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sábado, 11 de julio de 2020

[233] Para que tengas y guardes



“El diablo de tu corazón”, de Fito Páez (2000), y “Tuve para dar”, de Julieta Venegas (2013)


Por una vez que tenemos cuarentena obligatoria yo, a la cuarentena, la tengo que disfrutar a pleno. Por eso me tomé un par de meses de pausa para encerrarme bien encerrado y dormir multisiestas igual que siempre, pero con un sentimiento de heroica responsabilidad social.

Pero aquí vuelvo, como los chinos de “El ascenso del Fénix” (además de dormir siestas miré series orientales en necflit), para seguir poniéndole onda musical al encierro con la banda de sonido cuarenténica.

Considerando que el encierro continuado hace que uno tenga, más fácil y frecuentemente, ganas de salir a romper todo, en particular cuando comete el error de pausar la comedia coreana para mirar un noticiero, para hoy elegí dos temas que ahondan en la violencia urbana. La violencia que recibimos como requerimiento para poder vivir en una ciudad latinoamericana de las nuestras, y también la violencia que nosotros mismos repartimos, porque ya somos parte de esto también. Llegado un punto, es difícil evitarlo.



Ambos temas no tienen mucho que ver, musicalmente: el de Julieta es un pop simpático (aunque la letra es bastante oscura y depre), mientras que el otro es un rock ácido y rasposo, típico de mi Fito Páez favorito, el previo a El amor después del amor (por más que este tema es de Rey Sol, un disco bastante posterior).

No tendrán tanto que ver, pero las dos canciones aparecen curiosamente conectadas por sus videoclips. “Tuve para dar” es posterior, así que es posible que para el clip de Julieta se hayan inspirado en el de Fito; pero también podría ser que se les ocurrió una idea igual: la violencia urbana está en el aire, no la inventó Fito, ni la inventé yo ni tampoco vos (y no me hagas enojar que te reviento).

Empiezo, sin embargo, comentando “Tuve para dar”, solo porque me parece que queda con más punch la secuencia así.

De entrada, se presenta un pasado urbano feliz (pre-pandemia, digamos), donde la cantora “era tan feliz” y “todo era alegría en mi ciudad”; hasta turismo, había (“todos querían venir a este lugar”). En ese pasado feliz, ella tenía un amor que le decía: “tú y yo somos uno, este amor nos salvará de caer”.

Pero luego, no sabemos por qué pero podemos imaginar una opción cualquiera, “mi sangre corrió”, y esa sangre “todo llenó a mi alrededor”. “Ninguna promesa sobrevivió” a esa debacle. Luego de ese hecho traumático, la cantora ahora inspira temor y está sola (cuarentena), sin que nadie se le acerque.

Hoy, en mitad del encierro solitario en que se ve sumida, ella recuerda aquel pasado feliz, en el que tuvo felicidad de sobra, y lo pone como excusa para la negrura presente: “Alegrías tuve para dar, no creas que siempre fui así”. Se permite, sin embargo, un mínimo resquicio de esperanza o, el menos, poner los pies en la tierra: “Hoy intento mirar hacia adelante, hacia donde voy”.

El videoclip nos presenta a una mujer joven, vestida de rojo, que maneja su auto por las calles frenéticas de una gran ciudad, rodeada de tensiones y peligros. En un momento, casi atropella a Julieta Venegas, peatona vestida de verde (entre las dos hacen el semáforo que no vieron), se putean un poco y luego la piba de rojo se harta, se baja del auto (ni se molesta en cerrarle la puerta), agarra un palo y comienza a recorrer la ciudad dando palazos a pisos, paredes, vidrios y demás, “despertando” en quienes la rodean una ola de violencia desatada que enseguida gana a la ciudad entera: todos empiezan a pegarse, tirarse de los pelos, vuelan las trompadas y los empujones por doquier. No sé si alegrías, pero golpes sí tenían para regalar, y los dan para que tengan.

En un momento, todos los violentos, vestidos de negro, confluyen en un mismo espacio, al que llegan corriendo, y empiezan un pogo-pelea de proporciones bíblicas, aunque luego de “sacarse del sistema” esa violencia, aparecen vestidos de blanco, la ex chica de rojo se mira sonriente con Julieta y todos, moretoneados y tajeados, logran armar una coreo amable y alegremente polite que anticipa que, quizás, pueda existir para nosotros un futuro más amable (o al menos, tenemos la esperanza de que lo haya).


Tuve para dar
Era tan feliz,
era todo alegría en mi ciudad.
Mi árbol florecía,
todos querían venir a este lugar.
Pero mi sangre corrió
y todo llenó a mi alrededor.
Hoy inspiro temor,
nadie se acerca hasta donde estoy.

Alegrías tuve para dar:
no creas que siempre fui así.

Nunca olvidaré
lo que me dijiste un día sin querer:
“tú y yo somos uno,
este amor nos salvará de caer”.
Pero el tiempo cambió
y ninguna promesa sobrevivió.
Hoy intento mirar hacia adelante
y hacia donde voy.

Alegrías tuve para dar:
no creas que siempre fui así.

El otro tema es “El diablo de tu corazón”, de Fito (no confundir con las varias canciones tituladas “El diablo EN tu corazón”).

Acá también se recuerda una época mejor, con el final del proceso y el retorno de la democracia (“comienzos de los años ochenta”) en que en la ciudad (en este caso, específicamente Buenos Aires) “estaban altas las defensas” y “no se comía tanta mierda”, mientras que ahora ya sabemos: “Buenos Aires, hoy te falta mambo, te sobra muerte y pasarela”. El poeta le habla a la gran ciudad (onda Lorca llegando a Nueva York, salvado las distancias), pidiéndole que recuerde sus épocas mejores, que no sea tan infeliz y tan violenta. La canción es del 2000, pero tranquilamente podría hablar del 2020, si agregáramos un par de barbijos y un puñado de anticuarentennials terraplaneros.

El videoclip es genial: en la zona del Obelisco, calles atiborradas, dos personas se chocan hombro con hombro y empieza la debacle, peleas de todos contra todos (baja del taxi con una llave inglesa!), con mucha más violencia que en “Tuve para dar” (acá si se dan para tener y guardar, con furia), y las escenas de violencia (se sacan el diablo del corazón a las patadas) se replican en una oficina (fotocopias de culo y piñas!), en un andamio de altura (cae un tipo desde un rascacielos!), en la peatonal Florida (propaganda a Directv!), en el subte (perro muerde mano!), en un macdonald (la cabeza en la freidora!). En esta ciudad llena de rabia y desesperación, donde hay pibes que “terminan en un cajón” solo porque sí, en un momento se pelean dos colegialas adolescentes y entonces, al llegar al minuto 3 del clip, mientras están revolcándose en el suelo pegándose, de repente se besan. Así como se replicó antes la violencia, ahora son los besos los que se replican, de todos con todes (un linyera feliz recibe doble, y todos los bondis lo dejan cerca). El clip se cierra con Fito, víctima de un choque (o de una paliza), resucitando del asfalto (junto al edificio del Plata, cerca del Obelisco), magullado pero listo para ser un poco más feliz, considerando que “las cosas tienen que estar bien”, pues “ya no se puede estar peor”.



El diablo de tu corazón
Ey, ¿qué te pasa, Buenos Aires? Es con vos.
No es la tecno ni el rock,
es tu parte que vos no conocés:
cuidado, la conozco yo.
¿Sabes qué va a ser lo mejor?
Cuando estés así, sacate el diablo de tu corazón.

Hace un tiempo en esta misma ciudad,
allá en los comienzos de los años ochenta
el mundo aún se podía mover,
estaban altas las defensas,
no se comía tanta mierda.
Buenos Aires, hoy te falta mambo,
te sobra muerte y pasarela.

No me pidas que me porte cool,
no me metas tensión.
Te haces la chica sin tabús
pero sufrís baja presión.
¿Sabes qué va a ser lo mejor?
Aprende de mí, que soy un chico pobre de allá, del Interior.

Juguemos nena, peleemos nena, bancateló.
Buenos Aires, sí, sacate el diablo de tu corazón.

Porque aquí y en todas partes hay pibes en el balcón,
también hay pibes en un cajón
y hay mucha rabia suelta, y angustia, nena,
y hay mucha, mucha desesperación.

La puta madre que los remil parió,
¿por qué nos cuesta tanto el amor?
Yo quiero ver tu risa y besar tu boca
y sacarte el diablo de tu corazón.
No te asustes Buenos Aires, no, no te asustes amor:
las cosas tienen que estar bien,
ya no se puede estar peor.
Las cosas van a estar mejor,
vas a ser feliz,
sacate el diablo de tu corazón.

Buenos Aires, sí, cortá la mufa de tu corazón.
Buenos Aires, sí, vayamos juntos a patear el sol.
Sacate el diablo de tu corazón.


Y eso es todo por hoy. Intenten aliviar las tensiones de cuarentena en una forma menos violenta que la propuesta en estos clips (por ejemplo, escuchando canciones o practicando coreos). Pero alívienlas, en todo caso, sin matarse ni matarme a mí, y la seguimos luego.
Cuando pase lo peor.

Saludos,

DJ Vago

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