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domingo, 26 de abril de 2020

[232] Te cansé con mi cámara lenta


“Don”, de Miranda! (2004)

Continúa la serie dedicada a coreos de cuarentena, y vamos con “Don”, la canción más famosa de la banda Miranda!, liderada por Ale Sergi y Juliana Gattas, parte de su segundo disco, titulado Sin restricciones (2004).

[Digresión: cuando empecé este blog, hace casi nueve años, nunca pensé que iba a poner un tema de Miranda!; pero lo cierto es que o yo me estoy poniendo muy senil muy pronto, o Miranda! mejoró notablemente en mi ránking (inédito) de bandas, en particular desde que aparecieron las bandas que imitan a Miranda! (hace nueve años había bandas que imitaban a Calamaro o a los Rolling; ahora, para que se den una idea, hay imitadores no solo de Miranda!, sino de Coti, de Tan Biónica, hasta, creanmé, imitadores de Chano solista...). Así que ahora Miranda! pasó del lado de las bandas que, si bien están lejos de mis favoritas, me banco y aprecio, y escucho con agrado. Arjona aún no, no se preocupen, no necesito electroshock aún.]

La canción transcurre sobre un incesante y machacón compás en tresillos, y la letra se encabalga en ese ritmo, con oraciones que avanzan parte a parte y no terminan nunca (cada estrofa es una sola oración, lo mismo que el estribillo).

Ese “ida y vuelta” acompasado, ese subir escalón por escalón, está presente también en la historia que se cuenta. Ale Sergi contó que el estribillo (cantado en un falsetto bastante inaguantable) es, básicamente, un pedido de casamiento, una declaración romántica (que, aclaró, nunca llegó a decir a nadie): “Una mañana... te pediré que me acompañes... dime que sí”. Y el estribillo se cierra con la frase que explica el título: “yo creo que tienes el don de curar este mal”. El mal al que se refiere es, imagino, la soledad (me hace acordar este cierre de estribillo a “I want to know what love is”, de Foreigner (posteo 87, “Levantarse a la Maestra - nivel 4”, julio de 2014), en el que se proclamaba “quiero saber qué es el amor, creo que vos podés enseñarme”. Solo que “Don”, en vez de dirigirse a una maestra, se enfoca en una médica: estoy enfermo de soledad, por favor curame.

Las estrofas son divertidas y dramáticas, como suelen ser las letras de Miranda!; en esas estrofas se detalla todo el “mal” que sufre el protagonista, sus dudas, sus idas y vueltas (que de seguro marearon no solo a ella sino también a él mismo), sus señales malinterpretadas o que nunca llegaron a destino, su incapacidad de salir del rol que él mismo se armó y portarse con ella “de un modo decente”, al menos hasta que tome la decisión de bajar la guardia y aceptarla (a la vez, aceptándose a sí mismo) tal cual es.

El clip transcurre, como el de “Basket case” de Green Day (posteo 33, “Trauma, con “t” de “tembo uma phapha em da bhoka”, junio 2013) en una intitución de salud. Pero no un loquero, en este caso, sino un hospital común y corriente, aunque lleno de enfermeras bailarinas y bien dispuestos a proveer, en cantidades industriales, pastillas de colores de efectos insospechados. Ale Sergi es el paciente que busca curarse de un mal invisible (referencia al covid, obvio) para no estar más solo (cuarentena) y poder salir de su desesperante situación actual (500 metros, una hora: etapa 3).



Después de la segunda aparición del estribillo, se anuncia que vendrá un solo (debe ser, supongo, la única canción en el mundo que anuncia que va a empezar un solo instrumental; pero me da fiaca comprobarlo):

Es un solo: es la guitarra de Lolo.

Lolo, efectivamente, es el nombre del guitarrista que, vestido de obispo, empieza a levitar en un ámbito eclesiástico, rodeado de luz, como en un milagro. Aunque la verdad, el solo es de lo más básico, y no hay nada milagroso en esas cuatro notas que toca Lolo en su solo: muy poco, loco.

En el clip aparecen los demás integrantes de la banda en diferentes roles (Juliana como recepcionista malaonda, por ejemplo). Pero lo más destacado, al menos para mí, es la coreo de las enfermeras, que incluso en un momento ondean las chatas de loza como si fueran magnolias y no se privan de hacer el clásico gestito con el dedo sobre la boca: el silencio es salud.



Es una coreo fácil de aprender, y pueden contar sus prácticas coreográficas como parte de su hora diaria de esparcimiento: ya lo hablé con las autoridades.



Don
Quiero saber qué me pasa,
te pregunto: ¿qué me pasa? No sabés
qué contestarme, porque claro,
de seguro te mareé
con mis idas y vueltas,
te cansé con mi cámara lenta
y aunque trato, nunca puedo
apurar mi decisión.

En el preciso momento
en que todo va cambiando para mí,
en ese instante te aseguro
que alguna señal te di
pero no me escuchaste,
tal vez sin intención de tu parte,
puede ser un poco débil
el sonido de mi voz.

Oh, una mañana te veré llegar
y descubriré que yo solo ya no estoy mejor
y te pediré que me acompañes,
adónde en verdad no sé,
dime que sí, miénteme;
podría ser que al final
rompiste el cristal en mí,
podría pasar que me hagas hablar,
yo creo que tienes el don de curar este mal.

Siento que debo encontrarte
y sin embargo paso el tiempo yéndome
hacia mí mismo, a mi centro
que jamás encontraré,
yo quisiera tenerte
y tratarte de un modo decente,
pero ves que ya no puedo
despegar de mi papel.

Deberé de tranquilizarme
y jugar al juego que me proponés,
bajo la guardia, te recibo
y me abrigo de tu piel,
el destino me ha dado
corazones desequilibrados:
tu palabra me nivela
y detiene mi caer.

Oh, una mañana te veré llegar
y descubriré que yo solo ya no estoy mejor
y te pediré que me acompañes,
adónde en verdad no sé,
dime que sí, miénteme;
podría ser que al final
rompiste el cristal en mí,
podría pasar que me hagas hablar,
yo creo que tienes el don de curar este mal.

Es un solo:
es la guitarra de Lolo.

Podría ser que al final
rompiste el cristal en mí,
abriste mi piel que estaba tan mal,
quebraste el silencio que me hizo alejar,
quizás seas tú quien me haga regresar,
intuyo que sabes la forma mejor
y tienes el don que requiere curar este mal.



Eso es todo por esta semana. Cuídense. Si no se cuidan, al menos eviten enfermarse. Si se enferman, cúrense sin contagiar a nadie. El sonido de mi voz quizás sea un poco leve, pero igual deberían escucharlo.

Salud y saludos,

DJ Vago


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