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miércoles, 22 de julio de 2020

[235] A volver, vamos a volver



Madrigales “Vuelve Céfiro” I y II (1614, 1632), de Claudio Monteverdi


Este invierno encuarentenado, ultrahúmedo y pandémico se nos está haciendo largo, y nos vendría bien que regresara ya la primavera: por eso elegí para hoy temas de alabanza primaveral. Además, como la semana próxima empiezo una serie en la que me sumergiré decúbito dorsal en el fango de la música popular más básica, comento aquí dos madrigales de comienzos del siglo XVII, para que recuerden que no soy (únicamente) un ícono bailantero.

Ambos madrigales son del grandísimo Claudio Monteverdi (de quien ya comenté el “Lamento de la ninfa” (posteo 77, mayo de 2014) y tienen la particularidad de que, aunque sus letras y músicas son totalmente diferentes, se titulan igual: “Zéfiro torna” (“Vuelve Céfiro”). El primero de estos madrigales fue compuesto en 1614 y el segundo fue publicado dieciocho años más tarde, en 1632.

De los dos, el segundo (cuyo primer verso dice “Zéfiro torna e di soavi acenti”) es sin dudas el mejor: es con seguridad uno de los mejores madrigales que existen, y para muchos es el favorito. Elegí, además, una versión espectacular, del ensamble L´Arpeggiata, que son unos genios (vale la pena verlos y escucharlos en todo lo que hacen).

Pero como ese madrigal no existiría sin su antecesor, lo traigo también, y lo comentaré brevemente. En lo musical, este primer “Vuelve Céfiro” (cuyo primer verso dice “Zéfiro torna e´l bel tempo rimena”) está aún metido de lleno en la música renacentista, y aunque es agradable de escuchar, hoy en día nos suena un poco cuadradito y predecible, pausado, casi eclesiástico por momentos, con un cambio marcado entre la primera mitad alegre y la segunda mitad melancólica. Elegí la muy buena versión del ensamble Les Arts Florissants.

La letra es un soneto del famoso Cancionero de Francesco Petrarca, poeta del siglo XIV, cuando recién se empezaba a escribir algunas cosas en toscano (el antecesor del italiano actual) en vez de en latín. Yo no lo leí, por supuesto, pero mi hermana la tercera me contó que en su Cancionero Petrarca reúne todas las poesías que le dedicó a su amada Laura: la primera parte son rimas que escribió cuando Laura vivía, y la segunda parte son rimas que escribió después de que Laura muriera, sin darle, viva ni muerta, la menor bola nunca.

Este soneto en particular es de los de después de la muerte de Laura. Con muchas referencias mitológicas, el cantor anuncia que está volviendo la primavera (Céfiro es la personificación del viento cálido primaveral), y en los dos cuartetos iniciales describe cómo todo florece y fructifica y brota, con la llegada de la primavera, y cómo toda la naturaleza está feliz.

(Digresión: Céfiro tiene un cameo en el cuadro "La Primavera" de Boticelli, donde se lo ve, oscuro y calentón, secuestrando a la ninfa Cloris, que en vez de putearlo le tira flores por la boca y luego se transforma en el personaje de su izquierda, la diosa Flora).

Pero en los dos tercetos finales plantea una contraposición con lo que le pasa a él: al llegar la primavera, el recuerdo de su amada muerta (“la que al cielo se llevó las llaves” del amor y la felicidad) hace que él emita graves suspiros de dolor, y el canto de los pajaritos y las flores e incluso las bellas mujeres son para él como un desierto y como fieras salvajes. O sea: la primavera vuelve para todos, menos para mí.

Es una gran letra y un buen madrigal. Aquí va.


Zefiro torna (I)

Zefiro torna, e'l bel tempo rimena,
e i fiori e l'erbe, sua dolce famiglia,
e garrir Progne, e pianger Filomena,
e primavera candida e vermiglia.

Ridono i prati, e'l ciel si rasserena;
Giove s'allegra di mirar sua figlia;
l'aria, e l'acqua, e la terra è d'amor piena;
ogni animal d'amar si riconsiglia.

Ma per me, lasso!, tornano i più gravi
sospiri, che del cor profondo tragge
quella ch'al ciel se ne portò le chiavi;

e cantar augelletti, e fiorir piagge,
e'n belle donne oneste atti soavi
sono un deserto, e fere aspre e selvagge.
Vuelve Céfiro (I)

Céfiro vuelve y el buen tiempo regresa
y las flores y las hierbas, su dulce familia
y a cantar Procne y a llorar Filomena
y la primavera blanca y bermeja.

Ríen los prados y el cielo se serena;
Júpiter se alegra de ver a su hija;
el aire, el agua y la tierra de amor se llenan,
todo animal con el amar se reconcilia.

Pero para mí, ¡ay! vuelven los muy graves
suspiros que del corazón profundo extrae
aquella que al cielo se llevó las llaves;

y el cantar de pajaritos y el florecer del campo
y las bellas mujeres de honestos suaves actos
son un desierto, y fieras amargas y salvajes.



La vuelta de “Vuelve Céfiro” ocurrió, como dije, dieciocho años después, también con un soneto, pero de Ottavio Rinuccini, poeta y libretista mecenazgueado por los Borgia y contamporáneo de Monteverdi. Rinuccini, claramente, no era tan buen poeta como Petrarca, así que su soneto, además de copiar la idea del de Francisquito P, es menos memorable. En las primeras tres estrofas se describe qué linda está la primavera ahora que volvió Céfiro, y en el terceto final la contraposición con el yo del cantor, que, solo y abandonado, se atormenta por dos bellos ojos (se supone que de su amada) y, como no sabe si cantar alegre o ponerse a llorar, hace ambas cosas alternadamente.

Pero en la música de este madrigal, Claudio M se pasó. Tomó una base de chacona (un ritmo bailable popular) y armó el madrigal con el nuevo estilo que había desarrollado, que bautizó “segunda práctica”, en el cual “las palabras son dueñas de la armonía, no esclavas de ella”. Y efectivamente, la música cambia y se adecua a las palabras que se van cantando: cuando la soprano canta “montes”, las notas suben; cuando el contratenor canta “valles profundos”, baja; cuando cantan “lloro”, la música parece llorar; cuando cantan “queridas”, se enternecen, y cuando cantan “ondas”, ondean. De esta manera, el madrigal se adapta a las emociones que representa y el resultado es admirable y se siente moderno, actual, a pesar de que la obra tiene ya casi cuatrocientos años.

La versión de L´Arpeggiata es increíble. No solo la interpretación del contratenor francés Philippe Jaroussky (“el que canta finito”) y de la soprano catalana Núria Rial, sino también los cancherísimos músicos, con esos instrumentos barrocos que parecen sacados de una cantina de Star Wars; en particular, la flauta curvada y el laúd gigante (llamado tiorba) que toca Christina Pluhar, la austríaca directora del ensamble, y que parece una especie de tanque-elefante musical.

Aquí lo tienen.



Zefiro torna (II)

Zefiro torna, e di soavi accenti
L'aer fa grato, e 'l piè discioglie a l'onde,
E mormorando tra le verdi fronde,
Fa danzar al bel suon su'l prato i fiori.

Inghirlandato il crin Fillide e Clori
Note tempran d'amor care e gioconde;
E da monti e da valli ime e profonde
Radoppian l'armonia gli antri canori;

Sorge più vaga in ciel l'aurora, e 'l sole
Sparge più luci d'or, più puro argento
Fregia di Teti il bel ceruleo manto.

Sol io, per selve abbandonate e sole,
L'ardor di due begli occhi e 'l mio tormento,
Come vuol mia ventura, hor piango hor canto.
Vuelve Céfiro (II)

Zéfiro vuelve y con suaves brisas
hace grato el aire y dispersa el pasto en olas
y murmurando entre las verdes ramas
hace danzar al bello son las flores del prado.

Con cabellos en guirnaldas Fílide y Chloris templan notas de amor queridas y alegres;
y de montes y de valles altos y profundos 
duplican la armonía las cuevas cantoras.

Surge muy ligera en el cielo la aurora, y el sol extiende rayos de puro oro, de pura plata
cubre el bello cerúleo manto de Tetis.

Solo yo, por la selva abandonado y solo,
el ardor de dos bellos ojos y mi tormento,
como exige mi fortuna, ahora lloro, ahora canto.



Y como exige mi fortuna, me despido hasta la próxima (quizás, quien te dice, volveré con la primavera), ya durmiendo, ya escuchando música, encerradeli.

Como bonus track, un tema más por L´Arpeggiata: la “Chacona del Paraíso y del Infierno”, de autor anónimo, en el cual se alternan estrofas en las cuales se describe qué lindo es el Paraíso y lo bien que se está allí, qué buen clima que hace, etcétera, con otras en las que se describe qué feo es el Infierno y lo mal que se lo pasa acá... allá, perdón. Los músicos se divierten a la par de los espectadores.



Sin más, los saluda como lo hace el viento. 

Hasta la vuelta,

DJ Vago

2 comentarios:

  1. Qué genialidad este posteo DG Vago!!! Amé conocer gracias a usted
    L´Arpeggiata que hará menos pesada esta cientena!!

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