solo un tema por semana,
y con que le guste al diyei alcanza

sábado, 28 de diciembre de 2019

[217] Paso a través de la gente



“El fantasma de Canterville”, de Charly García, por León Gieco (1976)


Yo también quiero terminar el año habiendo pagado todas mis deudas (al menos las musicales), así que aquí va el posteo findeañero prometido, que cierra la serie “Este libro me suena” (dedicada a canciones basadas en libros) y simultáneamente continúa la serie “Fantasmas”, que inauguré tres posteos atrás con “Cumbres Borrascosas” de Kate Bush.

Vamos pues con El fantasma de Canterville. El libro original es de Oscar Wilde, lo publicó en 1887 y fue, imagino, una obra muy de avanzada en su momento. No lo leí, obvio, pero se los cuento a partir de lo que me contó mi hermana la tercera: una familia estadounidense (padre, madre, hija mayor, gemelos pieldejudas) compra el castillo inglés de Canterville. Adinerados y pragmáticos, los yanquis pronto descubren que su nuevo hogar viene con un tricentenario fantasma, tétrico y asustador. Pero lejos de asustarse, nadie le da la menor bola al fantasma, que además de ninguneado, incluso comienza a ser víctima de bromas pesadas por parte de los traviesos gemelos, se deprime, se quiere morir (pero ya está muerto, claro); hasta que al final la hija mayor se apiada de él y lo ayuda a descansar en paz.



La canción en cambio es bien argentina y fue compuesta por Charly García (de quien ya comenté al menos cuatro canciones en este blog: “Canción de Alicia en el país”, “Eiti Leda”, “Asesíname”, “Me siento mucho mejor”. Y quizás hasta alguna más, pero me da fiaca comprobarlo). Pero este tema tiene la particularidad de que Charly no lo compuso para Serú Girán, su grupo en ese momento, sino para que lo cantara su amigo León Gieco. Este regalo se debió a que León le había pedido a Charly, un tiempo atrás, que cantara él la canción “La rata Lali”, que Gieco había compuesto pero que temía que no podría pasar por el tamiz de la censura (y esperaba que Charly, que tenía un poco más de espalda, sí pudiera cantar). Pero Charly se negó, aduciendo que si cantaba una canción que aludía al Che Guevara, iría en cana con cien grilletes (la canción de la rata Lali no menciona al Che directamente, pero incluye un personaje, el ratón Pepón, que es líder del Frente Roedor de Liberación... hasta para los acotados dedos de frente de los censores de entonces era obvia la referencia). Pero Charly se quedó mal, por haberle negado ese favor a su amigo, así que compuso esa canción para que la cantara él.

Y lo cierto es que es ideal para la onda de León, este tema, más que para la de Serú (es una opinión nomás eh, no se enojen los fans de uno o de otro). Porque la canción “pide” un cantor entusiasta, adolescente (por el empuje, no necesariamente por la edad), impetuoso. Es la historia de alguien que sufrió mucho pero que, a pesar de todo, sale adelante, y por lo tanto considero que no debería cantarse como un tema melancólico y lento y tristón, sino con ritmo y una cierta alegría, como en la versión de León que elegí (no la original de Gieco en el 76, por cierto, en la que León mantenía la onda segugiranesca que le asignó Charly a su composición; al final del posteo estarán todas las versiones para que, si tienen energía y ganas, comparen). La versión elegida es la del disco “15 años de mí”. Más rápida que la versión original, más juvenil (aunque el autor ya lo era menos).


La primera estrofa es la más depre, la más adecuada para el ritmo melanco de las versiones originales: el cantor se presenta como “un hombre bueno” (aunque modaliza esa afirmación, pues quizá este lugar, este país y esta época son inmunes a la bondad). Se lamenta de que “está tirado” y “nadie se acuerda de mí”: al igual que el fantasma del libro de Wilde, pasa a través de la gente sin que eso produzca el menor efecto en nadie (es una imagen muy efectiva y bella esa, ¿no?).

Yo era un hombre bueno,
si hay alguien bueno en este lugar.
Pagué todas mis deudas,
pagué mi oportunidad de amar.
Sin embargo, estoy tirado
y nadie se acuerda de mí,
paso a través de la gente
como el fantasma de Canterville.

En la segunda estrofa ya se va agarrando ritmo: el cantor se engrana, onda Violencia Rivas, y anuncia que mataría con gusto a quienes lo han ofendido tanto... aunque su apego a la legalidad evita que se vuelva un asesino. Esta estrofa fue censurada, en el76: le exigieron a León que cambiara “matarlos” por “odiarlos” (ridículo cambio, no tiene sentido cómo queda la frase) y “legalidad” por “humanidad” (tamién absurdo el resultado). La estrofa termina con dos versos hermosos, que recuerdan (al menos a mí) a “I shall be released”, de Bob Dylan (de quien León fue siempre fan declarado): “ahora que estoy afuera / ya sé lo que es la libertad”.

Me han ofendido mucho
y nadie dio una explicación.
Ay, si pudiera matarlos
lo haría sin ningún temor.
Pero siempre fui un tonto
que creyó en la legalidad,
ahora que estoy afuera
ya sé lo que es la libertad.

La tercera estrofa es la más impetuosa, explota en la boca de entusiasmo: “Ahora que puedo amarte / yo voy a amarte de verdad”. Ese amor ya va más allá de la “careta idiota” de las convenciones sociales y de los prójimos ajenos que solo “tiran para atrás”. Esta estrofa al menos no debería languidecer, sería una pena.

Ahora que puedo amarte,
yo voy a amarte de verdad.
Mientras me quede aire,
calor nunca te va a faltar.
Y jamás volveré a fijarme
en la cara de los demás,
esa careta idiota
que tira y tira para atrás.

Y por fin, la última estrofa (también censurada originalmente, le hicieron cambiar a León “acribillado en la ciudad” por “rodando por la ciudad”) explica cómo está él ahora: si bien tuvo que morir (asesinado) muchas veces (como la cigarra de María Elena Walsh: “tantas veces me mataron / tantas veces desaparecí / a mi propio entierro fui / sola y llorando”), aun así siente que es mejor haber muerto (y ser un fantasma sin sustancia pero libre) a ser apenas “un número que viene y va”. En su ser fantasmal, él tiene en su tumba “discos y cosas que no me hacen mal” (me encanta este verso tan de Charly, que no dice qué cosas son esas y ni siquiera propone que esas cosas le hacen bien, sino apenas que no lo dañan) y declara-espera-propone-ruega que ella, su amada, lo reconozca, lo vea, lo visite a ese hogar-tumba que lo cobija para así dejar, al menos un poco, de ser tan insustancial.

He muerto muchas veces
acribillado en la ciudad,
pero es mejor ser muerto
que un número que viene y va.
Y en mi tumba tengo discos
y cosas que no me hacen mal:
después de muerto, nena,
vos me vendrás a visitar.

En fin: una hermosa canción, que muchos conocemos muy bien pero es bueno de tanto en tanto reescuchar.

Van, como bonus track, algunas versiones complementarias a la elegida:

- La versión Sui Generis (la intro instrumental es rápida, pero al comenzar a cantar la enlentecen de golpe). Antes de iniciar el tema, Charly explica a su audiencia (con su conocida astucia de oscurecer más que aclarar) que la canción habla de “las pálidas”. :-)


- La versión original-lánguida del jovencito León, en el disco “El fantasma de Canverville”, con la letra censurada. https://www.youtube.com/watch?v=5_TDhWVQ4Yc


- Versión León con videoclip. Incluye fotogramas documentales de esos años oscuros y una trama ficcional que distrae bastante de la letra: León es un tipo al que secuestran para torturarlo y convertirlo en un robot, una historia onda Terminator mezcla Martín Fierro.


Muy buena versión reciente de León con el grupo D-Mente, para el programa “Encuentro en el estudio”, del canal Encuentro. Más metalera y rápida y con toda la onda (aunque me decepciona un poquito que León cambie tanto la melodía).


Y así me despido, pasando por el medio de ustedes hasta el año que viene,

DJ Vagueville

lunes, 23 de diciembre de 2019

[216] Llegó el rappi con las pastillas



“White Rabbit”, de Jefferson Airplane (1967)


Caí por un aujero en el piso y viajé por lados que ni les cuento, y cuando me desperté el dinosaurio ya no estaba allí, pero por mi barrio habían pasado muchas cosas. Este año, in exemplum, tuve que volver a trabajar en serio, porque mis hermanas, algo cortas de dinero, armaron sindicato (UHMO, Unión de Hermanas Mayores Ortivas) y me cortaron mi financiación familiar fidelizada.

Y por eso estuve muy cansado todo el muy trabajoso año. Muy. Pero bueno, llegó diciembre, me dijeron, y volví a abrir el blog y me di cuenta de que había publicado nomás tres posteos en todo el año. ¡Tres! Eso es vago hasta para mis estándares. Seré vago pero tengo dignidad (aunque no mucha, ya sé, es cierto). Así que al menos voy a terminar, antes de que cambie la década, la serie que dejé empezada en febrero, “Este libro me suena”, sobre canciones basadas en libros. Libros que no leí, por supuesto, ya saben que no leo.

Antes, va un mínimo (o no tan mínimo) repaso de los logros de les integrantes de la familia Vagot en el año que se cierra:

- Mi padre, Josep Vagot, consiguió hacerse invitar la cena al menos una vez cada semana del año, por amigos, compañeros de club, vecinos, allegados, funcionarios estatales de los tres niveles, compatriotas catalanes o transeúntes. Eso le permitió ahorrar una suma considerable que invirtió no en mí, su único hijo (varón) sino, siguiendo el consejo de un autor de literatura infantil, en paquetes de fideos. Así que empapeló la casa de fideos, hasta que mi madre lo conminó a deshacerse de los paquetes ya, o si no. Los terminó malvendiendo a pérdida, pero igual es más adinerado que el año anterior.

- Mi madre, Condescendencia Iturraspe, completó un año más asegurando (y obligando a todos sus conocidos a que lo acepten como verdadero) que la cultura vasca es responsable de la invención de los siguientes artículos: la boina; el queso de cabra; la filosofía; la rima asonante; la pizza sin queso; llamar felicidad a la resignación frente a lo inevitable; el peinado con rodete; la tinta verde; los palíndromos; la arquitectura (hasta 4 m de altura); las cabras; el martillo; los heptasílabos; ir a misa pero sin creer en dios, solo por las dudas; el superyó; las hombreras; bautizar a las hijas mujeres a partir de las sensaciones experimentadas en el parto o de su evaluación inicial sobre la bebé; los saltitos en los bailes folclóricos; los escarbadientes; la música (la lista es incompleta).

- Mi hermana la sexta, Resignación Vagot (la Peti; maestra jardinera) alcanzó el récord nacional de cambios de ropa de niñes alumnes. En la Salita Amarilla hay ahora una plaqueta conmemorativa del logro.

- Mi hermana la quinta, Despatarrada Vagot  (la Pata, abogada sentimental) tuvo a su segunda hija, Intransigente Lucía; además, se vio todas las temporadas de todas las series nuevas de Netflix y las comentó en todas sus redes sociales.

- Mi hermana la cuarta, Impertérrita Vagot (la Peta, actriz diurna/bailarina de caño nocturna) se mostró capaz de hacer el puente (apoyando pies y manos en el suelo, pero panza arriba) mientras recitaba el monólogo de Hamlet. Lo hizo durante el cumple de la abuela Annunziata, para amenizar la reunión (aunque no contaba con el aterrorizado estupor de la nonna, que salió corriendo al grito de “Diavole! Chiamen al essorciste!”).

- Mi hermana la tercera, Dilapidación Vagot (la Pita, profesora de lengua y literatura) me proveyó (a  mí, y sospecho que a varios humanos más) de yerba mate, citas literarias y neologismos abundantes.

- Mi hermana la segunda, Inoportuna Vagot (la Pota, ama de casa y madre de seis varones) declaró que ya no buscará la nena. Alivio de la familia política.

- Mi hermana la grande, Inimputable Vagot (sin apodo; científica) hizo un estudio científico sobre la pelotudez de los estudios científicos atribuidos a la Universidad de Michigan. Se lo publicaron justo allí.

- Mi abuela Annunziata (apellido olvidado, 97 años) aún vive.

Bueno, listo. Ahora sí, empiezo con el comentario sobre “Conejo Blanco”, tema de 1967, en pleno Verano del Amor, durante el boom del rock psicodélico. El tema fue el primer corte del álbum Surrealistic Pillow (“Almohada surrealista”), el segundo disco, pero el primer y mayor éxito, de la banda Jefferson Airplane.



Dicha banda se había formado en San Francisco (California, Estados Unidos) en el 65 pero recién a fines del 66, después de que la cantante Signe Anderson anunciara su retiro de la banda (había parido recién a su hija) y con la llegada de su reemplazante, la ex modelo Grace Slick, la banda alcanzó su cima: la potente voz de contralto y la belleza física de Grace le dieron tersura, presencia y visibilidad a la banda.



Y este tema, “White Rabbit”, considerada por Grace Slick como su obra maestra, fue el instrumento que permitió el despegue de este avión. La canción, que llegó al número 4 en los charts yanquis, se basa en los dos libros de Lewis Carroll sobre Alicia: Alicia en el País de las Maravillas y Alicia a través del espejo.

La música empieza con un ritmo tipo marcha pero sinuoso, muy pegadizo, y un riff con un aire oriental, hipnótico, narcótico mejor dicho. Esa intro instrumental dura casi treinta segundos, es decir un 20% de todo el tema, que es bastante breve.

Ahí entra Grace, con su bella voz que se demora en algunas sílabas (“nnnnnn”) y acorta otras para hacerlas casi un látigo, y aporta así a esa sensación de realidad paralela, de alucinación musical.

Que es, claro, de lo que habla la letra de la canción. Se hace un paralelismo entre la historia de Alicia y los “viajes” que se experimentan al consumir LSD (y que todos los integrantes de la banda, así como cualquier hippie que se preciara en esos años, habían experimentado. Repetidamente).

La cantora le aconseja a quien escucha que, para recorrer mejor los laberintos del trip lisérgico, le pida ayuda a Alicia, que ya anduvo por países surreales y por lo tanto sabe mucho del asunto. Y concluye con el vago pero sabio precepto del Lirón de Wonderland (bastante drogado él también): “Alimentá tu cabeza”.

Si bien las referencias a los estupefacientes no son súper directas, son estupesuficientemente directas (se mencionan pastillas, una oruga que fuma opio, probar hongos...) como para que la canción fuera unánimemente interpretada como “un tema hippie sobre las drogas” y fuera, por lo tanto, bastante censurada de muchísimas radios.

Aunque igual se las arregló para ser un éxito, por suerte: la canción pega y persiste (como la buena) y es ideal para que nos cuestionemos, en dos minutos y medio, la materia con la que está formada esta realidad que tan sólida se dice y tan porosa es, cuando uno la atraviesa mientras cae, o mientras vuela.



El videoclip es un joya. Contraindicado para epilépticos, por el fondito colorinche intermitente giratorio, nos permite ver a la linda Grace y los melenudos de la banda y cómo, en el segundo 56, ella se tienta y está a punto de estallar en carcajadas, pero se contiene como toda una profesional.



White Rabbit

One pill makes you larger
and one pill makes you small
And the ones that mother gives you
 don't do anything at all

Go ask Alice
when she's ten feet tall

And if you go chasing rabbits
and you know you're going to fall
Tell 'em a hookah-smoking caterpillar
has given you the call

And call Alice, when she was just small


When the men on the chessboard get up and tell you where to go
And you've just had some kind of mushroom
and your mind is moving low

Go ask Alice, I think she'll know


When logic and proportion
have fallen sloppy dead
And the white knight is talking backwards
And the red queen's off with her head
Remember what the Dormouse said
Feed your head, feed your head
Conejo Blanco

Una pastilla te hace más grande
y otra te hace pequeño
y esa que te dio tu madre
no hace nada de nada.

Preguntale a Alicia, cuando tiene tres metros de alto.

Y si vas a la caza de conejos
y sabés que vas a caer
deciles que una oruga fumadora de opio
te pasó el dato.

Y llamá a Alicia, cuando era así de pequeña

Cuando los hombres en el tablero se levantan y te indican adónde ir
y vos probaste algún tipo de hongo
y tu mente se mueve lenta

Andá y preguntale a Alicia, creo que ella va a saber.

Cuando la lógica y la proporción
cayeron muertas de un saque
y el caballero blanco habla al vesre
y la reina roja va descabezada
recordá lo que dijo el Lirón:
alimentá tu cabeza, alimentá tu cabeza.




Y eso es todo por hoy. Si no posteo una canción más antes de que termine el año, despiértenme. Con una inyección de adrenalina si es preciso.

DJ Vago