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lunes, 24 de febrero de 2014

[67] “Bella” puede ser, pero “dulce” te la debo



“Douce dame jolie”, de Guillaume de Machaut (siglo XIV)




Como segunda entrega de la serie “Hits bailables del medioevo”, aquí va uno de los primeros temas en la música occidental que podría haber recibido la calificación de “hit”. Es que esta canción, “Douce dame jolie” (“dulce dama bella”), sonaba en todos los boliches medievales, primero de Francia y luego de todos los reinos vecinos; la pedían siempre a todos los juglares, y de haber existido el copyright, el autor de la canción, Guillermo de Machaut, se habría vuelto muy rico, muy insoportable, y probablemente hubiera muerto de una sobredosis de lo que fuera que se consumía en la Francia del siglo XIV, como por ejemplo peste negra, bacterias o pasteles endulzados con miel.


Como todo hit, la fama de la canción se sustenta en una melodía agradable y fácil de recordar y tararear, y en un ritmo pegadizo, que se niega a irse una vez que se enseñorea de tus oídos. Y también como muchos hits, la letra es ocurrente pero sencilla, sin grandes complicaciones (en este siglo se nos está yendo la mano, con la sencillez de las letras).

La canción se basa en el amor cortés, un invento bastante gracioso de los medievales europeos: un caballero (es decir, un varón con mínimo un caballo, un terrenito y un buen pasar económico) elige a una dama noble (cuanto más noble, mejor) como enamorada (muchas veces, sin siquiera preguntarle si ella está de acuerdo) y se la pasa haciendo cosas para lograr que ella le dé bola: conquistar castillos, arremeter contra molinos de viento, mandarle flores, componer canciones, regalarle zapatos (eso nunca falla, ya se sabía desde entonces). Ahora bien: la dama, frecuentemente, ya estaba casada (con un varón noble y/o adinerado). A lo que el caballero enamorado responde: “No te preocupes, barón: yo la quiero platónicamente nomás”. Es decir, el enamorado se muere por recibir algún gesto de la dama, una palabra amable, un roce, un toqueteo, un besito… pero nunca va a llegar a los bifes. Incluso se proponía que la prueba perfecta del amor cortés era pasar la noche con la amada, acostados en una misma cama, y no tocarle un pelo a ella.



Esa es la teoría, al menos. No sé cuánto lo creerían o qué gracia le haría el asunto a los nobles esposos, pero parece bastante difícil de tragar, el tema del platonismo. A las pruebas me remito: el caballero más noble y más famoso de la historia mundial fue Lancelot du Lac, e igual, así de noble y caballeroso como era, se la trincó de lo lindo a la bella Ginebra (no, no estaba borracha), que era la esposa de su jefe, el rey Arturo (el que luchaba duro).

Pero en las canciones y los libros sonaba muy bien, lo del amor cortés: un amor desinteresado, “puro”. El narrador de “Dulce dama bella” se dirige a su amada y le dice, en la primera estrofa (que hará de estribillo en adelante), que no se ponga celosa, porque ella es y será siempre su “si sostenido”, es decir, “la dominante de mi” (chiste nerd para músicos, perdón).



Inmediatamente, en la segunda estrofa, detalla su currículum, en el que aclara que siempre la quiso, que nunca la traicionó, que la sirvió (no se aclara cómo exactamente) cada día de su vida y “sin pensamientos vulgares” (algo incomprobable, por supuesto).

Que siempre, sin traición
te quise y humildemente
cada día de mi vida te serví
sin pensamientos vulgares.

Y sin embargo, a pesar de haber hecho tanta buena letra, él se encuentra en una situación penosa: él sufre. ¿Por qué? Porque no recibe nada de ella. Mejor dicho: recibe duros tormentos. Ella lo domina, lo ata y lo tortura impiadosamente, y obtiene con ello gran deleite. Es una dominatriz sadomaso, digamos. Le da de lo lindo, y le gusta. Y a él, aunque protesta, le gusta también (“y él [mi corazón] nada desea / sino estar en tu poder”). Con menos que esto, E.L. James se escribió “Cincuenta sombras de Grey” y se salvó para toda la temporada.

O sea: ella es linda, pero no tan dulce después de todo, porque le da con todo al pobre corazón del cantor, que sufre y sufre sin paz ni consuelo, al punto que le suplica a su “dulce enemiga” (de rodillas y con las manitos juntas, como rezando) que ponga fin a su sufrimiento y lo mate de una vez, porque ya no aguanta más.

Tan hit fue esta canción que todavía la sigue cantanto la gente, haciendo nuevas versiones. Pero como, a diferencia de la mayoría de los temas medievales, este tiene autor, las variaciones entre los diferentes covers son mínimas, y tienen que ver más con los instrumentos y las voces de los intérpretes que con ideas creativas sobre la melodía. La versión que elegí es la del dúo alemán Annwn (nombre del paraíso en la mitología celta-galesa), en su álbum Orbis Alia, grabado en 2007. Annwn está integrado por Sabine Hornung y Tobias von Schmude; Orbis Alia fue su primer disco. Es la versión que más me hizo sufrir, pero eso me gustó.



Douce dame jolie

Douce dame jolie,
pour Dieu ne pensés mie
que nulle ait signorie
seur moy fors vous seulement.

Qu'adès sans tricherie chierie
Vous ay et humblement
Tous les jours de ma vie servie
Sans villain pensement.

Helas! et je mendie
D'esperance et d'aïe;
Dont ma joie est fenie,
Se pité ne vous en prent.

Douce dame jolie,
pour Dieu ne pensés mie
que nulle ait signorie
seur moy fors vous seulement.

Mais vo douce maistrie maistrie
mon cuer si durement
qu'elle le contralie et lie
en amour tellement

Qu'il n'a de riens envie
Fors d'estre en vo baillie;
Et se ne li ottrie
Vos cuers nul aligement.

Douce dame jolie,
pour Dieu ne pensés mie
que nulle ait signorie
seur moy fors vous seulement.

Et quant ma maladie garie
Ne sera nullement
Sans vous, douce anemie, qui lie
Estes de mon tourment,

A jointes mains deprie
Vo cuer, puis qu'il m'oublie,
Que temprement m'ocie,
Car trop langui longuement.

Douce dame jolie,
pour Dieu ne pensés mie
que nulle ait signorie
seur moy fors vous seulement.

Dulce dama bella

Dulce dama bella,
por dios no pienses nunca
que alguien señorea
sobre mí, excepto solo tú.

Que siempre, sin traición
te quise y humildemente
cada día de mi vida te serví
sin pensamientos vulgares.

¡Ay!, y yo mendigo
por esperanza y ayuda,
pues mi alegría terminó
si no me tienes piedad.

Dulce dama bella,
por dios no pienses nunca
que alguien señorea
sobre mí, excepto solo tú.

Pero tu dulce dominio domina
mi corazón tan duramente
que lo atormenta y lo ata
con puro amor.

Y él nada desea
sino estar en tu poder;
y sin embargo no le da
tu corazón ningún alivio.

Dulce dama bella,
por dios no pienses nunca
que alguien señorea
sobre mí, excepto solo tú.

Y en cuanto mi enfermedad jamás
será anulada
sin ti, dulce enemiga, que deleite
tomas de mi tormento,

con las manos unidas suplico
a tu corazón que se apiade
y compasivamente me mate,
pues ya languidecí muy largamente.

Dulce dama bella,
por dios no pienses nunca
que alguien señorea
sobre mí, excepto solo tú.


Igual pongo un par de versiones más, por si quieren comparar:

- por Margaret Davis (mucho más rápida):




- por Mélusine (canta un varón):


Eso es todo por esta semana. Suplicando sus despiadadas críticas, se despide trop atormenté,

DJ Vago



3 comentarios:

  1. ¡HERMOSO TEMA!
    Excelente en su contexto y lúdica explicación

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  2. Una versión que se sale del guion habitual. Al menos en lo que se refiere a la instrumentación ya que está realizada con un dispositivo de grabación y loops posteriores.

    https://www.youtube.com/watch?v=31jAFxH2hzE

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