“Royals”, de Lorde, en su álbum Heroína Pura (2013)
Pueden
llamarme Diyei. Qué largos son los lunes últimamente, en este pueblo.
Como ya
saben (me los imagino comiéndose las uñas de la angustia) la semana próxima
llego a 100 posteos y termino mi segunda temporada. Eso me provoca, ante todo,
una reflexión: ¿quién me manda hacer temporadas de 50 posteos? ¿Me querés
decir? “Game of Thrones” o Capusotto hacen 10 capítulos por temporada y se van
a refrescar la cabeza en la canilla del patio; 13 a 15 capítulos tienen las
series yanquis más esforzadas, y los animés japoneses que ve mi hermana la
quinta tienen, con toda la furia, 26 capítulos al año. ¿50? Ni soñando. Y en
blogs, ni hablemos. Por un decir, el blog de Ursula Le Guin, que lee mi hermana
y mencioné la semana pasada, en cinco años tiene 89 posteos.
¿Y por
qué, por qué justo a mí se me ocurre? Yo les voy a decir por qué. Porque imaginé
que un solo tema por semana era poco. Ja. Porque cuando tuve que pensar un
número, no quise contar, y por eso lo primero que pensé es “cincuenta”. Y sobre
todo, porque preví que me cansaría mucho antes de llegar a este punto. Pero
evidentemente, la Fuerza
es poderosa en mí (y cuando hablo de “Fuerza” no me refiero a la cosa esa de
Darth Vader y los jedis, sino a la
Inercia ), así que terminar algo también me da fiaca. Como me
dijo mi hermana la tercera que escribió Haroldo Conti, “para ser un vago
perfecto hace falta dedicación, y soy demasiado vago para tenerla”.
Pero ya
estoy llegando nomás a 100 posteos. Y voy a tirar la casa por la ventana. Mentalmente,
claro. Además, tirar una casa por su propia ventana es más difícil que hacer
pasar una aguja por el ojo de sí misma, como dice la Biblia (o era algo así).
Y lo peor
de todo es que hay tantas canciones y músicos que me gustan y aún no
aparecieron en este blog, que podría llenar casi sin esfuerzo (mentalmente) una
tercera temporada, si me decidiera a hacerla. El mundo es muy injusto.
Hoy, como
tercera y penúltima entrega de “Tachame la doble”, va un tema de Oceanía.
Bueno, en realidad, Natalie Imbruglia (semana 36) es australiana, pero como que
la música que hace no me da muy oceánica que digamos (así como la música de
Aute no me da filipina, aunque él haya nacido en Manila). Así que hoy va
“Royals”, de la adolescente cantautora neocelandesa Lorde. En su álbum debut, Pure Heroine (“heroína pura”, que es,
obviamente, un juego de palabras entre una droga mortal y una protagonista de
historietas católicas).
Ustedes
seguro no me van a creer, pero yo tenía en carpeta esta canción desde meses
antes de que la nominaran al Grammy (ganó dos de los más importantes: mejor
canción del año y mejor interpretación femenina), y desde mucho antes de que
llegara al tope de los rankings. Ustedes ahora pensarán que soy un hueco que
hago la plancha por el oleaje de las modas musicales, pero no, al menos en este
caso, vi algo en la canción desde antes de que fuera famosa. No fui el único,
evidentemente. Tampoco me creo uau, sería mucho esfuerzo.
¿Qué es
lo que tiene, entonces, esta canción, para catapultar a la fama a una piba de
17 años? Veamos.
Musicalmente,
Lorde propone un tipo de pop suburbano, un poco emo un poco dark, como si
mezcláramos The xx con Lana del Rey. Un poco depre, un poco aburrido, no
especialmente bien cantado. Tampoco la letra es para golpearse la cabeza contra
la pared del embelesamiento poético.
Todo eso
es cierto; sin embargo, en esta canción Lorde (es un seudónimo, se llama Ella
Yelich-O'Connor), logró armar un clima y una voz que suenan creíbles y sinceras,
y logra darle a una generación de adolescentes sin grandes perspectivas y sin
un mango una mano de barniz que los hace ver no glamorosos, pero inmersos en
algo que puede funcionar como si fuera el glamur real. Y este glamur de los
desposeídos es más que verdadero, porque realmente sucede (como diría Gogol
Bordello) y podemos ver sin esfuerzo a sus príncipes y princesas, vestidos
apenas un poquito mejor que los linyeras, coronados por acné y peinados para el
culo.
De
entrada, ella, la cantora, plantea una división entre el mundo tal como se lo
quieren vender a los jóvenes, en las canciones y las publicidades: un mundo
lleno de lujos y belleza y consumo y moda; y la realidad tal como es para ella
y sus amigos, que son (al menos en esta canción) gente común, en un barrio
periférico de un país periférico.
Utiliza,
Lorde, un recurso que a mí me gusta mucho, que es el de la enumeración. En vez
de definir ese mundo de los “royals” (no los postrecitos, sino los Regios, la Realeza , las Divinas), lo
que hace es nombrar las cosas que funcionan como símbolo de pertenencia a ese mundo;
no solo objetos, sino también marcas, acciones, preocupaciones, formas de
hablar y pensar:
· dientes
de oro
· Grey
Goose (marca lujosa de vodka)
· excursiones
al baño
· manchas
de sangre (para nosotros, en cambio, la sangre no mancha, viste)
· vestidos
de baile
· destrozar
la habitación del hotel
· manejar
Cadillacs (ellos lo hacen, pero en sueños)
· Cristal
(el vidrio y la marca de champán, tal vez también la droga)
· Maybach
(marca de autos de súperlujo)
·
diamantes en tu rolex
· aviones
jet
· islas (privadas,
seguramente, no está hablando de Martín García)
· tigres
con correa dorada
· affaires
amorosos (ellos tienen un affaire, nosotros cogemos nomás)
Dice
Lorde: esos lujos no son para nosotros: nosotros contamos nuestras monedas en
el tren a la fiesta (me encanta ese verso, es muy gráfico). A diferencia de los
Royals, ansiamos otro tipo de emoción (usa, para “emoción”, la palabra buzz, que significa también “zumbido”,
lo que conecta con la idea que viene).
Y ahí se
manda, Lorde, con su propuesta. No somos Royals, pero podemos jugar a serlo. Para
empezar llamame Queen Bee, Reina Abeja (“abeja reina”, pero también suena como “Reina
B”, reina suplente, reina del descenso). Y nene, no me va a costar nada ponerme
en ese rol: porque ustedes son unos zánganos, y yo, cuando me pongo a mandar,
mandaré mandaré mandaré de lo lindo. Aunque después se acuerda de que no es reina,
después de todo, y les pide a los compas, casi les ruega: dale, déjenme vivir
esa fantasía.
Se puede,
entonces, ser reina desde un barrio dado vuelta, entre un montón de zánganos
sin futuro, y pasarla igualmente bomba. Eso dice Lorde, al menos, y yo, sumiso,
le creo.
Hay dos
versiones del clip:
El videoclip
original los muestra únicamente a ellos: dos pibes-zánganos, vestidos como
linyeras, pegándose, sangrando, mirándose los granos en el espejo sucio; y a la
vez, con onda, con cara de buenos tipos. Y entonces, en la segunda mitad del
clip (a los dos minutos y medio), aparece ella, maquillada como una reina (y a la vez, con una cara y un
maquillaje como de insecto, que no la muestra como la típica “belleza pop” que
aparece en los clips yanquis). Y después desaparece otra vez.
En la
versión yanqui del clip, aparecen mucho menos los zánganos, y mucho, mucho más
ella, de entrada, lo que permite que el clip sea, a la postre, mucho más light,
menos sangriento y menos suburbano. Y le sacaron los últimos treinta, cuarenta
segundos, que “cerraban” la película del clip original, pero no aportaban mucho
a la idea (comercial) de la canción. Una cagada, bah, pero se entiende la idea,
desde un punto de vista comercial (y como Lorde quiere ser reina…).
Royals
I've never seen a diamond in the flesh
I cut my teeth on wedding rings
in the movies
And I'm not proud of my address,
in the torn up town
No post code envy
But every song's like:
gold teeth, Grey Goose, trippin' in the bathroom
Bloodstains, ball gowns,
trashin' the hotel room
We don't care,
we're driving Cadillacs in our dreams.
But everybody's like: Cristal,
Maybach, diamonds on your timepiece,
Jet planes, islands, tigers on a gold leash.
We don't care,
we aren't caught up in your love affair.
And we'll never be royals.
It don't run in our blood,
that kind of lux just ain't for us,
we crave a different kind of buzz.
Let me be your ruler,
you can call me Queen Bee,
And baby I'll rule, I'll rule I'll rule I'll rule.
Let me live that fantasy.
My friends and I we've cracked the code,
We count our dollars on the train
to the party.
And everyone who knows us knows that we're fine with
this,
We didn't come from money.
But every song's like:
gold teeth, Grey Goose, trippin' in the bathroom
Bloodstains, ball gowns,
trashin' the hotel room
We don't care,
we're driving Cadillacs in our dreams.
But everybody's like: Cristal,
Maybach, diamonds on your timepiece,
Jet planes, islands, tigers on a gold leash.
We don't care,
we aren't caught up in your love affair.
And we'll never be royals.
It don't run in our blood,
that kind of lux just ain't for us,
we crave a different kind of buzz.
Let me be your ruler,
you can call me Queen Bee,
And baby I'll rule, I'll rule I'll rule I'll rule.
Let me live that fantasy.
We're bigger than we ever dreamed,
and I'm in love with being queen.
Life is great without a care,
We aren't caught up in your love affair.
And we'll never be royals.
It don't run in our blood,
that kind of lux just ain't for us,
we crave a different kind of buzz.
Let me be your ruler,
you can call me Queen Bee,
And baby I'll rule, I'll rule I'll rule I'll rule.
Let me live that fantasy.
.
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Regios
Nunca vi un diamante en
carne y hueso.
Corté mis dientes con
anillos de boda en las películas.
Y no estoy orgullosa de mi
dirección:
En la ciudad rota
no hay envidia de código
postal.
Pero cada canción es como:
dientes de oro, Grey Goose, excursionar en el baño,
manchas de sangre, vestidos
de baile, destrozar la habitación de hotel.
No nos importa,
manejamos Cadillacs en
nuestros sueños.
Pero todo el mundo es como:
Cristal, Maybach, diamantes en tu rolex, aviones jet, islas, tigres con
correa dorada.
No nos importa,
no nos agarraron en tu
affaire amoroso.
Y nunca seremos de la
realeza.
No corre en nuestra sangre,
ese tipo de lujo no es para
nosotros,
ansiamos otro tipo de zumbido.
Dejame ser tu dueña;
podés llamarme Abeja Reina,
y nene, yo dominaré,
dominaré, dominaré.
Dejame vivir esa fantasía.
Mis amigos y yo desciframos
el código,
Contamos nuestros billetes
en el tren
a la fiesta
y cada uno que nos conoce
sabe que nos parece bien,
no vinimos por la plata.
Pero cada canción es como:
dientes de oro, Grey Goose, excursionar en el baño,
manchas de sangre, vestidos
de baile, destrozar la habitación de hotel.
No nos importa,
manejamos Cadillacs en
nuestros sueños.
Pero todo el mundo es como:
Cristal, Maybach, diamantes en tu rolex, aviones jet, islas, tigres con
correa dorada.
No nos importa,
no nos agarraron en tu
affaire amoroso.
Y nunca seremos de la
realeza.
No corre en nuestra sangre,
ese tipo de lujo no es para
nosotros,
ansiamos otro tipo de zumbido.
Dejame ser tu dueña;
podés llamarme Abeja Reina,
y nene, yo dominaré,
dominaré, dominaré.
Dejame vivir esa fantasía.
Somos más grandes que lo
que soñamos,
y estoy enamorada con ser
reina.
La vida es bárbara sin
preocuparse,
no nos agarraron en tu
affaire amoroso.
Y nunca seremos de la
realeza.
No corre en nuestra sangre,
ese tipo de lujo no es para
nosotros,
ansiamos otro tipo de zumbido.
Dejame ser tu dueña;
podés llamarme Abeja Reina,
y nene, yo dominaré,
dominaré, dominaré.
Dejame vivir esa fantasía.
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Eso es
todo por hoy, zanganitos. Descansen y cómanse las uñas, que la semana próxima
termina la serie, y mi año laboral.
DJ Vago
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