solo un tema por semana,
y con que le guste al diyei alcanza

lunes, 7 de octubre de 2013

[50] I´ll be back


“Volveré siempre a San Juan”, de Alberto Tejada Gómez y Ariel Ramírez, por Mercedes Sosa




Hoy este blog cumple 50 semanas en los charts y como podrán imaginar, estoy agotado, así que me voy a refrescar la cabeza en la canilla y me tomo unas vacaciones. Serán unos pocos días, o unos cuantos años. Pero es casi seguro que volveré. Y seré dos con cincuenta.

Mientras tanto, un balance de esta primera temporada:
· 52 temas (hubo dos semanas con doble canción).
· Músicos de 26 nacionalidades.
· Temas en 10 idiomas (castellano, catalán, inglés, francés, alemán, italiano, portugués, chino, danés y vasco); uno que otro, sin letra.
· Compuestos desde el siglo X a.C. hasta 2013.
· 126 malas palabras (no, no las conté, estoy tirando cualquier cifra al azar, puto; 127).
· 4 gatos (locos) lectores asiduos del blog.
· 16 lectores casuales que se retiraron indignados.
· 7 personas que todavía se preguntan si existo o no existo.
· Al menos 8 temas que nunca había usted escuchado antes, garantizado.

Como solo elegí temas que me gustaran, quedaron afuera géneros enteros, como el reguetón. Alguien podría pensar que, como no hubo ningún bolero en 50 semanas, no me gustan los boleros; y estaría en lo correcto. También podría pensar que como nunca hubo folclore argentino, no me gusta el folclore: pero se equivocaría por completo, porque me encanta el folclore. Es el problema del razonamiendo inductivo, no puede confiarse en él, porque justo cuando pensabas que el universo tenía sentido, te cae al Serengueti una cebra sin rayas y te caga la teoría (128).

Decía que sí me gusta el folclore, y para saldar una deuda antes de irme, aquí va una zamba de puros próceres: Armando Tejada Gómez, Ariel Ramírez y la voz incomparable de Mercedes Sosa, que podría cantar la guía telefónica y conmover a Hannibal Lecter.


La melodía es preciosa y aparentemente sencilla (pero en realidad, bien difícil), como suelen ser las composiciones de Ariel Ramírez.

La letra es también típica de Tejada Gómez, a quien siempre le criticaron que usara palabras dificilongas y cierto exceso en la poetización. Sin embargo, tiene algunas metáforas más que bellas, como agua = grillo del corazón = música, Luna labradora que me sueña como guitarra, soledad = vino madurado por las sombras del polvo y del camino.

Para quienes critican los poemas de Tejada Gómez por impopulares, ahí tenés el verso “altas sombras de polvo y camino”, donde inventó el uso del adjetivo alto precediendo al sustantivo, como se usa ahora (“alta llanta”, “alto gato”, “alto blog”, “alta boluda” [129]).

Aclaro igual algunos de los términos complicados del poema:
· Melescas son vinos dulces pero pobres, hechos con las uvas que no se vendieron ni se usaron para el vino bueno.
· Ullún y Albardón son departamentos de la provincia de San Juan, conocidos por sus olivares.
· El Tontal es un cordón montañoso en San Juan, con cerros de hasta 4.300 metros, la máxima elevación de la precordillera andina.



La canción habla, básicamente, de cómo los lugares se entrelazan con nuestras vidas, de forma que algunos sitios se funden con nosotros y no podemos pensarnos ni recordarnos sin ellos: somos como son esos lugares. Somos esos lugares. Somos las palabras que usamos para describir esos lugares. Y en un punto, ya no importa si esos lugares existen o existieron en el mapa, porque alcanza con que vivan dentro nuestro. Así como Faulkner tiene Yoknapatawpha, Onetti tiene Santa María y Don Orione tiene Claypole, de manera similar el yo poético de esta zamba tiene San Juan: adentro (grita el cantor, y empieza la primera).

Tan es así que en las primeras estrofas parece que el cantor está en San Juan: las alamedas y las acequias se dicen en presente. Pero al comenzar el estribillo, se anuncia “volveré”, con lo cual nos damos cuenta de que no está físicamente en San Juan.

No solo se anuncia el regreso, sino que dice que volverá “siempre”. Suena raro ese adverbio, me recuerda la frase de Groucho Marx (creo que es de él, o tal vez de Woody Allen; no tengo ganas de chequear): “dejar de fumar es tan fácil, que ya dejé mil veces”. Si tiene que volver siempre, es que siempre se va.

O, más probablemente, que nunca llega: que ese regreso es en la memoria, en la intención. Se ve que el yo poético se fue sin que lo echaran, porque vuelve sin que lo llamen a ese lugar de calor, de otoño, de uvas, de agua escasa, de caminos polvorientos y de sol tan fuerte que es una presencia viva, “un viejo amigo” que sale al encuentro y al que no se puede dejar de saludar, siempre.

Y el cantor vuelve a San Juan para cantar. Es decir, para ser lo que debe ser (“serás lo que debas ser o si no, no serás nada”, J. de San Martín). Pero sobre todo, para decir(se), él y San Juan, los dos juntos y reunidos. Después de todo, él es apenas una guitarra (un instrumento de música) borgianamente soñado por la Luna sanjuanina (que tiene menos prensa que la Luna tucumana, pero se la re-banca).


La versión elegida forma parte de la “Serenata para la tierra de uno”, y está musicalizada con guitarra, bombo y clave (o similar). Al comienzo, Mercedes dice “alameda” en vez de “alamedas”, pero a quién le importa, podría cantar en ruso y esta seguiría siendo una flor de zamba.

Y dejo acá porque me estoy insolando.


Volveré siempre a San Juan

Por las tardes de sol y alamedas
San Juan se me vuelve tonada en la voz
y las diurnas acequias
reparten el grillo de mi corazón.
Y las diurnas acequias reparten
el grillo de mi corazón.

Un poniente de largos sauzales
me busca la zamba para recordar
esas viejas leyendas
de piedra y silencio que guarda el Tontal.
Esas viejas leyendas
de piedra y silencio que guarda el Tontal.

Volveré, volveré
a tus tardes, San Juan,
cuando junte el otoño
melescas de soles allá en el parral.
Volveré siempre a San Juan
a cantar.

Yo que vuelvo de tantas ausencias,
y en cada distancia me espera un adiós,
soy guitarra que sueña
la luna labriega de Ullún y Albardón.
Soy guitarra que sueña
la luna labriega de Ullún y Albardón.

Altas sombras de polvo y camino
maduran el vino de mi soledad
cuando el sol sanjuanino
como un viejo amigo me sale a encontrar.
Cuando el sol sanjuanino
como un viejo amigo me sale a encontrar.

Volveré, volveré
a tus tardes San Juan,
cuando junte el otoño
melescas de soles allá en el parral.
Volveré siempre a San Juan
a cantar.


Agregando un culo para redondear, se despide hasta el eterno retorno:

DJ Vago