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viernes, 10 de diciembre de 2021

[266] The V-files (I): versos alienígenas

 


 
Así es, yo también tengo mis expedientes secretos, temidos por las agencias de control estatales y por las disqueras multinacionales; hay allí cosas tan increíbles que harían dudar de su fe a los apóstoles de la música y taparse los oídos a los escuchas más racionales.

He decidido abrir esos archivos, aunque lo iré haciendo de a poco, porque no quiero ser responsable de ningún tsunami y para no levantar demasiado la perdiz y que me manden sicarios a despertarme de la siesta.

Para comenzar, hoy develaré el archivo titulado “Versos alienígenas en la canción romántica en castellano”, también conocido como “No sé, puse lo primero que se me ocurrió”. Porque todos los géneros de la canción tienen letras absurdas, pero la canción latina se ha esforzado mucho por destacarse en ese rubro, en particular mediante sus intérpretes varones.

Aunque el archivo contiene casi un centenar de entradas, me limitaré a detallar cinco de ellas, ordenadas en un breve ranking regresivo hasta llegar al campeón.

Sin más preámbulo, comienzo entonces por el quinto puesto, una desconcertante balada interplanetaria que ya querría haber craneado Philip Dick:

 

5° - “Saturno”, de Pablo Alborán

Pablo canta bien y tiene su pinta, así que sus fans seguramente podrían perdonarle las estrofas erráticas en las que la culpa a ella por una nebulosa traición (“yo no quería amarte / tú me enseñaste a odiarte”, etcétera). Pero de pronto el cantor, acelerando, se pone a personificar cosas que no deberían tener vida propia:

Todos los besos que me imaginé

vuelven al lugar donde los vi crecer

        [¿What?]

Pero es solo el comienzo, porque eso da pie para que empiece el estribillo, en el que, no sabemos cómo, empezamos a viajar por la galaxia detrás de los ítems más ridículos:]

En Saturno viven los hijos que nunca tuvimos.

[Ni siquiera sabemos si es antiaborto o verde, esta afirmación metafísico-astronómica. Me imagino a los miles de hijos nunca nacidos de la pareja en Saturno, mirándose unos a otros y preguntándose: “¿Cómo mierda llegamos acá?”.]

En Plutón aún se oyen gritos de amor.

[Plutón agradece que se lo siga tomando en cuenta, a pesar de su reciente destitución como planeta; pero dice que igual no está el clima allí como para gritos de amor, últimamente.]

En la Luna gritan a solas tu voz y mi voz

[Más gritos (no le avisaron a Pablo que sin atmósfera no se transmiten los sonidos, pero eso sería lo de menos). Cómo hacen dos voces para gritar por su cuenta en la Luna, sin nadie que las emita, es un misterio más de estos V-files. Otro es por qué, ya que ambas voces gritan juntas, no se hacen al menos compañía, sino que tienen que gritar ambas “a solas”.]

pidiendo perdón, cosa que nunca pudimos hacer peor.

[O sea que las voces de ambos, que gritan a solas en la Luna, piden perdón (¿a quién?), y el estribillo se cierra con una frase totalmente ininteligible, en la que “cosa” debería referirse a pedir perdón, pero de inmediato se dice que lo hicieron (peor que no sabemos qué, pero ya lo hicieron), con lo cual no sabemos por qué las voces de ellos vuelven a hacerlo continuamente y a solas, en la Luna. Maravillas y misterios del cosmos, diría Carl Sagan.]

https://www.youtube.com/watch?v=yBAx5nBdJqU


 

4° - “Sentada aquí en mi alma”, de Chayanne

Chayanne también es pintón y carismático, y la canción empieza muy melosa y muy bien, con el clip road movie en el que ella y él comparten un viaje en auto. Pero de pronto llega el estribillo y escuchamos esto:

Mi dulce amiga, estás tú...

sentada aquí en mi alma, en mis ojos y en mi puerta

dirigiendo mis motivos, mis victorias y mis guerras,

sentada aquí en mis ojos, viva en cada parpadeo,

dirigiéndome a quererte mucho más que mis deseos.

[Esto nos genera importantes y acuciantes preguntas. La primera: ¿cómo hace ella para sentarse en el alma de él? ¿Dónde está el alma? (pregunta en la que se viene fracasando desde la Edad Media, pero que Chayanne parece haber respondido). ¿Tiene sillas, en el alma, o ella se sienta en el suelo espiritual nomás? 

Pero ella, que parece ser bastante mandona (le imparte directivas a él todo el tiempo, incluso contra su voluntad), no se conforma con sentarse en el alma de él, sino que también se sienta en sus ojos y en su puerta. Sentarse en una puerta es físicamente imposible, salvo que la puerta haya sido quitada de sus goznes y ubicada en forma horizontal, como la puerta del Titanic a la que no quiso subir Di Caprio. Pero hay que avisarle a Chayanne que sentarse en los ojos de otra persona, por más que sea consensuado, no es romántico; en primer lugar, porque eso le impide ver a él cualquier cosa que no sea el culo de ella (pero ni siquiera puede verle bien el culo, desde un plano tan cercano), y en segundo lugar, porque bueno, no sé cuál sería la gracia de sentarse en los ojos de otra persona (¿será un tipo de fetiche sexual aún no tipificado?). De los tres asientos, eso sí, al menos los ojos (suponemos que él está acostado, claro) es un lugar donde ella efectivamente puede sentarse (el alma y la puerta son, a pesar de su distancia, asientos igualmente impracticables).]

https://www.youtube.com/watch?v=wUdBwL54iho


 

3° - “Azul”, de Cristian Castro

Llegamos al podio, que se inaugura con este tema de soft-rock del hijo de Verónica Castro. Toda la letra está medio floja de papeles (ya en la primera estrofa están de mañana y de repente están al mismo tiempo de noche, y él le dice que la quiso desde que la vio pero luego dice que el amor nació recién cuando la besó, y luego mira al cielo y la ve a a ella allí hecha estrella, etcétera), y el videoclip playero es muy bizarro (en particular la facha del rubio Cristian), pero es en el estribillo donde se luce:

Azul, es que este amor es azul como el mar azul,

como de tu mirada nació mi ilusión.

Azul como una lágrima cuando hay perdón,

tan puro y tan azul que embriagó el corazón.

[Ya es medio raro eso de que la ilusión de él nació azul (de la mirada de ella), pero podemos estirar un poco la metáfora y darle sentido. Ahora, ¿por qué las lágrimas son azules “cuando hay perdón”? ¿Perdón de qué, a qué, a quién? ¿Dónde vieron que alguien llore en colores? ¿El perdón le cambia el color al llanto? (Me siento dentro de El monstruo de los colores, donde la envidia es verde y el enojo es rojo). Y la línea final del estribillo no ayuda: suponiendo que eso “tan puro y tan azul” es el amor (la otra opción es que sea el perdón, pero tiene menos sentido todavía), ¿por qué que el color del amor sea “tan azul” hace que “embriague el corazón”? La teoría de los colores de Ce Castro es de una profundidad insondable... y azul. Y a medida que avanza la canción, Cristian se envalentona y empieza a pintar de azul cualquier mandanga, incluso menciona “la lluvia pintada de azul”: pintar la lluvia es una tarea que nada tiene que envidiarle a sentarse en una puerta, por cierto.]

https://www.youtube.com/watch?v=29NM6ySmwfQ

 


2° - “Bailar pegados”, de Sergio Dalma

Este es un clásico, y peleó el primer puesto (aunque lo perdió justamente). Las imágenes de esta canción son tan ridículas que me hacen reír cada vez que la escucho (y el tema tiene ya 30 años de vida...). Si uno le quitara el estribillo, la letra tiene lógica y sentido, más incluso que los temas ya citados en este ránking: aquí, él le propone a ella que no bailen desde lejos, sino que bailen pegaditos, porque así es mucho mejor. Hasta ahí, vamos bárbaro. Pero llega el estribillo y:

Bailar pegados es bailar,

igual que baila el mar

con los delfines.

[¿El mar baila con los delfines? ¿Lo qué? Me la imagino a ella furiosa: “¿Me estás diciendo que soy un cetáceo, o me estás llamando océano?”. Ni hablar de que técnicamente, incluso si consideramos que bailan, el mar y los delfines no están “pegados”, sino más bien los delfines están adentro del mar. No profundicemos, mejor. Además, aún falta lo mejor:]

Corazón con corazón,

en un solo salón

dos bailarines.

[“En un solo salón, dos bailarines” me parece un verso de una genialidad absoluta. Hay una sabiduría muy grande allí, aunque no tengo idea de cuál es. Claro: si los dos bailarines estuvieran en dos salones separados, muy probablemente no estarían bailando pegados, es importante que lo entendamos. ¿Dicen que podrían estar en el mismo salón e igual bailar separados? No intenten confundirme, les pido: un salón = dos bailarines, dos salones = tres bailarines, etcétera, creo que así iba el teorema de la incompletitud de Gödel.]

El clip es un gran aporte, con Sergio puro mallet echándole a ella unas miradas como las de Stallone en Rocky 1, y una escena final incomprensible en la que él asalta sexualmente a una viejecilla que pasa por allí, en lo que a todas luces parece ser un cementerio.

https://www.youtube.com/watch?v=zlmRGWNJE3c

 


1° - “Castillo azul”, de Ricardo Montaner

Y llegamos al final de la cuenta regresiva, al tema campeón. Que en realidad debería ser un premio a la trayectoria de Ricardo, porque todas sus canciones están repletas de versos alienígenas que no tienen sentido en ninguna dimensión de este planeta; pero elegí entre su vasta producción una canción que incluye el color azul, que ya apareció en este conteo.

La canción entera no tiene desperdicio, empezando con el clip, que inicia con un encuentro de ellos en un restorán, y aunque empiezan hablando en castellano ella lo deja a él, no sabemos por qué, en portugués, y se va con un tipo con cara de policía que lleva, para redundar, un pastor alemán de paseo, y él se queda solo y comienza a rememorar los momentos que pasó con ella y que incluyeron inaugurar una casa (se supone que ella vivía con el cana del perro, no es claro cómo pudo vivir con él, pero bueno, concedamos).

Esa es la idea de la canción: van preparando una casa nueva donde vivirán juntos. Enamorados. Pegados como el mar y los delfines. Esa casa nueva es el “castillo azul” del título, y él anticipa que se escribirán epopeyas épicas sobre lo que vivirán ellos dos en ese lugar:

En este castillo azul se escribirá una historia

basada en nosotros dos,

en el momento pleno de hacernos sexo

a orillas del mesón.

[Le agradezco a Ricardo que no haya utilizado la horrenda frase “hacer el amor”, pero eso de “hacernos sexo” suena algo confuso, como si estuvieran haciendo algo externo a ellos mismos, escribiéndose cartas, haciéndose chistes, no sé. No recomendaría a mis lectores que le sugirieran “¿vamos a hacernos sexo?” a sus parejas presentes o futuras. En especial, “a orillas del mesón”. Miren que hay lugares incómodos para “hacerse sexo”, pero los bordes de un mueble deben ser el peor de todos. ¿Por qué no suben al mesón, mejor? ¡Se van a lastimar, si siguen haciendo eso ahí! Sosiéguense.

Pero esto requería una explicación, y en lo que queda del estribillo Ricardo le explica a ella cómo son las cosas:]

Ven y te explico lo que somos

en nuestra habitación:

una paloma y un jilguero

en vuelo de estación,

emigrando al árbol del limón,

elevando un grito hasta amanecer

encima de tu piel.

[Si Ricardo aprobó Biología en el secundario, su profesor o profesora debe estar ahora muy, muy arrepentido/a. Comenzando por la idea de que ellos “haciéndose sexo” sean iguales a una paloma y un jilguero, cuando sabemos que las especies son bastante prolijas en sus gustos, y una paloma y un jilguero no demostrarían nunca ningún tipo de interés sexual ni romántico entre sí (la diferencia de tamaño no ayudaría tampoco, “¿Me estás diciendo gorda de nuevo, pajarón?”). Ni son pájaros migratorios, esos, así que no sabemos cuál sería la estación esa en la que hacen sus “vuelos de estación”, excepto que vivan cerca de una estación de trenes, digamos Lanús, línea Roca, y entonces vuelen para allá. Pero no, enseguida el cantor aclara que el viaje es “al árbol del limón” (se llama limonero, Ricardo, limonero). Pero volar hasta un árbol que está ahí nomás no es una emigración. Y los pájaros, tanto si vuelan como si están quietos, no gritan. Y no sabemos cómo los dos pájaros gritones amanecen encima de la piel de ella, pero imagino que a ella no le hará ninguna gracia, ver a la paloma y el jilguero indocumentados y a los gritos mientras le arañan la piel con sus patitas. Sientesé, Montaner, tiene un uno. No, Montaner: en una silla siéntese, le pido.]

https://www.youtube.com/watch?v=QGQTLN_RCmI


 

Y con eso se cierra este expediente secreto V. No lo cuenten a nadie. Que nadie sepa que lo leyeron ni que lo escucharon. Si se sabe, corremos más peligro que si estuviéramos a orillas de un mesón, haciéndonos ya saben qué.

Me despido hasta Plutón y más allá,

DJ Vago

 

 

 

 

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