solo un tema por semana,
y con que le guste al diyei alcanza

martes, 14 de abril de 2015

[119] El funebrero se compró un yate



“Como la cigarra”, de María Elena Walsh (1972), y “Tienes que decidir”, de Liliana Felipe (2005)



Bueno, después de amenazar durante casi un mes, aquí empieza la serie “Si se mata al cantor”, en la que incluiré temas en los que quien abra la boca estará más cerca del arpa que de la guitarra.

Y justo se murió el escritor uruguayo Eduardo Galeano, de quien conozco su obra solo de oídas (porque no leo) e igual alcanza para ponerse triste. Vaya para él el recuerdo y la música.

Como primera entrega (¡doble! qué máquina del esfuerzo que soy, a veces me admiro a mí mismo) va lo que había seleccionado para el 24 de marzo: “Como la cigarra”, de la gran María Elena Walsh (quien apareció de refilón esta temporada, cantando el romance del enamorado y la muerte, posteo 102), y “Tienes que decidir”, de la villamariense Liliana Felipe (a quien ya presenté en el posteo 25, con el tango “Nada”).

En los dos temas de hoy muere el cantor, pero lo curioso es que:

- en ambos casos, YA MURIÓ, es decir, el cantor canta después de haber muerto (lo que no significa, como veremos, que cante ESTANDO muerto);

- no solo murió, sino que murió MUCHAS VECES; la muerte es múltiple, es casi una costumbre, una rutina.



Hay, sin embargo, algunas diferencias, por supuesto.

Empiezo por “Como la cigarra”, que es una gran, gran canción de María Elena Walsh. No especialmente para chicos, aunque uno podría pensar, si no la conoce, que el título hace referencia al insecto de la fábula de “La cigarra y la hormiga”, y que la canción promulgará una sana vagancia y valoración del ocio y del lassez faire, onda “Hakuna matata”.


No, nada que ver. Aquí la cigarra se parece más bien a la terca araña de “Itsy bitsy spider” (posteo 74, “La arañita Sisifita”), que sube y sube por el caño del agua. Lo que hace “como la cigarra” el cantor no es holgazanear, sino enterrarse y resurgir de su latencia. Los primeros versos son memorables, y definen con claridad el planteo:

Tantas veces me mataron, tantas veces me morí,
sin embargo estoy aquí, resucitando.

Morir es una rutina, algo que le pasó mil veces. Y resucitar es tan una costumbre que lo hace con gerundio, como una continuidad en el tiempo: “acá me ves, tomando mate y resucitando”.

Por supuesto, cuando uno muere mil veces, es difícil que suceda de muerte natural. Uno muere de viejo una sola vez. Todas las demás son violentas, son asesinatos: a la cantora la borraron, la hicieron desaparecer (verbo que aún, en 1972, no había adquirido el sentido que tomaría poco después), la apuñalaron, la mataron.

“Y sin embargo, estoy aquí”: la muerte, en esta canción, es remontable. No es que la cantora sea inmortal: si así fuera, no moriría, y queda muy claro que, por el contrario, lo que más fácil le sale es morir. Se cansa, de morir. Pero al igual que Kenny (el personaje de abrigo naranja de South Park), tras morir en cada capítulo aparece, vivito, coleando y como si nada, en el siguiente.

A diferencia de Kenny, la cantora es consciente de todas sus muertes: las recuerda, las reconoce. Las sufrió. Incluso fue a su propio entierro:

a mi propio entierro fui, sola y llorando.

Qué verso genial. Claro, murió tantas veces que la gente ya se cansó de ir al velorio. “¿Otra vez se murió esta? ¡No nos da tiempo ni de lavar la ropa negra! Así que ella misma, sola, va a su propio entierro, a llorar su propia muerte, sabiendo que pronto la escena se repetirá, porque “no era la última vez”. El funebrero, al menos, podría haber ido al velorio, con toda la guita que está ganando con ella.

Por supuesto que para morir tanto es necesario, como se aclara desde el comienzo, revivir. Lo único que se necesita para morir es estar vivo. No es poco.

Tal vez por eso la cantora, en un exceso de buena onda, le da gracias a quienes la mataron: a la mano con puñar, a la desgracia que la mató. No reniega de sus múltiples muertes: son la condición de su actual supervivencia, de sentirse “como un sobreviviente que vuelve de la guerra”, como alguien que volvió de lo peor, y puede ponerse a cantar, a cantarle al Sol.

Una canción ideal para sobreponerse al infortunio y para alimentar las esperanzas.

María cantaba un poco como pomposa, como pronunciando demasiado bien cada consonante. Sin embargo, tenía una bella voz, sobre todo considerando que es la compositora, y no es tan fácil encontrar buenos compositores que además canten bien, como ella.

Va la canción, por María Elena. El link es de una antología; a los 3:20 comienza “Como la cigarra”:



Como la cigarra
Tantas veces me mataron, tantas veces me morí,
sin embargo estoy aquí, resucitando.
Gracias doy a la desgracia y a la mano con puñal
porque me mató tan mal
y seguí cantando,

cantando al sol como la cigarra
después de un año bajo la tierra
igual que sobreviviente
que vuelve de la guerra.

Tantas veces me borraron, tantas desaparecí,
a mi propio entierro fui, sola y llorando.
Hice un nudo en el pañuelo pero me olvidé después
que no era la única vez
y seguí cantando,

cantando al sol como la cigarra
después de un año bajo la tierra
igual que sobreviviente
que vuelve de la guerra.

Tantas veces te mataron, tantas resucitarás,
tantas noches pasarás desesperando.
A la hora del naufragio y la de la oscuridad
alguien te rescatará
para ir cantando,

cantando al sol como la cigarra
después de un año bajo la tierra
igual que sobreviviente
que vuelve de la guerra.



La segunda canción de hoy es “Tienes que decidir”, que también presenta muertes múltiples. Es parte del disco Tan chidos, de 2005, de la cordobesa Liliana Felipe, que reúne canciones de cabaret.

La principal diferencia con “Como la cigarra” es que aquí la cantora es plural. Su nombre es legión, ella contiene multitudes.

Es una canción muy graciosa y muy ácida, de un humor amargo (en tanto lo que se dice, aunque en forma graciosa, es casi demasiado cercano a la realidad como para causar mucha gracia).

De entrada, la cantora nos plantea: tenés que decidir cómo querés que te maten. O sea: no podemos decidir seguir vivos. Nos van a matar, esa es la realidad incuestionable. ¿Por qué? Porque ya lo sabemos:

Ya nos mataron de tantas maneras
ya nos cansamos de ir al panteón
ya no sabemos si somos civiles,
rehenes, vampiros o simples mortales.

Estamos cansados de morir. Ya no sabemos ni qué somos, de tanto que morimos y morimos. Somos expertos en eso. Y sin embargo, al igual que en “Como la cigarra”, la muerte no es definitiva (aquí es más fácil explicarlo: como somos plurales, pueden matar a muchos de nosotros sin que nos eliminen a todos).

La “ventaja” que conseguimos, a partir de nuestra no buscada pero bien adquirida experiencia en morir, es que:

al menos nos hemos ganado el derecho de decidir
cómo queremos morir.

Antes, ni siquiera eso: nos mataban sin preguntarnos nada, ni siquiera “por pura cortesía”. Ahora, los tiempos cambiaron… (no mucho, claro: no cambiaron lo suficiente como para que no nos maten).

Y entonces, eso sí, tenemos la obligación moral de utilizar esa ventaja, y expresar nuestra preferencia. Sí, vamos a morir. Sí, nos van a matar. Pero podemos (¡debemos!) decidir si queremos morir de sed, ahorcados con una bufanda, de hambre, de asco, baleados por “unos cuantos gringos rancheros” o como daños colaterales en la guerra contra el terrorismo.



Liliana misma es quien toca el piano, mientras canta, y lo hace con ese vozarrón y ese estilo tan particular que tiene, mezclando dulzura con gallitos y arrastre de sílabas.

Una canción muy divertida y, a la vez, muy seria, como Liliana suele brindarnos.

Va el link al disco entero. A los 21:46 comienza “Tienes que decidir”:



Tienes que decidir

Tienes que decidir
quién prefieres que te mate:
un comando terrorista
o tu propio gobierno para salvarte
del comando terrorista.

Tienes que decidir
qué prefieres que te mate:
la pobreza, la miseria,
el Tratado de Libre Comercio
o el programa contra el hambre.

Ya se acabó aquel tiempo
en que decidían cómo nos mataban
y sin preguntarnos siquiera
por pura cortesía
si era nuestro deseo el de fenecer
como los mosquitos al amanecer
o morirnos de sed.

Ya nos mataron de tantas maneras
ya nos cansamos de ir al panteón
ya no sabemos si somos civiles,
rehenes, vampiros o simples mortales.

Pero de tanto morirnos
al menos nos hemos ganado el derecho de decidir
cómo queremos morir.

Tienes que decidir
cómo prefieres morir:
de hambre natural
de asco terminal
de pago de predial
ahorcada con tu chal
debiendo un dineral
cruzando de ilegal.

Ya se acabó aquel tiempo
en que decidían cómo nos mataban
y sin preguntarnos siquiera
por pura cortesía
si era nuestro deseo el de fenecer
como los mosquitos al amanecer
o morirnos de sed.

Ya nos mataron de tantas maneras
ya nos cansamos de ir al panteón
ya no sabemos si somos ciiviles
rehenes, vampiros o simples mortales.

Pero de tanto morirnos
al menos nos hemos ganado el derecho de decidir
cómo queremos morir.

Y eso es todo por hoy. Ya me voy a meter en mi ataúd hasta el martes que viene.

Llórenme con discreción.


DJ Vago

No hay comentarios:

Publicar un comentario