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domingo, 20 de diciembre de 2020

[249] Primera Grieta

“Zamba de Vargas”, anónimo argentino del siglo XIX, por Los Quilla Huasi (1956) y Los Chalchaleros (1959) 


Esta es, todos dicen, la primera zamba que existió. Uno tiende a creer que todo lo que tiene más de cien años existe desde siempre, pero sepan que no: hubo una primera empanada, un primer tango, un primer álbum de figuritas, una primera torta de cumpleaños, un primer posteo en este blog ("Zombie", de los Cranberries) y también una primera zamba, que es esta, la “Zamba de Vargas”.

Es una pieza musical que tiene, además de dos versiones completamente distintas de música y de letra, toda una historia, y además de la historia, una leyenda. Y detrás de la suave y simpática melodía hay una verdad nada poética, repleta de sangre, traiciones y desgracias.

La historia refiere al episodio que se relata en la letra, que fue la batalla del Pozo de Vargas el 10 de abril de 1867, una de las batallas más sangrientas de la historia argentina y último gran alzamiento federal, liderado por el caudillo riojano-catamarqueño Felipe Varela, contra la hegemonía unitaria, encarnada en el entonces presidente nacional, Bartolomé Mitre. Varela vino desde Chile, con tropas formadas por unos pocos chilenos y miles de riojanos y catamarqueños, para intentar hacer valer la rebelión de algunas de las provincias norteñas, despedazadas por el gobierno nacional, entre la asfixia económica, la proscripción del partido federal y las levas para la guerra (la mayor parte de las tropas enviadas al Paraguay fueron conscriptos de las provincias del Norte).

[Mini digresión: Varela había sido uno de los muy pocos que protestaron con fervor contra la Guerra del Paraguay (1864-1870), uno de los episodios más vergonzosos y lamentables de la historia argentina y latinoamericana, por la cual Argentina (ya gobernada por Mitre), Brasil y Uruguay se unieron en favor de los intereses británicos para destruir a sangre y fuego al Paraguay y evitar que se consolidara como una potencia industrial y política en la región.]

La leyenda de esta canción sostiene que la zamba fue creada en el fragor del combate por los músicos que había entre las tropas, y que los acordes insuflaron valor y entusiasmo a los guerreros, que bailaban incluso durante la refriega.

La batalla en sí fue una carnicería. Los federales de Felipe Varela eran más de 4.000, muchos más que los nacionales (unitarios) liderados por el santiagueño Antonio Taboada (unos 2.100); pero mientras que los federales estaban armados con lanzas y sables y dos tristes cañoncitos, los nacionales (preponderantemente santiagueños y tucumanos) tenían 1.600 modernas carabinas Sharps y una importante artillería. Como se queja  con amargura un verso de una de las versiones “riojanas” de la canción:

¡Lanzas contra fusiles!

Pobre Varela,

que bien pelean sus tropas

en la humadera:

¡otra cosa sería

armas iguales!

 

Además, un detalle no menor: en una gran sequía, las tropas federales venían sin agua y sin beber desde hacía varios días, agotadas y sedientas; todos los pozos de agua de la zona (alrededores de la ciudad de La Rioja) estaban secos, salvo ese, el Pozo de Vargas. Eso fue aprovechado por las fuerzas nacionales, que utilizaron como “cebo”el pozo de agua, y organizaron allí el escenario del combate.

Si bien en un primer momento la carga de la montonera federal rompió las filas nacionales y la contienda parecía inclinarse hacia los de Varela, eventualmente la enorme diferencia en armamento y en el estado general de los soldados fue diezmando a los federales (además, las trincheras y lo accidentado del terreno conspiraron contra la eficacia de la caballería federal). Luego de pelear todo el día, cuando al anochecer Varela dio la orden de retirada, el desastre había sido consumado: le quedaban solamente 180 hombres, de los más de cuatro mil con que había comenzado el día. La victoria había sido definitiva, total, y de los nacionales.

Pero la leyenda de esta canción también tiene, como la canción misma, dos versiones. En la “versión santiagueña” de esta canción, la letra expresamente indica que Taboada (el comandante de las fuerzas nacionales) fue quien ordenó a sus músicos (ambos bandos tenían banda de música, como parte de la tropa) que tocaran una melodía, y estos improvisaron esta zamba, y por lo tanto la zamba es responsable también de la victoria militar. La otra versión dice que la melodía surgió del otro lado, del federal, como una zama-cueca chilena, y que los nacionales, luego de la batalla, “se robaron” la canción, como solían (¿suelen?) hacer los porteños con todo lo que fuera del Norte.

Perdón por toda esta intro histórica, pero se hacía necesaria, en esta ocasión, para entender un poco más por qué esta zamba, esta primera zamba, es también uno de los primeros testimonios musicales de la gran Grieta argentina, que nació antes de 1810 y perdura (con otros nombres, con improvisados disfraces) hasta nuestros días: la de Unitarios contra Federales. Y si bien la historia oficial dice que todo eso terminó (y la Casa de Gobierno, por ejemplo, es Rosada porque aúna el rojo federal con el blanco unitario), lo cierto es que no terminó nada y que, como en Pozo de Vargas, parece que van a ganar los federales, pero los que ganan al final (al menos hasta hoy) son siempre los unitarios.

La “versión santiagueña” de esta versión es la más popular, y es también un canto victorioso: se cuenta cómo, luego de la valerosa arremetida de las tropas de Varela (que “toca a degüello”, cruel y sanguinario), a veces llamados “los chilenos de Varela” (aunque había muy pocos chilenos entre ellos), fueron finalmente superados por el valor de los “santiagueños” de Taboada (a veces llamado Manuel, aunque Manuel Taboada estaba al frente de la artillería, y el comandante era Antonio Taboada, su hermano), entusiasmados por los acordes de esta misma zamba (cómo una zamba improvisada durante un combate puede relatar el final de ese mismo combate y logra contar cómo afecta a las tropas eso que está sonando en ese mismo instante es casi ciencia-ficción, a la explicación esa te la debo).

La otra, la “versión riojana” de los perdedores, tiene una letra menos descriptiva, que pone el foco en el comienzo de la lucha, con el impactante inicio “¡A la carga, a la carga! / dijo Varela”.

Ambas versiones, aunque completamente diferentes, son muy bellas, en mi opinión. La más conocida, como dije, es la santiagueña, mientras que la riojana suele oírse mucho menos. Pero no hay que caer en el engaño de pensar que este relato es sobre una pelea entre provincias y que unos fueron más valientes que otros, más “machos” que otros: Pozo de Vargas fue una pelea entre tropas rebeldes (federales) contra el Ejército nacional (unitario), y como en toda batalla, el resultado nunca es para festejar, por más valerosos que hayan sido los contendientes. Ese día de 1867 fue una jornada negra para toda la Argentina.

Las dos versiones fueron grabadas por dos de los más afamados grupos folclóricos argentinos: Los Quilla Huasi grabaron la “versión riojana” en 1956, y Los Chalchaleros la “versión santiagueña” tres años más tarde. Y si bien hay decenas de grandes versiones, instrumentales o cantadas (Roberto Rimoldi Fraga, por ejemplo, grabó en el centenario de la batalla una versión riojana más rápida, en estilo zamacueca, que le quedó preciosa; Eduardo Falú grabó uno de las mejores covers instrumentales de la versión santiagueña), creo que las versiones de Los Quilla Huasi y Los Chalchaleros siguen siendo, incluso hoy, las principales referentes de esta zamba.

Aquí van. Empiezo por la bella versión de Los Quilla Huasi, referente de la “versión riojana”, que termina con unos versos picarescos (“las ganas de quererte / no se me quitan”) que no tienen nada que ver con el resto de la zamba y reúne las cosas que dijeron, durante el combate, algunos de los principales líderes de las tropas, además de indicar algunas de las estrategias militares desarrolladas (“Batallón Laguneros / de dos en fondo”).


Zamba de Vargas

“¡A la carga, a la carga!”,

dijo Varela.

“¡A la carga, artilleros!”

zambita, “¡rompan trincheras!”

 

“¡Rompan trincheras!”, cierto,

dijo Elizondo.

Batallón Laguneros,

zambita, de dos en fondo.

 

“¡A la carga, a la carga!”,

dijo Taboada.

“Si esta guerra no gano”,

zambita, “no cargo espada”.

 

“¡A la carga , a la carga!”,

dijo Chumbita.

Las ansias de quererte,

zambita, no se me quitan.

 

Ahora, la de Los Chalchaleros, impecable también, referente de la “versión santiagueña”, donde se confunde el nombre de pila de Taboada (es que “Manuel” quedaba mejor con la métrica del veso), se detallan más los eventos de la batalla y la participación de la música como arma decisiva (para la victoria de los nacionales, que en esta versión pelean “por la patria”, como si los riojanos los hubieran invadido a ellos, y son llamados “los santiagüeños”).


 

Zamba de Vargas

Forman los riojanos

en Pozo 'e Vargas.

Los manda Varela,

firme en batallas.

Contra los santiagueños

con gran denuedo, van a pelear.

Ya Don Manuel Taboada

alza su espada: se ve brillar.

 

Atacó Varela

con gran pujanza

tocando a degüello

a sable y lanza.

Se oyen los alaridos

en el estruendo de la carga

y ya pierden terreno

los santiagueños de Taboada.

 

“Bravos santiagueños”,

dijo Taboada,

“vencer o la muerte,

vuelvan su cara.

Por la tierra querida

demos la vida para triunfar”,

Y ahí nomás a la banda

la vieja zamba mandó a tocar.

 

En el entrevero

se alzó esta zamba

llevando en sus notas

bríos al alba

y el triunfo consiguieron

los santiagueños y este cantar

para eterna memoria

“Zamba de Vargas” siempre será.

 

Y como cierre, las otras dos versiones mencionadas:

- Por Rimoldi Fraga, la “versión riojana” con ritmo de zamacueca y voz memorable.

https://www.youtube.com/watch?v=Xkr8bQ9XTEk


 

- Por Eduardo Falú, “versión santiagueña” instrumental.

https://www.youtube.com/watch?v=9CR8AxbTHcM


 

Y eso es todo. Muero de sed y veo un pozo de agua ahí a lo lejos. Allá voy.

DJ Vago

 

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