). Cuando nos dan la respuesta, sin embargo, sentimos que claro, era casi obvia:

hablan de nosotros, mi amor.

Es una idea muy bella, ¿verdad? Todas esas cosas que hablan sutilmente y sin palabras están hablando (en su idioma indirecto de silencios y rumores) de nosotros, de esta “pasión diagonal” que tenemos vos y yo (no, no estoy hablando de vos-vos y yo-yo, es un decir nomás: cada uno se haga cargo de su propia pasión, loco).

La segunda estrofa continúa la misma línea. Esta vez, las preguntas no son sobre “hablar”, sino sobre “saber”; se pregunta qué saben las cortadas, los balcones al atardecer, los vidrios de las ventanas; esos elementos de la ciudad (el fado es, como el tango, un género urbano), al igual que las propias pasiones diagonales, remiten también a ellos dos.

Qué saben las cortadas
y la memoria de los balcones
anclados al atardecer,
qué saben las ventanas,
las pasiones diagonales
saben de nosotros, mi amor.

Hasta aquí veníamos con un romanticismo un poco rebusqueti pero bastante alegre (a pesar de la infaltable y fadesca aparición de la palabra nostalgia); sin embargo, en la tercera estrofa ya desbarrancamos hacia una tristeza previsible y densa como el dulce da leite. Esta vez las preguntas son sobre “volver”: ¿por qué vuelve lo que se fue? (la tristeza, el destino, el silencio de una despedida, las cosas que vuelven, aunque no debieran, inevitablemente al mar). Y la respuesta es, al igual que en las primeras estrofas: “vuelven por nosotros, mi amor”. Esa pasión diagonal, al igual que el mar o que un agujero negro de gravedad infinita, atrae nuevamente todo lo que parecía haberse ido o escapado, y por eso esta historia, que no es alegre pero al menos parecía terminada, en realidad sigue allí, presente y viva.

Por qué vuelve esta tristeza,
el destino a nuestra mesa,
el silencio de un partir.
Por qué vuelve todo al mar
aunque no deba volver,
vuelven por nosotros, mi amor.

En la cuarta estrofa hay una sola pregunta, que no es sobre volver sino sobre irse, sobre partir:

Por qué se va un día todo
lo que nos quemaba los labios
hasta que no éramos nadie.

Fíjense que se retoma el “no-ser” característico, ese “amar hasta no ser nadie” que es una idea recurrente de los fados. Así como vuelve lo que parecía terminado, se diluye lo que antes lo era todo; sin embargo, al igual que aquellas diagonales ilusiones de silencio y quietud y bienestar, ese “irse” de la pasión es también ilusorio, porque “todo es agua que corre” (¡un hermoso verso, muy lorquiano!), y aunque parezca que ese río, ese torrente apasionado se pierde en la tierra (cual arroyo entubado), siempre volverá a surgir un poco más allá, en cualquier parte en cualquier lugar y dentro de poco, incontenible.

Todo es agua que corre:
cada vez que nos muere
nace un poco más allá.

En fin, una hermosa canción de amor y de sintonía (triste pero intensa) entre el mundo (o una ciudad, o el universo entero) y el ser humano (o, más humildemente, nosotros dos). Sonará a full en mi Winco hasta que los vecinos piensen, puro nervio, que efectivamente las paredes hablan. O hasta que yo aprenda a pronunciar la RR como Misia (aunque parece más probable la opción primera).

https://www.youtube.com/watch?v=1950HyGgDYg


Paixões diagonais

Do que fala a madrugada
O murmúrio na calçada
Os silêncios de licor
Do que fala a nostalgia
De uma estrela fugidia
Falam de nós, meu amor

Do que sabem as vielas
E a memória das janelas
Ancoradas no sol-pôr
Do que sabem os cristais
Das paixões diagonais
Sabem de nós, meu amor

Porque volta esta tristeza
O destino à nossa mesa
O silêncio de um andor
Porque volta tudo ao mar
Mesmo sem ter de voltar
Voltam por nós, meu amor

Porque parte tudo um dia
O que nos lábios ardia
Até não sermos ninguém
Tudo é água que corre
De cada vez que nos morre
Nasce um pouco mais além
Pasiones diagonales

De qué habla la madrugada,
el murmullo de la acera,
los silencios del licor,
de qué habla la nostalgia
de una estrella fugitiva,
hablan de nosotros, mi amor.

Qué saben las cortadas
y la memoria de los balcones
anclados al atardecer,
qué saben las ventanas,
las pasiones diagonales
saben de nosotros, mi amor.

Por qué vuelve esta tristeza,
el destino a nuestra mesa,
el silencio de un partir.
Por qué vuelve todo al mar
aunque no deba volver,
vuelven por nosotros, mi amor.

Por qué se va un día todo
lo que nos quemaba los labios
hasta que no éramos nadie.
Todo es agua que corre:
cada vez que nos muere
nace un poco más allá.

Quién sabe cuándo volveré, pero volveré seguro,

DJ Vago



martes, 23 de agosto de 2016

[165] Por qué Usain Bolt no toca el piano


“Ballade” en sol menor (opus 118 Nº 3) de Johannes Brahms (1893)



Usain Bolt en Beijing 2008, antes de correr los 100 metros llanos:


El que toca el piano en honor de Bolt no es un “tipo chino”, como subtitula el clip, sino el famoso Lang Lang, uno de los más importantes concertistas de piano del mundo en la actualidad. Al igual que Bolt, yo tampoco entendí muy bien el porqué de la performance de Lang Lang, pero más allá de este episodio, él me cae simpático, es un gran pianista.


Esta semana comentaré una obra sin letra, solo para ahorrar. Hablaré de las seis piezas para piano que componen el opus 118 de Johannes Brahms (una de sus últimas composiciones), compuestas en 1893, y en particular de la tercera de ellas, la “Ballade” en sol menor. El “Intermezzo” Nº 2 es hermoso también, al igual que la “Romanze” Nº 5, y el último “Intermezzo” de la serie (Nº 6), cuyo tema recuerda la famosa melodía del “Dies Irae” (la llamada “misa de muertos” compuesta a partir de un famoso poema en latín), no sé si es lindo pero sí bastante inquietante.

De paso, me tomaré un rato para despotricar contra el virtuosismo de los concertistas.

Pero comienzo hablando un poquito de Brahms. Aunque algunos lo ponen a la altura de las Grandes Bes de la música (Bach y Beethoven), él no alcanzó ese grado de genialidad; sí fue un gran músico, por lo general subestimado. "Muy formal, muy académico”, suele opinarse de las composiciones de Brahms, pero fue un innovador también, y algunas de sus obras son maravillosas.

En un momento de su vida, a los cincuenta y pico, cansado de todo, anunció su retiro de la composición musical. Pero al igual que Messi, no pudo sostener esa renuncia, y poco después volvió a componer. En esa etapa ya madura escribió estas breves piezas para piano. Pocos años más tarde, Johannes enfermó y murió.

Estas seis piezas (se solía agrupar las composiciones musicales en grupos de 6, pues se consideraba que en tanto el 7, el número de Jesús, simbolizaba la perfección, el 6 era un número “humilde”, una declaración de lo imperfecto de la obra.

(Digresioncita: por qué el 7 era el número de Jesús, preguntarán. En tanto Jesús era Dios y a la vez hombre, reunía numéricamente el carácter divino (el 3, la Santísima Trinidad) con lo humano (el 4, por los cuatro elementos constitutivos del hombre: agua, aire, tierra, fuego). Pero no me hagan irme por las ramas, que me canso. Fin de la digresión.)

Estas seis piezas, decía, fueron dedicadas a Clara Schumann, en ese entonces ya viuda del famoso compositor Robert Schumann.

Juancito Brahms, que había sido niño prodigio musical (y desde chiquito se había tenido que ganar la vida tocando música en salones y cabarutes allá en Hamburgo), se conoció con el matrimonio Schumann cuando tenía 20 años. 


Robert y Clara también habían sido músicos precoces, y se conocían desde que tenían 9 años (se casaron a los 18, a pesar de los numerosos palos en la rueda que pusieron los padres de Clara).

Johannes admiraba a Robert, lo consideraba un maestro. Y Robert, cuando lo llegó a conocer, le tomó cariño también a Johannes: un chico talentoso, buena onda, prometedor.
Sucedió también, al mismo tiempo, que Johannes se enamoró de Clara. Clara, a quien todos quienes la conocieron consideraban una mujer, excepcional, encantadora y de enorme sensibilidad, inteligencia y belleza, era catorce años mayor que Juan, pero eso no fue ningún impedimento para que él la adorara.



Robert, muy pronto y lamentablemente, desarrolló una enfermedad mental que en la época se diagnosticó como psicosis melancólica. Hoy habría posibilidades de tratarlo con más herramientas, pero en ese entonces, tras un intento de suicidio, Robert se internó (por voluntad propia) en un loquero y murió dos años después, sin poder salir de su depresión.

Clara quedó sola y embarazada. De su octavo hijo. Una situación un poco complicada, como bien sabrán aquellas que hayan quedado viudas estando embarazadas de su octavo hijo. Sin embargo, Johannes estuvo a su lado en esos años difíciles, la ayudó (iba a escribir “la apoyó”, pero me di cuenta de que podría malinterpretarse) y la acompañó. 

Esa amistad/amor se mantuvo durante todo el resto de la vida de ambos. Se vertieron ríos de tinta sobre si Clara y Juan se volvieron amantes o mantuvieron las cosas en un plano platónico (algo que a Juan no le interesaba especialmente, como queda claro en sus cartas y comentarios), pero ellos se encargaron de no zanjar la duda. En todo caso, es cosa de ellos. Lo indudable es que había sentimientos allí, entre los dos. Johannes nunca se casó (aunque se le cuentan algunos amoríos no muy felices). Clara (quien tampoco volvió a casarse, por cierto) murió pocos meses después que Johannes.

Y estas piezas de Johannes fueron dedicadas a Clara. Son súper románticas, intensas, llenas de ideas y sentimientos. A mí me parecen espectaculares, las piezas. Y tal vez mi favorita sea la Balada, la número 3 de la serie. Recuerdo cuando la escuché por primera vez: yo era chico y no conocía nada de la historia de Brahms, solamente escuchaba la música, y realmente me conmocionó. Es una pieza que transmite mucho, que te deja sintiendo y pensando, como si te hubieran pegado un mazazo en el corazón...

... siempre y cuando se la ejecute bien. ¿Qué quiero decir con esto? Me explico: considero (es solo una humilde opinión personal, por supuesto) que el 95% de los concertistas de piano destruyen esta obra. Que a pesar de tener la indicación “allegro” (alegre, rápida) es, por sobre todas las cosas, una balada, y por lo tanto no debe ser tocada como si fueras una ardilla que se está escapando de un dóberman. Quienes terminan la pieza en menos de 4 minutos le dan una aceleración que hace que uno no pueda escuchar como se debe todo lo que sucede allí en la balada: las idas y vueltas, la construcción del clima, la llegada a los acordes dramáticos, las modulaciones armónicas, las sutilezas del contrapunto. El romanticismo de la pieza requiere un poco de “aire” (tiempo) para inflarse, para desarrollar todo su potencial.

Entre los concertistas de piano, hay un montón (la mayoría, diría yo) que pareciera que quieren demostrar (demostrarnos) que son capaces de mover los dedos a la velocidad de la luz, de hacer malabarismos musicales (como Lang Lang en el video del comienzo): que tocar bien el piano es tocar muy rápido. Que el virtuosismo (tocar rápido) es virtud. Bueno, para nada es así. Tocar bien un instrumento musical es tocar cada pieza como debe ser, y eso incluye, por supuesto, no acelerarla ni ralentarla cuando no corresponde.

A continuación, como ejemplos de lo que digo (y para que decidan ustedes mismos si opinan como yo o no, nada que ver), un popurrí de “precoces” y, como cierre, la versión que elegí.

· Radu Lupu, un ejemplo de cómo matar esta pieza. Aflojá Radu, relajate, ya sabemos que podés tocar rápido.


· Lo mismo va para vos, Ivo Pogorelich. No te tengo miedo.


· Y también vos, Eri Mantani. ¿Dejaste la pava en el fuego?


· Y vos también, Valentina Lisitsa (23:58 en el clip). Brahms te odia, sabelo.


· Y vos, Anna Gourari, ¿estás buscando marca para los juegos olímpicos?

Pero aquí va la versión que elegí, la pulenta, por Seymour Bernstein. De las que escuché en internet (y escuché todas las que hay en Youtube) es la que más se acerca a mi imagen sonora mental (que es todavía un poquitín más lenta). Pero Seymour (que no lo conozco, pero me parece un capo) le da buen sentido a los acordes y engarza bien la melodía. Es preciosa la forma en que toca la segunda sección (desde el 1:45 en el clip).



En fin, es una hermosa pieza, esta balada. Si les gustó y se quedan con ganas, escuchen también las piezas 2 y 5, del opus 118.

Eso es todo por hoy. Me despido con un lento y sentido abrazo a Brahms, otro a Clara, otro a Robert y otro a ustedes. Y le daría también un abrazo a Bolt, por qué no, aunque no creo que lo alcance.

DJ Vago

martes, 16 de agosto de 2016

[164] Globos asesinos



“99 Luftballons”, de Nena (1983)



Hoy, como cierre de la serie “Números”, hablaré de “99 globos”, un tema en alemán de la cantante Nena (en 1983 era casi una nena, sí, pero me refiero al seudónimo artístico de Gabriele Susanne Kerner, cantautora alemana).



La canción es un pop ochentoso con sintetizador, tecleado aporreado (el rubio con cara de nabo le da, efectivamente, con el puño cada tanto), batería nivel kindergarten (el baterista parece gastar más energía en mascar su chicle que en accionar los palillos) y el guitarrista, bueno, digamos nomás que no era Jimmy Hendrix. Y Nena tampoco es que cante muy bien. Y la canción tampoco es muy buena, es un pop-rock cuadradito onda Ramones (una declarada influencia de Nena). O sea: están todos los ingredientes necesarios para hacer un gran éxito pop.

En el minuto 1:14 del clip, después de la intro con mucho humo y mucho movimiento de rulos rubios, Nena aparece caminando por lo que parece ser un aserradero, decorado como para fiesta de cumple, con globos de colores por el suelo. En el minuto 2:20 ya es de noche, y ahora la decoración se reduce a unos pocos globos (no tenían mucho presupuesto para el clip, evidentemente), y hacia el minuto 3 allá en el horizonte estallan unas cuantas bombas atómicas, o similares, lo que no inmuta a ninguno de los integrantes de la banda, que siguen como si nada. En 3:20, cual película argentina, ella camina mientras canta que camina, y mientras canta que echa a volar un globo, echa a volar un globo rojo.

La letra de la canción, armada en versos pareados de rima consonante con una onda muy canción infantil, plantea una situación absurda, cuasi de limerick: no se sabe cómo (tal vez a consecuencia de un cumpleaños o de una campaña política) aparecen 99 globos en el horizonte. ¿Por qué 99? ¿Quién los contó? No se sabe. Tal vez, porque “99” suena como “un montón” y, a la vez, como algo incompleto, como algo que no terminó de completarse: es un número que amenaza.

Los 99 globos, así juntos en el cielo, podrían confundirse con un ovni en los radares, y un cerebro militar, para despejar dudas, envía a un escuadrón de jets cazas (99 aviones) para que comprueben la situación. Los aviadores, solo per jodere, lanzan sus cohetes contra los globos, en un peligroso espectáculo de fuegos artificiales. Los soldados del lugar, sintiéndose provocados militarmente, responden disparando hacia los aviones y los globos.

En la siguiente estrofa se profundiza la escalada de violencia: 99 ministros de guerra, codiciosos e irresponsables, gritan “¡Guerra!”, y el mundo se ve sumido en una contienda absurda que dura, sí, ya lo imaginaron: 99 años. “¿Quién pensaría (reflexiona la cantora) que 99 globos causarían todo esto?”.

Tras un siglo de guerra, no quedan más héroes militares ni pilotos que se creen el capitán Kirk: solo desolación y ruinas. En ese marco se desarrolla la última estrofa, en la que la cantora, mientras realiza su ruinoso paseo por lo que queda del mundo destruido, encuentra un globo, tan absurdo e inmotivado como sus 99 compañeros del comienzo de la canción. Ella toma el globo (que es, en cierta forma, el globo número 100, el que completa el lote, el que cierra lo inconcluso), piensa en su amor y lo hace volar (al globo), como un bello gesto de esperanza en el futuro.

En fin: un curioso himno (en alemán, como el “himno a la alegría”) a la estupidez humana, a lo absurdo de las guerras y a la capacidad de la humanidad de sobrevivirse a sí misma a pesar de todo.

La canción, a partir de su éxito en Europa, fue traducida al inglés como “99 red balloons”, es decir, le pusieron color a los globos, que ahora, como para resaltar su peligrosidad, son rojos. La versión inglesa de la canción es mucho más complicada y “bajalínea”, con unos chicos que sueltan los globos que luego detonan un sistema global antimisiles y causan una debacle atómica. Nena y sus nenes se arrepintieron siempre de permitir esa traducción berretonga de la canción al inglés, pero bueno, eso les permitió una mayor difusión mediática y tener un hit mundial, algo que no volvieron a tener en los siguientes 99 años.

https://www.youtube.com/watch?v=La4Dcd1aUcE


99 luftballons

Hast du etwas Zeit für mich?
Dann singe ich ein Lied für dich
Von neunundneunzig Luftballons
Auf ihrem Weg zum Horizont
Denkst du vielleicht grad an mich?
Dann singe ich ein Lied für dich
Von neunundneunzig Luftballons
Und dass sowas von sowas kommt

Neunundneunzig Luftballons
Auf ihrem Weg zum Horizont
Hielt man für Ufos aus dem All
Darum schickte ein General
'ne Fliegerstaffel hinterher
Alarm zu geben, wenn's so wär
Dabei war'n dort am Horizont
Nur neunundneunzig Luftballons

Neunundneunzig Düsenflieger
Jeder war ein großer Krieger
Hielten sich für Captain Kirk
Das gab ein großes Feuerwerk
Die Nachbarn haben nichts gerafft
Und fühlten sich gleich angemacht
Dabei schoss man am Horizont
Auf neunundneunzig Luftballons

Neunundneunzig Kriegsminister
Streichholz und Benzinkanister
Hielten sich für schlaue Leute
Witterten schon fette Beute
Riefen: "Krieg!" und wollten Macht
Mann, wer hätte das gedacht
Dass es einmal so weit kommt
Wegen neunundneunzig Luftballons


Neunundneunzig jahre Krieg
Ließen keinen Platz für Sieger
Kriegsminister gibt's nicht mehr
Und auch keine Düsenflieger
Heute zieh ich meine Runden
Seh die Welt in Trümmern liegen
Hab 'n Luftballon gefunden
Denk an dich und lass ihn fliegen
99 globos

¿Tienes algo de tiempo para mi?
Entonces te cantaré una canción
sobre 99 globos
en camino al horizonte.
¿Piensas en mí justo ahora?
Entonces te cantaré una canción
sobre 99 globos
y cómo una cosa lleva a la otra.

99 globos
en camino al horizonte
alguien podría tomarlos por ovnis
y así un general envió
un escuadrón de cazas hacia ellos
para que dieran la alarma si así fuera
pero allá en el horizonte había
solamente 99 globos.

99 pilotos de aviones cazas,
cada uno un gran guerrero
que se cree el capitán Kirk
dieron un espectáculo de fuegos artificiales
los vecinos no entendían nada
y se sintieron provocados
así que dispararon al horizonte
hacia 99 globos.

99 ministros de guerra
fósforos y bidones de nafta
se consideraban gente piola
ya preveían un buen botín
gritaron: “¡guerra!” y quisieron poder.
Hombre, quién habría imaginado
que algún día se llegara tan lejos
por 99 globos.


99 años de guerra
no dejaron lugar a vencedores.
Ya no hay más ministros de guerra
y tampoco pilotos de aviones.
Hoy estoy dando una vuelta
y contemplo el mundo en ruinas.
Encontré un globo:
pienso en vos y lo hago volar.


Bonus track: la versión en inglés, con los 99 globos coloreados:


Y así cierro, con suelta de globos, esta serie sobre canciones tituladas con números. La semana que viene, si es que no lo impide una hecatombe atómica (o mi falta de ganas), una cosa llevará a la otra y comenzará una nueva serie. Quizás.

Hasta el futuro, los saludo y les dejo un globo de regalo,

DJ Vago

lunes, 8 de agosto de 2016

[163] Me da lo mismo




“13-35”, de Dillon (2011) y “19-2000”, de Gorillaz (2001)



Como tercera (3ª) entrega de la serie “Números”, voy con dos temas que no tienen mucho que ver, pero sí algo, y con ese algo me alcanza (no soy muy exigente, ya saben).

Como en el tema de la semana pasada (“33”), aquí también los números refieren a edades: “13-35” de Dillon (seudónimo de Dominique Dillon de Byington, una chica nacida en Brasil (tómenlo como un esfuerzo por acercarme mentalmente a los juegos olímpicos, hasta ahí nomás llego) pero hija de ingleses y criada en Alemania), y “19-2000”, de la banda virtual inglesa Gorillaz.

En “13-35” (parte de su álbum debut, "This silence kills", "Este silencio mata", de 2011), la cantora propone, en una onda mitad Björk mitad emo (muy en sintonía con la onda musical joven de hoy), rítmicamente simpática (cuasi-jazzera), melódicamente sencilla, armónicamente plana, orquestada con chasqueo de dedos, piano a tres falanges y una trompeta que toca dos notas por minuto, una propuesta amorosa. Ella tiene la cabeza llena pero el pensamiento desbloqueado, y eso le permite proponerle a él (digamos que es un él, por comodidad, pero puede ser lo que ustedes quieran): “tú serás 13, yo seré 35, vamos a encontrar un lugar para escondernos”; encontrar un lugar para esconderse juntos es una propuesta romántica; pero si ella tendrá 35 y él 13, el plan pasa a tener un tinte claramente perverso. Ella le propone a él jugar pero, a la vez, que él se ponga en sus manos, y le asegura que ese “estar juntos pero solos” no será inocente.



Antes de seguir, aparece un mini-estribillo que recalca la idea de “vamos a bailar juntos” que sintetiza la letra de la canción: chachá, chachá, chachá.

Para recalcar el espíritu de su propuesta, ella comienza a enumerar, en estrofas juguetonas (casi de canción infantil) los posibles lugares donde “jugar a las escondidas” con él, lugares que no tienen nada en común (excepto la sonoridad rítmica en idioma inglés, claro), hasta que se rinde y dice, en una forma bastante graciosa: ma sí, un árbol, el Mar Egeo, cualquier lugar me da lo mismo”:

Una caverna o un galpón
un auto o una cama
un agujero en el suelo
o un túmulo funerario
un matorral o un árbol
o el Mar Egeo, me da lo mismo.

En el puente de la canción, ella recalca (con la cuasi infantil rima pretty-spaguetti), que él “le prende fuego a su corazón”, algo que a esta altura del tema ya nos quedó más que claro.

Puedo decir que te ves lindo
conviertes mis piernas en espaguetti
le prendes fuego a mi corazón.

Y el puente da paso a un nuevo estilo de estrofa, en el que en vez de enumerar lugares donde esconderse se habla de un solo lugar (uno por estrofa), un buen lugar que ella encontró y que, aunque súper claustrofóbico y estrecho, a ella le parece “ideal” para que ambos se escondan juntos. Primero, el fondo de una mina de carbón; después, una celda mínima en una prisión muy alta:

Por ti encontré un respiradero
en el fondo de una mina de carbón,
apenas el espacio justo
para que pasen tus manos.
Si vas,
házmelo saber.

Por ti encontré una celda
en el piso más alto de una prisión,
el espacio justo
para meter allí tus pies.
Si vas,
házmelo saber.

Y la canción se cierra con un presagio de futuro: cuando él le diga que irá hacia ese lugar-prisión para esconderse juntos, ella llegará “con el corazón en llamas”.



En síntesis, esta es en cierta forma una canción de calentura juvenil, pero se siente a la vez en ella un dejo de nostalgia y unas ganas de convertir esa pasión en un juego; de ser (aunque no se sea) por una vez la voz de la experiencia, el oboe que da la nota, el adulto que impone las normas que vos, pequeñín, debés seguir o te quedarás sin postre.



13-35

Strongest taste
Loudest drop
Head is filled
The thought, unlocked

You'd be 13
I'd be 35
Gone to find a place for us to hide
Be together but alone
As the need for it has grown

Chachá, chachá, chachá.

A cave or a shed
A car or a bed
A hole in the ground
Or a burial mound
A bush or a tree
Or the Aegean sea will do for me

Chachá, chachá, chachá.

I can say that you look pretty
You turn my legs into spaghetti
You set my heart on fire

For you I found a vent
In the bottom of a coal mine
Just enough space
for your hands in the inside
If you go
Do let me know

You'd be 13
I'd be 35
Gone to find a place for us to hide

A den or a dessert
Perhaps an ink squirt
A cellar, a wishing well, a war
Or a guarantee will do for me

For you I found a cell
On the top floor of a prison
Just enough space
for you to fit your feet in
If you go
Do let me know

I come running with a heart on fire
I come running with a heart on fire
I come running with a heart on fire

13-35

El sabor más fuerte
la gota más ruidosa
la cabeza está llena
el pensamiento, desbloqueado.

Tú serás 13
yo seré 35,
vamos a encontrar un lugar para escondernos
estar juntos pero solos
pues creció la necesidad de hacerlo.

Chachá, chachá, chachá.

Una caverna o un galpón
un auto o una cama
un agujero en el suelo
o un túmulo funerario
un matorral o un árbol
o el Mar Egeo, me da lo mismo.

Chachá, chachá, chachá.

Puedo decir que te ves lindo
conviertes mis piernas en espaguetti
prendes fuego a mi corazón.

Por ti encontré un respiradero
en el fondo de una mina de carbón,
apenas el espacio justo
para que pasen tus manos.
Si vas,
házmelo saber.

Tú serás 13
yo seré 35,
vamos a encontrar un lugar para escondernos.

Una guarida o un desierto
tal vez un chorro de tinta
una bodega, un pozo de los deseos, una guerra
o una garantía, me da lo mismo.

Por ti encontré una celda
en el piso más alto de una prisión,
el espacio justo
para meter allí tus pies.
Si vas,
házmelo saber.

Llego corriendo con un corazón en llamas.
Llego corriendo con un corazón en llamas.
Llego corriendo con un corazón en llamas.

La segunda canción de hoy es de Gorillaz, una banda virtual: sus integrantes son dibujos animados, fachada tras la cual quizás haya músicos de carne y hueso, pero yo al menos no me preocupé en averiguar el dato, prefiero creer que los músicos animados son de verdad verdadera.



Este tema, titulado “19-2000” (parte de su álbum homónimo, de 2001), sigue la misma línea que “Clint Eastwood”, el tema más famoso y primer hit de la banda, en el que el cantor protagonista adolescente asegura, tan pavote como amenazante: “Me siento contento, tengo luz de sol en un bolso. Soy inútil, pero no por mucho tiempo: el futuro está llegando”.

Aquí también el cantor se autodefine como adolescente en una época precisa (el título debe decodificarse, propongo sin temor a equicovarme, “tengo 19 años en el 2000”) y defiende sus elecciones “(esta) es la música que elegimos” y su derecho a bailar sin pensar y “hacer su vida” pero, curiosamente, sin abandonar la sociedad de consumo; por el contrario, abrazándola como una opción “rebelde” (aunque más no sea ante la generación previa, la de sus padres, que había hecho precisamente lo contrario, renegar de la sociedad de consumo (al menos, durante la adolescencia):

El mundo gira demasiado rápido
y estoy comprando zapatillas nike
para mantenerme atado
a los días que intento perder.
Mi mamá dijo que frenara,
tenés que hacer tus propios zapatos
y dejar de bailar al ritmo
de gorilas de buen humor.

Mantengo mi ritmo.

El “monito” adolescente, sin embargo, no está exento de conflictos; observa “un rastro de vapor” pero no puede entenderlo ni seguirlo, pues está “atrapado en el conflicto / entre su cerebro y su cola”. Sin embargo, propone que si están en una época sin futuro (“sin futuro para vos”, aclararían los Sex Pistols, relean el posteo 149), entonces “no tenemos nada que perder”. Ese es, efectivamente, el lado positivo de estar en la lona y de ser un infeliz sin fortuna ni suerte ni futuro: “de aquí en adelante, solo cabe ir mejorando”. Y lo haremos manteniendo a toda costa lo que consideramos nuestro (por ejemplo, “la música que elegimos”).

Hay un mono en la jungla
que observa una huella de vapor
atrapado en el conflicto
entre su cerebro y su cola.
Y si es tiempo de eliminación
entonces no tenemos nada que perder.
Por favor repita el mensaje:
es la música que elegimos.

La canción se completa con un pegadizo estribillo en el que se propone “get the cool shoeshine”, lo que literamente sería algo así como “obtén el copado brillo de zapatos”, pero yo preferí traducir, un poco canyenguemente, como:

Cazá el alto
cazá el alto brillo de llanta

Así soy yo, un primate adolescente y rebelde.

A diferencia de la de Dillon, la canción de Gorillaz sí tiene un videoclip ultracomplejo, con una historia sci-fi (con escape en jeep, persecución de plato volador alienígena y alce gigante) que no tiene casi nada que ver con la canción (excepto la elección de la propia condena, en el cruce de caminos), pero es muy entretenida de ver, y permite identificar con claridad a los cuatro integrantes de la banda (lúmpenes tan variopintos como simpáticos).



19-2000

It's the music that we choose

The world is spinning too fast
And I'm buying Nike shoes
To keep myself tethered
To the days I tried to lose
My mamma said to slow down
You must make your own shoes
And stop dancing to the music
Of Gorillaz in a happy mood

Keepin' my groove on

It's the music that we choose

Here you go
Get the cool
Get the cool shoeshine
Get the cool
Get the cool shoeshine

There's a monkey in the jungle
Watching a vapor trail
Caught up in the conflict
Between his brain and his tail
And if time's elimination
Then we've got nothing to lose
Please repeat the message
It's the music that we choose

Keepin' my groove on

It's the music that we choose

19-2000

Es la música que elegimos.

El mundo gira demasiado rápido
y estoy comprando zapatillas nike
para mantenerme atado
a los días que intento perder.
Mi mamá dijo que frenara,
tenés que hacer tus propios zapatos
y dejar de bailar al ritmo
de gorilas de buen humor.

Mantengo mi ritmo.

Es la música que elegimos.

Ahí vas:
Cazá el alto
cazá el alto brillo de llanta
Cazá el alto
cazá el alto brillo de llanta.

Hay un mono en la jungla
que observa una huella de vapor
atrapado en el conflicto
entre su cerebro y su cola.
Y si es tiempo de eliminación
entonces no tenemos nada que perder.
Por favor repita el mensaje:
es la música que elegimos.

Mantengo mi ritmo.

Es la música que elegimos.


Y eso es todo por esta semana, el lunes próximo terminará esta serie dedicada a canciones con números en el título con un semifamoso tema pop... pero no en idioma inglés, ni en castellano.

Hasta entonces, juguemos a las escondidas. Empiecen contando ustedes.

DJ Vago