solo un tema por semana,
y con que le guste al diyei alcanza

martes, 7 de octubre de 2014

[99] Pueden llamarme Vago (pero acá mando yo)


“Royals”, de Lorde, en su álbum Heroína Pura (2013)



Pueden llamarme Diyei. Qué largos son los lunes últimamente, en este pueblo.

Como ya saben (me los imagino comiéndose las uñas de la angustia) la semana próxima llego a 100 posteos y termino mi segunda temporada. Eso me provoca, ante todo, una reflexión: ¿quién me manda hacer temporadas de 50 posteos? ¿Me querés decir? “Game of Thrones” o Capusotto hacen 10 capítulos por temporada y se van a refrescar la cabeza en la canilla del patio; 13 a 15 capítulos tienen las series yanquis más esforzadas, y los animés japoneses que ve mi hermana la quinta tienen, con toda la furia, 26 capítulos al año. ¿50? Ni soñando. Y en blogs, ni hablemos. Por un decir, el blog de Ursula Le Guin, que lee mi hermana y mencioné la semana pasada, en cinco años tiene 89 posteos.

¿Y por qué, por qué justo a mí se me ocurre? Yo les voy a decir por qué. Porque imaginé que un solo tema por semana era poco. Ja. Porque cuando tuve que pensar un número, no quise contar, y por eso lo primero que pensé es “cincuenta”. Y sobre todo, porque preví que me cansaría mucho antes de llegar a este punto. Pero evidentemente, la Fuerza es poderosa en mí (y cuando hablo de “Fuerza” no me refiero a la cosa esa de Darth Vader y los jedis, sino a la Inercia), así que terminar algo también me da fiaca. Como me dijo mi hermana la tercera que escribió Haroldo Conti, “para ser un vago perfecto hace falta dedicación, y soy demasiado vago para tenerla”.

Pero ya estoy llegando nomás a 100 posteos. Y voy a tirar la casa por la ventana. Mentalmente, claro. Además, tirar una casa por su propia ventana es más difícil que hacer pasar una aguja por el ojo de sí misma, como dice la Biblia (o era algo así).

Y lo peor de todo es que hay tantas canciones y músicos que me gustan y aún no aparecieron en este blog, que podría llenar casi sin esfuerzo (mentalmente) una tercera temporada, si me decidiera a hacerla. El mundo es muy injusto.

Hoy, como tercera y penúltima entrega de “Tachame la doble”, va un tema de Oceanía. Bueno, en realidad, Natalie Imbruglia (semana 36) es australiana, pero como que la música que hace no me da muy oceánica que digamos (así como la música de Aute no me da filipina, aunque él haya nacido en Manila). Así que hoy va “Royals”, de la adolescente cantautora neocelandesa Lorde. En su álbum debut, Pure Heroine (“heroína pura”, que es, obviamente, un juego de palabras entre una droga mortal y una protagonista de historietas católicas).



Ustedes seguro no me van a creer, pero yo tenía en carpeta esta canción desde meses antes de que la nominaran al Grammy (ganó dos de los más importantes: mejor canción del año y mejor interpretación femenina), y desde mucho antes de que llegara al tope de los rankings. Ustedes ahora pensarán que soy un hueco que hago la plancha por el oleaje de las modas musicales, pero no, al menos en este caso, vi algo en la canción desde antes de que fuera famosa. No fui el único, evidentemente. Tampoco me creo uau, sería mucho esfuerzo.

¿Qué es lo que tiene, entonces, esta canción, para catapultar a la fama a una piba de 17 años? Veamos.
Musicalmente, Lorde propone un tipo de pop suburbano, un poco emo un poco dark, como si mezcláramos The xx con Lana del Rey. Un poco depre, un poco aburrido, no especialmente bien cantado. Tampoco la letra es para golpearse la cabeza contra la pared del embelesamiento poético.

Todo eso es cierto; sin embargo, en esta canción Lorde (es un seudónimo, se llama Ella Yelich-O'Connor), logró armar un clima y una voz que suenan creíbles y sinceras, y logra darle a una generación de adolescentes sin grandes perspectivas y sin un mango una mano de barniz que los hace ver no glamorosos, pero inmersos en algo que puede funcionar como si fuera el glamur real. Y este glamur de los desposeídos es más que verdadero, porque realmente sucede (como diría Gogol Bordello) y podemos ver sin esfuerzo a sus príncipes y princesas, vestidos apenas un poquito mejor que los linyeras, coronados por acné y peinados para el culo.

De entrada, ella, la cantora, plantea una división entre el mundo tal como se lo quieren vender a los jóvenes, en las canciones y las publicidades: un mundo lleno de lujos y belleza y consumo y moda; y la realidad tal como es para ella y sus amigos, que son (al menos en esta canción) gente común, en un barrio periférico de un país periférico.


Utiliza, Lorde, un recurso que a mí me gusta mucho, que es el de la enumeración. En vez de definir ese mundo de los “royals” (no los postrecitos, sino los Regios, la Realeza, las Divinas), lo que hace es nombrar las cosas que funcionan como símbolo de pertenencia a ese mundo; no solo objetos, sino también marcas, acciones, preocupaciones, formas de hablar y pensar:

· dientes de oro
· Grey Goose (marca lujosa de vodka)
· excursiones al baño
· manchas de sangre (para nosotros, en cambio, la sangre no mancha, viste)
· vestidos de baile
· destrozar la habitación del hotel
· manejar Cadillacs (ellos lo hacen, pero en sueños)
· Cristal (el vidrio y la marca de champán, tal vez también la droga)
· Maybach (marca de autos de súperlujo)
· diamantes en tu rolex
· aviones jet
· islas (privadas, seguramente, no está hablando de Martín García)
· tigres con correa dorada
· affaires amorosos (ellos tienen un affaire, nosotros cogemos nomás)


Dice Lorde: esos lujos no son para nosotros: nosotros contamos nuestras monedas en el tren a la fiesta (me encanta ese verso, es muy gráfico). A diferencia de los Royals, ansiamos otro tipo de emoción (usa, para “emoción”, la palabra buzz, que significa también “zumbido”, lo que conecta con la idea que viene).

Y ahí se manda, Lorde, con su propuesta. No somos Royals, pero podemos jugar a serlo. Para empezar llamame Queen Bee, Reina Abeja (“abeja reina”, pero también suena como “Reina B”, reina suplente, reina del descenso). Y nene, no me va a costar nada ponerme en ese rol: porque ustedes son unos zánganos, y yo, cuando me pongo a mandar, mandaré mandaré mandaré de lo lindo. Aunque después se acuerda de que no es reina, después de todo, y les pide a los compas, casi les ruega: dale, déjenme vivir esa fantasía.


Se puede, entonces, ser reina desde un barrio dado vuelta, entre un montón de zánganos sin futuro, y pasarla igualmente bomba. Eso dice Lorde, al menos, y yo, sumiso, le creo.

Hay dos versiones del clip:
El videoclip original los muestra únicamente a ellos: dos pibes-zánganos, vestidos como linyeras, pegándose, sangrando, mirándose los granos en el espejo sucio; y a la vez, con onda, con cara de buenos tipos. Y entonces, en la segunda mitad del clip (a los dos minutos y medio), aparece ella, maquillada como una reina (y a la vez, con una cara y un maquillaje como de insecto, que no la muestra como la típica “belleza pop” que aparece en los clips yanquis). Y después desaparece otra vez.

En la versión yanqui del clip, aparecen mucho menos los zánganos, y mucho, mucho más ella, de entrada, lo que permite que el clip sea, a la postre, mucho más light, menos sangriento y menos suburbano. Y le sacaron los últimos treinta, cuarenta segundos, que “cerraban” la película del clip original, pero no aportaban mucho a la idea (comercial) de la canción. Una cagada, bah, pero se entiende la idea, desde un punto de vista comercial (y como Lorde quiere ser reina…).









Royals

I've never seen a diamond in the flesh
I cut my teeth on wedding rings
 in the movies
And I'm not proud of my address,
in the torn up town
No post code envy

But every song's like:
gold teeth, Grey Goose, trippin' in the bathroom
Bloodstains, ball gowns,
trashin' the hotel room
We don't care,
we're driving Cadillacs in our dreams.

But everybody's like: Cristal,
Maybach, diamonds on your timepiece,
Jet planes, islands, tigers on a gold leash.
We don't care,
we aren't caught up in your love affair.

And we'll never be royals.
It don't run in our blood,
that kind of lux just ain't for us,
we crave a different kind of buzz.

Let me be your ruler,
you can call me Queen Bee,
And baby I'll rule, I'll rule I'll rule I'll rule.
Let me live that fantasy.

My friends and I we've cracked the code,
We count our dollars on the train
 to the party.
And everyone who knows us knows that we're fine with this,
We didn't come from money.

But every song's like:
gold teeth, Grey Goose, trippin' in the bathroom
Bloodstains, ball gowns,
trashin' the hotel room
We don't care,
we're driving Cadillacs in our dreams.

But everybody's like: Cristal,
Maybach, diamonds on your timepiece,
Jet planes, islands, tigers on a gold leash.
We don't care,
we aren't caught up in your love affair.

And we'll never be royals.
It don't run in our blood,
that kind of lux just ain't for us,
we crave a different kind of buzz.

Let me be your ruler,
you can call me Queen Bee,
And baby I'll rule, I'll rule I'll rule I'll rule.
Let me live that fantasy.

We're bigger than we ever dreamed,
and I'm in love with being queen.

Life is great without a care,
We aren't caught up in your love affair.

And we'll never be royals.
It don't run in our blood,
that kind of lux just ain't for us,
we crave a different kind of buzz.

Let me be your ruler,
you can call me Queen Bee,
And baby I'll rule, I'll rule I'll rule I'll rule.
Let me live that fantasy.
.
Regios

Nunca vi un diamante en carne y hueso.
Corté mis dientes con anillos de boda en las películas.
Y no estoy orgullosa de mi dirección:
En la ciudad rota
no hay envidia de código postal.

Pero cada canción es como: dientes de oro, Grey Goose, excursionar en el baño,
manchas de sangre, vestidos de baile, destrozar la habitación de hotel.
No nos importa,
manejamos Cadillacs en nuestros sueños.

Pero todo el mundo es como: Cristal, Maybach, diamantes en tu rolex, aviones jet, islas, tigres con correa dorada.
No nos importa,
no nos agarraron en tu affaire amoroso.

Y nunca seremos de la realeza.
No corre en nuestra sangre,
ese tipo de lujo no es para nosotros,
ansiamos otro tipo de zumbido.

Dejame ser tu dueña;
podés llamarme Abeja Reina,
y nene, yo dominaré, dominaré, dominaré.
Dejame vivir esa fantasía.

Mis amigos y yo desciframos el código,
Contamos nuestros billetes en el tren
a la fiesta
y cada uno que nos conoce sabe que nos parece bien,
no vinimos por la plata.

Pero cada canción es como: dientes de oro, Grey Goose, excursionar en el baño,
manchas de sangre, vestidos de baile, destrozar la habitación de hotel.
No nos importa,
manejamos Cadillacs en nuestros sueños.

Pero todo el mundo es como: Cristal, Maybach, diamantes en tu rolex, aviones jet, islas, tigres con correa dorada.
No nos importa,
no nos agarraron en tu affaire amoroso.

Y nunca seremos de la realeza.
No corre en nuestra sangre,
ese tipo de lujo no es para nosotros,
ansiamos otro tipo de zumbido.

Dejame ser tu dueña;
podés llamarme Abeja Reina,
y nene, yo dominaré, dominaré, dominaré.
Dejame vivir esa fantasía.

Somos más grandes que lo que soñamos,
y estoy enamorada con ser reina.

La vida es bárbara sin preocuparse,
no nos agarraron en tu affaire amoroso.

Y nunca seremos de la realeza.
No corre en nuestra sangre,
ese tipo de lujo no es para nosotros,
ansiamos otro tipo de zumbido.

Dejame ser tu dueña;
podés llamarme Abeja Reina,
y nene, yo dominaré, dominaré, dominaré.
Dejame vivir esa fantasía.


Eso es todo por hoy, zanganitos. Descansen y cómanse las uñas, que la semana próxima termina la serie, y mi año laboral.  

DJ Vago






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