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martes, 25 de agosto de 2015

[136] Me ahogo me ahogo listo me ahogué


“Suzanne”, de Leonard Cohen (1966)



Hoy termina la serie “Dime cómo te llamas” a todo ritmo, con una incomparable canción de Leonard Cohen. Es incomparable al estilo en que lo son las katanas de Hattori Hanzo, que solo se pueden comparar con otras espadas hechas por él. De la misma forma, una canción de Leonard Cohen solo puede compararse con otra canción de él mismo, porque compararla con una canción de otro autor sería como comparar naranjas con portaaviones.

Voy a aclarar por las dudas, que me encanta Cohen. Me parece un genio. Poeta, novelista y cantautor canadiense, judío practicante durante toda su vida, es probablemente el cantautor que más menciona a Jesús en sus letras catholic-friendly, y últimamente se recluyó en un monasterio budista (sin dejar el judaísmo, eh).

Y sus canciones son tan particulares. “Suzanne” es, sin dudas, mi favorita, pero tiene montones. La más famosa probablemente sea el “Aleluya”, que los pendejos veinteañeros que compiten en American Idol piensan que compuso Shrek: no chicos, la canción es de Leonard Cohen, no me hagan enojar que me saco el cinto.


Bueno, “Aleluya” es la canción más movida que tiene Cohen. Si lo escuchan cantar a Leonard, es casi un sketch de Capusotto: de hecho, es igual a Lorenzo García:



Y para que vean que no miento, va la interpretación más power de Leonard de su canción “Suzanne”, con todo el ímpetu de finales de los sesentas:



Díganme si no parece que al terminar la primera estrofa va a caerse dormido ahí mismo, en el escenario.

Bueno, ya terminé mi momento de bardeo, ahora vamos con lo positivo. “Suzanne” es una gran canción. Una canción-río, donde los versos van pasando como olitas frescas que golpean suavemente contra la orilla y forman, casi sin que nos demos cuenta, una historia, a la vez que en nuestros oídos resuena una melodía hermosa, realmente cautivadora y desconcertante, en tanto por momentos hasta nos olvidamos de que eso que escuchamos es una canción.



Una canción de amor apasionado, a la manera de Cohen. Compuso el tema a partir de un poema suyo titulado como el primer verso de la canción (“Suzanne takes you down”), y en 1967 la grabó en su primer disco (titulado, superimaginativa y marketineramente, “Canciones de Leonard Cohen”, en la tapa, donde al diseñador no se le cayó media idea más allá de las letras chorreadas, aparece una foto carné de él mismo, bastante parecido a Al Pacino);


 pero ya un año antes lo había grabado su amiga Judy Collins, que ponele no era tan buena compositora pero tenía más facha, más onda y más carisma que Leonard (Judy está agendada para aparecer en el blog dentro de un par de semanitas, si sigo existiendo para entonces).



La canción (solo la voz de Leonard y una guitarra morosa: más sería pecado) comienza con una visita: Suzanne lo lleva a él río abajo, hasta su casa en la ribera, y él comparte con ella la tarde, el té, el paisaje (los barcos pasan) y la cama (opcional). Leonard explicó, décadas más tarde, que la inspiración para la canción fue una visita a Suzanne Verdal, esposa de un amigo escultor en Montreal, pero ambos aclararon que no eran amantes. En la canción, sin embargo, es claro que Suzanne y él sí son amantes: los deschava el río, que contesta cuando ellos dos callan.

Es un encuentro lleno de confianza y de intimidad: llega el estribillo (ni nos damos cuenta) que habla de querer viajar con ella, “viajar a ciegas”: no es necesario ver para creer (como le pasaba a Tomás, ya que estamos).

La segunda estrofa, no sabemos muy bien por qué, empieza hablando de Jesús. Y bue, es Cohen. Es una estrofa bastante molesta, y muchas veces me parece innecesaria, pero seguramente la canción no sería lo que es sin ella. Se muestra, en todo caso, a Jesús como un hombre, como un ser mortal, no como un dios: le habla a los ahogados, y él mismo está roto por dentro, abandonado y “casi humano” mucho antes de ser abandonado a su cruz. Alguien en quien también, quizás, se puede confiar y a quien se puede seguir (en su visita real a la Suzanne real, Leonard veía desde la casa de ella la iglesia de Notre Dame junto al río, en la Bahía de Montreal, desde donde se bendice, cada mañana, a los pescadores antes de que salgan a navegar).



En la tercera estrofa, que es maravillosa, Suzanne lo lleva de paseo junto al río, mientras el sol se derrama como miel, a buscar entre las flores y la basura, porque “hay héroes entre las algas” y “hay niños que se inclinan al amor”. Suzanne lleva ropas conseguidas en el Ejército de Salvación (harapos mezclados con plumas) y sostiene el espejo en el cual se mira, con una curiosa luz cálida, esa parte del mundo. Esa estrofa sola ya salvaría a la canción, si llegara el Juicio Final.

Ahora Suzanne toma tu mano
y te conduce hacia el río,
lleva puestos harapos y plumas
de los estantes del Ejército de Salvación
y el sol se derrama como miel
sobre nuestra Dama de la Bahía
y te muestra dónde buscar
entre la basura y las flores
hay héroes en las algas,
hay niños en la mañana
que se inclinan al amor
y lo harán así por siempre
mientras Suzanne sostenga el espejo.

Y termina la canción con ese estribillo-río, en el que se repite la idea de viajar a ciegas con ella, porque “tocó tu cuerpo perfecto con su mente”. Los demás infelices podrán ahogarse, él se tiene tanta fe que probablemente se ponga a caminar sobre el agua sin problemas.



Suzanne
Suzanne takes you down
to her place near the river
You can hear the boats go by
You can spend the night beside her
And you know that she's half crazy
But that's why you want to be there
And she feeds you tea and oranges
That come all the way from China
And just when you mean to tell her
That you have no love to give her
Then she gets you on her wavelength
And she lets the river answer
That you've always been her lover.

And you want to travel with her
And you want to travel blind
And you know that she will trust you
For you've touched her perfect body
with your mind.

And Jesus was a sailor
When he walked upon the water
And he spent a long time watching
From his lonely wooden tower
And when he knew for certain
Only drowning men could see him
He said "All men will be sailors then
Until the sea shall free them"
But he himself was broken
Long before the sky would open
Forsaken, almost human
He sank beneath your wisdom
like a stone.

And you want to travel with him
And you want to travel blind
And you think maybe you'll trust him
For he's touched your perfect body
with his mind.

Now Suzanne takes your hand
And she leads you to the river
She is wearing rags and feathers
From Salvation Army counters
And the sun pours down like honey
On our lady of the harbour
And she shows you where to look
Among the garbage and the flowers
There are heroes in the seaweed
There are children in the morning
They are leaning out for love
And they will lean that way forever
While Suzanne holds the mirror.

And you want to travel with her
And you want to travel blind
And you know that you can trust her
For she's touched your perfect body
with her mind
Suzanne
Suzanne te lleva abajo
a su casa junto al río,
puedes oír los barcos que pasan,
puedes pasar la noche a su lado
y sabes que está medio loca
pero es por eso que quieres estar allí
y te alimenta con té y naranjas
que vinieron desde China
y justo cuando tratas de decirle
que no tienes amor para darle
entonces ella te mete en su onda
y deja que el río conteste
que siempre has sido su amante.

Y quieres viajar con ella
y quieres viajar a ciegas
y sabes que confiará en ti
porque tocaste su cuerpo perfecto
con tu mente.

Y Jesús era un navegante
cuando caminaba sobre el agua
y pasó largo tiempo observando
desde su solitaria torre de madera
y cuando supo con certeza
que solo los que se ahogaban podían verlo
dijo: “Todos los hombres serán navegantes
hasta que el mar los libere”,
pero él mismo estaba roto
mucho antes de que el cielo se abriera,
rendido, casi humano
se hundió en tu sabiduría
como una piedra.

Y quieres viajar con él
y quieres viajar a ciegas
y piensas que quizás confiarás en él
porque él tocó tu cuerpo perfecto
con su mente.

Ahora Suzanne toma tu mano
y te conduce hacia el río,
lleva puestos harapos y plumas
de los estantes del Ejército de Salvación
y el sol se derrama como miel
sobre nuestra Dama de la Bahía
y te muestra dónde buscar
entre la basura y las flores
hay héroes en las algas,
hay niños en la mañana
que se inclinan al amor
y lo harán así por siempre
mientras Suzanne sostenga el espejo.

Y quieres viajar con ella
y quieres viajar a ciegas
y sabes que puedes confiar en ella
porque ella tocó tu cuerpo perfecto
con su mente.



Y eso es todo por hoy. Voy a bañarme por segunda vez en el mismo río y regresaré la semana que viene, si es que no me ahogo, para comenzar la penúltima serie de la temporada.


DJ Vago

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